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viernes, 24 de diciembre de 2010

Humillándonos delante de Dios

Cuántos de nosotros, con el tiempo, nos hemos alejado de nuestra relación con Dios y hemos olvidado cómo Dios nos ha tratado y cómo Él ha mostrado sus maravillas en nuestras vidas.  Nos hemos alejado de Dios y hemos olvidado las grandes cosas que Él ha hecho en nosotros.
Leamos Apocalipsis 2:4-5

"Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor.  Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido."

El Señor nos exhorta a que nosotros recordemos lo que Él ha hecho en nuestras vidas, eso es lo que Él nos dice en este texto, recuerda de dónde has caído, recuerda dónde yo te puse.  No te olvides de cómo te liberté y rescaté de aquel alcoholismo, de las drogas, de la pornografía.  Te aparté de compañías que no eran adecuadas para ti, de cómo te ayudé y te rescaté de aquel problema matrimonial, cómo rescaté a tu familia, de dónde saqué a tus hijos.  Te has olvidado cómo te devolví el oído, cómo te sané de aquella enfermedad. Te has olvidado cómo te di trabajo cuando estabas desempleado, de dónde te rescaté financieramente…

Es bueno que recordemos lo que Dios ha hecho en nuestras vidas, así volvemos a volcar nuestro corazón a sus pies, en estos momentos difíciles en que hemos estado, cuando Él metió sus manos en el fango para rescatarnos, encontramos la fortaleza, para hoy salir adelante, sabiendo que Dios siempre ha estado con nosotros: "Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas." (Josué 1:9).

Dios nos llama no solamente a recordar lo que ha hecho por nosotros, si no que nos llama a humillarnos delante de Él, solo así recibiremos sus bendiciones: "Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra." (2 Crónicas 7:14).

Dios nos dice que si nos humillamos y buscamos su rostro, Él perdonará nuestros pecados y sanará nuestra tierra.

Pero, ¿a qué se refiere Dios con sanar nuestra tierra?

Lógicamente El Señor se refiere a sanar nuestra alma, pero no solamente Él va a tratar con nuestra alma, Él va a sanar el lugar dónde trabajamos, el lugar dónde vivimos, el lugar dónde tenemos nuestra familia, el lugar dónde estudian nuestros hijos, esa es nuestra tierra…

Entonces, debemos humillarnos delante de Dios, para reconocer su voz y someternos a ella, es así como podremos resistir al diablo. Santiago 4:7 nos dice: "Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros."

La Palabra de Dios nos dice que busquemos su rostro y así nos convertiremos de nuestros malos caminos, esto es lo que el profeta Jeremías nos dice: "Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces." (Jeremías 33:3).

Dios nos mostrará cosas que no conocemos, o imaginamos, Dios nos revelará a su pueblo, a quienes hemos creído en Cristo, todo misterio y lo hará, por medio de su Santo Espíritu.

Muchas veces queremos cosas grandes, muchas veces queremos que Dios nos resuelva el problema, que Dios nos muestre el camino.  Qué difícil es caminar en medio de las tinieblas, cuando la duda está encima de nosotros, con nuestro corazón cargado.  Le decimos a Dios qué hago Señor, para dónde quieres que camine, qué dirección debo seguir, qué debo responder, compró o vendo, lo hago o no lo hago.  Es por esto que Dios nos dice "clama a mí", porque nosotros no tenemos la respuesta a estas preguntas, pero nuestro Señor lo sabe todo, Él sí tiene respuesta a todas nuestras inquietudes.

¿Qué es clamar?

Cuando queríamos conquistar a nuestra esposa, por ejemplo, éramos insistentes.  Podía ser que ella nos ignorara, pero insistíamos, le llevábamos flores, éramos atentos, muchos hasta fuimos poetas y cantantes. Clamábamos por el amor de ella.  A esto se refiere nuestro Dios cuando nos llama a clamar a Él.  Si lo podemos hacer en este mundo con las personas, ¿por qué no hacerlo con nuestro Señor Jesucristo?

El Señor sabe que nosotros muchas veces no entendemos lo que nos está sucediendo, por esto nos dice que le clamemos.  No sabemos cómo hará Dios para resolver nuestro problema o sacarnos de la situación en que nos encontramos, pero si clamamos a Él, nos dará la solución. Habacuc 2:3 dice: "Aunque la visión tardará aún por un tiempo, mas se apresura hacia el fin, y no mentirá; aunque tardare, espéralo, porque sin duda vendrá, no tardará."

Dios nos responderá si clamamos.  Sin embargo, cuántas veces hemos estado muy ocupados para Dios, para ir a la iglesia, para orar, para leer Su Palabra, para clamar…

Cuando clamamos, no importa si somos jóvenes o viejos, porque el brazo del Señor sigue siendo fuerte.

¿Cómo vivimos nuestra vida cristiana?

Nuestra vida de cristiano tiene que tener la medida correcta, Efesios 4:13 nos dice: "Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo."

Esta medida de la plenitud con Cristo, yo la divido en cuatro partes, por lo que entiendo que la vida de un cristiano perfecto, está conformada por estos cuatro cuartos.

1. Nuestra vida de oración.
2. La lectura de la Palabra de Dios.
3. Nuestra costumbre de congregarnos.
4. Nuestra entrega de los diezmos.

Hagamos un análisis de nuestra vida cristiana y determinemos ¿qué nos impide llegar a la medida?  Nos hemos preguntado, ¿por qué estoy teniendo problemas actualmente?  ¿Será que no estamos bien en alguno(s) de estos cuartos?

Veamos por ejemplo, que nosotros nos interesamos por el bienestar de nuestros hijos, es por esto que les inculcamos buenos principios, sin embargo, aún cuando queremos que ellos nos obedezcan, sabiendo que es lo mejor para ellos, nosotros no aplicamos estos principios en nuestra vida cristiana, y no obedecemos a Dios en lo que nos dice que hagamos, sabiendo que es lo mejor para nosotros.

Es posible que hoy hayamos sido arrogantes con nuestros hijos, nuestra esposa, nuestros vecinos. Dejemos esa arrogancia de lado y pidamos perdón.  De igual forma, pidamos ahora perdón a Dios, humillémonos delante de Él.

Logramos más cuando nos humillamos y pedimos perdón, que cuando somos arrogantes.

Meditemos un poco en la siguiente historia de 2 Reyes 5:1-15, que nos ayudará a entender hasta dónde nos ayuda recordar y cuánto nos ayuda la humildad.

"Naamán, general del ejército del rey de Siria, era varón grande delante de su señor, y lo tenía en alta estima, porque por medio de él había dado Jehová salvación a Siria.  Era este hombre valeroso en extremo, pero leproso.  Y de Siria habían salido bandas armadas, y habían llevado cautiva de la tierra de Israel a una muchacha, la cual servía a la mujer de Naamán.  Esta dijo a su señora: Si rogase mi señor al profeta que está en Samaria, él lo sanaría de su lepra.  Entrando Naamán a su señor, le relató diciendo: Así y así ha dicho una muchacha que es de la tierra de Israel.  Y le dijo el rey de Siria: Anda, ve, y yo enviaré cartas al rey de Israel.  Salió, pues, él, llevando consigo diez talentos de plata, y seis mil piezas de oro, y diez mudas de vestidos.  Tomó también cartas para el rey de Israel, que decían así: Cuando lleguen a ti estas cartas, sabe por ellas que yo envío a ti mi siervo Naamán, para que lo sanes de su lepra. Luego que el rey de Israel leyó las cartas, rasgó sus vestidos, y dijo: ¿Soy yo Dios, que mate y dé vida, para que éste envíe a mí a que sane un hombre de su lepra?  Considerad ahora, y ved cómo busca ocasión contra mí.  Cuando Eliseo el varón de Dios oyó que el rey de Israel había rasgado sus vestidos, envió a decir al rey: ¿Por qué has rasgado tus vestidos?  Venga ahora a mí, y sabrá que hay profeta en Israel.  Y vino Naamán con sus caballos y con su carro, y se paró a las puertas de la casa de Eliseo.  Entonces Eliseo le envió un mensajero, diciendo: Ve y lávate siete veces en el Jordán, y tu carne se te restaurará, y serás limpio.  Y Naamán se fue enojado, diciendo: He aquí yo decía para mí: Saldrá él luego, y estando en pie invocará el nombre de Jehová su Dios, y alzará su mano y tocará el lugar, y sanará la lepra.  Abana y Farfar, ríos de Damasco, ¿no son mejores que todas las aguas de Israel?  Si me lavare en ellos, ¿no seré también limpio?  Y se volvió, y se fue enojado.  Mas sus criados se le acercaron y le hablaron diciendo: Padre mío, si el profeta te mandara alguna gran cosa, ¿no la harías?  ¿Cuánto más, diciéndote: Lávate, y serás limpio?  El entonces descendió, y se zambulló siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del varón de Dios; y su carne se volvió como la carne de un niño, y quedó limpio."

Muchas veces no recordamos lo que Dios ha hecho por nosotros por nuestro mismo orgullo.  Así muchos matrimonios, muchas familias, muchos hogares, muchos hijos y buenos trabajos perdemos por la lepra del orgullo. Dios quiere nuestra humildad.

Veamos, ¿quién era Naamán?

a. Su nombre viene del griego "naem", que significa precioso, placentero, bien formado.
b. Su posición: General del ejército del rey de Siria.  Había medallas en su pecho.
c. Tenía popularidad y prestigio: "era varón grande delante de su señor, y lo tenía en alta estima".
d. La Biblia reconoce que era Dios quien le daba las victorias, lo que quiere decir, que el hecho de que Dios use a alguien no indica que sea salvo.
e. Era leproso. Muchos hoy estamos viviendo en el estado de Naamán, leprosos a causa del pecado.

Nuestra humillación delante de Dios

Tenemos que aceptar delante de Dios, que hemos cometido errores, si no lo hacemos seremos como Naamán.  Puede ser que seamos muy importantes en el mundo, pero unos leprosos que si no llegamos a los pies de Cristo no seremos sanados. (2 Reyes 5:1)

Cuando nos humillamos delante de Dios, entendemos que él actuará sobre nuestras vidas, trabajando a su manera y con los recursos que menos esperamos.

Una mujer sencilla le enseñaba a Naamán lo que debía hacer, y estoy seguro que esto se daba porque esta mujer en algún momento había sido curada de su lepra y conocía el poder de Dios (2 Reyes 5:2-4).  Esta mujer le dijo a Naamán, ve al profeta de Dios y Naamán decidió creer más en el rey de Siria y presentarse ante el rey de Israel.  Muchos oímos más al mundo que a Dios.  Dios nos está diciendo lo que debemos hacer, nos presenta el camino de la solución, presentarnos delante de Él, pero hemos decidido resistirnos, buscamos al banco, buscamos las drogas, buscamos el alcoholismo, medicamentos, el dinero…

Para que Naamán fuera limpio de su lepra, debía presentarse con la persona correcta, en el lugar correcto: el profeta de Dios, no el rey de Israel (2 Reyes 5:5-7).  Muchas veces, nuestra intención es buena, queremos ayudarle a Dios, pero esto complica las cosas, hace el hoyo más grande, nos hundimos más.

Dios nos llama a que nos presentemos delante de Él, donde está su bendición y prosperidad, por esto debemos ser obedientes.  Dios ha diseñado un plan perfecto para cada uno de nosotros, por esto debemos ser obedientes a Él y esforzarnos por descubrir este plan en nuestras vidas.  Así como Eliseo descubrió el problema de Naamán, y le indicó lo que debía de hacer para la solución a su lepra, así Dios sabe nuestro problema y nos dice lo que debemos de hacer para ser libres de nuestra situación. (2 Reyes 5:8-10)

Sin embargo, muchos de nosotros en muchas ocasiones nos molestamos con Dios, porque la respuesta y solución que Él nos da no nos agrada, entonces nos enojamos, nos molestamos, nuestro orgullo no nos deja ver con claridad, pensamos que somos tan importantes que Dios saldrá corriendo para hacer nuestra voluntad. (2 Reyes 5:11-12)

Dios trabajará en nosotros, si nos ve humildes delante de Él y trabajando para Él.

Muchas veces hemos pensado que nuestra solución es mejor que la de Dios (2 Reyes 5:13), aún así Dios nos insiste en su solución, porque quiere lo mejor para nosotros, y lo seguirá haciendo hasta que seamos sumisos y obedientes.  Cuando aceptemos la voluntad de Dios y recordemos de dónde Dios nos ha sacado, nuestra lepra será limpia.

No importa cuál sea nuestro problema o qué dificultad tengamos hoy, pero si obedecemos a Dios con humildad y recordamos las Bendiciones que Él ha hecho en nuestras vidas, Dios nos responderá y resolverá nuestros problemas.

ORACION:
Señor Dios, a ti la Gloria, la Honra y el Honor...

Vengo delante de ti, con un corazón contrito y humillado, invocando tu nombre, que es sobre todo nombre, y buscando tu presencia; pidiéndote Señor que te apiades de mí, y que por tu misericordia toques mi vida, para que yo logre dejar de lado mi orgullo y entender que solamente a tus pies hay libertad, sanidad y salvación.

Señor, te pido perdón, porque muchas veces no he escuchado tu voz, o no me ha parecido tu respuesta y he querido buscar mi propia solución, sin medir las malas consecuencias por mis actos.  Hoy decido Señor Jesús, subordinar mi voluntad a la tuya, obedeciéndote con humildad, y recordando siempre que tu mano poderosa ha estado conmigo en todo momento, resolviendo mi vida.  En el nombre de Cristo Jesús, AMÉN.

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