Como ya bien sabemos, existe un camino de salvación dado a los hombres por nuestro Dios Todopoderoso. Ese camino es Jesucristo… (Hechos 4-12).
También sabemos, que en este camino existe una promesa aliviadora para nosotros, promesa que nos da confianza, promesa que nos da ánimo, promesa que nos reconforta. Ninguno de nosotros por torpe que sea se perderá en este camino (Isaías 35:8).
Pero… ¿Cómo podemos entrar en el camino de salvación?
Solamente quien reconozca que ha estado haciendo las cosas a su manera y no como Dios lo ha establecido, puede entrar y andar por el camino perfecto que el Señor nos ofrece. Al reconocer nuestros pecados Dios nos perdonará y nos limpiará de toda maldad (I Juan 1:9) "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad".
Así es, reconocer nuestro pecado (arrepentirnos) es un requisito básico para entrar al camino de salvación, que es nuestro Señor Jesús.
¿Es el remordimiento igual al arrepentimiento?
Muchas personas creen que el arrepentimiento es reconocer que estamos haciendo algo malo (buen principio), pero el arrepentimiento incluye también el firme propósito de cambiar, de lo contrario nuestra situación seguirá siendo la misma.
Es decir, el verdadero arrepentimiento, es reconocer y aceptar que no estábamos haciendo lo correcto, lo que incluye un propósito firme de cambiar, por lo que debemos humillarnos ante Dios, pedirle que nos perdone y nos ayude a cambiar.
Leamos Salmo 51:1-12
"Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones.
Lávame más y más de mi maldad, Y límpiame de mi pecado.
Porque yo reconozco mis rebeliones, Y mi pecado está siempre delante de mí.
Contra ti, contra ti solo he pecado, Y he hecho lo malo delante de tus ojos;
Para que seas reconocido justo en tu palabra, Y tenido por puro en tu juicio.
He aquí, en maldad he sido formado, Y en pecado me concibió mi madre.
He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo, Y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría.
Purifícame con hisopo, y seré limpio; Lávame, y seré más blanco que la nieve.
Hazme oír gozo y alegría, Y se recrearán los huesos que has abatido.
Esconde tu rostro de mis pecados, Y borra todas mis maldades.
Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, Y renueva un espíritu recto dentro de mí.
No me eches de delante de ti, Y no quites de mí tu santo Espíritu.
Vuélveme el gozo de tu salvación, Y espíritu noble me sustente".
De acuerdo a la oración del Rey David quedan claros tres elementos básicos en el arrepentimiento.
PRIMERO
Debemos arrepentirnos sin excusas de nuestro pecado y rebelión contra Dios.
SEGUNDO
SEGUNDO
Debemos entender que solamente DIOS puede limpiarnos, purificarnos y renovarnos de nuestra situación de pecado.
TERCERO
TERCERO
Debemos anhelar en nuestro corazón agradarle a Dios, deseando apartarnos del camino de la maldad.
¿Podemos decidir cambiar nuestras vidas para siempre?
En el andar de nuestra vida hemos tomado muchas decisiones, decisiones que nos afectan por un tiempo corto o decisiones que tienen repercusiones a largo plazo, pero hay una decisión que es por toda la eternidad, una decisión cambiará por completo nuestra vida, la de aceptar a Jesús como el Señor de mi vida.
Esta no es una decisión común, es una decisión que cambiará el rumbo de nuestra vida en 180o.
Para tomar esta decisión debemos considerar lo siguiente:
1. Reconocer que necesitamos arrepentirnos y querer hacerlo.
2. Pedirle a Dios que nos limpie de todos nuestros pecados.
3. Entregar todo nuestro ser y nuestro destino completo a Jesucristo, para que el se haga cargo de llevarnos por el camino de vida.
Si aún no has tomado esta decisión, la más importante de tu vida, este puede ser el momento que Dios tiene para ti, puedes hacer esta oración que cambiará tu vida.
ORACION
Padre, en este momento, reconozco que te necesito y que he pecado contra ti, y entiendo Señor que tú me amas y que por esto has enviado a tu hijo Jesús para morir por mis pecados y mis enfermedades.
Reconozco Señor, que deseas lo mejor para mí y que no puedo caminar sin que gobiernes mi vida, por eso abro mi corazón para que Jesús pueda entrar y cambiar mi forma de ser.
Señor Jesús, reconozco que tu eres mi Señor y mi Salvador, que nada soy sin ti y que solo en tu presencia puedo andar por el camino de salvación.
Gracias Señor, en el nombre de Cristo Jesús, AMÉN.
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