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jueves, 23 de septiembre de 2010

Lectura Bíblica - Octubre 31

*** Lecturas de Hoy ***
  • Lamentaciones 4:1-5:22
  • Hebreos 2:1-18
  • Salmos 101:1-8
  • Proverbios 26:23

Lamentaciones 4:1-5:22
Capítulo 4
El castigo de Sion consumado
4:1 ¡Cómo se ha ennegrecido el oro! ¡Cómo el buen oro ha perdido su brillo! Las piedras del santuario están esparcidas por las encrucijadas de todas las calles. 4:2 Los hijos de Sion, preciados y estimados más que el oro puro, ¡Cómo son tenidos por vasijas de barro, obra de manos de alfarero! 4:3 Aun los chacales dan la teta, y amamantan a sus cachorros; La hija de mi pueblo es cruel como los avestruces en el desierto. 4:4 La lengua del niño de pecho se pegó a su paladar por la sed; Los pequeñuelos pidieron pan, y no hubo quien se lo repartiese. 4:5 Los que comían delicadamente fueron asolados en las calles; Los que se criaron entre púrpura se abrazaron a los estercoleros. 4:6 Porque se aumentó la iniquidad de la hija de mi pueblo más que el pecado de Sodoma, Que fue destruida en un momento, sin que acamparan contra ella compañías. 4:7 Sus nobles fueron más puros que la nieve, más blancos que la leche; Más rubios eran sus cuerpos que el coral, su talle más hermoso que el zafiro. 4:8 Oscuro más que la negrura es su aspecto; no los conocen por las calles; Su piel está pegada a sus huesos, seca como un palo. 4:9 Más dichosos fueron los muertos a espada que los muertos por el hambre; Porque éstos murieron poco a poco por falta de los frutos de la tierra. 4:10 Las manos de mujeres piadosas cocieron a sus hijos; Sus propios hijos les sirvieron de comida en el día del quebrantamiento de la hija de mi pueblo. 4:11 Cumplió Jehová su enojo, derramó el ardor de su ira; Y encendió en Sion fuego que consumió hasta sus cimientos. 4:12 Nunca los reyes de la tierra, ni todos los que habitan en el mundo, Creyeron que el enemigo y el adversario entrara por las puertas de Jerusalén. 4:13 Es por causa de los pecados de sus profetas, y las maldades de sus sacerdotes, Quienes derramaron en medio de ella la sangre de los justos. 4:14 Titubearon como ciegos en las calles, fueron contaminados con sangre, De modo que no pudiesen tocarse sus vestiduras. 4:15 ¡Apartaos! ¡Inmundos! les gritaban; ¡Apartaos, apartaos, no toquéis! Huyeron y fueron dispersados; se dijo entre las naciones: Nunca más morarán aquí. 4:16 La ira de Jehová los apartó, no los mirará más; No respetaron la presencia de los sacerdotes, ni tuvieron compasión de los viejos. 4:17 Aun han desfallecido nuestros ojos esperando en vano nuestro socorro; En nuestra esperanza aguardamos a una nación que no puede salvar. 4:18 Cazaron nuestros pasos, para que no anduviésemos por nuestras calles; Se acercó nuestro fin, se cumplieron nuestros días; porque llegó nuestro fin. 4:19 Ligeros fueron nuestros perseguidores más que las águilas del cielo; Sobre los montes nos persiguieron, en el desierto nos pusieron emboscadas. 4:20 El aliento de nuestras vidas, el ungido de Jehová, De quien habíamos dicho: A su sombra tendremos vida entre las naciones, fue apresado en sus lazos. 4:21 Gózate y alégrate, hija de Edom, la que habitas en tierra de Uz; Aun hasta ti llegará la copa; te embriagarás, y vomitarás. 4:22 Se ha cumplido tu castigo, oh hija de Sion; Nunca más te hará llevar cautiva. Castigará tu iniquidad, oh hija de Edom; Descubrirá tus pecados.

Capítulo 5
Oración del pueblo afligido
5:1 Acuérdate, oh Jehová, de lo que nos ha sucedido; Mira, y ve nuestro oprobio. 5:2 Nuestra heredad ha pasado a extraños, Nuestras casas a forasteros. 5:3 Huérfanos somos sin padre; Nuestras madres son como viudas. 5:4 Nuestra agua bebemos por dinero; Compramos nuestra leña por precio. 5:5 Padecemos persecución sobre nosotros; Nos fatigamos, y no hay para nosotros reposo. 5:6 Al egipcio y al asirio extendimos la mano, para saciarnos de pan. 5:7 Nuestros padres pecaron, y han muerto; Y nosotros llevamos su castigo. 5:8 Siervos se enseñorearon de nosotros; No hubo quien nos librase de su mano. 5:9 Con peligro de nuestras vidas traíamos nuestro pan Ante la espada del desierto. 5:10 Nuestra piel se ennegreció como un horno A causa del ardor del hambre. 5:11 Violaron a las mujeres en Sion, A las vírgenes en las ciudades de Judá. 5:12 A los príncipes colgaron de las manos; No respetaron el rostro de los viejos. 5:13 Llevaron a los jóvenes a moler, Y los muchachos desfallecieron bajo el peso de la leña. 5:14 Los ancianos no se ven más en la puerta, Los jóvenes dejaron sus canciones. 5:15 Cesó el gozo de nuestro corazón; Nuestra danza se cambió en luto. 5:16 Cayó la corona de nuestra cabeza; ¡Ay ahora de nosotros! porque pecamos. 5:17 Por esto fue entristecido nuestro corazón, Por esto se entenebrecieron nuestros ojos, 5:18 Por el monte de Sion que está asolado; Zorras andan por él. 5:19 Mas tú, Jehová, permanecerás para siempre; Tu trono de generación en generación. 5:20 ¿Por qué te olvidas completamente de nosotros, Y nos abandonas tan largo tiempo? 5:21 Vuélvenos, oh Jehová, a ti, y nos volveremos; Renueva nuestros días como al principio. 5:22 Porque nos has desechado; Te has airado contra nosotros en gran manera.

Hebreos 2:1-18
Capítulo 2
Una salvación tan grande
2:1 Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos. 2:2 Porque si la palabra dicha por medio de los ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución, 2:3 ¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron, 2:4 testificando Dios juntamente con ellos, con señales y prodigios y diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo según su voluntad.

El autor de la salvación
2:5 Porque no sujetó a los ángeles el mundo venidero, acerca del cual estamos hablando; 2:6 pero alguien testificó en cierto lugar, diciendo: ¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él, O el hijo del hombre, para que le visites? 2:7 Le hiciste un poco menor que los ángeles, Le coronaste de gloria y de honra, Y le pusiste sobre las obras de tus manos; 2:8 Todo lo sujetaste bajo sus pies. Porque en cuanto le sujetó todas las cosas, nada dejó que no sea sujeto a él; pero todavía no vemos que todas las cosas le sean sujetas. 2:9 Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos. 2:10 Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos. 2:11 Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos, 2:12 diciendo: Anunciaré a mis hermanos tu nombre, En medio de la congregación te alabaré. 2:13 Y otra vez: Yo confiaré en él. Y de nuevo: He aquí, yo y los hijos que Dios me dio. 2:14 Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, 2:15 y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre. 2:16 Porque ciertamente no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de Abraham. 2:17 Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo. 2:18 Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados.

Salmos 101:1-8
Promesa de vivir rectamente
Salmo de David.
101:1 Misericordia y juicio cantaré;
A ti cantaré yo, oh Jehová.
101:2 Entenderé el camino de la perfección
Cuando vengas a mí.

En la integridad de mi corazón andaré en medio de mi casa.
101:3 No pondré delante de mis ojos cosa injusta.

Aborrezco la obra de los que se desvían;
Ninguno de ellos se acercará a mí.
101:4 Corazón perverso se apartará de mí;
No conoceré al malvado.

101:5 Al que solapadamente infama a su prójimo, yo lo destruiré;
No sufriré al de ojos altaneros y de corazón vanidoso.

101:6 Mis ojos pondré en los fieles de la tierra, para que estén conmigo;
El que ande en el camino de la perfección, éste me servirá.

101:7 No habitará dentro de mi casa el que hace fraude;
El que habla mentiras no se afirmará delante de mis ojos.
101:8 De mañana destruiré a todos los impíos de la tierra,
Para exterminar de la ciudad de Jehová a todos los que hagan iniquidad.


Proverbios 26:23
26:23 Como escoria de plata echada sobre el tiesto
Son los labios lisonjeros y el corazón malo.

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