*** Lecturas de Hoy ***
- 1 Samuel 8:1-9:27
- Juan 6:22-42
- Salmos 107:1-43
- Proverbios 14:34-35
1 Samuel 8:1-9:27
Capítulo 8
Israel pide rey
8:1 Aconteció que habiendo Samuel envejecido, puso a sus hijos por jueces sobre Israel.
8:2 Y el nombre de su hijo primogénito fue Joel, y el nombre del segundo, Abías; y eran jueces en Beerseba.
8:3 Pero no anduvieron los hijos por los caminos de su padre, antes se volvieron tras la avaricia, dejándose sobornar y pervirtiendo el derecho.
8:4 Entonces todos los ancianos de Israel se juntaron, y vinieron a Ramá para ver a Samuel,
8:5 y le dijeron: He aquí tú has envejecido, y tus hijos no andan en tus caminos; por tanto, constitúyenos ahora un rey que nos juzgue, como tienen todas las naciones.
8:6 Pero no agradó a Samuel esta palabra que dijeron: Danos un rey que nos juzgue. Y Samuel oró a Jehová.
8:7 Y dijo Jehová a Samuel: Oye la voz del pueblo en todo lo que te digan; porque no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos.
8:8 Conforme a todas las obras que han hecho desde el día que los saqué de Egipto hasta hoy, dejándome a mí y sirviendo a dioses ajenos, así hacen también contigo.
8:9 Ahora, pues, oye su voz; mas protesta solemnemente contra ellos, y muéstrales cómo les tratará el rey que reinará sobre ellos.
8:10 Y refirió Samuel todas las palabras de Jehová al pueblo que le había pedido rey.
8:11 Dijo, pues: Así hará el rey que reinará sobre vosotros: tomará vuestros hijos, y los pondrá en sus carros y en su gente de a caballo, para que corran delante de su carro;
8:12 y nombrará para sí jefes de miles y jefes de cincuentenas; los pondrá asimismo a que aren sus campos y sieguen sus mieses, y a que hagan sus armas de guerra y los pertrechos de sus carros.
8:13 Tomará también a vuestras hijas para que sean perfumadoras, cocineras y amasadoras.
8:14 Asimismo tomará lo mejor de vuestras tierras, de vuestras viñas y de vuestros olivares, y los dará a sus siervos.
8:15 Diezmará vuestro grano y vuestras viñas, para dar a sus oficiales y a sus siervos.
8:16 Tomará vuestros siervos y vuestras siervas, vuestros mejores jóvenes, y vuestros asnos, y con ellos hará sus obras.
8:17 Diezmará también vuestros rebaños, y seréis sus siervos.
8:18 Y clamaréis aquel día a causa de vuestro rey que os habréis elegido, mas Jehová no os responderá en aquel día.
8:19 Pero el pueblo no quiso oír la voz de Samuel, y dijo: No, sino que habrá rey sobre nosotros;
8:20 y nosotros seremos también como todas las naciones, y nuestro rey nos gobernará, y saldrá delante de nosotros, y hará nuestras guerras.
8:21 Y oyó Samuel todas las palabras del pueblo, y las refirió en oídos de Jehová.
8:22 Y Jehová dijo a Samuel: Oye su voz, y pon rey sobre ellos. Entonces dijo Samuel a los varones de Israel: Idos cada uno a vuestra ciudad.
Capítulo 9
Saúl es elegido rey
9:1 Había un varón de Benjamín, hombre valeroso, el cual se llamaba Cis, hijo de Abiel, hijo de Zeror, hijo de Becorat, hijo de Afía, hijo de un benjamita.
9:2 Y tenía él un hijo que se llamaba Saúl, joven y hermoso. Entre los hijos de Israel no había otro más hermoso que él; de hombros arriba sobrepasaba a cualquiera del pueblo.
9:3 Y se habían perdido las asnas de Cis, padre de Saúl; por lo que dijo Cis a Saúl su hijo: Toma ahora contigo alguno de los criados, y levántate, y ve a buscar las asnas.
9:4 Y él pasó el monte de Efraín, y de allí a la tierra de Salisa, y no las hallaron. Pasaron luego por la tierra de Saalim, y tampoco. Después pasaron por la tierra de Benjamín, y no las encontraron.
9:5 Cuando vinieron a la tierra de Zuf, Saúl dijo a su criado que tenía consigo: Ven, volvámonos; porque quizá mi padre, abandonada la preocupación por las asnas, estará acongojado por nosotros.
9:6 El le respondió: He aquí ahora hay en esta ciudad un varón de Dios, que es hombre insigne; todo lo que él dice acontece sin falta. Vamos, pues, allá; quizá nos dará algún indicio acerca del objeto por el cual emprendimos nuestro camino.
9:7 Respondió Saúl a su criado: Vamos ahora; pero ¿qué llevaremos al varón? Porque el pan de nuestras alforjas se ha acabado, y no tenemos qué ofrecerle al varón de Dios. ¿Qué tenemos?
9:8 Entonces volvió el criado a responder a Saúl, diciendo: He aquí se halla en mi mano la cuarta parte de un siclo de plata; esto daré al varón de Dios, para que nos declare nuestro camino.
9:9 (Antiguamente en Israel cualquiera que iba a consultar a Dios, decía así: Venid y vamos al vidente; porque al que hoy se llama profeta, entonces se le llamaba vidente.)
9:10 Dijo entonces Saúl a su criado: Dices bien; anda, vamos. Y fueron a la ciudad donde estaba el varón de Dios.
9:11 Y cuando subían por la cuesta de la ciudad, hallaron unas doncellas que salían por agua, a las cuales dijeron: ¿Está en este lugar el vidente?
9:12 Ellas, respondiéndoles, dijeron: Sí; helo allí delante de ti; date prisa, pues, porque hoy ha venido a la ciudad en atención a que el pueblo tiene hoy un sacrificio en el lugar alto.
9:13 Cuando entréis en la ciudad, le encontraréis luego, antes que suba al lugar alto a comer; pues el pueblo no comerá hasta que él haya llegado, por cuanto él es el que bendice el sacrificio; después de esto comen los convidados. Subid, pues, ahora, porque ahora le hallaréis.
9:14 Ellos entonces subieron a la ciudad; y cuando estuvieron en medio de ella, he aquí Samuel venía hacía ellos para subir al lugar alto.
9:15 Y un día antes que Saúl viniese, Jehová había revelado al oído de Samuel, diciendo:
9:16 Mañana a esta misma hora yo enviaré a ti un varón de la tierra de Benjamín, al cual ungirás por príncipe sobre mi pueblo Israel, y salvará a mi pueblo de mano de los filisteos; porque yo he mirado a mi pueblo, por cuanto su clamor ha llegado hasta mí.
9:17 Y luego que Samuel vio a Saúl, Jehová le dijo: He aquí éste es el varón del cual te hablé; éste gobernará a mi pueblo.
9:18 Acercándose, pues, Saúl a Samuel en medio de la puerta, le dijo: Te ruego que me enseñes dónde está la casa del vidente.
9:19 Y Samuel respondió a Saúl, diciendo: Yo soy el vidente; sube delante de mí al lugar alto, y come hoy conmigo, y por la mañana te despacharé, y te descubriré todo lo que está en tu corazón.
9:20 Y de las asnas que se te perdieron hace ya tres días, pierde cuidado de ellas, porque se han hallado. Mas ¿para quién es todo lo que hay de codiciable en Israel, sino para ti y para toda la casa de tu padre?
9:21 Saúl respondió y dijo: ¿No soy yo hijo de Benjamín, de la más pequeña de las tribus de Israel? Y mi familia ¿no es la más pequeña de todas las familias de la tribu de Benjamín? ¿Por qué, pues, me has dicho cosa semejante?
9:22 Entonces Samuel tomó a Saúl y a su criado, los introdujo a la sala, y les dio lugar a la cabecera de los convidados, que eran unos treinta hombres.
9:23 Y dijo Samuel al cocinero: Trae acá la porción que te di, la cual te dije que guardases aparte.
9:24 Entonces alzó el cocinero una espaldilla, con lo que estaba sobre ella, y la puso delante de Saúl. Y Samuel dijo: He aquí lo que estaba reservado; ponlo delante de ti y come, porque para esta ocasión se te guardó, cuando dije: Yo he convidado al pueblo. Y Saúl comió aquel día con Samuel.
9:25 Y cuando hubieron descendido del lugar alto a la ciudad, él habló con Saúl en el terrado.
9:26 Al otro día madrugaron; y al despuntar el alba, Samuel llamó a Saúl, que estaba en el terrado, y dijo: Levántate, para que te despida. Luego se levantó Saúl, y salieron ambos, él y Samuel.
9:27 Y descendiendo ellos al extremo de la ciudad, dijo Samuel a Saúl: Di al criado que se adelante (y se adelantó el criado), mas espera tú un poco para que te declare la palabra de Dios.
Juan 6:22-42
La gente busca a Jesús
6:22 El día siguiente, la gente que estaba al otro lado del mar vio que no había habido allí más que una sola barca, y que Jesús no había entrado en ella con sus discípulos, sino que éstos se habían ido solos.
6:23 Pero otras barcas habían arribado de Tiberias junto al lugar donde habían comido el pan después de haber dado gracias el Señor.
6:24 Cuando vio, pues, la gente que Jesús no estaba allí, ni sus discípulos, entraron en las barcas y fueron a Capernaum, buscando a Jesús.
Jesús, el pan de vida
6:25 Y hallándole al otro lado del mar, le dijeron: Rabí, ¿cuándo llegaste acá?
6:26 Respondió Jesús y les dijo: De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis.
6:27 Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; porque a éste señaló Dios el Padre.
6:28 Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios?
6:29 Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado.
6:30 Le dijeron entonces: ¿Qué señal, pues, haces tú, para que veamos, y te creamos? ¿Qué obra haces?
6:31 Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Pan del cielo les dio a comer.
6:32 Y Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: No os dio Moisés el pan del cielo, mas mi Padre os da el verdadero pan del cielo.
6:33 Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo.
6:34 Le dijeron: Señor, danos siempre este pan.
6:35 Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.
6:36 Mas os he dicho, que aunque me habéis visto, no creéis.
6:37 Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera.
6:38 Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.
6:39 Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.
6:40 Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.
6:41 Murmuraban entonces de él los judíos, porque había dicho: Yo soy el pan que descendió del cielo.
6:42 Y decían: ¿No es éste Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo, pues, dice éste: Del cielo he descendido?
Salmos 107:1-43
LIBRO V
Dios libra de la aflicción
107:1 Alabad a Jehová, porque él es bueno;Porque para siempre es su misericordia.
107:2 Díganlo los redimidos de Jehová,
Los que ha redimido del poder del enemigo,
107:3 Y los ha congregado de las tierras,
Del oriente y del occidente,
Del norte y del sur.
107:4 Anduvieron perdidos por el desierto, por la soledad sin camino,
Sin hallar ciudad en donde vivir.
107:5 Hambrientos y sedientos,
Su alma desfallecía en ellos.
107:6 Entonces clamaron a Jehová en su angustia,
Y los libró de sus aflicciones.
107:7 Los dirigió por camino derecho,
Para que viniesen a ciudad habitable.
107:8 Alaben la misericordia de Jehová,
Y sus maravillas para con los hijos de los hombres.
107:9 Porque sacia al alma menesterosa,
Y llena de bien al alma hambrienta.
107:10 Algunos moraban en tinieblas y sombra de muerte,
Aprisionados en aflicción y en hierros,
107:11 Por cuanto fueron rebeldes a las palabras de Jehová,
Y aborrecieron el consejo del Altísimo.
107:12 Por eso quebrantó con el trabajo sus corazones;
Cayeron, y no hubo quien los ayudase.
107:13 Luego que clamaron a Jehová en su angustia,
Los libró de sus aflicciones;
107:14 Los sacó de las tinieblas y de la sombra de muerte,
Y rompió sus prisiones.
107:15 Alaben la misericordia de Jehová,
Y sus maravillas para con los hijos de los hombres.
107:16 Porque quebrantó las puertas de bronce,
Y desmenuzó los cerrojos de hierro.
107:17 Fueron afligidos los insensatos, a causa del camino de su rebelión
Y a causa de sus maldades;
107:18 Su alma abominó todo alimento,
Y llegaron hasta las puertas de la muerte.
107:19 Pero clamaron a Jehová en su angustia,
Y los libró de sus aflicciones.
107:20 Envió su palabra, y los sanó,
Y los libró de su ruina.
107:21 Alaben la misericordia de Jehová,
Y sus maravillas para con los hijos de los hombres;
107:22 Ofrezcan sacrificios de alabanza,
Y publiquen sus obras con júbilo.
107:23 Los que descienden al mar en naves,
Y hacen negocio en las muchas aguas,
107:24 Ellos han visto las obras de Jehová,
Y sus maravillas en las profundidades.
107:25 Porque habló, e hizo levantar un viento tempestuoso,
Que encrespa sus ondas.
107:26 Suben a los cielos, descienden a los abismos;
Sus almas se derriten con el mal.
107:27 Tiemblan y titubean como ebrios,
Y toda su ciencia es inútil.
107:28 Entonces claman a Jehová en su angustia,
Y los libra de sus aflicciones.
107:29 Cambia la tempestad en sosiego,
Y se apaciguan sus ondas.
107:30 Luego se alegran, porque se apaciguaron;
Y así los guía al puerto que deseaban.
107:31 Alaben la misericordia de Jehová,
Y sus maravillas para con los hijos de los hombres.
107:32 Exáltenlo en la congregación del pueblo,
Y en la reunión de ancianos lo alaben.
107:33 El convierte los ríos en desierto,
Y los manantiales de las aguas en sequedales;
107:34 La tierra fructífera en estéril,
Por la maldad de los que la habitan.
107:35 Vuelve el desierto en estanques de aguas,
Y la tierra seca en manantiales.
107:36 Allí establece a los hambrientos,
Y fundan ciudad en donde vivir.
107:37 Siembran campos, y plantan viñas,
Y rinden abundante fruto.
107:38 Los bendice, y se multiplican en gran manera;
Y no disminuye su ganado.
107:39 Luego son menoscabados y abatidos
A causa de tiranía, de males y congojas.
107:40 El esparce menosprecio sobre los príncipes,
Y les hace andar perdidos, vagabundos y sin camino.
107:41 Levanta de la miseria al pobre,
Y hace multiplicar las familias como rebaños de ovejas.
107:42 Véanlo los rectos, y alégrense,
Y todos los malos cierren su boca.
107:43 ¿Quién es sabio y guardará estas cosas,
Y entenderá las misericordias de Jehová?
Proverbios 14:34-35
14:34 La justicia engrandece a la nación;
Mas el pecado es afrenta de las naciones.
14:35 La benevolencia del rey es para con el servidor entendido;
Mas su enojo contra el que lo avergüenza.
Mas el pecado es afrenta de las naciones.
14:35 La benevolencia del rey es para con el servidor entendido;
Mas su enojo contra el que lo avergüenza.
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