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martes, 30 de noviembre de 2010

¿Por qué no me oyes? – Parte 1

Cuántos de nosotros después de haber estado orando un largo tiempo por algo muy importante sin que ocurriera nada, un día hemos levantado los ojos al cielo y casi con enojo, preguntamos: "¡Señor! ¿Qué pasa que no me oyes?"

Esta actitud no es de preocuparse o de hacernos sentir mal, tampoco es para cargarnos de culpa, o para creer que ya nos vamos de cabeza al infierno por esta reacción.  Esta es una de las preguntas más frecuentes relacionadas con la oración; cientos y miles de creyentes suelen preguntarse con mucha seriedad: ¿Por qué mi oración no ha sido contestada?

Esta pregunta tiene dos enfoques:

a. ¿Por qué mi oración no fue contestada como yo quería?

b. Yo sé que Dios puede, pero entonces, ¿Por qué no lo hace?
Esta pregunta es un poco más genérica y está mejor sustentada teológicamente.

Ahora, bien sabemos que no podemos tener las respuestas claras a estas interrogantes y muchas más que lleguen a nosotros con relación a nuestro Dios y su Grandeza, pero la buena noticia es que sí tenemos algunas respuestas que están basadas en la Palabra de Dios, que nos dan algunas de las causas por las cuales nuestra oración podría no ser contestada, o bien que recibamos lo que parece una respuesta negativa, que perfectamente puede terminar siendo una respuesta positiva, cosa que la mayor parte de las veces no alcanzamos a ver porque todavía estamos molestos, ya que no sucedió lo que nosotros queríamos.

A partir de este momento utilizaremos la Palabra de Dios, para determinar doce causas sobre por qué una oración puede no ser contestada.

1. Falta de comunión.

"Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor."
1 Corintios 1:9

Este verso, primero nos dice una gran promesa, que Dios es fiel, que no nos falla, que jamás hará algo que nos perjudique o nos lastime.  Pero también nos dice, que todos nosotros, no sólo las altas jerarquías eclesiásticas, fuimos llamados a tener comunión e intimidad con Cristo.

Muchos hemos sido creados bajo la enseñanza de que hay personas que tienen mayor acceso a Dios y que es a ellas a quienes debemos acudir para que intercedan por nosotros, pero por poco que hayamos leído la Palabra de Dios, con lo expuesto por el apóstol Pablo en su carta a los Corintios, ya sabemos que no es así.

Analicemos este verso:

Un "llamado", significa una invitación o un pedido, por lo que Dios nos "invita a tener comunión" con Él.  Dios quiere que tengamos un trato cercano, donde exista una relación y comunicación íntimas con nuestro Señor, y no simplemente a que pasemos el tiempo con Él.

Entonces, ¿cómo respondemos a esta invitación?

Muchos respondemos a esta invitación por medio de "oraciones-flecha" es decir, oraciones dirigidas con un propósito específico ante una situación en nosotros, o bien a la hora de comer o dormir.  Muchos nos acercamos a Dios, cuando sentimos que los problemas nos abruman, que ya no hay solución, incluso buscamos a Dios, como nuestra última esperanza, después de que lo hemos intentado todo. ¿Cuántos de nosotros nos olvidamos de Dios cuando hemos recibido sus bendiciones, cuando todo está bien, cuando tenemos trabajo, casa, alimento y una bonita y buena familia?

Aquí está entonces la primera causa por la cual una oración puede no ser contestada: Falta de Comunión.

2. No pedir en el nombre de Jesús.

"Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo."
Juan 14:13

"No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé."
Juan 15:16

Muchos, por apuro o por ansiedad, algunas veces hemos orado: "Señor, por favor dame tal cosa, amén".  Pero, ¿responde Dios esta oración?  Es probable que por su infinita misericordia y paciencia, en algún caso, alguien pueda decir que sí, pero le diré algo, Jesús le enseñó a sus discípulos como orar, y creemos que cuando Jesús dijo de hacer las cosas de cierta manera, esta es la forma en que todavía nosotros debemos seguir haciéndolo.  Entonces, por favor, debemos olvidarnos de hacerlas a nuestro modo, viviendo en el ámbito espiritual y no carnal.  Es en este ámbito espiritual donde la oración se desarrolla.  Si Él dijo que lo que pidiéramos en su nombre, así debemos pedirlo, porque en el mundo espiritual la cosa va a funcionar de esta manera y no de otra.

Esta es la segunda causa por la cual una oración puede no ser respondida: No pedir en el nombre de Jesús.

3. No pedir concretamente o pedir mal.

"Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís.  Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites."
Santiago 4:2-3

Santiago nos dice primero, que nuestras codicias, envidias y luchas cotidianas en búsqueda de una mejor calidad de vida son inútiles y estériles, si no pedimos.  Pero luego nos alerta en cuanto a cómo y qué pedir.  Si pedimos aquellas cosas que no son prioritarias o bien que son solamente para nuestro deleite, es bastante obvio que no vamos a recibir nada.

Las personas en su gran mayoría, seleccionan la calidad de los problemas que les llegan y los van atendiendo en orden a esa selección, pero Dios no hace tal cosa.  En Juan 15:16 leímos que Jesús dice que TODO lo que pidamos Él lo escucha y si lo creemos, Él lo hace.

Dios también quiere oír nuestra oración por la compra que vamos a realizar de nuestra casa, de nuestro vehículo, de nuestra ropa y hasta en el supermercado.  ¿Por qué?  Porque nuestra vida entera depende de Él y si un día hemos declarado que se la entregábamos, Él así lo creyó.  Dios desea tener comunión permanente con nosotros, en todos los aspectos.

Así pues, la tercera causa por la cual puede no ser contestada una oración es: No pedir concretamente o pedir mal, haciéndolo por un sentir que generalmente tiene origen en la carnalidad.

4. Pedir algo en contra de la voluntad de Dios.

"Entonces Moisés oró en presencia de Jehová su Dios, y dijo: Oh Jehová, ¿por qué se encenderá tu furor contra tu pueblo, que tú sacaste de la tierra de Egipto con gran poder y con mano fuerte? ¿Por qué han de hablar los egipcios, diciendo: Para mal los sacó, para matarlos en los montes, y para raerlos de sobre la faz de la tierra?  Vuélvete del ardor de tu ira, y arrepiéntete de este mal contra tu pueblo.  Acuérdate de Abraham, de Isaac y de Israel tus siervos, a los cuales has jurado por ti mismo, y les has dicho: Yo multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo; y daré a vuestra descendencia toda esta tierra de que he hablado, y la tomarán por heredad para siempre.  Entonces Jehová se arrepintió del mal que dijo que había de hacer a su pueblo."
Éxodo 32:11-14

"Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye.  Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho."
1 Juan 5:14-15

Uno de los motivos más abundante en oraciones no respondidas, es el de no pedir de acuerdo con la voluntad de Dios, es decir: claro, bien y correcto.

Pero, ¿cómo tener certeza de la voluntad de Dios?

En primer término, leyendo su Palabra, no en el marco de nuestros sentimientos, pensamientos o percepciones, recordemos que no hay una Biblia donde figure eso.  Debemos buscar en lo más profundo de las revelaciones, escudriñando las escrituras, oyendo la voz de Dios, que nadie dice que no pueda ser audible en algún momento, pero que no siempre lo es.

Dios no tiene métodos fijos para comunicarse con nosotros, puede ser a través de un mensaje o simplemente de un pensamiento imposible de elaborar por nosotros mismos, el cual es resultado de lo que hemos dicho antes, pasar tiempo en comunión con Él.  Los dos textos leídos anteriormente, demuestran que aquellos hombres cuando oraban, sí conocían la voluntad de Dios.

Debemos tener confianza en el libre acceso y en el poder de las palabras al presentar nuestras peticiones ante Dios.  Sin embargo, existe una limitante a la certidumbre de que nuestras oraciones serán contestadas.  El Nuevo Testamento basa esa seguridad en el hecho de pedir y orar en el nombre de Jesús, en permanecer en Cristo y permitirnos que sus palabras permanezcan en nosotros, en tener fe, y en ser justos en la vida y fervientes en la oración.  Uno que permanece en Cristo y que sus palabras permanecen en él, que ora en nombre de Jesús, esto es, de acuerdo con su carácter y su naturaleza, y que está lleno de fe y justicia, no se va a inclinar a pedir nada que esté en contra de la voluntad divina.

Sin embargo, más que cómo oramos, Dios quiere y le preocupa que oremos.  La oración genuina no es un intento de que Dios satisfaga nuestros deseos a través de medios precisos; sino, al contrario, es subordinar nuestra voluntad a la del Señor, así abrimos las puertas para recibir la plenitud de sus bendiciones en nuestras vidas.

El cuarto motivo entonces, de una oración no contestada es: Pedir algo en contra de la voluntad de Dios.  No por necesidad, sino por capricho o deseo personal.

5. Orar sin conocimiento de la Palabra de Dios.

"Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.  El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden.  Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho."
Juan 15:5-7

Indudablemente, este es un respetable escollo para la oración: No tener la palabra de Dios en nosotros.  No hay mucho que agregar, sólo que el creyente promedio tiene la peligrosa tendencia de preferir que otros le traigan la Palabra estudiada, masticada y en muchos casos, hasta semi-digerida, en lugar de hacerlo ellos mismos, como Dios manda.  Esta es la causa de que sobreabundan las falsas doctrinas, las confusiones y esencialmente, por eso mismo es que existen tantas doctrinas diferentes que han dado origen también a tantas denominaciones diferentes.

Si hay un solo Espíritu Santo y este mora en el interior del corazón de todos los creyentes, guiándolos a toda verdad, no entiendo cómo se puede aceptar que para una misma cosa, haya tantas interpretaciones diferentes.

Es verdad que tiene sus ventajas oír a otros y recibir revelaciones que significan grandes bendiciones, pero también tiene su riesgo; es posible que seamos engañados en lo espiritual por lenguas habilidosas y altamente manipuladoras.  A través del tiempo, estos engaños han tenido un resultado notorio, dividiendo la iglesia en cientos de denominaciones, olvidando el principio de que todo reino dividido no prevalece.  Peor aún, cada denominación está arrogándose de tener la más absoluta de las verdades, la cual le pertenece solamente a Dios.

Quinta causa de las oraciones no contestadas, es entonces: No orar con conocimiento de la Palabra de Dios.

6. Orar sin fe.

"Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.  Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor.  El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos."
Santiago 1:5-8

Uno de los factores que más inciden en la falta de respuesta de Dios a nuestras oraciones es precisamente nuestra falta de fe, es decir lisa y llanamente, nuestra incredulidad.

Se supone que cuando oramos o pedimos algo a Dios, de hecho lo vamos a hacer creyendo, ¿no es así?, entonces, ¿por qué Santiago escribiría esto?

Tal como podemos ver en 1 de Reyes 18:19-46, el profeta Elías, un hombre con una naturaleza como la nuestra, logró grandes victorias cuando oró, sin embargo, nos relata la Biblia en este libro capítulo 19:1-7, que Elías no vaciló en huir de una mujer cuando le entró la duda.

Hombre de doble ánimo es, tal como dice Santiago, una persona arrastrada en dos direcciones opuestas.  Sus lealtades están divididas, y a causa de su falta de sinceridad, vacila entre la fe y la incredulidad, pensando algunas veces que Dios le ayudará y renunciando en otras ocasiones a toda esperanza.  Esa persona, dice el apóstol, es inconstante en todos sus caminos, no sólo en su vida de oración.

La falta de consistencia en el ejercicio de nuestra fe pone al descubierto la esencia de nuestra manera de ser.  Doble ánimo es, necesariamente, doble mensaje.  Decimos blanco, oramos blanco y predicamos blanco; pero creemos, vivimos y hacemos negro.

Este es el sexto motivo por el cual una oración puede no ser contestada: Orar no creyendo en lo que se ora o, peor, creyendo lo contrario a lo que se ora.

ORACION:
Señor Dios, toda la Gloria y Honra sean para ti.  Tú eres grande y majestuoso Señor, es por esto que vengo delante de tu presencia y clamo a ti con seguridad de que tú oyes mi clamor, así lo dice tu palabra, clama a mí y yo te responderé y te enseñaré cosas grandes y ocultas que no conoces.

Señor, quiero pedirte perdón, por qué muchas veces te he preguntado ¿por qué no me oyes?, ¿es qué acaso no te das cuenta que sufro?  Hoy entiendo Señor, que no he orado como tú me has mandado a hacerlo, que he fallado con mi falta de comunión contigo, buscándote solamente cuando te necesito y no de forma diaria y con la mejor actitud.  Ayúdame Dios a poder orar, pidiendo de forma concreta, a no pedir mal, sino a realizar mis peticiones de acuerdo a tu voluntad, tomando tu Palabra como base de mi oración, teniendo fe en ti, y sobre todo pidiendo en el nombre que es sobre todo nombre, en el nombre de Tu Hijo Jesús, AMÉN.

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