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martes, 30 de noviembre de 2010

¿Por qué no me oyes? – Parte 1

Cuántos de nosotros después de haber estado orando un largo tiempo por algo muy importante sin que ocurriera nada, un día hemos levantado los ojos al cielo y casi con enojo, preguntamos: "¡Señor! ¿Qué pasa que no me oyes?"

Esta actitud no es de preocuparse o de hacernos sentir mal, tampoco es para cargarnos de culpa, o para creer que ya nos vamos de cabeza al infierno por esta reacción.  Esta es una de las preguntas más frecuentes relacionadas con la oración; cientos y miles de creyentes suelen preguntarse con mucha seriedad: ¿Por qué mi oración no ha sido contestada?

Esta pregunta tiene dos enfoques:

a. ¿Por qué mi oración no fue contestada como yo quería?

b. Yo sé que Dios puede, pero entonces, ¿Por qué no lo hace?
Esta pregunta es un poco más genérica y está mejor sustentada teológicamente.

Ahora, bien sabemos que no podemos tener las respuestas claras a estas interrogantes y muchas más que lleguen a nosotros con relación a nuestro Dios y su Grandeza, pero la buena noticia es que sí tenemos algunas respuestas que están basadas en la Palabra de Dios, que nos dan algunas de las causas por las cuales nuestra oración podría no ser contestada, o bien que recibamos lo que parece una respuesta negativa, que perfectamente puede terminar siendo una respuesta positiva, cosa que la mayor parte de las veces no alcanzamos a ver porque todavía estamos molestos, ya que no sucedió lo que nosotros queríamos.

A partir de este momento utilizaremos la Palabra de Dios, para determinar doce causas sobre por qué una oración puede no ser contestada.

1. Falta de comunión.

"Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor."
1 Corintios 1:9

Este verso, primero nos dice una gran promesa, que Dios es fiel, que no nos falla, que jamás hará algo que nos perjudique o nos lastime.  Pero también nos dice, que todos nosotros, no sólo las altas jerarquías eclesiásticas, fuimos llamados a tener comunión e intimidad con Cristo.

Muchos hemos sido creados bajo la enseñanza de que hay personas que tienen mayor acceso a Dios y que es a ellas a quienes debemos acudir para que intercedan por nosotros, pero por poco que hayamos leído la Palabra de Dios, con lo expuesto por el apóstol Pablo en su carta a los Corintios, ya sabemos que no es así.

Analicemos este verso:

Un "llamado", significa una invitación o un pedido, por lo que Dios nos "invita a tener comunión" con Él.  Dios quiere que tengamos un trato cercano, donde exista una relación y comunicación íntimas con nuestro Señor, y no simplemente a que pasemos el tiempo con Él.

Entonces, ¿cómo respondemos a esta invitación?

Muchos respondemos a esta invitación por medio de "oraciones-flecha" es decir, oraciones dirigidas con un propósito específico ante una situación en nosotros, o bien a la hora de comer o dormir.  Muchos nos acercamos a Dios, cuando sentimos que los problemas nos abruman, que ya no hay solución, incluso buscamos a Dios, como nuestra última esperanza, después de que lo hemos intentado todo. ¿Cuántos de nosotros nos olvidamos de Dios cuando hemos recibido sus bendiciones, cuando todo está bien, cuando tenemos trabajo, casa, alimento y una bonita y buena familia?

Aquí está entonces la primera causa por la cual una oración puede no ser contestada: Falta de Comunión.

2. No pedir en el nombre de Jesús.

"Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo."
Juan 14:13

"No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé."
Juan 15:16

Muchos, por apuro o por ansiedad, algunas veces hemos orado: "Señor, por favor dame tal cosa, amén".  Pero, ¿responde Dios esta oración?  Es probable que por su infinita misericordia y paciencia, en algún caso, alguien pueda decir que sí, pero le diré algo, Jesús le enseñó a sus discípulos como orar, y creemos que cuando Jesús dijo de hacer las cosas de cierta manera, esta es la forma en que todavía nosotros debemos seguir haciéndolo.  Entonces, por favor, debemos olvidarnos de hacerlas a nuestro modo, viviendo en el ámbito espiritual y no carnal.  Es en este ámbito espiritual donde la oración se desarrolla.  Si Él dijo que lo que pidiéramos en su nombre, así debemos pedirlo, porque en el mundo espiritual la cosa va a funcionar de esta manera y no de otra.

Esta es la segunda causa por la cual una oración puede no ser respondida: No pedir en el nombre de Jesús.

3. No pedir concretamente o pedir mal.

"Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís.  Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites."
Santiago 4:2-3

Santiago nos dice primero, que nuestras codicias, envidias y luchas cotidianas en búsqueda de una mejor calidad de vida son inútiles y estériles, si no pedimos.  Pero luego nos alerta en cuanto a cómo y qué pedir.  Si pedimos aquellas cosas que no son prioritarias o bien que son solamente para nuestro deleite, es bastante obvio que no vamos a recibir nada.

Las personas en su gran mayoría, seleccionan la calidad de los problemas que les llegan y los van atendiendo en orden a esa selección, pero Dios no hace tal cosa.  En Juan 15:16 leímos que Jesús dice que TODO lo que pidamos Él lo escucha y si lo creemos, Él lo hace.

Dios también quiere oír nuestra oración por la compra que vamos a realizar de nuestra casa, de nuestro vehículo, de nuestra ropa y hasta en el supermercado.  ¿Por qué?  Porque nuestra vida entera depende de Él y si un día hemos declarado que se la entregábamos, Él así lo creyó.  Dios desea tener comunión permanente con nosotros, en todos los aspectos.

Así pues, la tercera causa por la cual puede no ser contestada una oración es: No pedir concretamente o pedir mal, haciéndolo por un sentir que generalmente tiene origen en la carnalidad.

4. Pedir algo en contra de la voluntad de Dios.

"Entonces Moisés oró en presencia de Jehová su Dios, y dijo: Oh Jehová, ¿por qué se encenderá tu furor contra tu pueblo, que tú sacaste de la tierra de Egipto con gran poder y con mano fuerte? ¿Por qué han de hablar los egipcios, diciendo: Para mal los sacó, para matarlos en los montes, y para raerlos de sobre la faz de la tierra?  Vuélvete del ardor de tu ira, y arrepiéntete de este mal contra tu pueblo.  Acuérdate de Abraham, de Isaac y de Israel tus siervos, a los cuales has jurado por ti mismo, y les has dicho: Yo multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo; y daré a vuestra descendencia toda esta tierra de que he hablado, y la tomarán por heredad para siempre.  Entonces Jehová se arrepintió del mal que dijo que había de hacer a su pueblo."
Éxodo 32:11-14

"Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye.  Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho."
1 Juan 5:14-15

Uno de los motivos más abundante en oraciones no respondidas, es el de no pedir de acuerdo con la voluntad de Dios, es decir: claro, bien y correcto.

Pero, ¿cómo tener certeza de la voluntad de Dios?

En primer término, leyendo su Palabra, no en el marco de nuestros sentimientos, pensamientos o percepciones, recordemos que no hay una Biblia donde figure eso.  Debemos buscar en lo más profundo de las revelaciones, escudriñando las escrituras, oyendo la voz de Dios, que nadie dice que no pueda ser audible en algún momento, pero que no siempre lo es.

Dios no tiene métodos fijos para comunicarse con nosotros, puede ser a través de un mensaje o simplemente de un pensamiento imposible de elaborar por nosotros mismos, el cual es resultado de lo que hemos dicho antes, pasar tiempo en comunión con Él.  Los dos textos leídos anteriormente, demuestran que aquellos hombres cuando oraban, sí conocían la voluntad de Dios.

Debemos tener confianza en el libre acceso y en el poder de las palabras al presentar nuestras peticiones ante Dios.  Sin embargo, existe una limitante a la certidumbre de que nuestras oraciones serán contestadas.  El Nuevo Testamento basa esa seguridad en el hecho de pedir y orar en el nombre de Jesús, en permanecer en Cristo y permitirnos que sus palabras permanezcan en nosotros, en tener fe, y en ser justos en la vida y fervientes en la oración.  Uno que permanece en Cristo y que sus palabras permanecen en él, que ora en nombre de Jesús, esto es, de acuerdo con su carácter y su naturaleza, y que está lleno de fe y justicia, no se va a inclinar a pedir nada que esté en contra de la voluntad divina.

Sin embargo, más que cómo oramos, Dios quiere y le preocupa que oremos.  La oración genuina no es un intento de que Dios satisfaga nuestros deseos a través de medios precisos; sino, al contrario, es subordinar nuestra voluntad a la del Señor, así abrimos las puertas para recibir la plenitud de sus bendiciones en nuestras vidas.

El cuarto motivo entonces, de una oración no contestada es: Pedir algo en contra de la voluntad de Dios.  No por necesidad, sino por capricho o deseo personal.

5. Orar sin conocimiento de la Palabra de Dios.

"Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.  El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden.  Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho."
Juan 15:5-7

Indudablemente, este es un respetable escollo para la oración: No tener la palabra de Dios en nosotros.  No hay mucho que agregar, sólo que el creyente promedio tiene la peligrosa tendencia de preferir que otros le traigan la Palabra estudiada, masticada y en muchos casos, hasta semi-digerida, en lugar de hacerlo ellos mismos, como Dios manda.  Esta es la causa de que sobreabundan las falsas doctrinas, las confusiones y esencialmente, por eso mismo es que existen tantas doctrinas diferentes que han dado origen también a tantas denominaciones diferentes.

Si hay un solo Espíritu Santo y este mora en el interior del corazón de todos los creyentes, guiándolos a toda verdad, no entiendo cómo se puede aceptar que para una misma cosa, haya tantas interpretaciones diferentes.

Es verdad que tiene sus ventajas oír a otros y recibir revelaciones que significan grandes bendiciones, pero también tiene su riesgo; es posible que seamos engañados en lo espiritual por lenguas habilidosas y altamente manipuladoras.  A través del tiempo, estos engaños han tenido un resultado notorio, dividiendo la iglesia en cientos de denominaciones, olvidando el principio de que todo reino dividido no prevalece.  Peor aún, cada denominación está arrogándose de tener la más absoluta de las verdades, la cual le pertenece solamente a Dios.

Quinta causa de las oraciones no contestadas, es entonces: No orar con conocimiento de la Palabra de Dios.

6. Orar sin fe.

"Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.  Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor.  El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos."
Santiago 1:5-8

Uno de los factores que más inciden en la falta de respuesta de Dios a nuestras oraciones es precisamente nuestra falta de fe, es decir lisa y llanamente, nuestra incredulidad.

Se supone que cuando oramos o pedimos algo a Dios, de hecho lo vamos a hacer creyendo, ¿no es así?, entonces, ¿por qué Santiago escribiría esto?

Tal como podemos ver en 1 de Reyes 18:19-46, el profeta Elías, un hombre con una naturaleza como la nuestra, logró grandes victorias cuando oró, sin embargo, nos relata la Biblia en este libro capítulo 19:1-7, que Elías no vaciló en huir de una mujer cuando le entró la duda.

Hombre de doble ánimo es, tal como dice Santiago, una persona arrastrada en dos direcciones opuestas.  Sus lealtades están divididas, y a causa de su falta de sinceridad, vacila entre la fe y la incredulidad, pensando algunas veces que Dios le ayudará y renunciando en otras ocasiones a toda esperanza.  Esa persona, dice el apóstol, es inconstante en todos sus caminos, no sólo en su vida de oración.

La falta de consistencia en el ejercicio de nuestra fe pone al descubierto la esencia de nuestra manera de ser.  Doble ánimo es, necesariamente, doble mensaje.  Decimos blanco, oramos blanco y predicamos blanco; pero creemos, vivimos y hacemos negro.

Este es el sexto motivo por el cual una oración puede no ser contestada: Orar no creyendo en lo que se ora o, peor, creyendo lo contrario a lo que se ora.

ORACION:
Señor Dios, toda la Gloria y Honra sean para ti.  Tú eres grande y majestuoso Señor, es por esto que vengo delante de tu presencia y clamo a ti con seguridad de que tú oyes mi clamor, así lo dice tu palabra, clama a mí y yo te responderé y te enseñaré cosas grandes y ocultas que no conoces.

Señor, quiero pedirte perdón, por qué muchas veces te he preguntado ¿por qué no me oyes?, ¿es qué acaso no te das cuenta que sufro?  Hoy entiendo Señor, que no he orado como tú me has mandado a hacerlo, que he fallado con mi falta de comunión contigo, buscándote solamente cuando te necesito y no de forma diaria y con la mejor actitud.  Ayúdame Dios a poder orar, pidiendo de forma concreta, a no pedir mal, sino a realizar mis peticiones de acuerdo a tu voluntad, tomando tu Palabra como base de mi oración, teniendo fe en ti, y sobre todo pidiendo en el nombre que es sobre todo nombre, en el nombre de Tu Hijo Jesús, AMÉN.

jueves, 25 de noviembre de 2010

¿Vivirán esos huesos? – Parte 2

En nuestra primera parte sobre este tema vimos cuatro aspectos importantísimos y necesarios para enfrentar nuestra realidad, por difícil que esta sea.

La mano de Dios (Ezequiel 37:1).

Cuando la mano de Dios desciende sobre nosotros, no siempre traerá una bendición inmediata.  Es muy probable que la presencia y unción de Dios lleguen a nuestras vidas para llevarnos a un "valle de huesos secos", es decir, a enfrentarnos con nuestros problemas.  Es en este valle de huesos secos, que estaremos en crisis y necesidad.

Pero, ¿por qué Dios hace esto?

Es en estos momentos de crisis y necesidad, donde se producirá en nosotros, por medio de la mano de Dios, una vida victoriosa.  La mano de Dios es poderosa y capaz de hacer que lo sobrenatural se haga natural.

Nuestra circunstancia (Ezequiel 37:2).

Es muy posible que, nuestra actual circunstancia no sea nada buena; que como Ezequiel veamos en nuestro "valle de huesos", huesos secos y desparramados, pero aún así no debemos quedarnos con lo que nuestros ojos naturales ven.  Dios ve más allá de lo que nosotros podemos ver, por esto lo más importante en nuestra circunstancia es entender lo que Dios tiene para nosotros en esta situación.

Nuestra respuesta ante la circunstancia (Ezequiel 37:3).

Dios siempre nos preguntará sobre nuestra circunstancia, no para saber de ella, si no para ver nuestra actitud sobre ella. Una buena actitud ante nuestra circunstancia con relación a Dios, hará que la acción de Dios se desate sobre ella, manifestando a nuestro favor. Dios necesita de hombres y mujeres que proclamen su palabra y le den su lugar a Dios, como lo hizo Ezequiel, así manifestará todo su Poder.

Profetizar (Ezequiel 37:4).

Debemos profetizar, hablar con autoridad delante de nuestras circunstancias. Seamos profetas de nuestra propia vida, marcándonos un destino y hablando por él.  Nosotros somos lo que somos, por esto debemos hablarlo porque nadie nos regalará nada. Hablemos lo que Dios dice que tenemos que hablar…

Ahora, ¿qué debemos hacer con nuestra realidad?

Vamos a declarar la verdad sobre nuestra situación y nuestras vidas, sabedores de que esta verdad nos hará libres y nos traerá sabiduría, para que actuemos como verdaderos guerreros de Dios, logrando vencer.  Recordemos que la sabiduría es "utilizar lo que sabemos de Dios para tomar buenas decisiones".

La verdad nos hará libres

"Así ha dicho Jehová el Señor a estos huesos: He aquí, yo hago entrar espíritu en vosotros, y viviréis.  Y pondré tendones sobre vosotros, y haré subir sobre vosotros carne, y os cubriré de piel, y pondré en vosotros espíritu, y viviréis; y sabréis que yo soy Jehová."
Ezequiel 37:5-6

Una vez nosotros empezamos a profetizar, comenzará a cambiar nuestra circunstancia.  Ezequiel empezó a hablar lo que Dios le dijo que dijera, detallando lo que debía venir, es así como debemos profetizar ante nuestras necesidades y crisis.  Debemos ser claros en nuestro profetizar, sea cual sea nuestra situación.  Si no hablamos lo que Dios nos dice, nada sucederá.  Por más que nos esforcemos nosotros no podremos, por nuestros propios medios unir estos "huesos".

Muchas personas pasan toda la vida armando esqueletos y cuando parece que están terminando, se derrumban y deben comenzar de nuevo.  Mirando para abajo y acomodando cadáveres, jamás vamos a lograrlo.  Detengámonos y escuchemos a Dios, porque el único que puede transformar el valle de los huesos secos, es Él.

Dios no nos manda a unir huesos, si no a escucharle a Él y a actuar conforme Él nos dice.  Si comenzamos a hablar lo que Dios nos dice sobre nuestra circunstancia, los "huesos" comenzarán a unirse y luego, entrará espíritu en ellos y vivirán.

Donde hay espíritu de Dios, sí hay vida, y como consecuencia hay conocimiento, sabiduría y la verdad de Dios; aquí está la diferencia.

Leamos Mateo 4:1-11: "Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo.  Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre.  Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan.  Él respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.  Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, y, en sus manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra.  Jesús le dijo: Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios.  Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares.  Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás.  El diablo entonces le dejó; y he aquí vinieron ángeles y le servían."

Jesús fue al desierto y cuando el diablo le tentó, habló solamente lo que estaba escrito, porque frente a la verdad, el diablo no puede hacer absolutamente nada.  Si Hablamos la realidad el diablo nos la va a discutir a muerte, nos la va a torcer tanto como pueda, nos la va a dar vuelta y dirá: "en mi campo es que estamos peleando".  Hablemos la verdad y el diablo no sabrá qué hacer y se irá, nos dejará en paz.

Ahora, como nosotros lo que mayormente proclamamos es la realidad, no podemos salir de nuestra situación, porque el diablo nos discute, y nos vuelve a discutir, y nos vuelve a pelear, y nos vuelve a retorcer, y nos vuelve a deformar y nos vuelve a decir un montón de mentiras.  Eso es la realidad, y la realidad es terreno del diablo, y en su terreno el diablo nos podrá vencer.

Hemos proclamado demasiado lo que dicen los demás, hemos hablado mucho lo que dice el vecino, el amigo, la circunstancia y el problema.  Pero Dios nos dice que hablemos la verdad, porque esta verdad nos trae libertad. Jesús dijo: "y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres." (Juan 8:32).  Si proclamamos la verdad, se acabó el tema, porque lo que decimos, es lo que está diciendo Dios y ahí es cuando el diablo se guarda y se somete ante nosotros.

Por esto, hoy hablamos la verdad ante nuestras puertas cerradas, hablamos la verdad frente a nuestros problemas de familia, hablamos la verdad ante nuestro desempleo, hablamos la verdad frente a nuestro ministerio, frente a nuestra falta de casa propia, frente a la infidelidad de nuestra esposa o la agresión de nuestro esposo, hablamos la verdad frente al alcoholismo y la drogadicción. ¡Basta! ¡Hablamos la verdad!

"Jehová es mi pastor y nada me faltará." Esa es mi verdad…

¿Dios ha dicho que esos huesos vivirán?  ¡Pues entonces nosotros decimos que esos huesos vivirán! Dios los va a hacer vivir, ¿cómo?, no lo sabemos, pero tampoco debe preocuparnos.  Lo que sí debemos saber, es que mientras proclamemos la palabra que Él dice, Él va a mover lo que tenga que mover para que esta palabra se cumpla, para que no vuelva vacía, para que rinda fruto al ciento por uno y para que sea factor clave para darle toda la gloria, toda la honra y toda la alabanza a Él.

Dios actúa y trae sabiduría

"Profeticé, pues, como me fue mandado; y hubo un ruido mientras yo profetizaba, y he aquí un temblor; y los huesos se juntaron cada hueso con su hueso.  Y miré, y he aquí tendones sobre ellos, y la carne subió, y la piel cubrió por encima de ellos; pero no había en ellos espíritu.  Y me dijo: Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre, y di al espíritu: Así ha dicho Jehová el Señor: Espíritu, ven de los cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos, y vivirán."
Ezequiel 37:7-9

Muchas veces cometemos el error de naturalizar a Dios, pero Dios es sobrenatural y lo que para nosotros es impactante por lo sobrenatural, para Él es lo más natural.  El principio aquí, es básico: cuando nosotros declaramos la palabra con fe y con autoridad, Él se mueve: "Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho." (Juan 15:7).  Y cuando Él se mueve, no hay hombre que pueda preguntarle qué hará, y mucho menos impedir lo que hará: "Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces?" (Daniel 4:35).

Guerreros de Dios y vencedores

"Y profeticé como me había mandado, y entró espíritu en ellos, y vivieron, y estuvieron sobre sus pies; un ejército grande en extremo."
Ezequiel 37:10

Dios quiere hacer de nosotros, gente guerrera.  Dios siempre tiene estrategias de cómo pelear, de cómo ganar la batalla, de cómo conquistar nuestro terreno. Dios es un Dios guerrero.  De tal manera que se hace llamar: "Jehová de los ejércitos" (Salmos 84-8,12), o "Varón de guerra" (Éxodo 15:3).

Dios siempre le habla a gente que desea pelear, que desea ir al frente de batalla y tomar lo que les pertenece, a aquellos que se esfuerzan y son valientes.  "Esfuérzate y sé valiente; porque tú repartirás a este pueblo por heredad la tierra de la cual juré a sus padres que la daría a ellos. Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas." (Josué: 1:6,9).  A Él le agrada nuestra pelea, porque es la única manera de poder conquistar nuestro territorio, y no sólo esto sino que Él estará con nosotros siempre, para que logremos nuestro objetivo.

Él hará un ejército con los huesos secos.  No se trata solamente si estos huesos vivirán, Él va a hacer un ejército con ellos.  Ezequiel pensó que simplemente iban a vivir, pero cuando se pusieron de pie, eran un ejército. Dios nos transformará en un general, porque a partir de hoy comenzaremos a pelear y a recuperar todo lo que nos pertenece.

Joel 1:4 nos dice que el diablo nos ha estado quitando de lo nuestro: "Lo que quedó de la oruga comió el saltón, y lo que quedó del saltón comió el revoltón; y la langosta comió lo que del revoltón había quedado."  Pero ya es hora de que empecemos a recuperar lo que hemos perdido y con nuestra batalla, Dios se encargará de devolvernos lo que nos ha sido quitado: "Y os restituiré los años que comió la oruga, el saltón, el revoltón y la langosta, mi gran ejército que envié contra vosotros. Comeréis hasta saciaros, y alabaréis el nombre de Jehová vuestro Dios, el cual hizo maravillas con vosotros; y nunca jamás será mi pueblo avergonzado." (Joel 2:25-27).

ORACION:
Señor Dios, Padre Todopoderoso, hoy he decidido no tratar de armar huesos en mi vida.  Hoy he decidido escucharte a ti y hablar conforme a lo que tú me dices que hable, por cuanto sé que tú Palabra es Verdad, que tú eres Verdad, y que esa Verdad trae libertad y sabiduría a mi vida.  Es por esta razón que a partir de hoy decido no mirar más hacia abajo, donde están los huesos secos que me entristecen y debilitan, decido no enfocarme en la realidad, si no en creer en tu Verdad.  Sé que el enemigo ha querido que yo me enfoque en la realidad de mis situaciones para sacarme de tu Verdad, así se ha estado alimentando de mí, de mi familia, de mi casa, de mi trabajo, de mi matrimonio, de mis finanzas y de mi salud; pero a partir de hoy, empiezo a luchar nuestra batalla en tu nombre, con el fin de conquistar esa "tierra prometida" que tienes para mí, recuperando todo aquello que el enemigo me ha quitado.  Ayúdame Señor a escucharte y depositar mi fe y confianza en ti, en el nombre de Cristo Jesús, AMÉN.

jueves, 18 de noviembre de 2010

¿Vivirán esos huesos? – Parte 1

Es mucha la gente que separa Antiguo Testamento y Nuevo Testamento como si se tratara de dos mensajes diferentes.  Pero, la Biblia es una y su mensaje principal, es un mensaje de Salvación, Esperanza y Amor.  Recordemos lo dicho por Pablo en 2 Timoteo 3:16: "Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia."

Como personas sabemos bien que todos nosotros tenemos problemas.  Como cristianos sabemos que por esto nuestro Señor Jesús vino a nosotros, para vencer todos nuestros problemas: "En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo."  (Juan 16:33b).

Hoy, estudiaremos una parte del libro de Ezequiel, que nos ayudará a entender cómo enfrentar nuestras circunstancias adversas y cómo afianzarnos en la verdad, independientemente de nuestra realidad.

Dice la Biblia que Ezequiel, un hombre como ustedes y como yo; un hombre sujeto a pasiones como las nuestras; un hombre que era tentado en sus debilidades pero que tenía un fuerte ministerio, en un momento es sorprendido por Dios cuando su tremenda mano viene sobre él.

Leamos Ezequiel 37:1-10 y prestemos especial atención al detalle, verso por verso, para que en cada caso podamos extraer sus enseñanzas:

"La mano de Jehová vino sobre mí, y me llevó en el Espíritu de Jehová, y me puso en medio de un valle que estaba lleno de huesos.  Y me hizo pasar cerca de ellos por todo en derredor; y he aquí que eran muchísimos sobre la faz del campo, y por cierto secos en gran manera.  Y me dijo: Hijo de hombre, ¿vivirán estos huesos? Y dije: Señor Jehová, tú lo sabes.  Me dijo entonces: Profetiza sobre estos huesos, y diles: Huesos secos, oíd palabra de Jehová.  Así ha dicho Jehová el Señor a estos huesos: He aquí, yo hago entrar espíritu en vosotros, y viviréis.  Y pondré tendones sobre vosotros, y haré subir sobre vosotros carne, y os cubriré de piel, y pondré en vosotros espíritu, y viviréis; y sabréis que yo soy Jehová.  Profeticé, pues, como me fue mandado; y hubo un ruido mientras yo profetizaba, y he aquí un temblor; y los huesos se juntaron cada hueso con su hueso.  Y miré, y he aquí tendones sobre ellos, y la carne subió, y la piel cubrió por encima de ellos; pero no había en ellos espíritu.  Y me dijo: Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre, y di al espíritu: Así ha dicho Jehová el Señor: Espíritu, ven de los cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos, y vivirán.  Y profeticé como me había mandado, y entró espíritu en ellos, y vivieron, y estuvieron sobre sus pies; todo un ejército grande en extremo."

La mano de Dios

"La mano de Jehová vino sobre mí, y me llevó en el Espíritu de Jehová, y me puso en medio de un valle que estaba lleno de huesos."
Ezequiel 37:1

La "mano de Jehová", aquí representa la presencia y la unción de Dios; mientras que el valle lleno de "huesos", nos ilustra nuestra época de crisis, de necesidad.  Entendemos entonces que cuando la unción de Dios viene sobre nosotros, no es para llevarnos a lugares tranquilos y bonitos, sino para introducirnos en intrincados laberintos de crisis y necesidad, porque allí es donde habrá de producirse vida victoriosa, que es la esencia del evangelio.

Si entendemos que necesitamos la mano de Dios, vamos a tener muchas victorias en nuestras vidas.  Porque es la mano de Dios la que permite que lo sobrenatural se haga natural, que lo que está en el espíritu pase a la vida física.  Si no está la mano de Dios en el valle de los huesos secos, seremos parte de ellos, seremos osamenta como ellos.

Nuestra circunstancia

"Y me hizo pasar cerca de ellos por todo en derredor, y he aquí que eran muchísimos sobre la faz del campo, y por cierto secos en gran manera."
Ezequiel 37:2

Este verso, nos muestra que no podemos de ninguna manera, quedarnos con las apariencias, con lo que vemos con nuestros ojos naturales.  Muy por el contrario, en cada cosa, deberemos buscar qué es lo que, exactamente, tiene Dios para nosotros.

La mano de Dios llevó a Ezequiel y le empezó a mostrar, en su espíritu, todo lo que estaba pasando en el valle.  Y él dice que da vueltas alrededor del valle de los huesos secos y mira, y saca un análisis del valle, y dice: De verdad que están secos y en gran manera secos.  Estos están desparramados, hay olor a podrido, están dislocados los unos de los otros, desunidos; aparentemente no hay solución para esta circunstancia; aparentemente no hay nada que se pueda sacar de este lugar.

Nuestra respuesta ante la circunstancia

"Y me dijo: Hijo de Hombre, ¿Vivirán esos huesos? Y dije: Señor Jehová, tú lo sabes."
Ezequiel 37:3

Cuando Dios hace una pregunta es porque quiere hablarnos, ya que la única manera que tiene Dios de manifestarse en la tierra es a través de nosotros mismos.  Él no se manifestará nunca de otro modo que no sea a través de mi vida o a través de su vida.  Él necesita de hombres y mujeres que proclamen su palabra; si los encuentra, se manifestará con todo su poder.

Nosotros debemos declarar la Palabra de Dios como él las pronuncia en el cielo.  Él se agrada de quienes declaran las palabras que Él dice, a pesar de lo que podamos estar viendo con nuestros ojos naturales.  Es por esto, que Dios se encara con Ezequiel y le pregunta: ¿Vivirán estos huesos?  Dios, cuando nos pregunta, no pregunta para que nosotros le informemos, porque Él ya conoce nuestra situación.  Cuando Dios pregunta, lo hace porque es la única forma que tiene para manifestarse a través de nosotros mismos.  Si Él pregunta y nosotros le respondemos, entonces le estamos dando lugar para que Él pueda manifestarse sobre nuestra situación y nuestra vida.

Muchísimas veces Dios nos pregunta y nuestra respuesta es algo así como: "¡Pero no!  ¡Qué van a vivir!  ¡Si esto está más que muerto!  ¡Más que seco!  ¡Todo desparramado!  ¡Una clavícula por aquí, algunas costillas por allá, una rodilla acá, un cráneo en otra parte!  No…  Esto no puede sobrevivir…  ¡Son un montón de huesos secos!  Comidos por los buitres y los gusanos; ¿Cómo va a vivir esto?  Puedo haber visto resucitar muertos, yo lo creo; puedo haber oído y también creído testimonios sobre resurrecciones, pero estaba todo el cuerpo entero.  Pero acá ni siquiera carne ha quedado."

Muchas veces nuestros ojos ven que es imposible que estos huesos vivan, nos parece que esto no puede salir adelante y no puede cambiar.  ¿Cambiará este matrimonio?  No hablamos, no nos miramos, no nos importa al uno lo del otro, ¿cómo va a cambiar?  ¿Cambiará mi hijo?  Pero que va a cambiar, tantos años sin estudiar, no quiere estudiar, miles de métodos utilizados y no le interesa.  ¿Cambiará mi esposo?  Ya no, una infidelidad tras otra, una agresión tras otra, una borrachera tras otra.

Señor, pero si todo está deshecho como va a cambiar, si ya el amor no existe, si el daño ha sido tanto que no se puede recuperar, si todo está desunido, por aquí y por allá.  Mis hijos, ni les intereso, solamente mi dinero.  Sin trabajo, cuantos intentos, tanto tiempo sin trabajar, estoy desactualizado.  Estos huesos están secos, desunidos, desparramados; secos en gran manera.

Aquí es donde Dios nos dice: "Bueno… entonces vuélvete a casa… otro día será…"

En cambio Ezequiel dice: "Señor Jehová, tú lo sabes."  Ezequiel sabía que Dios no buscaba información, sino que Dios buscaba que él le diera un lugar, para que Dios operara a través de su poder sobre su vida.

La mayoría de las veces Dios hará que pasemos por lugares donde otros no han visto una solución favorable, donde nosotros mismos nos sentimos en un bache, metidos en el medio de un montón de huesos desparramados; donde reina la misma muerte y se nos ríe a carcajadas y nos dice: "No sólo los maté, sino que también les quité toda la carne y desparramé todos los huesos.  Aquí no tienes nada que hacer, has llegado tarde, es irreversible."

¿Vivirán estos huesos?  Y él dice: tú lo sabes, porque yo sé que sabes algo que yo todavía no puedo ver con mis ojos naturales.  Yo sé que tú sabes algo que nadie me ha informado.

Dios sabe algo diferente a lo que nosotros sentimos.  Sentimos que los huesos están secos y los vemos secos, en gran manera.  Vemos que todas las puertas están cerradas, vemos que nuestro ministerio está frenado, vemos que nuestra familia está destruida, vemos que nuestra enfermedad no tiene cura, vemos que no podemos vencer este vicio, vemos que es inminente el divorcio.  Estamos viendo que no hay salida; hemos orado, hemos ayunado, hemos buscado, hemos intentado todas las posibilidades, pero…  ¿Qué es lo que sabes tú, oh Dios, acerca de mi situación?

Lo que cuenta en medio del valle, no es lo que nos parece ni lo que estamos sintiendo, ni siquiera lo que estamos viendo.  Porque esto será nuestra realidad, pero no es la verdad.

La verdad es lo que dice Dios.  Él dijo: "Yo soy la verdad" (Juan 14:6) y, "y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad." (2 Corintios 3:17).

La realidad no siempre nos va a sacar adelante, la realidad no siempre nos va a desatar.  La realidad nos va a hacer llorar delante del valle de los huesos secos, nos va a hacer gemir delante de la osamenta, nos va a hacer perder la orientación del profeta, nos va a sacar de los propósitos que Dios tiene para nuestra vida.

Hay una gran diferencia entre la realidad y la verdad.

La realidad no siempre es la verdad.  Que está usted enfermo, es su realidad; pero la verdad dice que por la llaga de Jesús ha sido usted sanado.  Esa es la verdad.

Que estemos desempleados, que andemos sin dinero y que lo poco que tenemos no alcanza ni para comer, puede ser nuestra su realidad; pero la verdad dice que Dios es nuestro pastor y que NADA nos faltará (Salmo 23:1); y que Él suplirá todas las cosas conforme a sus riquezas en gloria (Filipenses 4:19).  Así que es hora que vayamos pensando si nos quedamos en la realidad o nos plantamos en la verdad.

La realidad, siempre es cambiante.  Hoy vamos a tener una realidad y mañana, seguramente, vamos a tener otra.  Pero la verdad no, la verdad permanece para siempre, y si conocemos la verdad, seremos libres (Juan 8:32).  Pero debemos tener mucho cuidado, porque si bien es cierto que la verdad es lo que nos hace libre, lo real, práctico y concreto, es que es el "conocimiento de esa verdad" lo que consigue esa libertad.  Sin conocimiento podríamos andar años girando en derredor de esa verdad y no llegar a tocarla nunca, no llegando, por lo tanto, jamás a ser libres.

Profetizar

"me dijo entonces: profetiza sobre esos huesos, y diles: huesos secos, oíd palabra de Jehová."
Ezequiel 37:4

¡Ridículo!  Esta sería la única expresión lógica que podría escaparse de cualquier hombre o mujer racional que fuera testigo de esta escena.  Sin embargo hay una enseñanza muy clara aquí: no importa el estado en que se encuentre aquello o aquellos que nos rodean, Dios nos está mostrando claramente que, aunque reine la muerte, se escuchará su voz.  Nosotros no decidimos cuándo o a quién, simplemente debemos obedecer lo que Dios decide.

Así es que, cuando el profeta dio lugar, Dios le dijo: "profetiza".  Dile a estos huesos que vivirán, que traeré sobre ellos tendones y pondré carne, y haré subir piel y traeré espíritu y vivirán…  No me preguntes cómo, solo diles que vivirán…

Hoy debemos profetizar; ser profetas de Dios, porque la única manera en que podemos obtener buenos resultados, es que hablemos lo que Dios dice.  Si no hablamos lo que Dios dice, no vamos a tener resultado alguno.

La Biblia dice que el que ama la lengua come de los frutos de lo que habla (Proverbios 18:21).  Nosotros seremos siempre el producto de lo que hablamos.  Mañana será lo que hoy hablemos, mañana recogeremos los frutos que hoy hemos sembrado.  ¡Hablemos!  ¡Tenemos que declarar la palabra!  ¡Soltemos de una buena vez la palabra, sabiendo que no va a regresar vacía!  (Isaías 55:11).

¿Cuántos, aquí, tendrán valles de huesos secos, donde solamente reina la muerte, donde solamente está reinando el olor a podrido, la osamenta?  Donde sienten que solamente hay decepción, todo es separación, todas las divisiones juntas, no hay ni siquiera un rastro de vida.  Ya ni los buitres se acercan a comer un poco de carne porque esos huesos están pelados y resecos en gran manera.

Cuántos habrá, en este día, que tienen valle de huesos y hace tiempo que están llorando porque Dios les está preguntando:  ¿Vivirán estos huesos?  ¿Crees que lo lograrás?  ¿Llegarás a solucionar este problema?  ¿Se te abrirá esta puerta?  Porque Dios siempre preguntará. Dios no obrará en una persona sordomuda espiritualmente. Jamás hará algo con quien no le hable.  Él quiere hacer a través de seres humanos, no de máquinas.  Él habló con Adán, habló con Jesús, habló con los viejos patriarcas y profetas; Dios habla, no es mudo.  ¡Lo que pasa es que el pueblo es sordo!

Si Dios nos dice que haremos milagros, comenzaremos a hablar como hombres y mujeres que hacen milagros. - ¡Pero, es que voy a hacer el ridículo! – Permítanme ser rudo y casi grosero: ¡No importa que nos digan que estamos haciendo el ridículo; nosotros le creemos a Dios, no a los hombres.  Dios va a transformar el valle de los huesos secos en vida abundante!  Quizás, los demás se rían un poco cuando nos vean hablar con esos huesos secos, pero nosotros reiremos después, cuando veamos esos huesos viviendo.

Siempre habrá alguien que se ría y se burle.  Ellos se rieron cuando vieron a unos pobrecitos dando vueltas como monigotes alrededor de un muro.  Hasta a Jesús colgado en la cruz se le rieron y se le burlaron.

Aunque cueste, hablemos la Palabra.  Hagamos el ridículo ante la sociedad "culta" si es necesario.  Que se rían, que se burlen.  Dios siempre tiene la última palabra.

El nombre de Dios es poderoso, pero él quiere que lo hable y lo declare y lo confiese una persona de carne y hueso. Una persona como usted y yo.  Como hijos de hombre, somos limitados, como hijos de Dios, somos ilimitados.  Dios le habla a Ezequiel y le dice: Hijo de hombre, sé que estás limitado. Pero no te olvides que eres mi hijo.

Por eso, si hablamos como hombre, tendremos mucho que perder, pero si hablamos como hijos de Dios, tendremos mucho por ganar, mucho por transformar y muchas cosas buenas por contar…

ORACION:
Te alabo Señor y te doy gracias, Padre Celestial, por tu amor y bondad, sobre mi vida y mi familia. Padre Todopoderoso, hoy he comprendido cómo debo actuar ante una situación, por difícil que esta sea. Hoy sé, Señor, que si tú me preguntas por mi situación, es porque me quieres mostrar tus maravillas, deseas que yo crea en ti, que no dude de tu Palabra y que profetice sobre ese grupo de huesos secos.

En este momento, en el nombre de Cristo Jesús, me paro en la brecha, por mi familia y por mí.  Me levanto profetizando en el nombre que es sobre todo nombre, que esta realidad cambiará por tu mano poderosa, por tu inigualable poder, y sí, vivirán estos huesos secos.

Tú conoces Señor, mi situación, tú conoces mis finanzas, tú conoces la situación de mi matrimonio, de mi hogar, de mis hijos; conoces bien mi enfermedad, conoces mis temores, conoces mis aflicciones… Yo, hoy conozco, que tú me hablas en medio de este valle de huesos secos, para que yo profetice sobre ellos.  Hoy, harás el milagro que yo necesito, hoy estos huesos se llenarán de carne y de vida, en el nombre de Cristo Jesús, AMÉN.

martes, 9 de noviembre de 2010

Cambiando el espíritu de cobardía por temor de Dios

La Biblia tiene mucho que decir acerca del temor y nos menciona dos tipos específicos:

a. El espíritu de cobardía.
b. El temor de Dios.

Hoy veremos cómo estos dos tipos de temor afectan o inciden en nuestra vida.

1. El espíritu de cobardía.

El diablo opera en nuestras vidas por medio del temor, sembrando en nosotros un "espíritu de cobardía".  El apóstol Pablo conoce que este "espíritu de temor" no viene de Dios, sino que se opone a él: "Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio." (2 Timoteo 1:7)

¿Cómo llega el temor a nuestras vidas?

Cuando vemos una película de terror se puede originar en nosotros una serie de reacciones y sensaciones que nos perturban, incluso es posible que empecemos a escuchar ruidos que antes no escuchábamos, alejándonos de la realidad.  Es por esto que experimentar el temor es una de las peores sensaciones del ser humano.

El temor puede ser causado por innumerables situaciones.  El fracaso amoroso, perder el trabajo, la familia o un ser querido, y los problemas en nuestra salud son algunos causantes del temor.

Como es claro todos nosotros tenemos este tipo de problemas, por lo que de alguna manera es imposible evitar que los temores lleguen a nuestras vidas; pero lo que sí podemos hacer es vencerlos en nombre de Jesús, pues sólo Él nos puede dar la victoria: "Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo." (1 Corintios 15:57)

¿Qué hacer ante el temor?

Ante el temor podemos tomar dos caminos:

1. Dejarnos llevar por nuestros temores y vivir enlazados y presa de ellos, lo que hará de nosotros personas frustradas y nos impedirá disfrutar la vida.

2. Confiar en el Señor y entregarle nuestros temores, permitiendo que él haga su obra en nosotros, para darnos paz en medio de las tormentas más severas de nuestra vida.

Proverbios 29:25, dice: "El temor del hombre pondrá lazo; más es que confía en Jehová será exaltado".

La Biblia nos enseña en el Salmo 27:1 que: "Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?".  Es claro que el salmista tenía los mismos temores que nosotros podemos tener, sin embargo nos enseña que no debemos dejar que esos temores nos dominen, fue así como confiadamente proclamó que si el Señor estaba de su lado, no había persona o situación que lo hiciera temer.

¿Por qué el diablo trae su "espíritu de cobardía"?

Como ya mencionamos el temor nos aleja de la realidad, por lo que no tiene fundamento de ser, no tiene ni pies ni cabeza.  Es por medio de este espíritu que el enemigo nos traerá nuestro doloroso pasado, con todos sus problemas y traumas, logrando que quedemos vulnerables ante nuestro presente y futuro.  Recordando nuestro pasado y fracasos, empezamos a ver solamente lo malo, creyendo que no hay salida, que no existe una solución para nuestra situación.

El temor entonces, enfoca nuestra vida en nuestro pasado, el cual pudo haber sido incluso bueno, por lo que el diablo nos dirá que no se volverá a repetir.  Poco a poco el temor crecerá hasta vencernos, si antes no le vencemos nosotros a él.

¿Cómo vencemos el temor?

Para vencer el temor necesitamos confiar en Dios y amarlo totalmente. 1 Juan 4:18 nos dice: "En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor."

En la presencia de Dios hay descanso renovador y paz, por lo que podemos dormir seguros: "Tendrás confianza, porque hay esperanza; mirarás alrededor, y dormirás seguro."  (Job 11:18)

Cuando desarrollamos nuestra confianza en Dios, podemos ver nuestro futuro con esperanza y al acostarnos podremos descansar con una sensación única de seguridad y paz.

Como nuestro Padre sabe que el enemigo nos ataca con el temor, en toda su Palabra Él nos motiva diciéndonos "no temas".

"No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia."
Isaías 41:10

"Entonces me dijo: Daniel, no temas; porque desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras; y a causa de tus palabras yo he venido."
Daniel 10:12

"Así que, no temáis; más valéis vosotros que muchos pajarillos."
Mateo 10:31

Solamente estos tres versos cubren muchos diferentes tipos de temor, ante los cuales Dios nos dice que no temamos:

1. Dios nos dice que no temamos a estar solos o demasiado débiles.
2. Dios nos dice que no debemos temer a no ser escuchados.
3. Dios nos dice que no temamos por nuestras necesidades físicas.

La Palabra de Dios, está llena de estas exhortaciones, las cuales cubren muchísimos aspectos diferentes del "espíritu de temor".

2. El temor de Dios.

Este tipo de temor no es miedo que signifique estar temeroso de algo, por el contrario es una impresionante reverencia por Dios, por su Poder y su Gloria; sin embargo, también es un apropiado respeto por Su ira y enojo.  En otras palabras, el temor de Dios, es un reconocimiento de todo lo que Él es, lo cual viene a través de conocerlo y de tener una relación verdadera con Él.

Todos los "no temas" de la Palabra de Dios entonces, dependen de nuestra habilidad para poner nuestra confianza y fe en el Señor.  En el Salmo 56:11 el salmista nos dice: "En Dios he confiado; no temeré; ¿Qué puede hacerme el hombre?"

Este es un asombroso testimonio de la confianza en Dios.  Lo que el salmista nos dice es que, a pesar de lo que suceda, él seguirá confiando en Dios, por lo que queda claro que la clave para vencer el temor, es la total y completa confianza en Dios (temor de Dios).

El temor del Señor conlleva muchas bendiciones y muchos beneficios.

a. La sabiduría y el conocimiento comienzan con el temor de Dios.

"El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; buen entendimiento tienen todos los que practican sus mandamientos; su loor permanece para siempre."
Salmo 111:10

"El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza."
Proverbios 1-7

b. El temor de Dios proporciona vida, seguridad, protección del mal, confianza y satisfacción.

"El temor de Jehová es para vida, y con él vivirá lleno de reposo el hombre; no será visitado de mal."
Proverbios 19:23

"En el temor de Jehová está la fuerte confianza; y esperanza tendrán sus hijos.  El temor de Jehová es manantial de vida para apartarse de los lazos de la muerte."
Proverbios 14:26-27

¿Qué hacer en nuestra situación actual?

Leamos Marcos 6:45-51

"En seguida hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir delante de él a Betsaida, en la otra ribera, entre tanto que él despedía a la multitud.  Y después que los hubo despedido, se fue al monte a orar; y al venir la noche, la barca estaba en medio del mar, y él solo en tierra.  Y viéndoles remar con gran fatiga, porque el viento les era contrario, cerca de la cuarta vigilia de la noche vino a ellos andando sobre el mar, y quería adelantárseles.  Viéndole ellos andar sobre el mar, pensaron que era un fantasma, y gritaron; porque todos le veían, y se turbaron.  Pero en seguida habló con ellos, y les dijo: ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis!  Y subió a ellos en la barca, y se calmó el viento; y ellos se asombraron en gran manera, y se maravillaban."

a. Buscar fuerzas en la oración: Después del tiempo que hemos invertido, después de luchar y correr, por más cansados que estemos, no debemos descansar, sino que debemos buscar a solas la presencia de Dios (Marcos 6:46).

b. Buscar a Dios ante la prueba: Dios nos dará primeramente la paz que necesitamos para poder enfrentar nuestra prueba, Él sabe muy bien que tendremos aflicciones, por eso nos dio a su hijo Jesús, para que confiemos porque ya Él ha luchado por nosotros y ha vencido estas aflicciones: "Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo." (Juan 16:33)

c. Confiar en el Señor: Muy posiblemente, hoy tengamos vientos contrarios, por lo que remando nos hemos fatigado; y esta fatiga nos ha hecho ver fantasmas donde no los hay.  El "espíritu de cobardía", se ha apoderado de nosotros. Estamos en medio de la noche y no vemos hacia dónde vamos (Marcos 6:47-49).  Si ponemos nuestra confianza en Dios, todo cambiará. Dios cuida por nosotros y se interesa tanto por nuestros problemas y situaciones que ha dado su vida misma para traernos libertad. Juan 10:10 nos dice: "Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas."

d. Dejar que el Señor se involucre con nuestra situación: Si dejamos que Jesús suba en la barca con nosotros, Él tomará el control de todo y la tormenta cesará (Marcos 6:50b-51).  Nos sorprenderemos, asombraremos y maravillaremos de cómo nuestro Señor cambiará en nuestra vida.

ORACION:
Tu bien sabes Señor la causa de mis temores y más allá de estas causas, decido renunciar todo temor en mi vida y me cubro con tu Gloriosa Presencia, que me da tranquilidad y seguridad.  Qué bueno Señor, que tú me das la solución para cambiar mis noches de pesadillas y temores, en noches llenas de paz y esperanza. 

Hoy decido confiar en ti, dejarte subir en mi barca y que tomes el control de mi situación.  Sorpréndeme Señor, asómbrame, maravíllame, lléname de tu sabiduría, protección y seguridad.  Todo temor desaparece de mi vida, porque tú Señor estás conmigo, tu vara y tu cayado me infunden aliento, tú eres quien me fortalece en los momentos difíciles, AMÉN.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Enfrentando la tentación


Al pensar en el tema de la tentación, debemos reconocer que esta es una experiencia que todos los seres humanos enfrentamos; aunque no todos seamos tentados por las mismas cosas o de la misma forma.

Anteriormente hemos mencionado que somos tentados por los deseos de la carne, los deseos de ojos y la vanagloria de la vida, tal y como nos dice la Palabra de Dios en 1 Juan 2:16: "Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo."

Es importante mencionar que estas tentaciones provienen de alguna de estas tres fuentes:

• El mundo.
• Los deseos de la naturaleza pecaminosa.
• Satanás.

Sin embargo, como hijos de Dios nosotros podemos resistir las tentaciones y salir victoriosos ante ellas.

¿Cómo podemos superar las tentaciones que enfrentamos?

Hay siete pasos que, entendiéndolos y poniéndolos en práctica, nos ayudarán a vencer las tentaciones:

1. La tentación en sí misma no es un pecado.
La tentación no es un pecado, pero el ceder a ella sí lo es.  Recordemos que Jesús mismo fue tentado, sin embargo el venció la tentación: "sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado."  (Hebreos 4:15b)

No debemos sentirnos culpables o perversos por tener ideas que no son adecuadas, pero inmediatamente esto ocurra, debemos dirigir nuestra mente a lo bueno y honesto.

"Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad." (Filipenses 4:8)

2. Dios no provoca la tentación.
Debemos recordar que Dios, aunque pueda permitir la tentación, no es el provocador de la tentación, según Santiago 1:13: "Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie."

3. Somos tentados por nuestros propios deseos.
"Todo lo contrario, cada uno es tentado cuando sus propios malos deseos lo arrastran y seducen.  Luego, cuando el deseo ha concebido, engendra el pecado; y el pecado, una vez que ha sido consumado, da a luz la muerte."
Santiago 1:14-15

Si la tentación es alimentada por nuestros malos deseos debemos trabajar para que estos deseos sean anulados o reducidos al máximo, ya que puede ser que la fuente externa de la tentación no desaparezca.

4. Dios nos provee la forma de salir de la tentación.
La voluntad de Dios es que todos nosotros superemos todas las tentaciones o pruebas que enfrentemos.  1 Corintios 10:13, nos dice: "No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar."

Cuando Dios nos provee la forma de salir de la tentación, debemos hacerlo rápidamente, sin vacilaciones.

5. No debemos darle ninguna oportunidad al tentador.
"ni deis lugar al diablo."
Efesios 4:27

Jesús nos advierte sobre la tentación.  El nos pide estar alertas y orar, es así como nuestro espíritu y nuestra carne, estarán fuertes para resistir toda tentación: "Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil."  (Mateo 26:41)

6. Debemos seguir el ejemplo de nuestro Señor Jesús.
"Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y fue llevado por el Espíritu al desierto por cuarenta días, y era tentado por el diablo.  Y no comió nada en aquellos días, pasados los cuales, tuvo hambre.  Entonces el diablo le dijo: Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan. Jesús, respondiéndole, dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de Dios.  Y le llevó el diablo a un alto monte, y le mostró en un momento todos los reinos de la tierra.  Y le dijo el diablo: A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos; porque a mí me ha sido entregada, y a quien quiero la doy.  Si tú postrado me adorares, todos serán tuyos. Respondiendo Jesús, le dijo: Vete de mí, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás.  Y le llevó a Jerusalén, y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate de aquí abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden; y, en las manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra.  Respondiendo Jesús, le dijo: Dicho está: No tentarás al Señor tu Dios.  Y cuando el diablo hubo acabado toda tentación, se apartó de él por un tiempo."

Jesús fue tentado en el desierto y enfrentó las tentaciones venciendo a Satanás mismo, haciendo tres cosas.

a. Citó las Sagradas Escrituras de manera apropiada para rechazar los dichos del enemigo.
Debemos entonces continuamente leer la Palabra de Dios para tener armas para luchar contra el enemigo.

b. Ante cada tentación que se le presentó, no se quedó cavilando.  De inmediato presentó su rechazo.
No debemos vacilar ante las tentaciones, es decir, siempre debemos enfrentarlas y vencerlas de forma inmediata.

c. Jesús estaba lleno del Espíritu Santo, por lo que estaba preparado espiritualmente para enfrentar al tentador.
Si queremos vencer la tentación debemos estar espiritualmente llenos.

7. Nuestra vida debe ser agradable delante de Dios.
Si deseamos agradar a Dios, no podemos complacer o ceder ante los deseos humanos.

"Puesto que Cristo ha padecido por nosotros en la carne, vosotros también armaos del mismo pensamiento; pues quien ha padecido en la carne, terminó con el pecado, para no vivir el tiempo que resta en la carne, conforme a las concupiscencias de los hombres, sino conforme a la voluntad de Dios."
1 Pedro 4:1-2

ORACION
Señor Dios, Grande, Bueno, Fiel y Poderoso, como humano que soy, muchas veces he caído en la tentación y he pecado.  Me ha faltado entregarme a ti, para entender, que he sido tentado por mis propios malos deseos.  Hoy Señor, estoy dispuesto a trabajar arduamente para que estos deseos sean anulados de mi vida, no dejando ninguna oportunidad al enemigo de hacerme caer en el pecado.

Ayúdame oh Dios, a seguir el ejemplo de tu Hijo Jesús y a vivir una vida agradable delante de ti, viviendo conforme a tu voluntad; te lo pido en el nombre de tu Hijo Amado Jesús, Amén.