Muchas personas quieren que Dios cumpla su propósito en ellos, pero no quieren atravesar procesos; sin embargo, para llegar al cumplimiento del propósito divino necesitamos ser procesados, ya que de otra manera no estaremos capacitados para atender este propósito. Si no somos atravesados por procesos, entonces vivimos por vivir y no tendremos un propósito en la vida, y Dios tiene un propósito para nosotros: "El Señor cumplirá en mí su propósito. Tu gran amor, Señor, perdura para siempre; ¡no abandones la obra de tus manos!" (Salmos 138:8 – NVI)
Los procesos son el camino al Propósito de Dios en nuestras vidas. Si abandonamos el proceso, también abandonamos nuestro propósito.
José fue nombrado como segundo en Egipto, y para llegar a serlo tuvo que ser atravesado por distintos procesos que casi le cuestan la vida (la cisterna, la esclavitud, la cárcel), pero aun en medio de todo lo difícil que vivió no se rindió, sino que permaneció firme para alcanzar el propósito de Dios.
Tal cual es el propósito de Dios para nosotros, de la misma manera es el proceso; a veces luchamos por grandes cosas, pero entonces tendremos que atravesar grandes procesos.
Veamos como la Biblia nos explica en Génesis 45, el plan maestro de Dios en nuestras vidas.
"No podía ya José contenerse delante de todos los que estaban al lado suyo, y clamó: Haced salir de mi presencia a todos. Y no quedó nadie con él, al darse a conocer José a sus hermanos. Entonces se dio a llorar a gritos; y oyeron los egipcios, y oyó también la casa de Faraón. Y dijo José a sus hermanos: Yo soy José; ¿vive aún mi padre? Y sus hermanos no pudieron responderle, porque estaban turbados delante de él. Entonces dijo José a sus hermanos: Acercaos ahora a mí. Y ellos se acercaron. Y él dijo: Yo soy José vuestro hermano, el que vendisteis para Egipto. Ahora, pues, no os entristezcáis, ni os pese de haberme vendido acá; porque para preservación de vida me envió Dios delante de vosotros. Pues ya ha habido dos años de hambre en medio de la tierra, y aún quedan cinco años en los cuales ni habrá arada ni siega. Y Dios me envió delante de vosotros, para preservaros posteridad sobre la tierra, y para daros vida por medio de gran liberación. Así, pues, no me enviasteis acá vosotros, sino Dios, que me ha puesto por padre de Faraón y por señor de toda su casa, y por gobernador en toda la tierra de Egipto. Daos prisa, id a mi padre y decidle: Así dice tu hijo José: Dios me ha puesto por señor de todo Egipto; ven a mí, no te detengas. Habitarás en la tierra de Gosén, y estarás cerca de mí, tú y tus hijos, y los hijos de tus hijos, tus ganados y tus vacas, y todo lo que tienes. Y allí te alimentaré, pues aún quedan cinco años de hambre, para que no perezcas de pobreza tú y tu casa, y todo lo que tienes. He aquí, vuestros ojos ven, y los ojos de mi hermano Benjamín, que mi boca os habla. Haréis, pues, saber a mi padre toda mi gloria en Egipto, y todo lo que habéis visto; y daos prisa, y traed a mi padre acá. Y se echó sobre el cuello de Benjamín su hermano, y lloró; y también Benjamín lloró sobre su cuello. Y besó a todos sus hermanos, y lloró sobre ellos; y después sus hermanos hablaron con él. Y se oyó la noticia en la casa de Faráon, diciendo: Los hermanos de José han venido. Y esto agradó en los ojos de Faraón y de sus siervos. Y dijo Faraón a José: Di a tus hermanos: Haced esto: cargad vuestras bestias, e id, volved a la tierra de Canaán; y tomad a vuestro padre y a vuestras familias y venid a mí, porque yo os daré lo bueno de la tierra de Egipto, y comeréis de la abundancia de la tierra. Y tú manda: Haced esto: tomaos de la tierra de Egipto carros para vuestros niños y vuestras mujeres, y traed a vuestro padre, y venid. Y no os preocupéis por vuestros enseres, porque la riqueza de la tierra de Egipto será vuestra. Y lo hicieron así los hijos de Israel; y les dio José carros conforme a la orden de Faraón, y les suministró víveres para el camino. A cada uno de todos ellos dio mudas de vestidos, y a Benjamín dio trescientas piezas de plata, y cinco mudas de vestidos. Y a su padre envió esto: diez asnos cargados de lo mejor de Egipto, y diez asnas cargadas de trigo, y pan y comida, para su padre en el camino. Y despidió a sus hermanos, y ellos se fueron. Y él les dijo: No riñáis por el camino. Y subieron de Egipto, y llegaron a la tierra de Canaán a Jacob su padre. Y le dieron las nuevas, diciendo: José vive aún; y él es señor en toda la tierra de Egipto. Y el corazón de Jacob se afligió, porque no los creía. Y ellos le contaron todas las palabras de José, que él les había hablado; y viendo Jacob los carros que José enviaba para llevarlo, su espíritu revivió. Entonces dijo Israel: Basta; José mi hijo vive todavía; iré, y le veré antes que yo muera."
Analicemos 3 aspectos importantes en este pasaje:
◊ La mentira del diablo
Jacob estuvo llorando por José 20 años, creyendo una mentira: "José había muerto". Así, muchos de nosotros pasamos años creyendo una mentira sobre nuestras vidas que nos intimida y nos hace sentir culpables. El diablo quiere que nosotros no veamos el plan maravilloso de Dios para nuestras vidas, y nos enfoca más en nuestras aflicciones actuales que en las bendiciones venideras.
Jacob pensaba que la muerte de José y su propia aflicción eran culpa de él, por aquellas faltas que en su juventud había cometido; y al igual que Jacob muchos de nosotros pensamos que lo que estamos pasando es el resultado del castigo por nuestros pecados pasados. Debemos entender que este sentimiento de culpa es parte de la mentira del diablo, no es como el diablo nos ha dicho todo este tiempo, por el contrario, lo que estemos viviendo, aún cuando no lo vemos bueno y nos causa dolor, corresponde a un perfecto plan de Dios.
Dios ha trazado un plan maravilloso para nuestras vidas, aún en medio de nuestras aflicciones actuales: "He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres, y volveré a traerte a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho." (Génesis 28:15 - RVR)
◊ El sueño de Jacob
Jacob tenía un sueño imposible para él, ver y abrazar a su hijo José. Muchos de nosotros tenemos sueños imposibles, pero ¿realmente son imposibles? Así como Dios le permitió a Jacob realizar su sueño, permitirá que nosotros cumplamos el nuestro.
¿Cómo ver la verdad en medio de la mentira del diablo?
Los hermanos de José, le dijeron a su padre que él vivía y que era señor de toda la tierra de Egipto, pero Jacob no creía (Génesis 45:26), su espíritu estaba afligido por la mentira del diablo, pero entonces, vio la señal de Dios, los carros que José le había enviado (Génesis 45:27). Notemos que Jacob aún estaba en el mismo lugar seco y árido, aún tenía hambre; pero ya había visto las señales de Dios, y su espíritu se renovó.
Por eso, aún cuando estemos nosotros en el mismo desierto, Dios quiere que abramos nuestros ojos para ver sus señales y traigamos nuestras situaciones delante de Él. Cuando dejemos nuestros viejos enseres (Génesis 45:20) y no nos preocupemos más por nuestro dolor, nuestra angustia y nuestro llanto, cuando eliminemos de nosotros toda falta de perdón y toda raíz de amargura, cuando aprendamos a confiar en Él, entonces Dios nos dará la señal que nos hará ver la verdad y logrará que salgamos de la mentira que nos ha estado cegando.
Dios nos habla para que nosotros veamos su verdad y nos muestra su señal para que podamos salir de la mentira que el diablo ha puesto en nuestra mente y nuestro corazón.
◊ El Plan Maestro de Dios
José tuvo que vivir humillaciones, persecuciones, abandono y traiciones para que su carácter y personalidad fueran formados, solo entonces el propósito de Dios se cumpliría en su vida. Así fue como llegó a ser el segundo en Egipto, después de faraón.
Cuando Jacob supo que José era señor de todo Egipto, entendió que Dios había estado estableciendo un plan para su vida. Dios necesitaba a José en Egipto, y para ello iba a permitir que José atravesara tremendos procesos. Es por esto, que cuando estamos atravesando procesos en nuestras vidas debemos mantenernos fieles, como José, sin importar lo que digan los demás, sus burlas o calumnias, sus juicios o las críticas que se levanten contra nosotros; no debemos desmayar, si nos mantenemos firmes estaremos seguros que veremos la gloria de Dios en la tierra de los vivientes, como la vio José.
El Plan Maestro de Dios cumplido en nosotros
Al igual que José, no debemos abandonar el proceso en el que Dios nos tiene, porque ese proceso que estamos viviendo, no es más grande que el propósito de Dios. Es tiempo de sacudir la tristeza y las ganas de rendirnos, de sacudir todo aquello que nos hace mirar atrás, y enfocarnos en el propósito de Dios. Hasta hoy hemos estado realmente deprimidos, afligidos, sin fuerzas y con ganas de abandonarlo todo, así como Jacob, pero ya es el momento de ver cumplido nuestro sueño, hoy es el día de la señal de Dios, hoy más que nunca debemos levantarnos y no abandonar el proceso en que Dios nos tiene y en el nombre de Jesús, superar la situación en que estamos, porque si Dios nos ha permitido llegar hasta aquí, es porque sabe que somos capaces de superarlo de Su mano.
Sí, así como José fue llevado a Egipto para ser el señor de ese lugar, nosotros no nos vamos a quedar a la orilla del camino, no quedaremos avergonzados, porque Dios no nos ha abandonado ni lo hará. Este es el tiempo de regocijarnos y como Jacob declarar que veremos nuestro sueño, porque si estamos siendo procesados es porque estamos en camino al propósito de Dios.
Dios nunca entregará algo en nuestras manos, a menos que estemos capacitados para tenerlo, esta es la razón de los procesos de Dios.
Recordemos que Dios está buscando a gente que no abandone los procesos, gente que crea en Él y no en las circunstancias, gente que esté dispuesta a todo, gente que aún estando en su propia tumba, crea que de allí Dios los levantará.
El plan de Dios se terminará de cumplir en nosotros, en nuestro matrimonio, en nuestra familia, ministerio y trabajo, porque Dios nos ama y él nunca desampara la obra de sus manos: "No te dejaré, ni te desampararé." (Josué 1:5b – RVR)
Si creías que todo estaba perdido, te invito para que en este momento te tomes de la mano de aquel que levanta al caído. Levántate y clama como lo hizo Job: "Yo sé que mi redentor vive." (Job 19:25 – RVR), clama como lo hizo David: "El Señor cumplirá en mí su propósito." (Salmo 138:8a - RVR)
ORACIÓN
Padre celestial, te doy gracias Señor, porque sé que en medio de mi proceso, tú me estás preparando para que yo pueda recibir lo que Tú tienes reservado para mí. Alabo Tu nombre, te exalto y glorifico, porque soy bienaventurado porque Tú eres mi Dios.
Padre mío, en este momento, me rindo ante Ti y me aferro a Tu mano, me sacudo del polvo y decido no abandonar el proceso por el cual estoy pasando. No me suelto de Ti por ninguna causa, aún y cuando las cosas se pongan peor, porque sé que Tú cumplirás, Tu propósito en mí, en el nombre de Jesús Tu Amado Hijo, AMÉN.
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