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miércoles, 12 de febrero de 2014

¡Dando un burro!

No sabemos sus nombres, ni tampoco sabemos nada de sus aspectos, lo que sí sabemos es que dieron un burro para que Jesús lo utilizara para entrar a Jerusalén.

Una parte interesante de la historia se encuentra en Marcos 11:2-7 - RV60: "y les dijo:  Id a la aldea que está enfrente de vosotros, y luego que entréis en ella, hallaréis un pollino atado, en el cual ningún hombre ha montado;  desatadlo y traedlo.  Y si alguien os dijere:  ¿Por qué hacéis eso?  decid que el Señor lo necesita, y que luego lo devolverá.  Fueron, y hallaron el pollino atado afuera a la puerta, en el recodo del camino, y lo desataron.  Y unos de los que estaban allí les dijeron:  ¿Qué hacéis desatando el pollino?  Ellos entonces les dijeron como Jesús había mandado;  y los dejaron.  Y trajeron el pollino a Jesús, y echaron sobre él sus mantos, y se sentó sobre él."

El dueño de estos burros posiblemente no tuvo nunca ni idea de su generosidad ni el propósito tan noble que encerraba su gesto, no creo que se le haya ocurrido que Dios iba a montar ese burro.

¿Sabes?  Todos nosotros tenemos un burro.  Algo que, si se le da a Dios, podría mover a Jesús y para que cambie nuestra historia.  Tal vez sea nuestra voz, para predicar o cantar, tal vez nuestro don al utilizar la computadora, tal vez conocer el lenguaje lesco o una lengua extranjera, tal vez diezmar u ofrendar.  Sea lo que sea nuestro burro, ¿se lo damos a Dios...?

Quienes le dieron el burro a Jesús son sólo unos, de una larga lista de personas que han dado cosas pequeñas a un gran Dios, teniendo una gran recompensa: "Y su señor le dijo:  Bien, buen siervo y fiel;  sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré;  entra en el gozo de tu señor."  (Mateo 25:21 - RV60)



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