Muchos de nosotros, no disfrutamos las bendiciones ni vivimos las promesas que Dios nos tiene, por el simple hecho de estar estancados, amargados y heridos, en lo que podríamos decir, "viviendo una vida de parálisis espiritual que les impide caminar con Dios."
Dios quiere derramar Su bondad en nosotros, y en Su Palabra hay un relato que nos muestra como la bondad de Dios puede ser aplicada a nuestra vida. La Biblia nos dice que el corazón de David era conforme al corazón de Dios. Este hombre extraordinario fue modelo en su vida, en la gracia y en la misericordia que conocía, porque la había recibido primeramente de Dios. Los pecados de David fueron verdaderamente grandes, pero en todos ellos la Gracia de Dios obró en su vida debido a su arrepentimiento. Con esto David dejó que la Gracia de Dios lo cubriera y como conocía esa gracia, aprendió a aplicarla sobre los demás.
Leamos 2 Samuel 9:1-13
"Dijo David: ¿Ha quedado alguno de la casa de Saúl, a quien haga yo misericordia por amor de Jonatán? Y había un siervo de la casa de Saúl, que se llamaba Siba, al cual llamaron para que viniese a David. Y el rey le dijo: ¿Eres tú Siba? Y él respondió: Tu siervo. El rey le dijo: ¿No ha quedado nadie de la casa de Saúl, a quien haga yo misericordia de Dios? Y Siba respondió al rey: Aún ha quedado un hijo de Jonatán, lisiado de los pies. Entonces el rey le preguntó: ¿Dónde está? Y Siba respondió al rey: He aquí, está en casa de Maquir hijo de Amiel, en Lodebar. Entonces envió el rey David, y le trajo de la casa de Maquir hijo de Amiel, de Lodebar. Y vino Mefi-boset, hijo de Jonatán hijo de Saúl, a David, y se postró sobre su rostro e hizo reverencia. Y dijo David: Mefi-boset. Y él respondió: He aquí tu siervo. Y le dijo David: No tengas temor, porque yo a la verdad haré contigo misericordia por amor de Jonatán tu padre, y te devolveré todas las tierras de Saúl tu padre; y tú comerás siempre a mi mesa. Y él inclinándose, dijo: ¿Quién es tu siervo, para que mires a un perro muerto como yo? Entonces el rey llamó a Siba siervo de Saúl, y le dijo: Todo lo que fue de Saúl y de toda su casa, yo lo he dado al hijo de tu señor. Tú, pues, le labrarás las tierras, tú con tus hijos y tus siervos, y almacenarás los frutos, para que el hijo de tu señor tenga pan para comer; pero Mefi-boset el hijo de tu señor comerá siempre a mi mesa. Y tenía Siba quince hijos y veinte siervos. Y respondió Siba al rey: Conforme a todo lo que ha mandado mi señor el rey a su siervo, así lo hará tu siervo. Mefi-boset, dijo el rey, comerá a mi mesa, como uno de los hijos del rey. Y tenía Mefi-boset un hijo pequeño, que se llamaba Micaía. Y toda la familia de la casa de Siba eran siervos de Mefi-boset. Y moraba Mefi-boset en Jerusalén, porque comía siempre a la mesa del rey; y estaba lisiado de ambos pies."
Cómo se asemeja Mefi-boset a nuestra propia naturaleza humana. Nacidos príncipes, pues somos hijos del Rey de Reyes, hemos quedado lisiados a consecuencia de una caída; y hoy estamos viviendo en la oscuridad, aislados de los privilegios propios de nuestra condición de hijos del Rey de Reyes. Muchos de nosotros vivimos como pordioseros espirituales.
Analicemos, a continuación, las circunstancias que se muestran en este relato.
La caída
"Y Jonatán hijo de Saúl tenía un hijo lisiado de los pies. Tenía cinco años de edad cuando llegó de Jezreel la noticia de la muerte de Saúl y de Jonatán, y su nodriza le tomó y huyó; y mientras iba huyendo apresuradamente, se le cayó el niño y quedó cojo. Su nombre era Mefi-boset."
2 Samuel 4:4
Saúl fue Rey de Israel y Mefi-boset su nieto. Cuando Saúl fue asesinado, en medio de la huída de la nodriza, su nieto se cayó y quedó cojo. De igual manera nosotros somos hijos del Rey de Reyes, pero por nuestros pecados y desobediencia hemos caído del lugar que, como herederos del reino de Dios, nos corresponde.
La palabra Mefi-boset, significa "hijo de vergüenza", y es así, como muchos de nosotros nos sentimos por nuestra caída. No importa hace cuánto tiempo caímos, aún hoy está caída nos tiene lisiados, no podemos caminar normalmente ni acercarnos a los caminos de Dios, por estar lisiados.
Nuestra situación actual
"Entonces el rey le preguntó: ¿Dónde está? Y Siba respondió al rey: He aquí, está en casa de Maquir hijo de Amiel, en Lodebar."
2 Samuel 4:4
Mefi-boset se encontraba en Lodebar, cuyo significado es "sin pasto", "sin pasturaje". Lodebar es una tierra árida, seca y desértica.
Cuando estamos lisiados espiritualmente y no caminamos bien, llegamos a vivir en un lugar que no da frutos. En Lodebar habitamos todos los Mefi-boset de este mundo. Esto es lo que pasa en la actualidad con nuestra "parálisis espiritual" que no has hecho ser desobedientes. Nuestra desobediencia nos aparta de Dios haciéndonos caer espiritual y físicamente. Al igual que Mefi-boset hemos perdido nuestra imagen real y la imagen de Dios en nosotros; recordemos que Dios nos hizo a su imagen y semejanza. (Génesis 1:27)
Es muy probable, que muchos de nosotros hoy, estemos en lo más profundo, aún adoloridos por nuestra caída, y desde ahí en el suelo, nos sentimos humillados e indignos de nuestro linaje. Lo que ha pasado a través de estos años e incluso últimamente, nos ha marcado y dejado como si no mereciéramos la Gracia y la Misericordia de Dios
El pacto
"Y Jonatán dijo a David: Vete en paz, porque ambos hemos jurado por el nombre de Jehová, diciendo: Jehová esté entre tú y yo, entre tu descendencia y mi descendencia, para siempre. Y él se levantó y se fue; y Jonatán entró en la ciudad."
1 Samuel 20:42
Después de las persecuciones de Saúl y de muchos años de luchas contra sus enemigos, David se encuentra ahora en condiciones de cumplir la promesa hecha a su amigo Jonatán. Es por esto, que invita a Mefi-boset a quedarse en el palacio y a sentarse a su mesa a comer el resto de sus días (2 Samuel 9:7).
Aunque nosotros hemos caído como Mefi-boset, y no somos dignos de otra cosa más que el infierno, Dios ha buscado medios por los cuales reconciliarnos con Él. Dios ha entrado en pacto con su Hijo Jesús para redimir nuestros pecados. Nuestro Señor Jesús tomó cuerpo humano, vivió y murió bajo el peso de nuestros pecados y realizó a cabalidad su obra salvadora. "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna." (Juan 3:16)
Por amor a su hijo, somos adoptados en la familia de Dios e invitados a compartir su mesa, así lo dice Efesios 2:6b: "y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús."
El Rey te mandó a llamar
"Entonces envió el rey David, y le trajo de la casa de Maquir hijo de Amiel, de Lodebar."
1 Samuel 20:42
David extendió la mano a alguien en la misericordia y le trajo ante su presencia. Igualmente nuestro Padre extiende su mano hacia nosotros, quienes hemos caído una y otra vez, y lo hace incondicionalmente. Todo lo que tenemos que hacer es aceptar y recibir este llamado. No tenemos que limpiar nuestra vida para poder conseguir las ropas del Rey, ni para sentarnos a Su mesa o vivir en el palacio del Rey. Dios se encargará de lavarnos, vestirnos y hacernos presentables delante de él, una vez que hemos aceptado su invitación.
Dios va a mandar a buscarnos de Lodebar y nos va a traer a Su Reino, y aún más, no solo nos traerá a Su Reino, sino que nos adopta como uno de sus hijos. Él nos invita todos los días a su mesa.
"He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo."
Apocalipsis 3:20
No tenemos que esperar a que la cojera se nos quite, al Rey de Reyes, no le importa nuestra condición de lisiado o cojo. A Él le importamos más nosotros. Él no ve a Mefi-boset en nosotros, Él ve a un Merbi-Baal (nombre original de Mefi-boset, que significa "enemigo de Baal"). El nos ama, tal y como somos, y por tanto honra el pacto que tiene con nosotros.
Dios nos pone a la mesa banquetes espirituales y nos conformamos con comer comida chatarra, es hora de acercarnos a la mesa del Rey y disfrutar de todas las promesas y bendiciones que Dios tiene para cada uno de nosotros.
ORACION:
Señor Dios, Padre Todopoderoso, gracias te doy Señor por este mensaje de tu palabra. Hoy, Padre Santo, me he dado cuenta de que me has estado llamando para que me presente en tu reino y que mi condición de "lisiado espiritual", que me ha mantenido alejado de ti, no ha permitido que me acerque a tu reino. Pero Señor, decido a partir de este momento no hacerte esperar más, sino abrir la puerta a la que tu llamas, para que cenemos juntos en tu mesa, para que me vistas con las ropas del Rey, y me hagas vivir en tu reino eternamente, en el nombre de Cristo Jesús, AMÉN.
que la gloria sea para el rey de reyes
ResponderEliminarEsta Palabra me ha dado una sacudida Espiritual me llego mucho esta historia en mi corazon.
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