-->

martes, 30 de marzo de 2010

La Adversidad - Parte 1

Nadie en este mundo está eximido de las adversidades, unos más propensos que otros, pero todos las sufrimos.  Sin embargo, Dios derrama su amor a sus hijos y por medio de su Palabra nos da los medios necesarios para que saquemos el mayor provecho cuando sufrimos una adversidad.

¿Cómo nos orienta Dios para enfrentar la adversidad?

La carta de Santiago, al igual que la carta de Pablo a los Gálatas, son probablemente las dos cartas más antiguas del Nuevo Testamento, datadas de la mitad de los 40 D.C.  La carta de Santiago es una carta muy práctica y por esto inmediatamente inicia, Santiago escribe uno de los temas más habituales que todos nosotros debemos enfrentar, y este es el tema que nos ocupa en esta ocasión: la adversidad.

En el capítulo 1 Santiago nos explica cuatro (4) perspectivas que nos permiten sacar el mayor provecho de nuestra adversidad.

1. Comprender el propósito de Dios frente a las pruebas.

"Hermanos míos, gozaos profundamente cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Pero tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna".
Santiago 1:2-4

Debemos entender, en primera instancias, que tal como nos lo dice Santiago, tendremos "pruebas" y "diversas".  Es decir, nuestra vida de cristiano, no es una vida sin problemas, por el contrario es una vida llena de pruebas, muchas veces una tras otra, enfatizándose en nosotros, de esta forma, la amplitud integral de la adversidad.

Sin importar que tipo de dolorosa adversidad experimentemos, debemos considerarlo una ocasión para regocijarnos.

¿Por qué debemos considerar la adversidad como una ocasión para regocijarnos?

Realmente es muy difícil que logremos considerar una ocasión de regocijo cuando una persona amada muere, o cuando contraemos una enfermedad seria o mortal, o cuando experimentamos una desilusión por un anhelado objetivo frustrado, cuando somos odiados y tratados injustamente por otros, cuando nuestros hijos están tomando malas decisiones.  Igualmente difícil es regocijarnos cuando estamos experimentando serios contratiempos financieros, o cuando las dolorosas consecuencias de nuestras propias malas elecciones caen sobre nosotros aplastándonos, y muchísimas cosas más que se podrían mencionar.

Bajo una mente humana, regocijarse ante estas situaciones pareciera ridículo, masoquista, e incluso cruel, pero si nos apoyamos en Santiago 1:3-4 entenderemos este regocijo.

La clave para regocijarnos en la adversidad, está iniciando el versículo 3: "sabiendo".  Esta es la razón por la que debemos regocijarnos, porque sabemos que en medio de todo tipo de pruebas Dios está soberanamente trabajando, a través de ellas, para un buen propósito.

Debemos estar muy claros y entender que Dios no es el causante de todas las cosas que nos ocurren, tampoco Dios nos dice que todas las cosas en nuestras vidas son buenas; pero sí es cierto, que debido a la soberanía y el amor de nuestro Dios, él trabajará en cada situación que se nos presente para nuestro bien.

"Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados".
Romanos 8:28

¿Cuál es el propósito por el que Dios nos ha llamado?

El apóstol Pablo en Romanos 8:29 nos dice que este propósito es formar en nosotros el carácter de Cristo: "Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos".

Santiago nos dice en el versículo 4b de este primer capítulo, que Dios nos hará perfectos y cabales, por medio de su carácter santificado, el cual derrama sobre nosotros por medio de la adversidad por dos razones.

a. Él nos ama.
Por medio de su amor Él nos prepara o entrena permitiendo las adversidades, y lo hace para nuestro bien y nunca como una venganza hacia nosotros.

b. Él es soberano.
Por su soberanía Dios conoce cómo trabajar a través de cada adversidad para lograr su objetivo.

A pesar que no siempre podemos ver cómo funciona de forma inmediata, debemos ser pacientes y confiar en el amor y la soberanía de Dios.

Es muy importante no desconcertarnos entonces, cuando algo inesperado, frustrante y desalentador nos ocurra, si no entender que Dios en su sabiduría intenta hacer algo en nosotros para que alcancemos aquello que aún no hemos alcanzado.  Tal vez Él tiene la intención de fortalecernos en paciencia, compasión, humildad,… y por esto nos da cierta práctica extra para ejercitar estos dones bajo condiciones especialmente difíciles.  Tal vez Dios nos tiene nuevas lecciones para que tratemos con la negación de nosotros mismos, o bien para que tratemos nuestro orgullo o vanidad.  Tal vez a Él le gustaría romper nuestra complacencia, por lo que desea atraernos más cerca de Él en una comunión constante y consciente con Él.  Recordemos que muy a menudo ocurre, que la comunión con Dios es más cálida, vívida y dulce, cuando nuestra cruz se vuelve más pesada.

Debemos entonces tener claro el propósito de Dios durante nuestra adversidad.  Sin embargo esto no asegura que la intencionalidad de la voluntad de Dios se lleve a cabo.

¿Cómo debemos responder a la adversidad?

Nuestra respuesta ante las adversidades es lo que determina si el buen propósito de Dios para nuestras vidas se cumplirá o se frustrará.  Santiago consciente de esto nos explica cómo debemos responder adecuadamente a la adversidad en contraste con las respuestas inapropiadas.

2. Pedir a Dios sabiduría.

"Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.  Pero pida con fe, no dudando nada, porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra.  No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor, ya que es persona de doble ánimo e inconstante en todos sus caminos".
Santiago 1:5-8

La primera cosa que debemos hacer cuando somos golpeados por la adversidad es pedirle a Dios por sabiduría.

"Sabiduría" aquí significa un mejor entendimiento del propósito de Dios y cómo debemos responder ante la adversidad que atravesamos.  Debemos pedirle a Dios que nos indique:

a. ¿Qué está trabajando específicamente en nuestro carácter a través de esta adversidad?

b. ¿Cómo específicamente debemos responder ante esta situación?

Incluso podemos incluir en nuestras peticiones que el Señor nos dé consuelo y ánimo para poder continuar.

Dios responderá estas peticiones de la mejor manera y en el mejor momento…

Ahora, estas peticiones no son fórmulas mágicas que obtienen una respuesta automática de Dios, si no que ellas deben estar acompañadas de la correcta actitud de nuestro corazón hacia Dios, por lo que Santiago nos dice que debemos "pedir con fe", sin que exista "la duda".

El "pedir con fe" significa acercarse a Dios eligiendo confiar que Él es soberano y está amorosamente involucrado en nuestra adversidad para nuestro bien, por lo que nos depositamos en la "mano poderosa" de Dios sabedores de que así él nos mostrará lo que desea enseñarnos y la respuesta ante nuestra situación adversa.

Por el contrario, "dudar" es rehusarnos a creer que Dios está involucrado en nuestra adversidad, poniendo nuestros sentimientos por sobre la Palabra de Dios, concluyendo que a Dios no le importa nuestra situación.  Negamos la soberanía amorosa de Dios porque queremos una salida inmediata de nuestra situación, o bien porque Dios permitió lo que nos está pasando.

Esta actitud de duda puede ser incluso involuntaria, es decir, llegamos en oración delante de Dios y hacemos las preguntas correctas, incluso utilizamos nuestro conocimiento en su Palabra, para declarar que Él está con nosotros, pero muy dentro de nosotros creemos las cosas equivocadas y hasta buscamos planes alternos, haciendo de nosotros personas de "doble ánimo".

¿Qué ocurre cuando tenemos una actitud de duda ante la adversidad?

La respuesta es muy simple, y muy claramente Santiago nos la muestra:

a. Impedimos que Dios nos dé sabiduría.
Santiago 1:7

b. Permanecemos inestables, sujetos a nuestras circunstancias y sentimientos.
Santiago 1:6b-8


ORACION
Señor Jesús, delante de ti vengo a darte gracias por las pruebas que he tenido que pasar, por las pruebas que estoy pasando y por las pruebas que han de venir. Gracias mi Dios, porque he entendido que la adversidad es la manera en que tu vas formando el carácter de tu Hijo Jesús en mi.

Perdona Señor, si en algún momento he creído que no te importa mi sufrimiento, o que tú estás afuera de las circunstancias que me agobian. Hoy entiendo que tú estás amorosamente involucrado en mis problemas y me deposito en tu mano poderosa, sabiendo que tú me darás la sabiduría necesaria para entender el por qué de mi adversidad y cómo debo responder ante ella.  Quita toda duda de mi vida y deposita tu fe en mí; te lo pido en el nombre de Cristo Jesús, AMÉN.

No hay comentarios:

Publicar un comentario