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domingo, 6 de marzo de 2011

Nuestra conquista

Al nacer de nuevo por la simiente de Cristo Jesús y como resultado de su triunfo legal y actual, es cómo podemos afirmar las bases de una vida victoriosa a la que Dios nos ha llamado.  Sin embargo, vivimos en un mundo cambiante y relativo, y son estos cambios los que tienden a afectarnos, movernos y desplazarnos de la solidez de nuestro fundamento: Jesucristo.

Es por esto, que hoy trataremos específicamente sobre cómo alcanzar nuestra conquista, entendiendo cómo Dios quiere que nos movamos.  Debemos colocar en nuestra mente y corazón, la visión de lo que Dios quiere para nosotros.  Para esto debemos aprender a escuchar a Dios.  Él nos habla a diario, pero la mayoría de las veces no le escuchamos, o bien la duda nos invade y cuando esta nos dice "tú no puedes", lo aceptamos.  Pero si Dios nos ha dicho que podemos alcanzar el propósito que Él tiene para nosotros, lo podemos hacer, porque las promesas de Dios son en Él sí y en Él Amén (2 Corintios 1:20a).

Ahora bien, es clave que tomemos parte activa en nuestra conquista, llenando nuestra mente con la palabra de Dios y sabiendo que si vamos a vivir en victoria sobre el sistema de este mundo será por conocer la voluntad de Dios y obedecerla: "No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta." (Romanos 12:2)

Si hoy nos preguntamos, ¿será qué podemos hacerlo?, tenemos la respuesta en la Palabra de Dios: "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece." (Filipenses 4:13)

Veamos los siguientes textos bíblicos en 1 Samuel, para aclarar lo que hemos dicho:

"Salió entonces del campamento de los filisteos un paladín, el cual se llamaba Goliat, de Gat, y tenía de altura seis codos y un palmo.  Y traía un casco de bronce en su cabeza, y llevaba una cota de malla; y era el peso de la cota cinco mil siclos de bronce.  Sobre sus piernas traía grebas de bronce, y jabalina de bronce entre sus hombros.  El asta de su lanza era como un rodillo de telar, y tenía el hierro de su lanza seiscientos siclos de hierro; e iba su escudero delante de él.  Y se paró y dio voces a los escuadrones de Israel, diciéndoles: ¿Para qué os habéis puesto en orden de batalla?  ¿No soy yo el filisteo, y vosotros los siervos de Saúl?  Escoged de entre vosotros un hombre que venga contra mí.  Si él pudiere pelear conmigo, y me venciere, nosotros seremos vuestros siervos; y si yo pudiere más que él, y lo venciere, vosotros seréis nuestros siervos y nos serviréis.  Y añadió el filisteo: Hoy yo he desafiado al campamento de Israel; dadme un hombre que pelee conmigo. Oyendo Saúl y todo Israel estas palabras del filisteo, se turbaron y tuvieron gran miedo."
1 Samuel 17:4-11

"Venía, pues, aquel filisteo por la mañana y por la tarde, y así lo hizo durante cuarenta días."
1 Samuel 17:16

"Y tomó su cayado en su mano, y escogió cinco piedras lisas del arroyo, y las puso en el saco pastoril, en el zurrón que traía, y tomó su honda en su mano, y se fue hacia el filisteo.  Y el filisteo venía andando y acercándose a David, y su escudero delante de él.  Y cuando el filisteo miró y vio a David, le tuvo en poco; porque era muchacho, y rubio, y de hermoso parecer.  Y dijo el filisteo a David: ¿Soy yo perro, para que vengas a mí con palos?  Y maldijo a David por sus dioses.  Dijo luego el filisteo a David: Ven a mí, y daré tu carne a las aves del cielo y a las bestias del campo.  Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado.  Jehová te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, y te cortaré la cabeza, y daré hoy los cuerpos de los filisteos a las aves del cielo y a las bestias de la tierra; y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel.  Y sabrá toda esta congregación que Jehová no salva con espada y con lanza; porque de Jehová es la batalla, y él os entregará en nuestras manos.  Y aconteció que cuando el filisteo se levantó y echó a andar para ir al encuentro de David, David se dio prisa, y corrió a la línea de batalla contra el filisteo.  Y metiendo David su mano en la bolsa, tomó de allí una piedra, y la tiró con la honda, e hirió al filisteo en la frente; y la piedra quedó clavada en la frente, y cayó sobre su rostro en tierra.  Así venció David al filisteo con honda y piedra; e hirió al filisteo y lo mató, sin tener David espada en su mano."
1 Samuel 17:40-50

Muchas veces se nos presentan gigantes en nuestra vida, incluso ahora es posible que tengamos uno o más gigantes delante de nosotros y estos nos estén atemorizando, con su tamaño y sus palabras, haciéndonos pensar que no podemos vencer.  Es más, día y noche, y durante mucho tiempo ya, repiten las mismas palabras: "te mataré", "te eliminaré".  Estos gigantes nos dicen; "perderás tu familia", "tu esposa te va a abandonar", "vas a perder el trabajo", "la casa no la puedes pagar y el banco te la quitará", "no puedes con ese vicio, él te consumirá", "esa enfermedad no tiene cura…"

Pero no importa lo que los gigantes nos digan, nosotros vamos a la batalla en el nombre de Dios y venceremos a esos gigantes, que han provocado a Dios, porque Dios mismo los entregará en nuestras manos.  De Él es la batalla y el triunfo.

Cuatro pasos para conquistar

1. Levantar en nuestras vidas un nuevo gobierno

"Y Josué erigió en Gilgal las doce piedras que habían traído del Jordán."
Josué 4:20

Cuando Dios va a hacer algo en nuestras vidas nos lleva primeramente a Gilgal para que ordenemos nuestra vida.  Josué levantó un altar con 12 piedras (doce significa estructura de gobierno: 12 apóstoles, 144,000 (12 x 12,000), 12 tribus).

Para que Dios actúe en nuestras vidas, debemos levantar en nosotros una nueva estructura, un nuevo gobierno, en nuestro corazón.  Debemos empezar hoy, a levantar un altar en nuestra casa, nuestro trabajo, nuestra familia, nuestro matrimonio, nuestra forma de vivir…

2. Volver a circuncidar la carne

"En aquel tiempo Jehová dijo a Josué: Hazte cuchillos afilados, y vuelve a circuncidar la segunda vez a los hijos de Israel.  Y Josué se hizo cuchillos afilados, y circuncidó a los hijos de Israel en el collado de Aralot."
Josué 5:2-3

Es necesario que volvamos a circuncidar la carne y nuestro corazón, eliminando de nosotros todas esas cosas que no le agradan a Dios, muriendo a nuestra carne.

Dios, durante mucho tiempo nos ha soportado y perdonado muchas malas acciones que nos han apartado de Él, pero ahora le conocemos y quiere darnos su bendición y ya no está dispuesto a seguir tolerando estas malas acciones en nosotros.

Cada vez que Dios nos va a dar algo grande en nuestras manos, debemos circuncidar algo.  Por esto es hora ya que cambiemos, que eliminemos nuestra falta de fe, y pongamos nuestra vida completa en las manos de Dios.

3. Dios quitará el oprobio de nuestras vidas

"Y cuando acabaron de circuncidar a toda la gente, se quedaron en el mismo lugar en el campamento, hasta que sanaron.  Y Jehová dijo a Josué: Hoy he quitado de vosotros el oprobio de Egipto; por lo cual el nombre de aquel lugar fue llamado Gilgal, hasta hoy."
Josué 5:9

Después de que ordenemos nuestra vida y circuncidemos nuestra carne, Dios quitará de nosotros nuestra mentalidad de esclavos, toda esclavitud del mundo (Egipto).

Una vez hayamos alejado de nuestras vidas todo aquello que desagrada a Dios, desaparecerá la esclavitud que tenemos a los vicios, desaparecerá la esclavitud de las finanzas, de las deudas, del temor, de la inseguridad, de las enfermedades…

4. Comeremos de la abundancia de Dios en nuestra Tierra Prometida

"Y los hijos de Israel acamparon en Gilgal, y celebraron la pascua a los catorce días del mes, por la tarde, en los llanos de Jericó.  Al otro día de la pascua comieron del fruto de la tierra, los panes sin levadura, y en el mismo día espigas nuevas tostadas.  Y el maná cesó el día siguiente, desde que comenzaron a comer del fruto de la tierra; y los hijos de Israel nunca más tuvieron maná, sino que comieron de los frutos de la tierra de Canaán aquel año."
Josué 5:10-12

Al igual que el pueblo de Israel en el desierto, durante años muchos de nosotros hemos estado comiendo maná (lo mínimo para subsistir).  Pero hoy, ya es el momento de que comamos de la abundancia de la tierra prometida, la abundancia que Dios tiene para nosotros.  Juan 6:58 nos dice: "Este es el pan que descendió del cielo; no como vuestros padres comieron el maná, y murieron; el que come de este pan, vivirá eternamente."

A partir de hoy Dios quita la esclavitud de nuestras vidas.  A partir de hoy habrá milagros para conquistar en nuestro trabajo, habrá milagros en nuestras finanzas, habrá milagros en nuestras familias, habrá milagros con nuestros hijos, habrá milagros en nuestra forma de ser.  Hoy entramos a la Tierra Prometida y comemos del su fruto.


ORACIÓN:
Señor Dios, te doy gracias Padre Celestial, porque Tú me has mostrado que deseas de mí, que ordene mi vida en Ti, transformando mi vileza y pecado, muriendo a mi carne para que Tú puedas quitar la esclavitud en mi vida.

Señor, hoy decido no moverme más enfocándome en lo natural, en lo temporal, si no por el contrario, buscar tu presencia, donde puedo encontrar Tu actuar sobrenatural en mi vida, un actuar permanente, eterno e invisible.

Aun cuando hoy no esté viendo más que gigantes rodeándome, sé Señor que Tú entregarás esos gigantes en mis manos, librándome de todo problema y de toda enfermedad, dándome a comer del fruto de la tierra que tienes preparado para mí, AMÉN.

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