-->

domingo, 17 de enero de 2010

Tres acciones para alcanzar la Bendición

La Biblia nos dice, en Filipenses 2:13, que el Señor Dios Todopoderoso pone en nosotros el deseo y la acción: "porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad".  Pero no solamente Él produce este deseo de hacer en nosotros, sino que también impone la necesidad para que hagamos según Él lo desea.  En mi caso, por ejemplo, no soy yo quien anuncia el evangelio, aunque sí agradezco a Dios por permitirme que lo haga.  El apóstol Pablo, nos dice en su primera carta a los Corintios: "Pues si anuncio el evangelio, no tengo por qué gloriarme; porque me es impuesta necesidad; y ¡ay de mí si no anunciare el evangelio!" (1 Corintios 9:16).

¿Por qué Dios pone en nosotros el querer y el hacer?

El Señor Dios es misericordioso con todos y cada uno de nosotros, él nos ama tanto que dio a su hijo único, para que muriese por nosotros y así obtuviésemos la vida eterna: "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna".  En su amor, Dios no se conforma con darnos esta vida eterna, Él quiere también que nosotros veamos su gloria; hoy, aquí, en este tiempo, mientras estamos en esta Tierra.  Es por esto que Él quiere que estemos "deseosos de hacer", así estaremos dispuestos y sensibles a la dirección del Espíritu Santo.

Cuando busquemos a Dios debemos hacerlo expectantes y no como espectadores, es decir debemos hacerlo con la curiosidad, el interés y la atención de que el Señor Jesús va a hacer algo en nuestras vidas.  Donde Cristo pasa, algo pasa…

¿Cómo prepararnos para recibir las Bendiciones de Dios?

Dios no nos va a bendecir, si no sentimos necesidad, si no estamos dispuestos a recibir, por lo que entonces para ser bendecidos debemos reconocer que necesitamos de Dios.  Alguno de ustedes me puede decir "pero, todos necesitamos de Dios" y esto es cierto, pero esto no es lo mismo que reconocer la necesidad de Dios.  Muchos de nosotros reconocemos que necesitamos de Dios en todo momento, pero muchos otros ignoran esta necesidad, o no la quieren ver.

El Nuevo Testamento está lleno de hombres y mujeres que recibieron un milagro (recibieron la vista, no podían caminar y se levantaron de donde estaban postrados o bien fueron sanados de sus enfermedades), y el factor común en todos ellos, era su necesidad.

¿Cuántos de nosotros no reconocemos nuestra necesidad de Dios por orgullo?  ¿Qué pueden decir de mí, si me postro en oración?  ¿Van a pensar que estoy en pecado?

Debemos despojarnos del orgullo y tener disposición para recibir, reconociendo nuestra necesidad de Dios.

¿Qué debemos hacer una vez que reconozcamos nuestra necesidad de Dios?

Al reconocer nuestra necesidad de Dios, comenzamos a actuar de acuerdo al propósito de Dios en nuestras vidas.  Esta acción está compuesta de tres partes, las cuales pueden ser entendidas si leemos 2 Crónicas 7:14 "Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra."

1. Humillarse

Para todos nosotros es muy difícil humillarnos, ya que esto es lo mismo que doblegarnos, someternos, postrarnos o disminuirnos; aún cuando sabemos que estamos mal delante de Dios.  Precisamente es por esto que debemos humillarnos.  Nos humillamos porque reconocemos nuestro estado con Dios, reconocemos que con nuestras propias capacidades no podemos hacer las cosas que lograría con Dios a mi lado, así lo dice 2 Timoteo 4:17a "Pero el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas".

Para que Dios actúe en nuestra vida, lo primero que debemos hacer, es reconocer que solo bajo la gracia el poder de Jesús, podemos alcanzar las cosas que tanto anhelamos: "Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer" (Juan 15:5).

2. Orar y buscar su rostro

Pablo en 1 Tesalonicenses 15:5 nos dice: "Orad sin cesar".  Orar y buscar el rostro de Dios tiene que ver con mantener un hábito diario que hace de la búsqueda de la presencia de Dios, un estilo de vida.  ¿Cuántos de nosotros esperamos que Dios actúe en nuestras vidas y ni siquiera apartamos unos pocos minutos al día para orar y buscar el rostro del Señor?  Muy difícilmente conseguiremos resultados en nuestras vidas si no hablamos con Dios, sino mantenemos una verdadera comunión con el Señor por medio de la oración.

Recordemos que la oración es el poder y el secreto que mueve al cielo, por esto debe ser prioridad en nuestras propias vidas.

3. Convertirnos de nuestros malos caminos

Esta es la acción más interesante de las tres.  Consiste en dejar atrás lo que hemos sido; ya el Señor nos ha ayudado en este aspecto, Él nos dice por medio del apóstol Pablo: "De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas" (2 Corintios 5:17).  Esta aseveración se refiere a nuestro espíritu, ya que ha sido renovado por el Espíritu Santo de Dios.

Sin embargo, nosotros somos formados además de espíritu, por cuerpo y alma.  El convertirnos de los malos caminos es dejar el mundo atrás: "Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo" (1 Juan 2:16).  El convertirnos de los malos caminos es realizar una transformación total mostrando los frutos del verdadero arrepentimiento, donde no hay excusas, donde entendemos que solamente Dios puede renovarnos de nuestra situación de pecado y donde anhelamos en nuestro corazón agradarle a Dios.

La voluntad de Dios es que podamos cumplir estas tres acciones, para que así no haya obstáculo alguno para que el favor de Dios esté con nosotros comenzando a disfrutar plenamente de lo que viene a continuación.

1. Nos pastoreará siempre.
a. El Señor nos hará dar fruto (Salmo 85:12).
b. Él nos proveerá todo lo que necesitemos (Salmo 81:16).
c. Jesús se preocupará porque andemos por el buen camino (Juan 10:9).

2. Saciará nuestra alma.
a. El nos dará el mejor alimento espiritual (Salmo 23:5a).

3. Dará vigor a nuestras debilidades.
a. Nos dará la fuerza que solamente Dios puede dar (Isaías 40:29).
b. Nos dará la fuerza que solo su gozo da (Nehemías 8:10c).

4. Seremos como manantial de agua.
a. Estaremos llenos del Espíritu Santo (Juan 7:38).
b. No faltarán palabras a nuestra boca para edificar nuevas moradas donde habite el Espíritu Santo (Isaías 59:21).

5. Repararemos portillos y calzadas.
a. Repararemos aquellos portillos que el enemigo pueda utilizar para colarse en nuestras vidas y calzadas para andar por el camino recto (Isaías 59:21b).

6. Jesús siempre estará con nosotros.
a. Nada nos separará del amor de Cristo Jesús (Romanos 8:38-39).


ORACION

Señor Jesús, grande, misericordioso y bueno.  Hoy decido humillarme con corazón sincero y transparente, cultivando un estilo de vida en la búsqueda de tu presencia.  Hoy quiero accionar, pero de verdad, cambiando mi vieja forma de ser y entregando mi vida completa a ti.

Ayúdame Señor a serte fiel y a cumplir con mis compromisos cristianos, poniendo en mi el querer y el hacer para estar en tu presencia.  Ayúdame a despojarme de mi orgullo y aceptar que necesito de ti en todo momento de mi vida.  Gracias Señor porque sé que muy pronto comenzaré ver cómo me bendices de gran manera.  Hoy estoy viendo la punta del iceberg y lo mejor está por venir cuando me someta a Cristo Jesús en obediencia.  En el nombre del que es sobre todo nombre, el Señor Jesús, Amén.

Yo me rindo a Él

No hay comentarios:

Publicar un comentario