Nos hemos preguntado
¿cómo estamos educando a nuestros hijos?, ¿Qué valores estamos inculcando en ellos?
Antes de respondernos estas preguntas veamos un perfil del joven promedio de nuestra sociedad actual.
A nuestros jóvenes hay que llamarlos varias veces en la mañana para llevarlos a la escuela. Muchos se levantan irritados porque se acuestan muy tarde, viendo televisión por cable, jugando "PlayStation / Wii", hablando o enviando mensajes por teléfono, o bien usando Internet con redes sociales o chats.
Tienen los juegos y equipos digitales más modernos del mercado, el Ipod, el Iphone, la Blackberry y la "tablet" o la computadora no pueden faltar, como tampoco la última actualización en cada uno de ellos. Hoy los hijos, muchas veces sin merecerlo, presumen el celular más novedoso y la laptop más equipada. Nada les costó, y si se descomponen, para eso estamos los padres, para pagar la reparación a la mayor brevedad y sin chistar.
Muchos otros jóvenes idolatran amigos y hasta falsos personajes de "realitys", pero viven encontrando defectos a sus padres, a quienes acusan a diario de que sus ideas y métodos están pasados de moda. Se cierran automáticamente a quienes les hablen de moral, honor y buenas costumbres (mucho menos de religión). Lo consideran aburrido porque "ya lo saben todo", y lo que no, ¡lo consultan en Internet!
No se ocupan de que su ropa esté limpia y mucho menos en poner un dedo en nada que tenga que ver con arreglar algo en el hogar. A muchos de nuestros hijos los hemos acostumbrado a darles todo, incluso su cuota semanal o mensual, sin que verdaderamente trabajen por ello. ¡Y todavía se quejan porque no les alcanza!
Para nosotros en nuestra infancia y juventud, era orgullo levantarse de madrugada a ordeñar las vacas con el abuelo, o limpiar la casa con mamá; no nos frustrábamos por no tener vehículo, íbamos a pie a donde fuera, siempre lustrábamos nuestros zapatos, y cuando empezábamos a trabajar no nos avergonzaban trabajos como limpiabotas, misceláneos o repartidores de periódicos.
Entonces, ¿en qué estamos fallando? ¡Nos hemos olvidado de Dios!
Nuestra meta al criar a nuestros hijos no es simplemente que sean felices, la Biblia dice que la prioridad de los padres es criar a sus hijos en el temor del Señor. Es un mandamiento de Dios: "Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él." (Proverbios 22:6 – RVR)
¿Cómo corregir lo que hemos estado haciendo?
◊ Debemos comprometernos a instruir a nuestros hijos desde temprana edad en el propósito y el plan de Dios.
Vivimos en una sociedad que es enemiga de nuestros hijos, donde ellos son el blanco de quienes quieren eliminar de sus mentes a Dios. Nuestros hijos están rodeados de las tentaciones y de los peligros que ofrecen este mundo, el diablo y sus propios deseos; amenazando el plan de Dios para sus vidas. Por eso debemos establecer una relación estrecha con nuestros hijos, para que ellos confíen en nosotros y escuchen nuestra instrucción: "Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre, y no desprecies la dirección de tu madre." (Proverbios 1:8 – RVR)
◊ Nosotros somos llamados a instruir a nuestros hijos para que edifiquen una barrera de protección alrededor de ellos, con un sistema de valores y creencias fundamentadas en la Palabra de Dios.
Dios instruyó a los israelitas a enseñar a sus hijos sus mandamientos. Les dijo: "y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes." (Deuteronomio 6:7 – RVR). De la misma manera, debemos repetir diariamente a nuestros hijos la palabra de Dios. Por esto, no es válido argumentar que estamos demasiado ocupados con nuestro trabajo, tareas y pasatiempos.
◊ Dios nos ha delegado, a nosotros como padres, un papel excepcional en el desarrollo de la vida de nuestros hijos.
Si nosotros no enseñamos a nuestros hijos, entonces los programas de televisión, el sistema escolar o sus amigos, sí lo harán.
¿Cómo debemos instruir a nuestros hijos?
A continuación se detallan 11 principios básicos, que de ser inculcados en nuestros hijos desde temprana edad, nos sorprenderán. Veremos cómo nuestros hijos confrontarán al pecado y lo valientes que serán para enfrentar los desafíos de la vida.
1. Dedicarles tiempo de calidad: Reconozcamos que el tiempo que dedicamos a nuestros hijos es una inversión para su eternidad. No sólo debemos pasar tiempo con ellos, sino invertir tiempo en ellos. No hay sustituto para el amor de una madre, ni para el ejemplo de un padre.
2. Escucharlos atentamente para que ellos nos escuchen: La razón por la cual muchos hijos no escuchan a sus padres es porque cuando ellos han tratado de hablar, nosotros no los hemos escuchado.
3. Reconocer nuestros errores ante ellos: Muchos padres creen que si reconocen sus errores delante de sus hijos, perderán su autoridad ante ellos. Al contrario, admitir nuestros errores, derriba barreras y fortalece las relaciones, permitiendo que ellos tengan confianza para venir a contarnos sus problemas.
4. Amarlos incondicionalmente: Debemos amar a nuestros hijos sin importar cuál sea su apariencia, su personalidad o su nivel de madurez. El verdadero amor perdura por encima de lo que somos o hacemos: "El amor nunca deja de ser." (1ª Corintios 13:8a – RVR). Afirmamos a nuestros hijos con una actitud positiva y correcta, los llenamos con palabras de estímulo y aprecio genuinos.
5. Disciplinarlos motivados por el deseo de protegerles: No por la ira ni por degradarlos ante los demás, sino con amor: "porque el Señor disciplina a los que ama, como corrige un padre a su hijo querido." (Proverbios 3:12 – NVI)
Debemos poner límites a nuestros hijos, si no perderemos el control, trayendo destrucción a cada aspecto de sus vidas. Algunos serán presa de las tentaciones del sexo, la droga y el alcohol; otros podrán evitarlas, pero por su condescendencia con la tentación arruinarán sus carreras, sus relaciones personales o sus decisiones financieras.
Deuteronomio 28:32 (DHH) dice: "Ante tus propios ojos, tus hijos y tus hijas serán entregados a gente extranjera, y a todas horas querrás volver a verlos, pero nada podrás hacer." Cuántos padres tienen hoy hijos entregados a los vicios, a la pornografía, a la delincuencia, a la calle, al homosexualismo,… Y sus ojos los ven, y desfallecen por ellos todos los días, y nada pueden hacer…
6. Motivarlos a que sean lo mejor que puedan ser: Es importante que nuestros hijos sepan que el esfuerzo y la valentía al hacer nuestras tareas siempre será recompensado: "Yo soy quien te manda que tengas valor y firmeza. No tengas miedo ni te desanimes porque yo, tu Señor y Dios, estaré contigo dondequiera que vayas." (Josué 1:9a – DHH)
La Biblia en Colosenses 3:23 (RVR), nos dice también: "Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís."
7. Guiarlos a entender que finalmente le rendirán cuentas a Dios: Si a nuestros hijos, siendo niños, no les agrada nuestra decisión, les debemos decir que pregunten al Señor cuál sería la mejor decisión en ese momento. Entonces, por experiencia personal, ellos estarán incluyendo a Dios en cada decisión: "No seas sabio en tu propia opinión; teme a Jehová, y apártate del mal." (Proverbios 3:7 – RVR)
Debemos ayudar a nuestros hijos a comprender que en última instancia, ellos rendirán cuentas al Dios Todopoderoso: "De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí." (Romanos 14:12 – RVR)
8. Enseñarles que lo más importante en la vida es su relación personal con Jesucristo: Lo más importante que debemos grabar en la mente y en el corazón de nuestros hijos, es su relación personal y estrecha con Jesucristo. La Biblia en Juan 17:3 (RVR), nos dice: "Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado."
Nosotros debemos ser ejemplo para ellos en la dependencia del Señor en todo momento.
9. Enseñarles a pasar tiempo diariamente con la Palabra de Dios y en oración: La lectura de la Biblia y la oración son la brújula moral para la vida de nuestros hijos. La Palabra de Dios debe ser como una lámpara a sus pies, para que no tropiecen: "Tu palabra es una lámpara a mis pies y una luz en mi camino." (Salmo 119:105 – DHH)
La vida de oración los cambiará, por esto debemos motivarlos a hacer de la oración un estilo de vida. La Biblia nos dice que debemos orar para no caer en tentación (Marcos 14:38 – RVR) y debemos hacerlo constantemente: "Orad sin cesar." (1ª Tesalonicenses 5:17 – RVR)
Con la lectura diaria de la Palabra de Dios y con oración constante, nuestros hijos encontrarán las respuestas a las preguntas de la vida, entonces cuando lleguen los momentos de enfrentar los problemas que se les presenten, se mantendrán firmes y fieles a Dios.
10. Grabarles en sus mentes que Dios tiene un plan para sus vidas: Debemos decirle a nuestros hijos que Dios ha planeado su futuro: con quién se casarán, dónde estudiarán, dónde trabajarán, cómo invertirán su vida,... La Biblia así lo establece: "Yo sé los planes que tengo para ustedes, planes para su bienestar y no para su mal, a fin de darles un futuro lleno de esperanza. Yo, el Señor, lo afirmo." (Jeremías 29:11 – DHH). Si ellos reconocen esto, se motivarán a descubrir la dirección del Señor en sus vidas; entonces culminarán sus estudios, serán exitosos en sus trabajos, como padres y esposos.
11. Enseñarles obediencia y confianza en Dios: Obedecer a Dios, y dejar los resultados de esta obediencia en Sus manos. Dios resumió los resultados de la obediencia en Deuteronomio 30:15-16 (NVI): "Hoy te doy a elegir entre la vida y la muerte, entre el bien y el mal. Hoy te ordeno que ames al Señor tu Dios, que andes en sus caminos, y que cumplas sus mandamientos, preceptos y leyes. Así vivirás y te multiplicarás, y el Señor tu Dios te bendecirá."
La Palabra de Dios es un libro de direcciones que nació del amor y fue diseñado para traer a nuestras vidas gozo, abundancia, éxito y satisfacción duradera. La obediencia a esta Palabra, nos conecta a cada sueño, cada visión, cada provisión y promesa que podamos imaginar, e incluso aquellas que no imaginamos. El apóstol Pablo nos dice: "Sin embargo, como está escrito: 'Ningún ojo ha visto, ningún oído ha escuchado, ninguna mente humana ha concebido lo que Dios ha preparado para quienes lo aman.'" (1ª Corintios 2:9 – NVI)
Si grabamos estos principios en la mente y el corazón de nuestros hijos desde que están pequeños, les habremos enseñado a reconocer el Dios de amor que se interesa por ellos, y Su soberanía.
Recuerde que nuestros hijos seguirán lo que decimos y hacemos como padres; si hacemos el bien ellos también lo harán, si no lo hacemos ellos tampoco. Por tanto es importante modelar en nuestros hijos un estilo de vida que agrade a Dios, así como el de Noé: "Pero Noé halló gracia ante los ojos de Jehová." (Génesis 6:8 – RVR), a fin de que ellos vean el valor de rendir cada aspecto de sus vidas a la soberanía y la voluntad de Dios, para que sean capaces de confrontar este mundo y asumir una postura definida a favor de la verdad: "y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres." (Juan 8:32 – RVR)
ORACIÓN
Gracias Padre por tu amor y nuevas misericordias cada mañana. Te pido perdón Señor porque hasta el día de hoy no he sido el padre de mis hijos que Tú esperas que sea: No he instruido a mis hijos en tus propósitos y planes, no he ayudado a mis hijos a establecer un sistema de valores y creencias fundamentadas en Tu Palabra y no he tomado mi papel en el desarrollo de la vida de mis hijos.
Hoy entiendo Señor, que esto debo cambiarlo y ser obediente a ti, solamente así podré ver hijos valientes y esforzados que confronten el pecado y enfrenten con éxito los desafíos de la vida.
Ayúdame Padre para dedicar a mis hijos el tiempo que ellos merecen, para escucharlos atentamente, para reconocer mis errores ante ellos, para amarlos incondicionalmente como Tú me amas, para disciplinarlos y motivarlos a ser lo mejor que puedan ser, para enseñarles que deben rendir cuentas a ti y que lo más importante en nuestras vidas es nuestra relación contigo, la lectura de Tu Palabra y una vida de constante oración, ya que solamente así lograrán entender tu perfecto plan en sus vidas, en el nombre de Cristo Jesús, AMÉN.
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