-->

sábado, 15 de enero de 2011

Nacidos para vencer – Parte 1

En este nuevo tema trataré de dar respuestas a las carencias, debilidades y aflicciones del alma; donde tenemos la voluntad, la mente y las emociones o sentimientos, ya que estas son las áreas de nuestro ser más atacadas por el diablo, a través del sistema de este mundo y las debilidades de la carne.

Es importante comprender ¿qué es el sistema del mundo, quién lo dirige y cómo actúa sobre el ser humano?

El Sistema del Mundo

El diablo es el príncipe de este mundo "No hablaré ya mucho con vosotros; porque viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí."  (Juan 14:30), y ha diseñado un sistema perverso, en colaboración con el hombre desobediente "en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia." (Efesios 2:2).

El propósito del diablo es atrapar nuestra alma, estrangular nuestro espíritu y nuestra comunión con Dios, y destruir nuestro cuerpo.  ¿Cómo lo hace?  Tendiendo lazos y trampas al alma del hombre, aprovechando la oscuridad de los pueblos -por la idolatría- y engañando: "En los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios." (2 Corintios 4:4).

El diablo pues, tiene tendidas trampas a través de los esquemas mundanos, para atrapar el alma del hombre.  Es en nuestra alma donde se producen las batallas de las pasiones y deseos, aprovechadas por el diablo para dar expresión a todo tipo de guerras.  Veamos lo que nos dice la Palabra de Dios:

"¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros?  ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros?"
Santiago 4:1

"Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma."
1 Pedro 2:11

Por lo tanto, nuestro campo de batalla está en el área del alma.

¿Cómo venceremos?

Veamos a la luz de la Palabra, cuatro armas para vencer en este campo de batalla.

1. Por el inconformismo hacia el mundo.

"No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta."
Romanos 12:2

Debemos transformar y renovar nuestro entendimiento, permitiendo que la voluntad de Dios, agradable y perfecta, se haga en nosotros, es así como lograremos vencer.

2. Por el inconformismo hacia los deseos carnales.

"Como hijos obedientes no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia."
1 Pedro 1:14

"Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma.
1 Pedro 2:11

Debemos enfrentar, evitar y superar constantemente los peligros que el mundo ofrece, alcanzando una verdadera madurez espiritual.

3. Escapando y huyendo.

"Habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencias."
2 Pedro 1:4b

"Ciertamente, si habiéndose ellos escapado de las contaminaciones del mundo, por el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo."
2 Pedro 2:20a

"Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor."
2 Timoteo 2:22

La mejor forma de resistir una tentación es huyendo de ella, de esta forma estaremos seguros de vencer.

4. Aferrándonos al Nombre de Jesús.

"¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?"
1 Juan 5:5

"El cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo."
Colosenses 1:13

La Palabra de Dios nos enseña que por el amor de Jesús somos más que vencedores. (Romanos 8:37)

¿Cómo fundamentar una vida victoriosa?

Nosotros hemos nacido de nuevo por la simiente de un vencedor, como resultado del triunfo legal y actual de Jesús.  Esta es una verdad permanente y absoluta.

Sin embargo, vivimos en un mundo cambiante y relativo.  Son estos cambios los que tienden a afectarnos, movernos y desplazarnos de la solidez de nuestro fundamento: Jesucristo.  Por esta razón se hace necesario que afirmemos los fundamentos de la vida victoriosa a la que Dios nos ha llamado.  Todo buen fundamento debe estar basado en la verdad.

Veamos, entonces, tres verdades que garantizan una vida victoriosa.

1. La verdad de la Regeneración

"Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo." Tito 3:4-5

La regeneración es "dar nuevo ser a una cosa que se degeneró".  Es volver al género original.  Es regresar al plan inicial de Dios después de haber estado viviendo alejados de Él, degenerados por el pecado y la desobediencia.  Es nacer de nuevo.

La regeneración es la base fundamental para establecer una vida de éxito y victoria. (Jeremías 18:1-10)

2. La verdad de la Renovación

"No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta."
Romanos 12:2

"Y renovaos en el espíritu de vuestra mente."
Efesios 4:23

Con lo anterior queda claro que nuestra renovación es un proceso gradual hacia la transformación y actúa en la mente y en el espíritu.

Es clave que tomemos parte activa en este proceso, llenando nuestra mente con la palabra de Dios.  Si vamos a vivir en victoria sobre el sistema de este mundo será por conocer la voluntad de Dios y obedecerla.

Veamos.
"¡Oh, cuánto amo yo tu ley!  Todo el día es ella mi meditación.  Me has hecho más sabio que mis enemigos con tus mandamientos, porque siempre están conmigo.  Más que todos mis enseñadores he entendido, porque tus testimonios son mi meditación.  Más que los viejos he entendido, porque he guardado tus mandamientos; de todo mal camino contuve mis pies, para guardar tu palabra.  No me aparté de tus juicios, porque tú me enseñaste.  ¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras!  Más que la miel a mi boca.  De tus mandamientos he adquirido inteligencia; por tanto, he aborrecido todo camino de mentira."
Salmo 119:97-104

"Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien."
Josué 1:8

"Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado; si no que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche.  Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará."
Salmo 1:1-3

De esta forma pensamos como piensa Dios; hablamos como Dios habla y vivimos de acuerdo con la santidad de Dios.

"Como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; si no, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.  Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación."
1Pedro 1:14-17

La Palabra de Dios debe afincarse, habitar y establecerse en nosotros.

3. La verdad de la Transformación

"Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor."
2 Corintios 3:18

Cuando hemos digerido su palabra, ésta se diluye en nuestro organismo y produce la transformación de nuestra vida.  La palabra (el Verbo) actúa en nosotros y reproduce la imagen de Jesús: "Por lo cual también nosotros sin cesar damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes." (1Tesalonicenses 2:13)

Jesús es el Pan de vida que al comerlo produce en nosotros la transformación de nuestro ser: espíritu, alma y cuerpo.

Leamos Juan 6:48-58

"Yo soy el pan de vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y murieron.  Este es el pan que desciende del cielo, para que el que de él come, no muera.  Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo.  Entonces los judíos contendían entre sí, diciendo: ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?  Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros.  El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.  Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.  El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él.  Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí.  Este es el pan que descendió del cielo; no como vuestros padres comieron el maná, y murieron; el que come de este pan, vivirá eternamente."
Juan 6:48-58

Así se establece la comunión entre Cristo y nosotros.

La verdad de la regeneración, la renovación y la transformación ponen en nosotros las bases para una vida práctica de victoria.


ORACIÓN:
Señor Dios, te doy gracias Padre Celestial, por Tu Amor y Tu Misericordia. Gracias Señor por traer luz a mi vida por medio de Tu Palabra viva y eficaz.

Señor, hoy deseo poner en tus manos todo mi ser, y en especial mi alma, donde lucho mis batallas, confiando Señor que tú lucharás y vencerás por mí.  Ayúdame Dios a transformar y renovar mi entendimiento y haz tu perfecta y agradable voluntad en mi vida.

Señor regenérame, renuévame y transfórmame.  Afinca Tu Palabra en mi vida; Habita y Establécete en mí para que pueda tener una vida de éxito y victoria, te lo pido en el nombre de tu Hijo Amado Jesucristo, AMÉN.


No hay comentarios:

Publicar un comentario