-->

lunes, 5 de julio de 2010

Lectura Bíblica - Junio 04

*** Lecturas de Hoy ***
  • 2 Samuel 22:1-23:23
  • Hechos 2:1-47
  • Salmos 122:1-9
  • Proverbios 16:19-20

2 Samuel 22:1-23:23
Capítulo 22
Cántico de liberación de David
(Sal. 18 título, 1-50)
22:1 Habló David a Jehová las palabras de este cántico, el día que Jehová le había librado de la mano de todos sus enemigos, y de la mano de Saúl. 22:2 Dijo: Jehová es mi roca y mi fortaleza, y mi libertador; 22:3 Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré; Mi escudo, y el fuerte de mi salvación, mi alto refugio; Salvador mío; de violencia me libraste. 22:4 Invocaré a Jehová, quien es digno de ser alabado, Y seré salvo de mi enemigos. 22:5 Me rodearon ondas de muerte, Y torrentes de perversidad me atemorizaron. 22:6 Ligaduras del Seol me rodearon; Tendieron sobre mí lazos de muerte. 22:7 En mi angustia invoqué a Jehová, Y clamé a mi Dios; El oyó mi voz desde su templo, Y mi clamor llegó a sus oídos. 22:8 La tierra fue conmovida, y tembló, Y se conmovieron los cimientos de los cielos; Se estremecieron, porque se indignó él. 22:9 Humo subió de su nariz, Y de su boca fuego consumidor; Carbones fueron por él encendidos. 22:10 E inclinó los cielos, y descendió; Y había tinieblas debajo de sus pies. 22:11 Y cabalgó sobre un querubín, y voló; Voló sobre las alas del viento. 22:12 Puso tinieblas por su escondedero alrededor de sí; Oscuridad de aguas y densas nubes. 22:13 Por el resplandor de su presencia se encendieron carbones ardientes. 22:14 Y tronó desde los cielos Jehová, Y el Altísimo dio su voz; 22:15 Envió sus saetas, y los dispersó; Y lanzó relámpagos, y los destruyó. 22:16 Entonces aparecieron los torrentes de las aguas, Y quedaron al descubierto los cimientos del mundo; A la reprensión de Jehová, Por el soplo del aliento de su nariz. 22:17 Envió desde lo alto y me tomó; Me sacó de las muchas aguas. 22:18 Me libró de poderoso enemigo, Y de los que me aborrecían, aunque eran más fuertes que yo. 22:19 Me asaltaron en el día de mi quebranto; Mas Jehová fue mi apoyo, 22:20 Y me sacó a lugar espacioso; Mi libró, porque se agradó de mí. 22:21 Jehová me ha premiado conforme a mi justicia; Conforme a la limpieza de mis manos me ha recompensado. 22:22 Porque yo he guardado los caminos de Jehová, Y no me aparté impíamente de mi Dios. 22:23 Pues todos sus decretos estuvieron delante de mí, Y no me he apartado de sus estatutos. 22:24 Fui recto para con él, Y me he guardado de mi maldad; 22:25 Por lo cual me ha recompensado Jehová conforme a mi justicia; Conforme a la limpieza de mis manos delante de su vista. 22:26 Con el misericordioso te mostrarás misericordioso, Y recto para con el hombre íntegro. 22:27 Limpio te mostrarás para con el limpio, Y rígido serás para con el perverso. 22:28 Porque tú salvas al pueblo afligido, Mas tus ojos están sobre los altivos para abatirlos. 22:29 Tú eres mi lámpara, oh Jehová; Mi Dios alumbrará mis tinieblas. 22:30 Contigo desbarataré ejércitos, Y con mi Dios asaltaré muros. 22:31 En cuanto a Dios, perfecto es su camino, Y acrisolada la palabra de Jehová. Escudo es a todos los que en él esperan. 22:32 Porque ¿quién es Dios, sino sólo Jehová? ¿Y qué roca hay fuera de nuestro Dios? 22:33 Dios es el que me ciñe de fuerza, Y quien despeja mi camino; 22:34 Quien hace mis pies como de ciervas, Y me hace estar firme sobre mis alturas; 22:35 Quien adiestra mis manos para la batalla, De manera que se doble el arco de bronce con mis brazos. 22:36 Me diste asimismo el escudo de tu salvación, Y tu benignidad me ha engrandecido. 22:37 Tú ensanchaste mis pasos debajo de mí, Y mis pies no han resbalado. 22:38 Perseguiré a mis enemigos, y los destruiré, Y no volveré hasta acabarlos. 22:39 Los consumiré y los heriré, de modo que no se levanten; Caerán debajo de mis pies. 22:40 Pues me ceñiste de fuerzas para la pelea; Has humillado a mis enemigos debajo de mí, 22:41 Y has hecho que mis enemigos me vuelvan las espaldas, Para que yo destruyese a los que me aborrecen. 22:42 Clamaron, y no hubo quien los salvase; Aun a Jehová, mas no les oyó. 22:43 Como polvo de la tierra los molí; Como lodo de las calles los pisé y los trituré. 22:44 Me has librado de las contiendas del pueblo; Me guardaste para que fuese cabeza de naciones; Pueblo que yo no conocía me servirá. 22:45 Los hijos de extraños se someterán a mí; Al oir de mí, me obedecerán. 22:46 Los extraños se debilitarán, Y saldrán temblando de sus encierros. 22:47 Viva Jehová, y bendita sea mi roca, Y engrandecido sea el Dios de mi salvación. 22:48 El Dios que venga mis agravios, Y sujeta pueblos debajo de mí; 22:49 El que me libra de enemigos, Y aun me exalta sobre los que se levantan contra mí; Me libraste del varón violento. 22:50 Por tanto, yo te confesaré entre las naciones, oh Jehová, Y cantaré a tu nombre. 22:51 El salva gloriosamente a su rey, Y usa de misericordia para con su ungido, A David y a su descendencia para siempre.

Capítulo 23
Ultimas palabras de David
23:1 Estas son las palabras postreras de David. Dijo David hijo de Isaí, Dijo aquel varón que fue levantado en alto, El ungido del Dios de Jacob, El dulce cantor de Israel: 23:2 El Espíritu de Jehová ha hablado por mí, Y su palabra ha estado en mi lengua. 23:3 El Dios de Israel ha dicho, Me habló la Roca de Israel: Habrá un justo que gobierne entre los hombres, Que gobierne en el temor de Dios. 23:4 Será como la luz de la mañana, Como el resplandor del sol en una mañana sin nubes, Como la lluvia que hace brotar la hierba de la tierra. 23:5 No es así mi casa para con Dios; Sin embargo, él ha hecho conmigo pacto perpetuo, Ordenado en todas las cosas, y será guardado, Aunque todavía no haga él florecer Toda mi salvación y mi deseo. 23:6 Mas los impíos serán todos ellos como espinos arrancados, Los cuales nadie toma con la mano; 23:7 Sino que el que quiere tocarlos Se arma de hierro y de asta de lanza, Y son del todo quemados en su lugar.

Los valientes de David
(1 Cr. 11.10-47)
23:8 Estos son los nombres de los valientes que tuvo David: Joseb-basebet el tacmonita, principal de los capitanes; éste era Adino el eznita, que mató a ochocientos hombres en una ocasión. 23:9 Después de éste, Eleazar hijo de Dodo, ahohíta, uno de los tres valientes que estaban con David cuando desafiaron a los filisteos que se habían reunido allí para la batalla, y se habían alejado los hombres de Israel. 23:10 Este se levantó e hirió a los filisteos hasta que su mano se cansó, y quedó pegada su mano a la espada. Aquel día Jehová dio una gran victoria, y se volvió el pueblo en pos de él tan sólo para recoger el botín. 23:11 Después de éste fue Sama hijo de Age, ararita. Los filisteos se habían reunido en Lehi, donde había un pequeño terreno lleno de lentejas, y el pueblo había huido delante de los filisteos. 23:12 El entonces se paró en medio de aquel terreno y lo defendió, y mató a los filisteos; y Jehová dio una gran victoria. 23:13 Y tres de los treinta jefes descendieron y vinieron en tiempo de la siega a David en la cueva de Adulam; y el campamento de los filisteos estaba en el valle de Refaim. 23:14 David entonces estaba en el lugar fuerte, y había en Belén una guarnición de los filisteos. 23:15 Y David dijo con vehemencia: ¡Quién me diera a beber del agua del pozo de Belén que está junto a la puerta! 23:16 Entonces los tres valientes irrumpieron por el campamento de los filisteos, y sacaron agua del pozo de Belén que estaba junto a la puerta; y tomaron, y la trajeron a David; mas él no la quiso beber, sino que la derramó para Jehová, diciendo: 23:17 Lejos sea de mí, oh Jehová, que yo haga esto. ¿He de beber yo la sangre de los varones que fueron con peligro de su vida? Y no quiso beberla. Los tres valientes hicieron esto. 23:18 Y Abisai hermano de Joab, hijo de Sarvia, fue el principal de los treinta. Este alzó su lanza contra trescientos, a quienes mató, y ganó renombre con los tres. 23:19 El era el más renombrado de los treinta, y llegó a ser su jefe; mas no igualó a los tres primeros. 23:20 Después, Benaía hijo de Joiada, hijo de un varón esforzado, grande en proezas, de Cabseel. Este mató a dos leones de Moab; y él mismo descendió y mató a un león en medio de un foso cuando estaba nevando. 23:21 También mató él a un egipcio, hombre de gran estatura; y tenía el egipcio una lanza en su mano, pero descendió contra él con un palo, y arrebató al egipcio la lanza de la mano, y lo mató con su propia lanza. 23:22 Esto hizo Benaía hijo de Joiada, y ganó renombre con los tres valientes. 23:23 Fue renombrado entre los treinta, pero no igualó a los tres primeros. Y lo puso David como jefe de su guardia personal.

Hechos 2:1-47
Capítulo 2
La venida del Espíritu Santo
2:1 Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. 2:2 Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; 2:3 y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. 2:4 Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen. 2:5 Moraban entonces en Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo. 2:6 Y hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada uno les oía hablar en su propia lengua. 2:7 Y estaban atónitos y maravillados, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan? 2:8 ¿Cómo, pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido? 2:9 Partos, medos, elamitas, y los que habitamos en Mesopotamia, en Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia, 2:10 en Frigia y Panfilia, en Egipto y en las regiones de Africa más allá de Cirene, y romanos aquí residentes, tanto judíos como prosélitos, 2:11 cretenses y árabes, les oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios. 2:12 Y estaban todos atónitos y perplejos, diciéndose unos a otros: ¿Qué quiere decir esto? 2:13 Mas otros, burlándose, decían: Están llenos de mosto.

Primer discurso de Pedro
2:14 Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras. 2:15 Porque éstos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día. 2:16 Mas esto es lo dicho por el profeta Joel: 2:17 Y en los postreros días, dice Dios, Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; Vuestros jóvenes verán visiones, Y vuestros ancianos soñarán sueños; 2:18 Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días Derramaré de mi Espíritu, y profetizarán. 2:19 Y daré prodigios arriba en el cielo, Y señales abajo en la tierra, Sangre y fuego y vapor de humo; 2:20 El sol se convertirá en tinieblas, Y la luna en sangre, Antes que venga el día del Señor, Grande y manifiesto; 2:21 Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo. 2:22 Varones israelitas, oíd estas palabras: Jesús nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por medio de él, como vosotros mismos sabéis; 2:23 a éste, entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándole; 2:24 al cual Dios levantó, sueltos los dolores de la muerte, por cuanto era imposible que fuese retenido por ella. 2:25 Porque David dice de él: Veía al Señor siempre delante de mí; Porque está a mi diestra, no seré conmovido. 2:26 Por lo cual mi corazón se alegró, y se gozó mi lengua, Y aun mi carne descansará en esperanza; 2:27 Porque no dejarás mi alma en el Hades, Ni permitirás que tu Santo vea corrupción. 2:28 Me hiciste conocer los caminos de la vida; Me llenarás de gozo con tu presencia. 2:29 Varones hermanos, se os puede decir libremente del patriarca David, que murió y fue sepultado, y su sepulcro está con nosotros hasta el día de hoy. 2:30 Pero siendo profeta, y sabiendo que con juramento Dios le había jurado que de su descendencia, en cuanto a la carne, levantaría al Cristo para que se sentase en su trono, 2:31 viéndolo antes, habló de la resurrección de Cristo, que su alma no fue dejada en el Hades, ni su carne vio corrupción. 2:32 A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos. 2:33 Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís. 2:34 Porque David no subió a los cielos; pero él mismo dice: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra, 2:35 Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies. 2:36 Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo. 2:37 Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos? 2:38 Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. 2:39 Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare. 2:40 Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación. 2:41 Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas. 2:42 Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones.

La vida de los primeros cristianos
2:43 Y sobrevino temor a toda persona; y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles. 2:44 Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas; 2:45 y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno. 2:46 Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, 2:47 alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.

Salmos 122:1-9
Oración por la paz de Jerusalén
Cántico gradual; de David.
122:1 Yo me alegré con los que me decían:
A la casa de Jehová iremos.
122:2 Nuestros pies estuvieron
Dentro de tus puertas, oh Jerusalén.
122:3 Jerusalén, que se ha edificado
Como una ciudad que está bien unida entre sí.
122:4 Y allá subieron las tribus, las tribus de JAH,
Conforme al testimonio dado a Israel,
Para alabar el nombre de Jehová.
122:5 Porque allá están las sillas del juicio,
Los tronos de la casa de David.

122:6 Pedid por la paz de Jerusalén;
Sean prosperados los que te aman.
122:7 Sea la paz dentro de tus muros,
Y el descanso dentro de tus palacios.
122:8 Por amor de mis hermanos y mis compañeros
Diré yo: La paz sea contigo.
122:9 Por amor a la casa de Jehová nuestro Dios
Buscaré tu bien.


Proverbios 16:19-20
16:19 Mejor es humillar el espíritu con los humildes
Que repartir despojos con los soberbios.
16:20 El entendido en la palabra hallará el bien,
Y el que confía en Jehová es bienaventurado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario