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jueves, 25 de febrero de 2010

La sanidad como favor de Dios

La Biblia dice que los cristianos estamos rodeados con un escudo protector: "Porque tú, oh Jehová, bendecirás al justo; como con un escudo lo rodearás de tu favor." (Salmos 5:12).

Este escudo protector es la presencia de Dios que nos rodea de tal manera que no nos queda otra cosa más que rendirnos ante Su Majestad.  Como cristianos somos imbatibles, no por nuestro poder sino por la Gracia del Señor.  Podemos estar en medio de una situación extrema y a la vez sentir la seguridad que sólo Cristo nos puede dar.

¿Qué nos aleja del favor de Dios?

Una película de terror puede originar en nosotros una serie de reacciones y sensaciones que nos perturban, incluso es posible que empecemos a escuchar ruidos que antes no escuchábamos, alejándonos de la realidad.  Es por esto que experimentar el temor es una de las peores sensaciones del ser humano.

El temor puede ser causado por innumerables situaciones como, el fracaso amoroso, perder el trabajo, la familia o un ser querido, y los problemas en nuestra salud.  Es imposible evitar que los temores lleguen a nuestras vidas, pero lo que sí podemos hacer es detenerlos en nombre de Jesús, pues sólo Él, es nuestra luz, fortaleza y salvación.

Ante el temor podemos tomar dos caminos:

1. Dejarnos llevar por nuestros temores y vivir enlazados y presa de ellos, lo que hará de nosotros personas frustradas y nos impide disfrutar la vida.

2. Confiar en el Señor y entregarle nuestros temores, permitiendo que él haga su obra en nosotros, para darnos paz en medio de las tormentas más severas de nuestra vida.  Proverbios 29:25, dice: "El temor del hombre pondrá lazo; más es que confía en Jehová será exaltado".

La Biblia nos enseña en el Salmo 27:1 que: "Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?".  Es claro que el salmista tenía los mismos temores que nosotros podemos tener, sin embargo nos enseña que no debemos dejar que esos temores nos dominen, fue así como confiadamente proclamó que si el Señor estaba de su lado, no había persona o situación que lo hiciera temer.

¿Qué logra que recibamos el favor de Dios?

1. Nuestra fe

La fe es el mejor "anti-temor" que existe, pues nos da tranquilidad, paz y seguridad para enfrentar aquellas circunstancias difíciles.  Al igual que el salmista debemos declarar que nada ni nadie, puede llegar a nosotros para hacernos daño.  Isaías 54:17 reafirma esto: "Ninguna arma forjada contra ti prosperará, y condenarás toda lengua que se levante contra ti en juicio.  Esta es la herencia de los siervos de Jehová, y su salvación de mí vendrá, dijo Jehová".

Debemos entender que nuestro Dios tiene poder absoluto para actuar, ya que no hay nada imposible para él (Lucas 1:37).  Leamos Mateo 8:5-10: "Entrando Jesús en Capernaum, vino a él un centurión, rogándole, y diciendo: Señor, mi criado está postrado en casa, paralítico, gravemente atormentado.  Y Jesús le dijo: Yo iré y le sanaré.  Respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará.  Porque también yo soy hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace.  Al oírlo Jesús, se maravilló, y dijo a los que le seguían: De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe".

2. La confianza

En la soledad vienen los temores, miedos, desesperación y toda clase de sensaciones que nos causan un verdadero malestar, haciendo difíciles y tumultuosas nuestras vidas.

En la presencia de Dios hay descanso renovador y paz, por lo que podemos dormir seguros: "Tendrás confianza, porque hay esperanza; mirarás alrededor, y dormirás seguro" (Job 11:18).

Cuando desarrollamos nuestra confianza en Dios, podemos ver nuestro futuro con esperanza y al acostarnos podremos descansar con una sensación única de seguridad y paz.

La sanidad como favor de Dios

Aunque cada enfermedad (física, mental o emocional), tiene su origen en algo diferente, para todas ellas existe la misma sanidad: La que provee nuestro Señor Jesucristo.

Es muy común pensar, que Dios y la ciencia médica se contradicen, cuando en realidad vienen de la misma fuente, aunque de diferente forma.  La sanidad entonces, siempre será milagrosa, ya sea por medio de los médicos y los tratamientos que ellos pueden darnos, pues si nuestro cuerpo no asimila estos tratamientos no podría ser sano, o bien por la acción directa de Dios.  Jeremías 33:6 dice: "He aquí que yo les traeré sanidad y medicina; y los curaré, y les revelaré abundancia de paz y de verdad".

Jesucristo es nuestro sanador por excelencia y su obra en la cruz ha sido magnífica de tal forma que seamos doblemente sanados: 1) Sanos en el alma al recibir la salvación eterna y 2) Sanos de nuestras enfermedades y dolencias.

Dios puede cortar todo síntoma o enfermedad: "Mas yo haré venir sanidad para ti, y sanaré tus heridas, dice Jehová" (Jeremías 30:17a).

ORACION:
Tu bien sabes Señor la causa de mis temores y más allá de estas causas, decido renunciar todo temor en mi vida y me cubro con tu Gloriosa Presencia, que me da tranquilidad y seguridad.  Qué bueno Señor, que tú me das la solución para cambiar mis noches de pesadillas y temores, en noches llenas de paz y esperanza. Señor, te doy gracias por la medicina, pero más gracias aún te doy, porque en ti está la más efectiva sanidad que necesito.  Sé que en este momento recorres mi cuerpo con tu poder y recibo tu sanidad divina.  Gracias Jesús porque en ti puedo confiar, sabiendo que nunca me fallarás, AMÉN.

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