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martes, 29 de marzo de 2011

Obteniendo la victoria

Es importante que nosotros como Hijos de Dios, nos demos cuenta de que realmente podemos vencer cualquier situación que llegue a nuestra vida, por medio de Nuestro Señor Jesús: "Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó." (Romanos 8:37)

El mensaje de hoy, está dirigido a todo aquel que está dispuesto a no escuchar más la voz del diablo que le dice que no puede, que le dice que Dios no ve nuestras necesidades, ni siente nuestro dolor.  Este mensaje es para aquellos que saben que Dios si ve, que Dios si conoce lo que hay en su corazón.  Este mensaje es dirigido a todo aquel que está dispuesto a ponerse de pie, ahí donde se encuentra, para pelear su batalla en el nombre de Cristo Jesús y obtener la victoria.

Leamos 1 Samuel 17:1-3

"Los filisteos juntaron sus ejércitos para la guerra, y se congregaron en Soco, que es de Judá, y acamparon entre Soco y Azeca, en Efes-damim. También Saúl y los hombres de Israel se juntaron, y acamparon en el valle de Ela, y se pusieron en orden de batalla contra los filisteos.  Y los filisteos estaban sobre un monte a un lado, e Israel estaba sobre otro monte al otro lado, y el valle entre ellos."

Cuando nos enfrentamos a nuestros enemigos y temores, aumenta en nosotros la tensión y la ansiedad. No hay guerra que no sea cruel y en el espíritu es igual, nuestras guerras espirituales son crueles, especialmente crueles.

Estando al frente de nuestras tormentas y listos para luchar, debemos ser muy cuidadosos, un descuido y un dardo del enemigo vendrá contra nosotros a derrotarnos.

No podemos huir de nuestras batallas, tenemos que hacer frente a esos gigantes que nos atacan y vencerlos.  Por esto seguiremos cinco (5) pasos para luchar y obtener la victoria.

1. Identificar nuestro adversario

"Salió entonces del campamento de los filisteos un paladín, el cual se llamaba Goliat, de Gat, y tenía de altura seis codos y un palmo.  Y traía un casco de bronce en su cabeza, y llevaba una cota de malla; y era el peso de la cota cinco mil siclos de bronce.  Sobre sus piernas traía grebas de bronce, y jabalina de bronce entre sus hombros.  El asta de su lanza era como un rodillo de telar, y tenía el hierro de su lanza seiscientos siclos de hierro; e iba su escudero delante de él.  Y se paró y dio voces a los escuadrones de Israel, diciéndoles: ¿Para qué os habéis puesto en orden de batalla? ¿No soy yo el filisteo, y vosotros los siervos de Saúl?  Escoged de entre vosotros un hombre que venga contra mí.  Si él pudiere pelear conmigo, y me venciere, nosotros seremos vuestros siervos; y si yo pudiere más que él, y lo venciere, vosotros seréis nuestros siervos y nos serviréis.  Y añadió el filisteo: Hoy yo he desafiado al campamento de Israel; dadme un hombre que pelee conmigo.  Oyendo Saúl y todo Israel estas palabras del filisteo, se turbaron y tuvieron gran miedo."
1 Samuel 17:4-11

Goliat era un "paladín", es decir un campeón que había vencido a muchos, muy grande y poderoso, solamente su armadura pesaba más de 50 kilos y su lanza más de seis.  Aún más Goliat no andaba solo, había un escudero con él.

Así son muchas veces nuestros problemas, grandes y poderosos, gigantes que nos acosan, nos turban y atemorizan, y por lo general nunca vienen solos.  Traen pensamientos que nos atormentan, que nos derrotan desde antes de comenzar nuestra lucha.  ¿Para qué te has puesto en orden de batalla? nos dicen.  ¿No te das cuenta de que ya has sido derrotado?,  ¿no te das cuenta de que no puedes salir de donde estás?,  ¿has observado cuantas veces has tratado y no has podido?

"Venía, pues, aquel filisteo por la mañana y por la tarde, y así lo hizo durante cuarenta días."
1 Samuel 17:4-11

¿Cuánto tiempo hemos estado escuchando la voz de los gigantes que nos acechan?,  ¿cuánto tiempo escuchando un espíritu de cobardía, un espíritu de apatía, un espíritu de alcoholismo, un espíritu de dolor, un espíritu de pornografía, desidia, pereza, ira…?

Hemos estado viendo con nuestros ojos físicos los problemas a que nos enfrentamos y no hemos entendido que con nuestros ojos no podemos ver más allá de una pared, pero con los ojos de Dios podemos ver mucho más allá.

Ese problema con nuestros hijos, ese problema en nuestro trabajo, en nuestro matrimonio, con nuestros vicios, con nuestras finanzas…  Solamente estamos viendo el problema, pero ya Dios vio nuestra solución.

Dios mira no solamente nuestra situación actual, si no que mira también nuestro futuro, Dios mira las bendiciones que vienen para nuestra vida, porque Él es quien las trae.

2. Reconocer quienes somos

"Dijo Saúl a David: No podrás tú ir contra aquel filisteo, para pelear con él; porque tú eres muchacho, y él un hombre de guerra desde su juventud.  David respondió a Saúl: Tu siervo era pastor de las ovejas de su padre; y cuando venía un león, o un oso, y tomaba algún cordero de la manada, salía yo tras él, y lo hería, y lo libraba de su boca; y si se levantaba contra mí, yo le echaba mano de la quijada, y lo hería y lo mataba. Fuese león, fuese oso, tu siervo lo mataba; y este filisteo incircunciso será como uno de ellos, porque ha provocado al ejército del Dios viviente. Añadió David: Jehová, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, él también me librará de la mano de este filisteo. Y dijo Saúl a David: Ve, y Jehová esté contigo."
1 Samuel 17:33-37

A lo largo de nuestra vida, Dios nos ha ido preparando para enfrentar nuestros gigantes. Nosotros no lo sabemos, porque hemos estado viendo nuestra vida con ojos carnales y no con ojos espirituales. Pero hoy, Gloria a Dios por esto, el Señor nos abre nuestros ojos espirituales, quita todo velo de nuestra vista y nos muestra que Él ha estado preparándonos para la victoria, al igual que hizo con David. David le dijo al rey Saúl, ignorando la voz de quien le decía que no podía vencer, Dios quien me ha librado de las garras del león y del oso, también me librará de la mano de este filisteo.

Si Dios nos ha traído aquí donde estamos, si durante toda nuestra vida nos ha librado de los peligros a los cuales hemos sido expuestos, hoy nos librará también de la situación que estemos pasando, sea esta física, emocional o espiritual. Debemos creerlo, porque solamente así veremos la Gloria de Dios. Juan 11:40, nos dice: "--¿No te dije que si crees verás la gloria de Dios? --le contestó Jesús."

Pero, ¿quién era David cuando salió a enfrentarse con el gigante?

David no era cualquier creyente, sino el rey ungido de Dios, puesto que Samuel ya lo había ungido (1 Samuel 16:13). Faltaban años hasta que empezara a reinar, pero ya era el ungido y como ungido, no salió a pelear su propia batalla. Tenía responsabilidad por el pueblo que algún día iba a gobernar. Como el rey Saúl rehusó cumplir con esa responsabilidad, esta cayó en David. Cuando David escuchó el desafío de Goliat, lo que lo molestó fue que el gigante se atrevió a desafiar "al ejército del Dios viviente" (1 Samuel 17:26). Como el futuro comandante de ese ejército y con la abdicación del actual comandante, David tuvo que actuar. David no peleó por sí mismo sino por el pueblo de Dios.

Nosotros hemos sido hechos hijos de Dios y nuestras batallas no son solamente por nosotros, si no que nuestras batallas debemos ganarlas para Dios. Debemos salir en el nombre de Dios para pelear la batalla de Dios a favor de los hijos de Dios.

3. Prepararnos para luchar

"Y Saúl vistió a David con sus ropas, y puso sobre su cabeza un casco de bronce, y le armó de coraza. Y ciñó David su espada sobre sus vestidos, y probó a andar, porque nunca había hecho la prueba. Y dijo David a Saúl: Yo no puedo andar con esto, porque nunca lo practiqué. Y David echó de sí aquellas cosas."
1 Samuel 17:38-39

Saúl vistió a David con sus ropas y su armadura, con su casco y espada, pero David ni siquiera podía caminar. Para nuestra batalla no debemos vestirnos con la armadura de nadie, cada quien tiene su propia armadura dada por Dios. En nuestro andar con Dios vamos adquiriendo la experiencia individual y única que cada uno de nosotros necesita para vencer.

Desechemos de nuestra vida todas aquellas cosas que impiden que nosotros podamos pelear nuestra buena batalla. No es con nuestras armas o armaduras, sino con las armas que Dios nos da con las que debemos luchar. Efesios 6:14-18a nos dice cuáles son las armas con que Dios nos viste para que podamos vencer: "Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu."

No podemos seguir pensando que nosotros tenemos autoridad y capacidad para vencer con nuestras propias armas; vamos a seguir fumando, vamos a seguir bebiendo, vamos a seguir enfermos, vamos a seguir con un matrimonio cada vez en peores condiciones, vamos a seguir con los problemas con nuestros hijos, vamos a seguir con nuestros problemas económicos, vamos a seguir en nuestra vida de tormento y pecado, mientras no luchemos con las armas de Dios. Solamente con sus armas seremos vencedores. Separados de Dios nada podemos hacer: "Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer." (Juan 15:5)

Si insistimos pelear con nuestras propias armas no llegaremos a ningún lado y nunca lograremos vencer.

4. Usando las armas de Dios

"Y tomó su cayado en su mano, y escogió cinco piedras lisas del arroyo, y las puso en el saco pastoril, en el zurrón que traía, y tomó su honda en su mano, y se fue hacia el filisteo. Y el filisteo venía andando y acercándose a David, y su escudero delante de él. Y cuando el filisteo miró y vio a David, le tuvo en poco; porque era muchacho, y rubio, y de hermoso parecer. Y dijo el filisteo a David: ¿Soy yo perro, para que vengas a mí con palos? Y maldijo a David por sus dioses. Dijo luego el filisteo a David: Ven a mí, y daré tu carne a las aves del cielo y a las bestias del campo."
1 Samuel 17:40-44

David no entró en la batalla sin prepararse, llevó su bastón, su onda y su bolsa. Fue al río y recogió cinco piedras lisas, sobre las que el agua había fluido, limpiado y pulido. Sin embargo, esas piedras estaban inertes, hasta que David las recogió. Estas piedras lisas representan a muchos de nosotros, cristianos bautizados con agua, hechos limpios, pero todavía inactivos. Estamos inertes, no hacemos nada.

Debemos hacer algo ya, pero quizás nadie nos ha ayudado a entrar en la batalla. Hoy recibimos esta Palabra de Dios, como una invitación, un llamado, un reclutamiento para luchar nuestra batalla y vencer.

En Efesios 6:10-14, Pablo nos dice que nosotros tenemos que estar preparados para enfrentar nuestras luchas y que Dios nos da armadura suficiente para ganar la batalla, pero tenemos que ponérnosla y usarla.

La armadura de Dios tiene varias piezas, pero David enfatizó en una de ellas sin la cual las otras no pueden funcionar: "la fe". David avanzó en fe como arma ofensiva, y Pablo dice que la fe funciona como arma defensiva para protegernos de las flechas encendidas del diablo.

Por lo tanto, cuando salgamos a enfrentarnos con nuestros enemigos, tengamos fe en Dios y venceremos hasta a los espíritus malignos.

5. Obteniendo la victoria

"Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado. Jehová te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, y te cortaré la cabeza, y daré hoy los cuerpos de los filisteos a las aves del cielo y a las bestias de la tierra; y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel. Y sabrá toda esta congregación que Jehová no salva con espada y con lanza; porque de Jehová es la batalla, y él os entregará en nuestras manos. Y aconteció que cuando el filisteo se levantó y echó a andar para ir al encuentro de David, David se dio prisa, y corrió a la línea de batalla contra el filisteo. Y metiendo David su mano en la bolsa, tomó de allí una piedra, y la tiró con la honda, e hirió al filisteo en la frente; y la piedra quedó clavada en la frente, y cayó sobre su rostro en tierra. Así venció David al filisteo con honda y piedra; e hirió al filisteo y lo mató, sin tener David espada en su mano. Entonces corrió David y se puso sobre el filisteo; y tomando la espada de él y sacándola de su vaina, lo acabó de matar, y le cortó con ella la cabeza. Y cuando los filisteos vieron a su paladín muerto, huyeron."
1 Samuel 17:45-51

David salió solo al encuentro con Goliat. Nadie se atrevía ir a la batalla con él. El que debía ir, el rey Saúl, no quiso. David se enfrentó a la necesidad de la hora solo.

Muchas veces tenemos que hacer lo mismo. Cuando estamos enfrentándonos a los gigantes personales en nuestras vidas (un pecado difícil de vencer, el miedo, la mentira, la pereza,…) tenemos que hacerlo solos. Cuando la gigantesca necesidad de la hora demanda acción, y nadie quiere hacer nada, y los que deben actuar no se mueven, tenemos que estar dispuestos a salir solos al encuentro. En 1 Samuel 17:46, David enfatizó que estaba solo diciendo, "Yo te venceré y te cortaré la cabeza. Hoy mismo echaré los cadáveres del ejército filisteo a las aves del cielo y a las fieras del campo." David estaba dispuesto a pelear no solamente contra Goliat sino contra todo el ejército filisteo, y hacerlo solo.

Es muy importante que sepamos que David ganó la batalla con su fe, rehusó depender de la armadura de Saúl (1 Samuel 17:39). No llevó ni siquiera una espada, solo sus armas de pastor. Su declaración ante el gigante claramente mostró en quién confiaba (1 Samuel 17:45-47).

Así mismo debemos luchar nosotros, debemos decirle a nuestros problemas y situaciones adversas: "Vienes contra mí con espada, lanza y jabalina, pero yo vengo contra ti en el nombre del Señor Todopoderoso, el Poderoso Guerrero, y hoy mismo el Señor te entregará en mis manos, y todo el mundo sabrá que hay un Dios. Todos los que me vean vencer reconocerán que el Señor salva sin necesidad de espada ni de lanza. La batalla es del Señor, y él entregará todo problema en nuestras manos."

Recordemos que los títulos Mesías y Cristo significan "el ungido". En el Antiguo Testamento, ungían a los reyes, a los sacerdotes y en una ocasión, a un profeta. Sin embargo, nadie podía ocupar más de dos de esos oficios. De hecho, el rey Usías se metió en problemas por tomar el papel de sacerdote cuando no era suyo. David era rey y profeta pero no sacerdote. Todos los ungidos del Antiguo Testamento anticiparon la venida del Cristo, el que cumpliría con los tres oficios: profeta, sacerdote y rey, y lo haría perfectamente.

Cuando Jesús llegó, era llamado Hijo de David. Por eso al igual que David, El Ungido de Dios salió en el nombre de Dios para pelear la batalla de Dios a favor del pueblo de Dios. Sin embargo, diferente a David, Jesús no ganó la victoria matando sino muriendo. Por su muerte, nosotros participamos en su victoria sobre el pecado, la condenación, la muerte y el diablo.

Hebreos 11:32-33, menciona brevemente a David como un hombre de fe a quien debemos imitar. Sin embargo, el aspecto más importante de la fe no es su tamaño sino su objetivo.

Debemos fijarnos en Jesús, el Ungido de Dios, el Hijo de David, quien ya ganó la victoria a favor nuestro.

"En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo."
Juan 16:33b

"Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe."
1 Juan 5:4

ORACIÓN:
Padre Celestial quiero darte gracias, Señor Todopoderoso por la vida que me has dado, porque durante cada segundo de mi vida has estado conmigo protegiéndome y preparándome, para poder vencer mis batallas cuando tenga que luchar contra mis adversidades y problemas.

Tú quieres Señor que yo me desarrolle en mi fe, logrando la victoria sobre toda situación de mi vida.  Señor tu deseas que me arme con tus armas para no caer derrotado.  Señor, tu entregas en mis manos todo problema por el que estoy pasando, venciendo toda adversidad que contra mí se haya levantado, para que quienes te conozcan sepan que hay un Dios que vence y salva, porque tuya es la batalla.

Hoy Señor sé, que una vez que ese ejército que se está levantando contra mí, vea a su paladín muerto, porque tú me lo has entregado, huirá de mi vida y podré ser completamente libre, por la victoria que tú me has dado, en el nombre de Cristo Jesús, AMÉN.

domingo, 20 de marzo de 2011

Tres tiempos distintos

Hoy analizaremos lo que la Biblia nos enseña acerca del trato que Dios tenía con Abraham, el cual nos trae varias cosas interesantes e importantes que conviene que conozcamos, para que así podamos aplicarlas en nuestra vida.

Debemos reconocer que a Dios le gusta la diversidad, Él hace cosas diferentes; para entender esto solamente basta con ver a nuestro alrededor.  Por esto Dios nos llevará en su voluntad, si se lo permitimos, por diferentes tiempos con el único propósito de que glorifiquemos su nombre, de que podamos verlo, conocerlo y adorarlo.

Analicemos entonces estos tiempos en los que Dios trata con nosotros para llevarnos a una vida de éxito "caminando en el propósito de Dios".

Es importante que cada uno de nosotros aprenda a caminar en el propósito de Dios, y nos dejemos ser enseñados por el Espíritu Santo para andar en este propósito durante los diferentes tiempos de nuestra vida. Solo así no nos frustraremos ni seremos defraudados nunca, porque en cada uno de los tiempos de nuestra vida veremos la mano de Dios Omnipotente, que nos ha prometido estar con nosotros dondequiera que vayamos: "Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas."  (Josué 1:9)

1. Salir

"Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré."
Génesis 12:1

"Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba."
Hebreos 11:8

Lo primero que Dios le dijo a Abraham fue sal de donde estás y ve a la tierra que yo te daré.  Este mandato de Dios es una invitación a la obediencia. Veamos que la información que Abraham tenía de Dios era escasa "la tierra que yo te mostraré".  Dios le dijo a Abraham, te mostraré pero será luego, te hablaré pero será después, te informaré pero será más tarde…

Este sal, este vete, es muy significativo por cuanto muchos de nosotros fracasamos en nuestra vida sin antes comenzar, simplemente porque no queremos salir de donde estamos. Nos hemos acostumbrado a estar sentados, sin hacer nada, sin actuar, solamente esperando; pero Dios nos está diciendo sal, vete de donde estás y muévete a la tierra que tengo para ti.

Si somos capaces de creer a Dios y salir de donde estamos, Él hará que los planes del enemigo no se cumplan sobre nosotros, sino por el contrarió, hará que se cumplan Sus planes en nosotros, Él traerá cosas nuevas a nuestras vidas, Él destruirá todo aquello que ha estado destruyéndonos y dominándonos; y nos dará abundantemente: "Y os restituiré los años que comió la oruga, el saltón, el revoltón y la langosta, mi gran ejército que envié contra vosotros.  Comeréis hasta saciaros, y alabaréis el nombre de Jehová vuestro Dios, el cual hizo maravillas con vosotros; y nunca jamás será mi pueblo avergonzado."  (Joel 2:25-26)

¿Qué hace Dios en nosotros para que salgamos?

Dios quita las comodidades de nuestra vida, como el águila le quita las comodidades a sus crías en el nido para que vuelen.

Veamos un ejemplo, tomando lo que Dios hizo con Elías: "Y vino a él palabra de Jehová, diciendo: Apártate de aquí, y vuélvete al oriente, y escóndete en el arroyo de Querit, que está frente al Jordán.  Beberás del arroyo; y yo he mandado a los cuervos que te den allí de comer.  Y él fue e hizo conforme a la palabra de Jehová; pues se fue y vivió junto al arroyo de Querit, que está frente al Jordán.  Y los cuervos le traían pan y carne por la mañana, y pan y carne por la tarde; y bebía del arroyo.  Pasados algunos días, se secó el arroyo, porque no había llovido sobre la tierra.  Vino luego a él palabra de Jehová, diciendo: Levántate, vete a Sarepta de Sidón, y mora allí; he aquí yo he dado orden allí a una mujer viuda que te sustente."  (1 Reyes 17:2-9)

Dios envió a Elías al arroyo de Querit donde los cuervos le alimentaban y donde bebía del arroyo.  Pero cuando Elías se había acomodado y estaba a gusto, entonces el arroyo se secó. Dios quitó la comodidad de Elías porque quería que fuese a otro lugar; así lo hace Dios en nosotros también, nos quita la comodidad para que comencemos a movernos, para que salgamos de nuestra tierra y nuestra parentela, para que vayamos a un lugar que Dios sabe es mejor para nosotros, el lugar donde se cumplirá el propósito de Dios en nuestras vidas.

Muchas veces hemos sentido que se ha secado nuestro arroyo y seguimos insistiendo en quedarnos ahí, luchando contra todo.  Luchamos en el trabajo, luchamos en nuestra empresa, luchamos en la escuela de nuestros hijos, luchamos, luchamos, luchamos, pero…  ¿Será que Dios quiere que nos levantemos de donde nos encontramos y nos movamos a otro lugar?  ¿Será que Dios ha dado la orden de que se seque el arroyo porque ha llegado el tiempo de nuestra Sarepta?  ¿Será que Dios quiere que seamos sustentados por quien Él ha ordenado?

Sí, este es el tiempo de que nos levantemos y salgamos, de que dejemos la apatía de lado, de que dejemos de quejarnos y sentir lástima por nosotros mismos.  Dios ha secado nuestro arroyo para que nos levantemos y le obedezcamos. Sin obediencia no hay bendición…

2. Mirar

"Y Jehová dijo a Abram, después que Lot se apartó de él: Alza ahora tus ojos, y mira desde el lugar donde estás hacia el norte y el sur, y al oriente y al occidente.  Porque toda la tierra que ves, la daré a ti y a tu descendencia para siempre."
Génesis 13:14-15

Durante el viaje de Abraham, cuando salió de Ur de los caldeos, Dios guardó silencio, porque hay momentos en que Dios calla.  Esto no significa que Dios no está presente, solamente significa que Dios en algunos momentos guarda silencio.  Recordemos que Dios le dijo a Moisés "Yo soy el que soy" (Éxodo 3:14a), lo que quiere decir que Dios siempre está presente, "Él es el presente del pasado, el presente del presente y el presente del futuro."

Es importante entender que en el momento en que Dios nos pida que salgamos, si levantamos nuestra vista no miraremos nada, porque no es el tiempo de mirar, es el tiempo de salir; pero cuando Dios nos diga que alcemos nuestros ojos "ahora" y miremos, veremos todas las cosas grandes que Él nos dará, por haber sido obedientes y salir de donde estábamos.

Dios nos dice que nos recreemos en mirar, porque hemos llegado al lugar de la revelación, el lugar donde Él nos habla, el lugar que nos pertenece, Él nos dice que miremos porque todo lo que miremos Él nos lo ha dado a nosotros y a nuestros hijos, pero… ¿qué estamos viendo hoy?  ¿Cómo nos estamos viendo?  ¿Estamos viendo la heredad que Dios tiene para nosotros, o estamos viendo nuestros problemas, nuestras necesidades, nuestras circunstancias adversas?  ¿Vemos la tierra prometida o vemos los gigantes?

Nuestra heredad depende de nuestra visión; es decir, los límites de lo que Dios nos da no dependen de Él, si no dependen de lo que nosotros miremos.

¿Qué nos impide tener nuestra visión?

Dios nos llama a que cada uno de nosotros tenga una visión, pero muchas cosas dentro de nosotros impiden que tengamos nuestra visión de lo que Dios quiere hacer con nuestras vidas.  Abraham tuvo la visión después que Lot se apartó de él.

¿Qué debemos de apartar de nuestras vidas para poder tener nuestra visión?

"En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo."
Isaías 6:1

Veamos porque Isaías menciona el acontecimiento de la muerte del rey Uzías en conjunto con su visión.

"De dieciséis años era Uzías cuando comenzó a reinar, y cincuenta y dos años reinó en Jerusalén.  El nombre de su madre fue Jecolías, de Jerusalén.  E hizo lo recto ante los ojos de Jehová, conforme a todas las cosas que había hecho Amasías su padre.  Y persistió en buscar a Dios en los días de Zacarías, entendido en visiones de Dios; y en estos días que buscó a Jehová, él le prosperó.  Y salió, y peleó contra los filisteos, y rompió el muro de Gat, y el muro de Jabnia, y el muro de Asdod; y edificó ciudades en Asdod, y en la tierra de los filisteos.  Dios le dio ayuda contra los filisteos, y contra los árabes que habitaban en Gur-baal, y contra los amonitas.  Y dieron los amonitas presentes a Uzías, y se divulgó su fama hasta la frontera de Egipto; porque se había hecho altamente poderoso.  Edificó también Uzías torres en Jerusalén, junto a la puerta del ángulo, y junto a la puerta del valle, y junto a las esquinas; y las fortificó.  Asimismo edificó torres en el desierto, y abrió muchas cisternas: porque tuvo muchos ganados, así en los Sefela como en las vegas; y viñas, y labranzas, así en los montes como en los llanos fértiles; porque era amigo de la agricultura.  Tuvo también Uzías un ejército de guerreros, los cuales salían a la guerra en divisiones, de acuerdo con la lista hecha por mano de Jehiel escriba, y de Maasías gobernador, y por mano de Hananías, uno de los jefes del rey.  Todo el número de los jefes de familias, valientes y esforzados, era dos mil seiscientos.  Y bajo la mano de éstos estaba el ejército de guerra, de trescientos siete mil quinientos guerreros poderosos y fuertes, para ayudar al rey contra los enemigos.  Y Uzías preparó para todo el ejército, escudos, lanzas, yelmos, coseletes, arcos, y hondas para tirar piedras.  E hizo en Jerusalén máquinas inventadas por ingenieros, para que estuviesen en las torres y en los baluartes, para arrojar saetas y grandes piedras, y su fama se extendió lejos, porque fue ayudado maravillosamente, hasta hacerse poderoso.  Más cuando ya era fuerte, su corazón se enalteció para su ruina; porque se rebeló contra Jehová su Dios, entrando en el templo de Jehová para quemar incienso en el altar del incienso.  Y entró tras él el sacerdote Azarías, y con él ochenta sacerdotes de Jehová, varones valientes.  Y se pusieron contra el rey Uzías, y le dijeron: No te corresponde a ti, oh Uzías, el quemar incienso a Jehová, sino a los sacerdotes hijos de Aarón, que son consagrados para quemarlo.  Sal del santuario, porque has prevaricado, y no te será para gloria delante de Jehová Dios.  Entonces Uzías, teniendo en la mano un incensario para ofrecer incienso, se llenó de ira; y en su ira contra los sacerdotes, la lepra le brotó en la frente delante de los sacerdotes en la casa de Jehová, junto al altar del incienso.  Y le miró el sumo sacerdote Azarías, y todos los sacerdotes, y he aquí la lepra estaba en su frente; y le hicieron salir apresuradamente de aquel lugar; y él también se dio prisa a salir, porque Jehová lo había herido.  Así el rey Uzías fue leproso hasta el día de su muerte, y habitó leproso en una casa apartada, por lo cual fue excluido de la casa de Jehová; y Jotam su hijo tuvo cargo de la casa real, gobernando al pueblo de la tierra."
2 Crónicas 26:3-21

Como podemos ver, Dios colocó en el trono a Uzías, pero Uzías pensó que si Dios le había colocado en el trono, también lo colocaría en el templo; por esto fue al templo a ofrecer su propio incienso y aunque los sacerdotes quisieron detenerlo no lo lograron, pero la historia nos dice que Dios sí le detuvo. Este rey orgulloso y prepotente, fue detenido por Dios.  ¿Cuánto orgullo debe morir en nosotros para poder ver nuestra visión?  ¿Cuánta situación de nuestra carne debe ser circuncidada ahora mismo?  ¿Qué ídolos deben morir en nosotros para que podamos tener nuestra visión?  ¿Qué nos está entreteniendo y no nos deja ver?

Uzías no tenía una visión clara de lo que Dios quería para él, su orgullo y prepotencia le impedían ver lo que Dios le había dado, y como resultado de esta falta de visión murió en una casa apartada, pasó de la gloria de Dios (el palacio) a la soledad, excluido de la casa de Dios.

Esto nos pasará a nosotros si no nos enfocamos en la visión de Dios para nuestras vidas, si no separamos lo que Dios quiere para nosotros, de lo que queremos nosotros para nosotros mismos, si no decidimos tener una vida de compromiso con Dios.

La visión hará nacer algo nuevo en nosotros, por eso muchos no queremos ver, porque la visión es un embarazo que nos duele, nos compromete y nos roba el sueño.

¿Cómo es la visión que Dios nos da?

Dios nos da una visión completa y clara de lo que él quiere para nuestras vidas, por lo que no habrá duda en nosotros sobre el propósito de Dios.

Dios nos mostrará sus propósitos en tres dimensiones:

"Entonces dije: ¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos."
Isaías 6:5

1. Profundidad: Isaías se ve así mismo.

2. Anchura: Isaías ve al pueblo.

3. Altura: Isaías ve a Dios

Dios sabe, que ante una visión de este calibre no podemos permanecer siendo los mismos, necesariamente en nosotros habrá un cambio.  Esto fue lo que experimentó Isaías cuando le dijo a Dios: "Heme aquí, envíame a mí." (Isaías 6:8b). Isaías le dijo a Dios yo iré, pero envíame tú. Él entendió la diferencia entre ir y ser enviado.

Ir sin ser enviado por Dios es garantía de fracaso, ir siendo enviado por Dios es garantía de éxito.  En el tiempo de Dios tendremos una vida victoriosa.

3. Andar

"Levántate, ve por la tierra a lo largo de ella y a su ancho; porque a ti la daré."
Génesis 13:17

Dios nos extiende Su mano y nos invita a que nos levantemos y andemos por la tierra que Él nos ha dado.  Lo que Dios quiere es que conquistemos nuestra tierra, es decir, si ya salimos, si ya vimos, ahora tenemos que hacer que la visión opere en nuestra vidas.

Hoy es la hora de levantarnos y operar en la Palabra, operar en la visión, operar en la obediencia, operar en la fe…

¿Qué significa andar?

Andar significa 4 cosas que debemos entender y abrazar para nuestras vidas.

a. Propósito. No podemos andar si antes no nos proponemos a andar.

b. Decisión. Algunos estamos llenos de ideas, pero sin decisiones.

c. Meta. Es saber hacia dónde quiero ir.

d. Progreso. Este es el camino recorrido.

Dios hoy nos pide que comencemos a andar, que comencemos a alcanzar la herencia que Él nos ha dado.  Dios nos está diciendo, cree, es tuyo yo te lo he dado, conquístalo, disfrútalo.

Hoy es hora, de que tomemos nuestra identidad de la fuente (de nuestro Dios) y no del ambiente (del mundo).

Somos lo que Dios dice que somos, tenemos lo que Dios dice que tenemos y valemos lo que Dios nos dice que valemos.

ORACIÓN:
Señor Jesús, gracias Padre te doy porque me has mostrado que tienes un propósito para la vida de cada uno de nosotros.  Tú quieres que crezcamos y nos desarrollemos en tu andar, en tu espíritu y en la fe.

Hoy Señor queremos salir, queremos mirar, queremos andar, y obedecerte a ti en todas las áreas de nuestra vida, porque entendemos que en esto está la garantía de nuestra victoria.  Decidimos creerte y salir de donde estamos, seguros de que así evitarás que los planes que el enemigo tiene en nuestra contra se cumplan.

Señor nos levantamos y salimos, despojándonos de todo aquello que causa en nosotros apatía, queja, desgano y lástima.  Hoy nos movemos en obediencia, porque queremos tu bendición.  Se acaban los límites que nos hemos puesto y decidimos extender nuestra mirada por toda la tierra que nos has heredado.  Hoy sabemos que este es tu tiempo, y que en tu tiempo tendremos la victoria, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, AMÉN.

domingo, 6 de marzo de 2011

Nuestra conquista

Al nacer de nuevo por la simiente de Cristo Jesús y como resultado de su triunfo legal y actual, es cómo podemos afirmar las bases de una vida victoriosa a la que Dios nos ha llamado.  Sin embargo, vivimos en un mundo cambiante y relativo, y son estos cambios los que tienden a afectarnos, movernos y desplazarnos de la solidez de nuestro fundamento: Jesucristo.

Es por esto, que hoy trataremos específicamente sobre cómo alcanzar nuestra conquista, entendiendo cómo Dios quiere que nos movamos.  Debemos colocar en nuestra mente y corazón, la visión de lo que Dios quiere para nosotros.  Para esto debemos aprender a escuchar a Dios.  Él nos habla a diario, pero la mayoría de las veces no le escuchamos, o bien la duda nos invade y cuando esta nos dice "tú no puedes", lo aceptamos.  Pero si Dios nos ha dicho que podemos alcanzar el propósito que Él tiene para nosotros, lo podemos hacer, porque las promesas de Dios son en Él sí y en Él Amén (2 Corintios 1:20a).

Ahora bien, es clave que tomemos parte activa en nuestra conquista, llenando nuestra mente con la palabra de Dios y sabiendo que si vamos a vivir en victoria sobre el sistema de este mundo será por conocer la voluntad de Dios y obedecerla: "No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta." (Romanos 12:2)

Si hoy nos preguntamos, ¿será qué podemos hacerlo?, tenemos la respuesta en la Palabra de Dios: "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece." (Filipenses 4:13)

Veamos los siguientes textos bíblicos en 1 Samuel, para aclarar lo que hemos dicho:

"Salió entonces del campamento de los filisteos un paladín, el cual se llamaba Goliat, de Gat, y tenía de altura seis codos y un palmo.  Y traía un casco de bronce en su cabeza, y llevaba una cota de malla; y era el peso de la cota cinco mil siclos de bronce.  Sobre sus piernas traía grebas de bronce, y jabalina de bronce entre sus hombros.  El asta de su lanza era como un rodillo de telar, y tenía el hierro de su lanza seiscientos siclos de hierro; e iba su escudero delante de él.  Y se paró y dio voces a los escuadrones de Israel, diciéndoles: ¿Para qué os habéis puesto en orden de batalla?  ¿No soy yo el filisteo, y vosotros los siervos de Saúl?  Escoged de entre vosotros un hombre que venga contra mí.  Si él pudiere pelear conmigo, y me venciere, nosotros seremos vuestros siervos; y si yo pudiere más que él, y lo venciere, vosotros seréis nuestros siervos y nos serviréis.  Y añadió el filisteo: Hoy yo he desafiado al campamento de Israel; dadme un hombre que pelee conmigo. Oyendo Saúl y todo Israel estas palabras del filisteo, se turbaron y tuvieron gran miedo."
1 Samuel 17:4-11

"Venía, pues, aquel filisteo por la mañana y por la tarde, y así lo hizo durante cuarenta días."
1 Samuel 17:16

"Y tomó su cayado en su mano, y escogió cinco piedras lisas del arroyo, y las puso en el saco pastoril, en el zurrón que traía, y tomó su honda en su mano, y se fue hacia el filisteo.  Y el filisteo venía andando y acercándose a David, y su escudero delante de él.  Y cuando el filisteo miró y vio a David, le tuvo en poco; porque era muchacho, y rubio, y de hermoso parecer.  Y dijo el filisteo a David: ¿Soy yo perro, para que vengas a mí con palos?  Y maldijo a David por sus dioses.  Dijo luego el filisteo a David: Ven a mí, y daré tu carne a las aves del cielo y a las bestias del campo.  Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado.  Jehová te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, y te cortaré la cabeza, y daré hoy los cuerpos de los filisteos a las aves del cielo y a las bestias de la tierra; y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel.  Y sabrá toda esta congregación que Jehová no salva con espada y con lanza; porque de Jehová es la batalla, y él os entregará en nuestras manos.  Y aconteció que cuando el filisteo se levantó y echó a andar para ir al encuentro de David, David se dio prisa, y corrió a la línea de batalla contra el filisteo.  Y metiendo David su mano en la bolsa, tomó de allí una piedra, y la tiró con la honda, e hirió al filisteo en la frente; y la piedra quedó clavada en la frente, y cayó sobre su rostro en tierra.  Así venció David al filisteo con honda y piedra; e hirió al filisteo y lo mató, sin tener David espada en su mano."
1 Samuel 17:40-50

Muchas veces se nos presentan gigantes en nuestra vida, incluso ahora es posible que tengamos uno o más gigantes delante de nosotros y estos nos estén atemorizando, con su tamaño y sus palabras, haciéndonos pensar que no podemos vencer.  Es más, día y noche, y durante mucho tiempo ya, repiten las mismas palabras: "te mataré", "te eliminaré".  Estos gigantes nos dicen; "perderás tu familia", "tu esposa te va a abandonar", "vas a perder el trabajo", "la casa no la puedes pagar y el banco te la quitará", "no puedes con ese vicio, él te consumirá", "esa enfermedad no tiene cura…"

Pero no importa lo que los gigantes nos digan, nosotros vamos a la batalla en el nombre de Dios y venceremos a esos gigantes, que han provocado a Dios, porque Dios mismo los entregará en nuestras manos.  De Él es la batalla y el triunfo.

Cuatro pasos para conquistar

1. Levantar en nuestras vidas un nuevo gobierno

"Y Josué erigió en Gilgal las doce piedras que habían traído del Jordán."
Josué 4:20

Cuando Dios va a hacer algo en nuestras vidas nos lleva primeramente a Gilgal para que ordenemos nuestra vida.  Josué levantó un altar con 12 piedras (doce significa estructura de gobierno: 12 apóstoles, 144,000 (12 x 12,000), 12 tribus).

Para que Dios actúe en nuestras vidas, debemos levantar en nosotros una nueva estructura, un nuevo gobierno, en nuestro corazón.  Debemos empezar hoy, a levantar un altar en nuestra casa, nuestro trabajo, nuestra familia, nuestro matrimonio, nuestra forma de vivir…

2. Volver a circuncidar la carne

"En aquel tiempo Jehová dijo a Josué: Hazte cuchillos afilados, y vuelve a circuncidar la segunda vez a los hijos de Israel.  Y Josué se hizo cuchillos afilados, y circuncidó a los hijos de Israel en el collado de Aralot."
Josué 5:2-3

Es necesario que volvamos a circuncidar la carne y nuestro corazón, eliminando de nosotros todas esas cosas que no le agradan a Dios, muriendo a nuestra carne.

Dios, durante mucho tiempo nos ha soportado y perdonado muchas malas acciones que nos han apartado de Él, pero ahora le conocemos y quiere darnos su bendición y ya no está dispuesto a seguir tolerando estas malas acciones en nosotros.

Cada vez que Dios nos va a dar algo grande en nuestras manos, debemos circuncidar algo.  Por esto es hora ya que cambiemos, que eliminemos nuestra falta de fe, y pongamos nuestra vida completa en las manos de Dios.

3. Dios quitará el oprobio de nuestras vidas

"Y cuando acabaron de circuncidar a toda la gente, se quedaron en el mismo lugar en el campamento, hasta que sanaron.  Y Jehová dijo a Josué: Hoy he quitado de vosotros el oprobio de Egipto; por lo cual el nombre de aquel lugar fue llamado Gilgal, hasta hoy."
Josué 5:9

Después de que ordenemos nuestra vida y circuncidemos nuestra carne, Dios quitará de nosotros nuestra mentalidad de esclavos, toda esclavitud del mundo (Egipto).

Una vez hayamos alejado de nuestras vidas todo aquello que desagrada a Dios, desaparecerá la esclavitud que tenemos a los vicios, desaparecerá la esclavitud de las finanzas, de las deudas, del temor, de la inseguridad, de las enfermedades…

4. Comeremos de la abundancia de Dios en nuestra Tierra Prometida

"Y los hijos de Israel acamparon en Gilgal, y celebraron la pascua a los catorce días del mes, por la tarde, en los llanos de Jericó.  Al otro día de la pascua comieron del fruto de la tierra, los panes sin levadura, y en el mismo día espigas nuevas tostadas.  Y el maná cesó el día siguiente, desde que comenzaron a comer del fruto de la tierra; y los hijos de Israel nunca más tuvieron maná, sino que comieron de los frutos de la tierra de Canaán aquel año."
Josué 5:10-12

Al igual que el pueblo de Israel en el desierto, durante años muchos de nosotros hemos estado comiendo maná (lo mínimo para subsistir).  Pero hoy, ya es el momento de que comamos de la abundancia de la tierra prometida, la abundancia que Dios tiene para nosotros.  Juan 6:58 nos dice: "Este es el pan que descendió del cielo; no como vuestros padres comieron el maná, y murieron; el que come de este pan, vivirá eternamente."

A partir de hoy Dios quita la esclavitud de nuestras vidas.  A partir de hoy habrá milagros para conquistar en nuestro trabajo, habrá milagros en nuestras finanzas, habrá milagros en nuestras familias, habrá milagros con nuestros hijos, habrá milagros en nuestra forma de ser.  Hoy entramos a la Tierra Prometida y comemos del su fruto.


ORACIÓN:
Señor Dios, te doy gracias Padre Celestial, porque Tú me has mostrado que deseas de mí, que ordene mi vida en Ti, transformando mi vileza y pecado, muriendo a mi carne para que Tú puedas quitar la esclavitud en mi vida.

Señor, hoy decido no moverme más enfocándome en lo natural, en lo temporal, si no por el contrario, buscar tu presencia, donde puedo encontrar Tu actuar sobrenatural en mi vida, un actuar permanente, eterno e invisible.

Aun cuando hoy no esté viendo más que gigantes rodeándome, sé Señor que Tú entregarás esos gigantes en mis manos, librándome de todo problema y de toda enfermedad, dándome a comer del fruto de la tierra que tienes preparado para mí, AMÉN.