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viernes, 28 de febrero de 2014

¡Dios, mi Padre!

Cuando los sentimientos de mi hijo están siendo perjudicados, yo le hago ver que tan especial es él para mí. 

- Si él está herido, yo hago lo que sea necesario para hacerlo sentir mejor.

- Si mi hijo tiene miedo, yo no me voy a dormir hasta que se sienta seguro y confiado.

Esto no quiere decir que yo sea un héroe, o que sea algo sobrenatural o extraño, solamente soy un padre.

¿Sabes?, cuando un niño se lastima, un padre hace lo que es natural: le ayuda.  Estos son los momentos más productivos y más dulces del día, y vienen de forma natural, no debo forzarlos; los hago de buena gana, con muchísima alegría.  Entonces... ¿por qué si esto es así, estoy tan reacio a dejar que mi Padre celestial me ayude y me consuele?

Recuerdo que cuando estaba en la escuela, a muy corta edad, un alumno mayor que yo me atemorizaba y me quitaba los 25 céntimos que daban diariamente.  Un día, me quitó el dinero como de costumbre y me amenazó, diciéndome que a partir del día siguiente debía llevar 2 colones todos los días, es decir 8 veces más de lo que llevaba.  Yo no podía llevar esa cantidad de dinero, ¿de dónde la iba a sacar?  Ese día pasé atemorizado todo el día y en la noche, ya tarde, no podía dormir.  Tal era mi cara de preocupación, que mi padre se dio cuenta que algo me sucedía y me insistió para que le contara.  Una vez le conté, me dijo: No te preocupes, acuéstate, descansa y duerme, mañana será otro día...

Al día siguiente llegué a la escuela con gran temor y quien abusaba de mí, se acercó y me pidió perdón.  Nunca más volvió a molestarme.

Mientras yo estaba dormido, la noche anterior, mi padre había ido a la casa de mi compañero y le había contado todo a sus padres quienes reprendieron a su hijo.  Él había resuelto mi problema...

Ser padre me ha enseñado, que cuando me critican, o me han herido, o me siento impotente, o tengo miedo; hay un Padre que está listo para ayudarme y consolarme.  Un Padre que me esperará hasta que esté mejor, quién no va nunca a dormirse cuando temo.  Y eso es suficiente...

Sal 121:1  Alzaré mis ojos a los montes;
 ¿De dónde vendrá mi socorro?
Sal 121:1  Mi socorro viene de Jehová,
 Que hizo los cielos y la tierra.
Sal 121:3  No dará tu pie al resbaladero,
 Ni se dormirá el que te guarda.
Sal 121:4  He aquí, no se adormecerá ni dormirá
 El que guarda a Israel.
Sal 121:5  Jehová es tu guardador;
 Jehová es tu sombra a tu mano derecha.
Sal 121:6  El sol no te fatigará de día,
 Ni la luna de noche.
Sal 121:7  Jehová te guardará de todo mal;
 El guardará tu alma.
Sal 121:8  Jehová guardará tu salida y tu entrada
 Desde ahora y para siempre.


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