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viernes, 2 de abril de 2010

Lectura Bíblica - Febrero 11

*** Lecturas de Hoy ***
  • Éxodo 32:1-33:23
  • Mateo 26:69-27:14
  • Salmos 33:1-11
  • Proverbios 8:32-36

Éxodo 32:1-33:23
Capítulo 32
32:1 Viendo el pueblo que Moisés tardaba en descender del monte, se acercaron entonces a Aarón, y le dijeron: Levántate, haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, el varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido. 32:2 Y Aarón les dijo: Apartad los zarcillos de oro que están en las orejas de vuestras mujeres, de vuestros hijos y de vuestras hijas, y traédmelos. 32:3 Entonces todo el pueblo apartó los zarcillos de oro que tenían en sus orejas, y los trajeron a Aarón; 32:4 y él los tomó de las manos de ellos, y le dio forma con buril, e hizo de ello un becerro de fundición. Entonces dijeron: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto. 32:5 Y viendo esto Aarón, edificó un altar delante del becerro; y pregonó Aarón, y dijo: Mañana será fiesta para Jehová. 32:6 Y al día siguiente madrugaron, y ofrecieron holocaustos, y presentaron ofrendas de paz; y se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a regocijarse. 32:7 Entonces Jehová dijo a Moisés: Anda, desciende, porque tu pueblo que sacaste de la tierra de Egipto se ha corrompido. 32:8 Pronto se han apartado del camino que yo les mandé; se han hecho un becerro de fundición, y lo han adorado, y le han ofrecido sacrificios, y han dicho: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto. 32:9 Dijo más Jehová a Moisés: Yo he visto a este pueblo, que por cierto es pueblo de dura cerviz. 32:10 Ahora, pues, déjame que se encienda mi ira en ellos, y los consuma; y de ti yo haré una nación grande. 32:11 Entonces Moisés oró en presencia de Jehová su Dios, y dijo: Oh Jehová, ¿por qué se encenderá tu furor contra tu pueblo, que tú sacaste de la tierra de Egipto con gran poder y con mano fuerte? 32:12 ¿Por qué han de hablar los egipcios, diciendo: Para mal los sacó, para matarlos en los montes, y para raerlos de sobre la faz de la tierra? Vuélvete del ardor de tu ira, y arrepiéntete de este mal contra tu pueblo. 32:13 Acuérdate de Abraham, de Isaac y de Israel tus siervos, a los cuales has jurado por ti mismo, y les has dicho: Yo multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo; y daré a vuestra descendencia toda esta tierra de que he hablado, y la tomarán por heredad para siempre. 32:14 Entonces Jehová se arrepintió del mal que dijo que había de hacer a su pueblo. 32:15 Y volvió Moisés y descendió del monte, trayendo en su mano las dos tablas del testimonio, las tablas escritas por ambos lados; de uno y otro lado estaban escritas. 32:16 Y las tablas eran obra de Dios, y la escritura era escritura de Dios grabada sobre las tablas. 32:17 Cuando oyó Josué el clamor del pueblo que gritaba, dijo a Moisés: Alarido de pelea hay en el campamento. 32:18 Y él respondió: No es voz de alaridos de fuertes, ni voz de alaridos de débiles; voz de cantar oigo yo. 32:19 Y aconteció que cuando él llegó al campamento, y vio el becerro y las danzas, ardió la ira de Moisés, y arrojó las tablas de sus manos, y las quebró al pie del monte. 32:20 Y tomó el becerro que habían hecho, y lo quemó en el fuego, y lo molió hasta reducirlo a polvo, que esparció sobre las aguas, y lo dio a beber a los hijos de Israel. 32:21 Y dijo Moisés a Aarón: ¿Qué te ha hecho este pueblo, que has traído sobre él tan gran pecado? 32:22 Y respondió Aarón: No se enoje mi señor; tú conoces al pueblo, que es inclinado a mal. 32:23 Porque me dijeron: Haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, el varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido. 32:24 Y yo les respondí: ¿Quién tiene oro? Apartadlo. Y me lo dieron, y lo eché en el fuego, y salió este becerro. 32:25 Y viendo Moisés que el pueblo estaba desenfrenado, porque Aarón lo había permitido, para vergüenza entre sus enemigos, 32:26 se puso Moisés a la puerta del campamento, y dijo: ¿Quién está por Jehová? Júntese conmigo. Y se juntaron con él todos los hijos de Leví. 32:27 Y él les dijo: Así ha dicho Jehová, el Dios de Israel: Poned cada uno su espada sobre su muslo; pasad y volved de puerta a puerta por el campamento, y matad cada uno a su hermano, y a su amigo, y a su pariente. 32:28 Y los hijos de Leví lo hicieron conforme al dicho de Moisés; y cayeron del pueblo en aquel día como tres mil hombres. 32:29 Entonces Moisés dijo: Hoy os habéis consagrado a Jehová, pues cada uno se ha consagrado en su hijo y en su hermano, para que él dé bendición hoy sobre vosotros. 32:30 Y aconteció que al día siguiente dijo Moisés al pueblo: Vosotros habéis cometido un gran pecado, pero yo subiré ahora a Jehová; quizá le aplacaré acerca de vuestro pecado. 32:31 Entonces volvió Moisés a Jehová, y dijo: Te ruego, pues este pueblo ha cometido un gran pecado, porque se hicieron dioses de oro, 32:32 que perdones ahora su pecado, y si no, ráeme ahora de tu libro que has escrito. 32:33 Y Jehová respondió a Moisés: Al que pecare contra mí, a éste raeré yo de mi libro. 32:34 Ve, pues, ahora, lleva a este pueblo a donde te he dicho; he aquí mi ángel irá delante de ti; pero en el día del castigo, yo castigaré en ellos su pecado. 32:35 Y Jehová hirió al pueblo, porque habían hecho el becerro que formó Aarón.

Capítulo 33
La presencia de Dios prometida
33:1 Jehová dijo a Moisés: Anda, sube de aquí, tú y el pueblo que sacaste de la tierra de Egipto, a la tierra de la cual juré a Abraham, Isaac y Jacob, diciendo: A tu descendencia la daré; 33:2 y yo enviaré delante de ti el ángel, y echaré fuera al cananeo y al amorreo, al heteo, al ferezeo, al heveo y al jebuseo 33:3 (a la tierra que fluye leche y miel); pero yo no subiré en medio de ti, porque eres pueblo de dura cerviz, no sea que te consuma en el camino. 33:4 Y oyendo el pueblo esta mala noticia, vistieron luto, y ninguno se puso sus atavíos. 33:5 Porque Jehová había dicho a Moisés: Di a los hijos de Israel: Vosotros sois pueblo de dura cerviz; en un momento subiré en medio de ti, y te consumiré. Quítate, pues, ahora tus atavíos, para que yo sepa lo que te he de hacer. 33:6 Entonces los hijos de Israel se despojaron de sus atavíos desde el monte Horeb. 33:7 Y Moisés tomó el tabernáculo, y lo levantó lejos, fuera del campamento, y lo llamó el Tabernáculo de Reunión. Y cualquiera que buscaba a Jehová, salía al tabernáculo de reunión que estaba fuera del campamento. 33:8 Y sucedía que cuando salía Moisés al tabernáculo, todo el pueblo se levantaba, y cada cual estaba en pie a la puerta de su tienda, y miraban en pos de Moisés, hasta que él entraba en el tabernáculo. 33:9 Cuando Moisés entraba en el tabernáculo, la columna de nube descendía y se ponía a la puerta del tabernáculo, y Jehová hablaba con Moisés. 33:10 Y viendo todo el pueblo la columna de nube que estaba a la puerta del tabernáculo, se levantaba cada uno a la puerta de su tienda y adoraba. 33:11 Y hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero. Y él volvía al campamento; pero el joven Josué hijo de Nun, su servidor, nunca se apartaba de en medio del tabernáculo. 33:12 Y dijo Moisés a Jehová: Mira, tú me dices a mí: Saca este pueblo; y tú no me has declarado a quién enviarás conmigo. Sin embargo, tú dices: Yo te he conocido por tu nombre, y has hallado también gracia en mis ojos. 33:13 Ahora, pues, si he hallado gracia en tus ojos, te ruego que me muestres ahora tu camino, para que te conozca, y halle gracia en tus ojos; y mira que esta gente es pueblo tuyo. 33:14 Y él dijo: Mi presencia irá contigo, y te daré descanso. 33:15 Y Moisés respondió: Si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí. 33:16 ¿Y en qué se conocerá aquí que he hallado gracia en tus ojos, yo y tu pueblo, sino en que tú andes con nosotros, y que yo y tu pueblo seamos apartados de todos los pueblos que están sobre la faz de la tierra? 33:17 Y Jehová dijo a Moisés: También haré esto que has dicho, por cuanto has hallado gracia en mis ojos, y te he conocido por tu nombre. 33:18 El entonces dijo: Te ruego que me muestres tu gloria. 33:19 Y le respondió: Yo haré pasar todo mi bien delante de tu rostro, y proclamaré el nombre de Jehová delante de ti; y tendré misericordia del que tendré misericordia, y seré clemente para con el que seré clemente. 33:20 Dijo más: No podrás ver mi rostro; porque no me verá hombre, y vivirá. 33:21 Y dijo aún Jehová: He aquí un lugar junto a mí, y tú estarás sobre la peña; 33:22 y cuando pase mi gloria, yo te pondré en una hendidura de la peña, y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado. 33:23 Después apartaré mi mano, y verás mis espaldas; mas no se verá mi rostro.

Mateo 26:69-27:14
Pedro niega a Jesús
(Mr. 14. 66-72; Lc. 22. 55-62; Jn. 18. 15-18, 25-27)
26:69 Pedro estaba sentado fuera en el patio; y se le acercó una criada, diciendo: Tú también estabas con Jesús el galileo. 26:70 Mas él negó delante de todos, diciendo: No sé lo que dices. 26:71 Saliendo él a la puerta, le vio otra, y dijo a los que estaban allí: También éste estaba con Jesús el nazareno. 26:72 Pero él negó otra vez con juramento: No conozco al hombre. 26:73 Un poco después, acercándose los que por allí estaban, dijeron a Pedro: Verdaderamente también tú eres de ellos, porque aun tu manera de hablar te descubre. 26:74 Entonces él comenzó a maldecir, y a jurar: No conozco al hombre. Y en seguida cantó el gallo. 26:75 Entonces Pedro se acordó de las palabras de Jesús, que le había dicho:Antes que cante el gallo, me negarás tres veces. Y saliendo fuera, lloró amargamente.

Capítulo 27
Jesús ante Pilato
(Mr. 15. 1; Lc. 23. 1-2; Jn. 18. 28-32)
27:1 Venida la mañana, todos los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo entraron en consejo contra Jesús, para entregarle a muerte. 27:2 Y le llevaron atado, y le entregaron a Poncio Pilato, el gobernador.

Muerte de Judas
27:3 Entonces Judas, el que le había entregado, viendo que era condenado, devolvió arrepentido las treinta piezas de plata a los principales sacerdotes y a los ancianos, 27:4 diciendo: Yo he pecado entregando sangre inocente. Mas ellos dijeron: ¿Qué nos importa a nosotros? ¡Allá tú! 27:5 Y arrojando las piezas de plata en el templo, salió, y fue y se ahorcó. 27:6 Los principales sacerdotes, tomando las piezas de plata, dijeron: No es lícito echarlas en el tesoro de las ofrendas, porque es precio de sangre. 27:7 Y después de consultar, compraron con ellas el campo del alfarero, para sepultura de los extranjeros. 27:8 Por lo cual aquel campo se llama hasta el día de hoy: Campo de sangre. 27:9 Así se cumplió lo dicho por el profeta Jeremías, cuando dijo: Y tomaron las treinta piezas de plata, precio del apreciado, según precio puesto por los hijos de Israel; 27:10 y las dieron para el campo del alfarero, como me ordenó el Señor.

Pilato interroga a Jesús
(Mr. 15. 2-5; Lc. 23. 3-5; Jn. 18. 33-38)
27:11 Jesús, pues, estaba en pie delante del gobernador; y éste le preguntó, diciendo: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Y Jesús le dijo: Tú lo dices. 27:12 Y siendo acusado por los principales sacerdotes y por los ancianos, nada respondió. 27:13 Pilato entonces le dijo: ¿No oyes cuántas cosas testifican contra ti? 27:14 Pero Jesús no le respondió ni una palabra; de tal manera que el gobernador se maravillaba mucho.

Salmos 33:1-11
Alabanzas al Creador y Preservador
33:1 Alegraos, oh justos, en Jehová;
En los íntegros es hermosa la alabanza.
33:2 Aclamad a Jehová con arpa;
Cantadle con salterio y decacordio.
33:3 Cantadle cántico nuevo;
Hacedlo bien, tañendo con júbilo.

33:4 Porque recta es la palabra de Jehová,
Y toda su obra es hecha con fidelidad.
33:5 El ama justicia y juicio;
De la misericordia de Jehová está llena la tierra.

33:6 Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos,
Y todo el ejército de ellos por el aliento de su boca.
33:7 El junta como montón las aguas del mar;
El pone en depósitos los abismos.

33:8 Tema a Jehová toda la tierra;
Teman delante de él todos los habitantes del mundo.
33:9 Porque él dijo, y fue hecho;
El mandó, y existió.

33:10 Jehová hace nulo el consejo de las naciones,
Y frustra las maquinaciones de los pueblos.
33:11 El consejo de Jehová permanecerá para siempre;
Los pensamientos de su corazón por todas las generaciones.


Proverbios 8:32-36
8:32 Ahora, pues, hijos, oídme,
Y bienaventurados los que guardan mis caminos.
8:33 Atended el consejo, y sed sabios,
Y no lo menospreciéis.
8:34 Bienaventurado el hombre que me escucha,
Velando a mis puertas cada día,
Aguardando a los postes de mis puertas.
8:35 Porque el que me halle, hallará la vida,
Y alcanzará el favor de Jehová.
8:36 Mas el que peca contra mí, defrauda su alma;
Todos los que me aborrecen aman la muerte.

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