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lunes, 24 de enero de 2011

Nacidos para vencer – Parte 2

En la primera parte de este tema vimos que el sistema de este mundo es dirigido por el diablo con la ayuda del hombre desobediente, con el propósito de atrapar nuestra alma, estrangular nuestro espíritu y nuestra comunión con Dios, y destruir nuestro cuerpo.

Para esto, el diablo nos tiende lazos y trampas a nuestras almas, aprovechando nuestra oscuridad y engañándonos: "En los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios." (2 Corintios 4:4)

A partir de ahora identificaremos estos lazos y trampas, con el propósito firme de poder vencer ante ellas y ser llevados a la luz por medio de Nuestro Señor Jesucristo.

En esta parte trataremos específicamente sobre cómo vencer la indiferencia y la pasividad.

¿Cómo vencer la indiferencia?

¿Qué es la indiferencia?

La indiferencia es un estado de ánimo no determinado.  Es una actitud vacilante, sin determinación, que nos lleva a no combatir y a no decidir entre una cosa u otra. Es una falta de compromiso y responsabilidad que abarca a todas las esferas de nuestra vida en sociedad: nuestra familia, nuestro trabajo, nuestros estudios, en lo moral y eclesial.  La insumisión es un ejemplo claro de una sociedad indiferente a los intereses globales de una nación.  Es la "cultura del pasotismo y la rebeldía silenciosa".  Este virus de la indiferencia ha invadido nuestra sociedad actual de una forma alarmante.

Hoy día somos influidos estrepitosamente por este sistema abominable, que nos lleva a hacer concesiones con el mundo y su sistema de valores; nos roba las convicciones firmes de la palabra de Dios y nos conduce a una flojera y debilidad del alma y del espíritu que desembocan en un cristianismo tibio, incoloro, fluctuante y falto de poder y autoridad.

Los sistemas del mundo de hoy contienen una gran dosis de indiferencia y apatía, que debemos combatir y aborrecer para poder derrotarlo.

Derrotando la Indiferencia

La Biblia dice que hemos escapado de las contaminaciones de este mundo por el conocimiento del Señor; por tanto, no nos debemos enredar otra vez en ellas. "Ciertamente, si habiéndose ellos escapado de las contaminaciones del mundo, por el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo, enredándose otra vez en ellas son vencidos, su postrer estado viene a ser peor que el primero." (2 Pedro 2:20)

Para vencer la indiferencia entonces, vamos a comprender lo que ella es, mediante seis conceptos a la luz de la Biblia; con ellos, veremos también seis pasos para lograr vencer.

1. La indiferencia es rebeldía silenciosa.

"Pero ¿qué os parece?  Un hombre tenía dos hijos, y acercándose al primero, le dijo: Hijo, ve hoy a trabajar en mi viña. Respondiendo él, dijo: No quiero; pero después, arrepentido, fue.  Y acercándose al otro, le dijo de la misma manera; y respondiendo él, dijo: Sí, señor, voy.  Y no fue.  ¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre?  Dijeron ellos: El primero."
Mateo 21:28-32

Combatámosla con obediencia visible

"Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro."
1 Pedro 1:22

2. La indiferencia es una actitud vacilante y sin determinación.

"Para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error."
Efesios 4:14

Hagámosle frente con determinación y firmeza

"Cuando se cumplió el tiempo en que él había de ser recibido arriba, afirmó su rostro para ir a Jerusalén."
Lucas 9:51

3. La indiferencia es no tener preferencias por una cosa u otra.

Luz o tinieblas, verdad o mentira, limpio o inmundo, todo es igual.

"¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!"
Isaías 5:20

Decidamos separar lo vil de lo precioso y afirmarnos en ello

"Por tanto, así dijo Jehová: Si te convirtieres, yo te restauraré, y delante de mí estarás; y si entresacares lo precioso de lo vil, serás como mi boca.  Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos.  Y te pondré en este pueblo por muro fortificado de bronce, y pelearán contra ti, pero no te vencerán; porque yo estoy contigo para guardarte y para defenderte, dice Jehová.  Y te libraré de la mano de los malos, y te redimiré de la mano de los fuertes."
Jeremías 15:19-21

4. La indiferencia es falta de compromiso y responsabilidad.

Mantengámonos fieles al Pacto de sangre, a través de Jesús, y actuemos en consecuencia

"El que viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere irremisiblemente.  ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia?"
Hebreos 10:27-29

5. La indiferencia nos lleva a hacer concesiones con el mundo y a ceder ante sus influencias.

"¡Oh almas adúlteras!  ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios?  Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios.  ¿O pensáis que la Escritura dice en vano: El Espíritu que él ha hecho morar en nosotros nos anhela celosamente? Pero él da mayor gracia."
Santiago, 4:4-5

No nos conformemos a este siglo

"No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta."
Romanos 12:2

6. La indiferencia nos roba las convicciones firmes de la Palabra de Dios.

No debemos conformarnos, por el contrario debemos afirmar nuestros valores sin movernos de la Palabra de Verdad

"Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente...  ¿Tienes tú fe?  Tenla para contigo delante de Dios.  Bienaventurado el que no se condena a sí mismo en lo que aprueba.  Pero el que duda sobre lo que come, es condenado, porque no lo hace con fe; y todo lo que no proviene de fe, es pecado."
Romanos 14:5,22-23

"que no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar."
2 Tesalonicenses 2:2

Recordemos que como Hijos de Dios, pertenecemos a otro Reino donde operan otras leyes y principios.  Hemos sido trasladados del sistema de este mundo, al Reino de Su Hijo Amado, así lo dice Colosenses 1:13: "el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo."  Por tanto, la actitud normal del hombre nacido de nuevo es contraria a la indiferencia. No podemos ser indiferentes ante la disolución de los principios del Reino en nuestra generación; y si hemos sido atrapados en esto, debemos que actuar con sinceridad y valor: Localizando (reconociendo); aborreciendo (arrepintiéndonos) y combatiendo con firmeza la indiferencia.

El apóstol Judas nos insta a "que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos." (Judas 3b).

La indiferencia conduce a la pasividad, pero la vida de fe es acción en el camino de la verdad.

¿Cómo vencer la pasividad?

Para vencer la pasividad, debemos entender primero qué es, luego qué la produce y por último cómo actúa y cuáles son sus armas.

¿Qué es la pasividad?

La pasividad es un estado de ánimo sin acción, una paralización del esfuerzo y el interés. Es no cooperar.

La pasividad permite que actuemos sin hacer nada, es un espíritu de somnolencia que adormece nuestra alma y nos roba toda nuestra energía.

¿Por qué se produce la pasividad?

La pasividad es producida por una falta de sentido y propósito en la vida, por no conocer el plan de Dios y Su voluntad para con nosotros, por ignorar el valor de la vida y por un ambiente cargado de religiosidad dominado por el espíritu de muerte.

¿Cómo actúa la pasividad?

La pasividad deja de hacer lo importante y trascendente, para centrarse en lo superficial, lo ajeno e innecesario.  Un ejemplo de esto sería el hablar y hablar de los problemas de otras personas sin haber solucionado los nuestros debidamente.

¿Qué armas tiene la pasividad?

Son varias las armas de la pasividad y entre ellas podemos citar: la indiferencia, la debilidad de ánimo y sobre todo la televisión.

Pasar mucho tiempo delante del televisor produce una pasividad mental, creativa y de iniciativas, produce un "atolondramiento", es decir procedemos sin reflexionar, que nos conduce a la pereza profunda.  El perezoso desea todo lo que ve en el televisor, pero nada alcanza, se alimenta de ilusiones e irrealidades que nunca consigue.  "El alma del perezoso desea, y nada alcanza; mas el alma de los diligentes será prosperada." (Proverbios 13:4).

Buena prueba de esto son los programas-concurso con sus ofertas de ganar dinero fácil, que están llenos de desilusiones y frustraciones, así como de un culto a la diosa Fortuna y al dios Destino, tal y como lo menciona el profeta Isaías en 65:11-12: "Pero vosotros los que dejáis a Jehová, que olvidáis mi santo monte, que ponéis mesa para la fortuna, y suministráis libaciones para el destino; yo también os destinaré a la espada, y todos vosotros os arrodillaréis al degolladero, por cuanto llamé, y no respondisteis; hablé, y no oísteis, sino que hicisteis lo malo delante de mis ojos, y escogisteis lo que me desagrada."

"El deseo del perezoso le mata, porque sus manos no quieren trabajar."
Proverbios 21:25

Derrotando la pasividad

Para derrotar la pasividad debemos realizar tres pasos:

1. Debemos localizar la pasividad.

Tenemos que encontrar aquellas áreas de nuestra vida donde se ha infiltrado este virus.  Para ello necesitamos sinceridad y valentía para enfrentarnos a nosotros mismos.  Luego necesitamos acercarnos a la luz que alumbra todas las cámaras de nuestro ser, es decir acercarnos a Dios y Su palabra.

"En tu luz veremos la luz."
Salmos 36:9

"Lámpara es a mis pies tu palabra y lumbrera a mi camino."
Salmos 119:115

"Lámpara de Jehová es el espíritu del hombre, la cual escudriña lo más profundo del corazón."
Proverbios 20:27

"Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.  Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta."
Hebreos 4:12-13

2. Debemos aborrecer la pasividad.

Aborrecer la pasividad significa arrepentimiento y volvernos al plan de Dios que habíamos abandonado.  Es llegar al pleno convencimiento de que la pasividad es mala, un enemigo destructivo que hay que resistir: "Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.  Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros." (Santiago 4:7-8a).

3. Debemos combatir la pasividad.

Dios nos ha dado un don precioso para derrotar a este enemigo, el don del Espíritu Santo, así nos lo dice Hechos 10:45: "Y los fieles de la circuncisión que habían venido con Pedro se quedaron atónitos de que también sobre los gentiles se derramase el don del Espíritu Santo."  

Liberar la acción del Espíritu Santo en nosotros es la clave para vencer.

¿Cómo liberamos la acción del Espíritu Santo en nosotros?

"Hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo."
Efesios 5:19-20

Esto producirá en nosotros lo contrario exactamente a la vida pasiva:

Un despertamiento espiritual, como vemos en Efesios 5:14-17: "Por lo cual dice: Despiértate, tú que duermes, y levántate de los muertos, y te alumbrará Cristo.  Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos.  Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor."

Un avivamiento interior: "Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos." (2 Timoteo 1:6).

Un espíritu ferviente: "En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor." (Romanos 12:11)

Una capacidad de esfuerzo y trabajo: "Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas." (Josué 1:9)

Un espíritu de sacrificio que aplastará a este enemigo: "Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional." (Romanos 12:1)

Es en la vida espiritual, la vida normal de un cristiano, donde se produce un aniquilamiento de la pasividad y somos elevados a una dimensión de vida superior, que es la clase de vida que Dios nos ha dado juntamente con Cristo.

ORACIÓN:
Señor Dios, te doy gracias Padre Celestial, por tus favores, bondades y misericordia.

Hoy vengo delante de ti, pidiendo perdón por mi indiferencia y pasividad, poniendo mi vida en tus manos para que tu Señor, te manifiestes en mi, de tal forma que pueda yo mantener mi determinación y firmeza de enfrentarme a ellas y vencerlas.

Ayúdame a separar lo vil de lo precioso y a mantenerme fiel a tu Pacto de sangre y a afirmar mis valores en tu Palabra de Verdad.  Libera la acción de tu Santo Espíritu en mi vida, dame la capacidad de esforzarme y trabajar sin desmayar.  Trae un avivamiento interior de todo mi ser, dame un espíritu ferviente y de sacrificio que me haga vivir la verdadera vida espiritual de un cristiano, en el nombre de tu Hijo Amado Jesús, AMÉN.

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