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miércoles, 29 de febrero de 2012

Entrad y poseed la tierra

Al aceptar a Cristo en nuestro corazón como nuestro Señor y suficiente Salvador, hemos sido renovados: "De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es." (2 Corintios 5:17a - RVA), hechos sus hijos: "Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios." (Juan 1:12 – RVA), y libertados de toda esclavitud para el disfrute de nuestra vida eterna: "Pero ahora, libres de la esclavitud del pecado, han entrado al servicio de Dios. Esto sí les es provechoso, pues el resultado es la vida santa y, finalmente, la vida eterna." (Romanos 6:22 – DHH)

Sin embargo, nos hemos preguntado: ¿cuánto valor damos a estas tres realidades en nuestra vida?

Muy pocos de nosotros asume estás realidades para sí mismos. Así como el pueblo de Israel después de ser liberado de una esclavitud de más de 400 años, a la que fue sometido por Egipto, seguía teniendo su mentalidad de esclavos, por lo general, nuestra mentalidad sigue siendo una mentalidad de esclavos, la cual nos infunde temor e inseguridad.

¿Por qué sucede esto?

Es posible que al entrar en nuestra vida cristiana, creamos que de ahora en adelante todo va a ser más fácil, y realmente así es, puesto que Dios se encargará de todas nuestras situaciones; sin embargo esto no quiere decir, que no tengamos malas situaciones como "pequeños ungidos", claro que las tendremos. He aquí el problema, pensar que en nuestra nueva vida no tendremos aflicciones, Jesús mismo dijo: "En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo." (Juan 16:33b – RVA). Entonces cuando estamos en un "desierto", queremos retroceder.

Mucho tiempo hemos pasado en esclavitud y una vez libres, aún falta que caigan las cadenas del orgullo, y de nuestra forzada y mal aprendida visión de la vida.

Entonces, ¿cómo entrar y poseer la tierra que Dios ha preparado para nosotros?

Para poder entrar y poseer nuestra tierra debemos seguir tres pasos.

◊ Quitar nuestra mentalidad de esclavos

Los israelitas, mientras estaban en el desierto, en muchas ocasiones añoraron lo que tenían en Egipto y desagradecidos con Dios le increpaban: "Y les decían los hijos de Israel: Ojalá hubiéramos muerto por mano de Jehová en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos a las ollas de carne, cuando comíamos pan hasta saciarnos; pues nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda esta multitud." (Éxodo 16:3 – RVA).

Nuestra mentalidad de esclavos hace que por nuestro temor, no veamos lo que Dios ha hecho, está haciendo y hará en nosotros, impidiendo que escuchemos la voz de Dios.

Bien sabemos que como seres humanos somos pecadores y por lo tanto esclavos, según nos dice Juan 8:34 – RVA: "Jesús les dijo: Les aseguro que todos los que pecan son esclavos del pecado.", pero también sabemos, que al recibir a Cristo Jesús como nuestro Salvador y Señor, somos hijos de Dios. (Juan 1:12 – RVA)

¿Por qué seguimos pensando como esclavos?

Nuestro pensamiento de esclavitud no es más que un espíritu que se alimenta de nuestra falta de relación con Dios, por lo que para librarnos de él debemos fortalecer y avivar, nuestra relación con Dios.

La Biblia dice en Juan 8:35: "Ahora bien, el esclavo no se queda para siempre en la familia; pero el hijo sí se queda en ella para siempre."

Este texto nos dice claramente que:

● Debemos tener una conexión constante con Dios, una relación PADRE / HIJO, de lo contrario no podremos pertenecer a su familia.

● Si no tenemos esta constante relación con Dios, nuestro vínculo será inseguro y precario, alimentando los espíritus de temor y esclavitud, separándonos de la familia de Dios.

● La constante relación con Dios nos hará crecer espiritualmente, y esto será lo que nos dé la libertad: "Pero también digo: Entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo." (Gálatas 4:1 – RVA)

Ahora libres, podemos comprender que Dios nos dio esta libertad para hacernos sus hijos. Quien vive bajo el espíritu de esclavitud vive en temor, pero quien vive bajo es el espíritu de adopción disfruta de seguridad, esperanza y ánimo.

◊ Escuchar voz de Dios

"El Señor dirige los pasos del hombre y lo pone en el camino que a él le agrada."
Salmos 37:23 – DHH

Dios ordenó a los israelitas una estadía de casi un año al pie del monte Sinaí, en Horeb. El pueblo se sentó a los pies de su Dios para aprender lecciones maravillosas, pero no iban a quedarse allí para siempre…

El apóstol Pedro habló por muchos cuando dijo: "Señor, ¡qué bien que estemos aquí!" (Mateo 17:4a – DHH). ¡Cuántos cristianos permanecen en estado de niñez espiritual en lugar de ir hacia adelante a la perfección!, tal y como nos dice Hebreos 5:12 – NVI: "En realidad, a estas alturas ya deberían ser maestros, y sin embargo necesitan que alguien vuelva a enseñarles las verdades más elementales de la palabra de Dios. Dicho de otro modo, necesitan leche en vez de alimento sólido."

En toda nuestra vida, al llegar a cierto punto, la única manera de aprender más es poner por obra lo que ya sabemos. El filósofo griego Platón dijo: "El que aprende y aprende, y no practica lo que sabe, es como el que ara y nunca siembra".

Debemos entonces, poner en práctica lo que hemos aprendido de la Palabra de Dios, y debemos empezar por nuestras propias vidas.

Un estancamiento, ¿temporal…?

El que el pueblo de Israel estuviese a los pies del monte Sinaí era temporal, por lo que debemos entender que nuestra parada hoy, nuestro desierto, también es temporal. Dios quería entregar Canaán a su pueblo, esta era la meta. De igual forma desea para nosotros como meta, que alcancemos nuestra tierra prometida.

La voz del Señor viene a nosotros en estos días: "Habéis estado bastante tiempo en este monte… entrad y poseed la tierra…" (Deuteronomio 1:6,8 – RVA).

La tierra prometida no es una teoría que se debe aprender, es un terreno que se debe apropiar.

Habiendo los israelitas emprendido el viaje otra vez desde Horeb hasta la tierra prometida, su falta de fe los hizo rodear otro monte. Llegaron hasta la misma frontera de la tierra de sus esperanzas, oyeron el informe de sus glorias, gustaron los frutos deliciosos de sus valles, pero, ¡he aquí, las dificultades! Desmayaron y se quedaron en Cades por muchos días, dieron rodeos alrededor del monte Seir. Anduvieron, pero no avanzaron…

En nuestra vida espiritual, nos confronta el peligro del estancamiento, del servicio rutinario, a causa de las dificultades encontradas al emprender nuevas maneras de agradar y servir al Señor. Muchos de nosotros, tal vez no hemos dado ni un solo paso adelante por largo tiempo, manteniendo las actividades de costumbre y no creciendo en nuestra relación y servicio a Dios.

La Biblia dice en Juan 10:10 – RVA: "El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia." Es por esto que estamos estancados, es por esto que no logramos conquistar la tierra que Dios ya nos ha dado. El diablo no quiere que obedezcamos la voz de Dios, porque si lo hacemos, tendremos bendiciones en abundancia y la gloria de Dios descenderá a nuestras vidas.

Levítico 9:6 – RVA dice: "Entonces Moisés dijo: Esto es lo que mandó Jehová; hacedlo, y la gloria de Jehová se os aparecerá." El enemigo desea robarnos nuestras bendiciones, destruirnos y no permitir que la gloria de Dios aparezca en nuestras vidas.

Ya Dios ha hecho su parte, Él nos ha dicho: “está hecho”. Ahora debemos dejar atrás toda falta de decisión, todo engaño del diablo y todo temor, y entrar y poseer lo que Dios nos ha dado.

◊ Circuncidar nuevamente nuestra carne

"En aquel tiempo Jehová dijo a Josué: Hazte cuchillos afilados, y vuelve a circuncidar la segunda vez a los hijos de Israel. Y Josué se hizo cuchillos afilados, y circuncidó a los hijos de Israel en el collado de Aralot."
Josué 5:2-3 – RVA

Es necesario que hoy tomemos la decisión de conquistar nuestro Canaán, debemos hoy mismo dejar de caminar sin avanzar, debemos perdonar y eliminar toda raíz de amargura de nuestro corazón, hoy es necesario que eliminemos de nuestra vida esos pecados que hemos estado arrastrando durante tanto tiempo, hoy debemos quitar de nosotros toda desidia, toda falta de interés, y decidirnos a creer. ¡Decidirnos hoy!

Josué tomó la decisión, siguiendo las órdenes de Dios y entonces…: "Y cuando acabaron de circuncidar a toda la gente, se quedaron en el mismo lugar en el campamento, hasta que sanaron. Y Jehová dijo a Josué: Hoy he quitado de vosotros el oprobio de Egipto; por lo cual el nombre de aquel lugar fue llamado Gilgal, hasta hoy. Y los hijos de Israel acamparon en Gilgal, y celebraron la pascua a los catorce días del mes, por la tarde, en los llanos de Jericó. Al otro día de la pascua comieron del fruto de la tierra, los panes sin levadura, y en el mismo día espigas nuevas tostadas." (Josué 5:8-11 – RVA)

De nuestra decisión depende que veamos las maravillas de Dios sobre nuestras vidas, podemos seguir comiendo maná, claro hasta hoy nada nos ha faltado, pero Dios quiere que entremos y poseamos, porque ahí en la "Tierra Prometida" hay abundancia. Si tomamos hoy la decisión de entrar y poseer, entonces nuestra condición cambiará y la abundancia de Dios estará sobre nuestras vidas, porque Dios nos habrá liberado en nuestro espíritu de toda humillación (oprobio).

Debemos declarar con fe, que mi casa y yo serviremos a Dios, trayendo bendición, abundancia y salud a nuestra casa (Éxodo 23:25 – RVA).

Dios tiene grandes maravillas para nosotros y está dispuesto a hacerlas realidad en nuestras vidas, sorprendiéndonos en gran manera: "El Señor dijo: Pongan atención: yo hago ahora una alianza ante todo tu pueblo. Voy a hacer cosas maravillosas que no han sido hechas en ninguna otra nación de la tierra, y toda la gente entre la que ustedes se encuentran verá lo que el Señor puede hacer, pues será maravilloso lo que yo haré con ustedes." (Éxodo 34:10 – DHH)

Debemos permitir a Dios que realice sus planes sobre nuestras vidas, porque esto es lo mejor que nos puede pasar: "Yo sé los planes que tengo para ustedes, planes para su bienestar y no para su mal, a fin de darles un futuro lleno de esperanza. Yo, el Señor, lo afirmo." (Jeremías 29:11 – DHH)


ORACIÓN
Padre celestial, te doy gracias Señor, porque sé que tus planes sobre mi vida y todo lo que ella envuelve, mi trabajo, mis hijos, mi matrimonio…, son planes de bienestar según tu propósito.

Hoy Padre, te pido perdón porque he estado estancado, esperando al pie del monte, sin avanzar, sin escuchar tu voz y tus ordenanzas. Hoy decido empezar a caminar, hoy decido quitar de mí todo aquello que no me ha permitido escucharte, todo temor, todo pecado, toda conformidad, que me mantiene con arraigo al pasado.

Señor, hoy decido entrar y conquistar mi Canaán, sabiendo que a partir de esta decisión mi condición cambiará y recibiré de las abundancias que tienes para mí, AMÉN.

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