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domingo, 20 de junio de 2010

Lectura Bíblica - Mayo 03

*** Lecturas de Hoy ***
  • Jueces 17:1-18:31
  • Juan 3:1-21
  • Salmos 102:1-28
  • Proverbios 14:20-21

Jueces 17:1-18:31
Capítulo 17
Las imágenes y el sacerdote de Micaía
17:1 Hubo un hombre del monte de Efraín, que se llamaba Micaía, 17:2 el cual dijo a su madre: Los mil cien siclos de plata que te fueron hurtados, acerca de los cuales maldijiste, y de los cuales me hablaste, he aquí el dinero está en mi poder; yo lo tomé. Entonces la madre dijo: Bendito seas de Jehová, hijo mío. 17:3 Y él devolvió los mil cien siclos de plata a su madre; y su madre dijo: En verdad he dedicado el dinero a Jehová por mi hijo, para hacer una imagen de talla y una de fundición; ahora, pues, yo te lo devuelvo. 17:4 Mas él devolvió el dinero a su madre, y tomó su madre doscientos siclos de plata y los dio al fundidor, quien hizo de ellos una imagen de talla y una de fundición, la cual fue puesta en la casa de Micaía. 17:5 Y este hombre Micaía tuvo casa de dioses, e hizo efod y terafines, y consagró a uno de sus hijos para que fuera su sacerdote. 17:6 En aquellos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía. 17:7 Y había un joven de Belén de Judá, de la tribu de Judá, el cual era levita, y forastero allí. 17:8 Este hombre partió de la ciudad de Belén de Judá para ir a vivir donde pudiera encontrar lugar; y llegando en su camino al monte de Efraín, vino a casa de Micaía. 17:9 Y Micaía le dijo: ¿De dónde vienes? Y el levita le respondió: Soy de Belén de Judá, y voy a vivir donde pueda encontrar lugar. 17:10 Entonces Micaía le dijo: Quédate en mi casa, y serás para mí padre y sacerdote; y yo te daré diez siclos de plata por año, vestidos y comida. Y el levita se quedó. 17:11 Agradó, pues, al levita morar con aquel hombre, y fue para él como uno de sus hijos. 17:12 Y Micaía consagró al levita, y aquel joven le servía de sacerdote, y permaneció en casa de Micaía. 17:13 Y Micaía dijo: Ahora sé que Jehová me prosperará, porque tengo un levita por sacerdote.

Capítulo 18
Micaía y los hombres de Dan
18:1 En aquellos días no había rey en Israel. Y en aquellos días la tribu de Dan buscaba posesión para sí donde habitar, porque hasta entonces no había tenido posesión entre las tribus de Israel. 18:2 Y los hijos de Dan enviaron de su tribu cinco hombres de entre ellos, hombres valientes, de Zora y Estaol, para que reconociesen y explorasen bien la tierra; y les dijeron: Id y reconoced la tierra. Estos vinieron al monte de Efraín, hasta la casa de Micaía, y allí posaron. 18:3 Cuando estaban cerca de la casa de Micaía, reconocieron la voz del joven levita; y llegando allá, le dijeron: ¿Quién te ha traído acá? ¿y qué haces aquí? ¿y qué tienes tú por aquí? 18:4 El les respondió: De esta y de esta manera ha hecho conmigo Micaía, y me ha tomado para que sea su sacerdote. 18:5 Y ellos le dijeron: Pregunta, pues, ahora a Dios, para que sepamos si ha de prosperar este viaje que hacemos. 18:6 Y el sacerdote les respondió: Id en paz; delante de Jehová está vuestro camino en que andáis. 18:7 Entonces aquellos cinco hombres salieron, y vinieron a Lais; y vieron que el pueblo que habitaba en ella estaba seguro, ocioso y confiado, conforme a la costumbre de los de Sidón, sin que nadie en aquella región les perturbase en cosa alguna, ni había quien poseyese el reino. Y estaban lejos de los sidonios, y no tenían negocios con nadie. 18:8 Volviendo, pues, ellos a sus hermanos en Zora y Estaol, sus hermanos les dijeron: ¿Qué hay? Y ellos respondieron: 18:9 Levantaos, subamos contra ellos; porque nosotros hemos explorado la región, y hemos visto que es muy buena; ¿y vosotros no haréis nada? No seáis perezosos en poneros en marcha para ir a tomar posesión de la tierra. 18:10 Cuando vayáis, llegaréis a un pueblo confiado y a una tierra muy espaciosa, pues Dios la ha entregado en vuestras manos; lugar donde no hay falta de cosa alguna que haya en la tierra. 18:11 Entonces salieron de allí, de Zora y de Estaol, seiscientos hombres de la familia de Dan, armados de armas de guerra. 18:12 Fueron y acamparon en Quiriat-jearim en Judá, por lo cual llamaron a aquel lugar el campamento de Dan, hasta hoy; está al occidente de Quiriat-jearim. 18:13 Y de allí pasaron al monte de Efraín, y vinieron hasta la casa de Micaía. 18:14 Entonces aquellos cinco hombres que habían ido a reconocer la tierra de Lais dijeron a sus hermanos: ¿No sabéis que en estas casas hay efod y terafines, y una imagen de talla y una de fundición? Mirad, por tanto, lo que habéis de hacer. 18:15 Cuando llegaron allá, vinieron a la casa del joven levita, en casa de Micaía, y le preguntaron cómo estaba. 18:16 Y los seiscientos hombres, que eran de los hijos de Dan, estaban armados de sus armas de guerra a la entrada de la puerta. 18:17 Y subiendo los cinco hombres que habían ido a reconocer la tierra, entraron allá y tomaron la imagen de talla, el efod, los terafines y la imagen de fundición, mientras estaba el sacerdote a la entrada de la puerta con los seiscientos hombres armados de armas de guerra. 18:18 Entrando, pues, aquéllos en la casa de Micaía, tomaron la imagen de talla, el efod, los terafines y la imagen de fundición. Y el sacerdote les dijo: ¿Qué hacéis vosotros? 18:19 Y ellos le respondieron: Calla, pon la mano sobre tu boca, y vente con nosotros, para que seas nuestro padre y sacerdote. ¿Es mejor que seas tú sacerdote en casa de un solo hombre, que de una tribu y familia de Israel? 18:20 Y se alegró el corazón del sacerdote, el cual tomó el efod y los terafines y la imagen, y se fue en medio del pueblo. 18:21 Y ellos se volvieron y partieron, y pusieron los niños, el ganado y el bagaje por delante. 18:22 Cuando ya se habían alejado de la casa de Micaía, los hombres que habitaban en las casas cercanas a la casa de Micaía se juntaron y siguieron a los hijos de Dan. 18:23 Y dando voces a los de Dan, éstos volvieron sus rostros, y dijeron a Micaía: ¿Qué tienes, que has juntado gente? 18:24 El respondió: Tomasteis mis dioses que yo hice y al sacerdote, y os vais; ¿qué más me queda? ¿Por qué, pues, me decís: ¿Qué tienes? 18:25 Y los hijos de Dan le dijeron: No des voces tras nosotros, no sea que los de ánimo colérico os acometan, y pierdas también tu vida y la vida de los tuyos. 18:26 Y prosiguieron los hijos de Dan su camino, y Micaía, viendo que eran más fuertes que él, volvió y regresó a su casa. 18:27 Y ellos, llevando las cosas que había hecho Micaía, juntamente con el sacerdote que tenía, llegaron a Lais, al pueblo tranquilo y confiado; y los hirieron a filo de espada, y quemaron la ciudad. 18:28 Y no hubo quien los defendiese, porque estaban lejos de Sidón, y no tenían negocios con nadie. Y la ciudad estaba en el valle que hay junto a Bet-rehob. Luego reedificaron la ciudad, y habitaron en ella. 18:29 Y llamaron el nombre de aquella ciudad Dan, conforme al nombre de Dan su padre, hijo de Israel, bien que antes se llamaba la ciudad Lais. 18:30 Y los hijos de Dan levantaron para sí la imagen de talla; y Jonatán hijo de Gersón, hijo de Moisés, él y sus hijos fueron sacerdotes en la tribu de Dan, hasta el día del cautiverio de la tierra. 18:31 Así tuvieron levantada entre ellos la imagen de talla que Micaía había hecho, todo el tiempo que la casa de Dios estuvo en Silo.

Juan 3:1-21
Capítulo 3
Jesús y Nicodemo
3:1 Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos. 3:2 Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él. 3:3 Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. 3:4 Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? 3:5 Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. 3:6 Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. 3:7 No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. 3:8 El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu. 3:9 Respondió Nicodemo y le dijo: ¿Cómo puede hacerse esto? 3:10 Respondió Jesús y le dijo: ¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto? 3:11 De cierto, de cierto te digo, que lo que sabemos hablamos, y lo que hemos visto, testificamos; y no recibís nuestro testimonio. 3:12 Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales? 3:13 Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo. 3:14 Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, 3:15 para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

De tal manera amó Dios al mundo
3:16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. 3:17 Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. 3:18 El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. 3:19 Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. 3:20 Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. 3:21 Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios.

Salmos 102:1-28
Capítulo 102
Oración de un afligido
Oración del que sufre, cuando está angustiado, y delante de Jehová derrama su lamento.
102:1 Jehová, escucha mi oración,
Y llegue a ti mi clamor.
102:2 No escondas de mí tu rostro en el día de mi angustia;
Inclina a mí tu oído;
Apresúrate a responderme el día que te invocare.

102:3 Porque mis días se han consumido como humo,
Y mis huesos cual tizón están quemados.
102:4 Mi corazón está herido, y seco como la hierba,
Por lo cual me olvido de comer mi pan.
102:5 Por la voz de mi gemido
Mis huesos se han pegado a mi carne.
102:6 Soy semejante al pelícano del desierto;
Soy como el buho de las soledades;
102:7 Velo, y soy
Como el pájaro solitario sobre el tejado.
102:8 Cada día me afrentan mis enemigos;
Los que contra mí se enfurecen, se han conjurado contra mí.
102:9 Por lo cual yo como ceniza a manera de pan,
Y mi bebida mezclo con lágrimas,
102:10 A causa de tu enojo y de tu ira;
Pues me alzaste, y me has arrojado.
102:11 Mis días son como sombra que se va,
Y me he secado como la hierba.

102:12 Mas tú, Jehová, permanecerás para siempre,
Y tu memoria de generación en generación.
102:13 Te levantarás y tendrás misericordia de Sion,
Porque es tiempo de tener misericordia de ella, porque el plazo ha llegado.
102:14 Porque tus siervos aman sus piedras,
Y del polvo de ella tienen compasión.
102:15 Entonces las naciones temerán el nombre de Jehová,
Y todos los reyes de la tierra tu gloria;
102:16 Por cuanto Jehová habrá edificado a Sion,
Y en su gloria será visto;
102:17 Habrá considerado la oración de los desvalidos,
Y no habrá desechado el ruego de ellos.
102:18 Se escribirá esto para la generación venidera;
Y el pueblo que está por nacer alabará a JAH,
102:19 Porque miró desde lo alto de su santuario;
Jehová miró desde los cielos a la tierra,
102:20 Para oír el gemido de los presos,
Para soltar a los sentenciados a muerte;
102:21 Para que publique en Sion el nombre de Jehová,
Y su alabanza en Jerusalén,
102:22 Cuando los pueblos y los reinos se congreguen
En uno para servir a Jehová.

102:23 El debilitó mi fuerza en el camino;
Acortó mis días.
102:24 Dije: Dios mío, no me cortes en la mitad de mis días;
Por generación de generaciones son tus años.

102:25 Desde el principio tú fundaste la tierra,
Y los cielos son obra de tus manos.
102:26 Ellos perecerán, mas tú permanecerás;
Y todos ellos como una vestidura se envejecerán;
Como un vestido los mudarás, y serán mudados;
102:27 Pero tú eres el mismo,
Y tus años no se acabarán.

102:28 Los hijos de tus siervos habitarán seguros,
Y su descendencia será establecida delante de ti.


Proverbios 14:20-21
14:20 El pobre es odioso aun a su amigo;
Pero muchos son los que aman al rico.
14:21 Peca el que menosprecia a su prójimo;
Mas el que tiene misericordia de los pobres es bienaventurado.

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