La Navidad es una celebración en la cual la mayoría de nosotros nos damos permiso de ser felices. En esta época nos animamos a soñar, a reír y hasta nos permitirnos olvidar por un instante nuestros problemas. Esta época es la época de las reconciliaciones, de la solidaridad y la perfecta oportunidad para experimentar un poco de paz.
En esta época donde nos permitimos tantísimas cosas, debemos permitirnos también la oportunidad para reflexionar en el verdadero sentido de la Navidad.
¿Cuál es el verdadero sentido de la Navidad?
La celebración de Navidad tiene que ver con un maravilloso regalo que se nos ha dado y que es imposible describirlo con palabras. La Navidad es este tiempo de gozo y de paz donde debemos celebrar el hecho de que Jesús vino a este mundo como un niño para cumplir un propósito.
El nacimiento del Salvador es un evento absolutamente decisivo en la historia de la salvación, lo podemos leer en las profecías: "Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz." (Isaías 9:6).
El nacimiento del hijo de Dios es un suceso que todo el cielo celebró: "Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor. Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor. Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían: ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres! Sucedió que cuando los ángeles se fueron de ellos al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: Pasemos, pues, hasta Belén, y veamos esto que ha sucedido, y que el Señor nos ha manifestado. Vinieron, pues, apresuradamente, y hallaron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Y al verlo, dieron a conocer lo que se les había dicho acerca del niño. Y todos los que oyeron, se maravillaron de lo que los pastores les decían." Lucas 2:8-18.
¿Qué propósito vino a cumplir el Hijo de Dios?
Jesús nació, para luego morir por nuestros pecados, así nos lo dice 1 Corintios 15:3: "Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras".
El propósito del nacimiento del Hijo de Dios, entonces era morir por nosotros para darnos vida eterna: "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna." (Juan 3:16).
Este propósito lo resume el apóstol Pedro así: "Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu." (1 Pedro 3:18).
Este versículo revela tres cosas que Dios ha hecho por nosotros y que deben motivarnos a celebrar con gozo en Navidad.
1. El Maravilloso sacrificio de Dios
"Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados"
Es difícil entender cómo este inocente niño que nació en Belén, tendría que morir por los pecados de todos nosotros, máxime que él nunca pecó: "sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado." (Hebreos 4:15b). Sin embargo, esto es precisamente lo que Cristo vino a hacer.
Dios sacrificó a su hijo Jesús para que en nosotros fuesen perdonados nuestros pecados y pudiésemos ser salvos por su Gracia. Pedro enfatiza el hecho de que Cristo murió una vez. El está diciendo que la muerte de Jesús fue definitiva, por lo que incluye todos nuestros pecados pasados, presentes y futuros.
Algunas veces, según cuentan los beduinos (moradores de los desiertos), se despiertan y se dan cuenta que durante la noche una oveja acaba de parir a un cordero muerto. En otra parte del rebaño, se encuentra otro cordero que ha nacido y ha perdido a su madre durante el nacimiento. Los dos están solos ahora y ambos se necesitan. Para unir a la mamá que ha perdido a su cría y al pequeño cordero huérfano, el pastor necesita realiza un ritual de la siguiente forma. El pastor rocía la sangre del cordero que nació muerto sobre el cordero huérfano y lo presenta a la madre que quedó sola establecer una conexión entre ambos, es así como se inicia la relación entre los dos.
De la misma manera, la sangre de Cristo sella nuestra relación con Dios. El Padre Celestial sacrificó a su Hijo para que pudiéramos ser perdonados, dio a Jesús para que pudiéramos tener vida eterna. Él pagó la deuda que nosotros no podíamos pagar.
2. La Maravillosa misericordia de Dios.
"el justo por los injustos"
Uno de los misterios más grandes del evangelio es que un Dios Santo decidiera cuidar a personas pecadoras. No lo podemos explicar; pero sí nos podemos aferrar a ello.
La palabra "justo" describe a alguien cuyas acciones están perfectamente de acuerdo con lo que cree, una persona de absoluta integridad. Por otra parte, la palabra "injusto" describe a alguien cuyas acciones no van de acuerdo con lo que cree: alguien corrupto.
La Biblia dice que no hay ningún justo, que todos somos corruptos: "Como está escrito: No hay justo, ni aun uno." (Romanos 3:10). Nadie, excepto Dios, tiene absoluta integridad.
Aunque todos nosotros conocemos la diferencia entre lo bueno y lo malo, cada uno de nosotros, en algunos momentos de nuestra vida, hemos escogido hacer cosas que no están de acuerdo con lo que sabemos que está bien. A pesar de eso, Dios que es absolutamente justo, ha decidido mostrar su misericordia hacia nosotros. Si no hubiera sido por Jesús, si no hubiera sido por el regalo de su nacimiento, habríamos recibido la justicia y no la misericordia de Dios. Gracias a la misericordia de Dios, podemos tener paz en Navidad.
3. El maravilloso diseño de Dios.
"para llevarnos a Dios"
Durante la época de Cristo, sólo el sacerdote tenía acceso al trono de Dios. Había en el Templo una serie de divisiones que impedían el acceso a todos excepto unos cuantos. Tanto afuera como adentro había cortinas que separaban a la gente. Más adentro se encontraba el Lugar Santo donde sólo los sacerdotes podían entrar. Aún más adentro se encontraba el Lugar Santísimo, al cual sólo el sumo sacerdote podía entrar una sola vez al año en el Día de la Expiación, para realizar un sacrificio por los pecados de todo el pueblo de Israel.
Antes que Jesús muriera, había una cortina muy pesada en el templo, un velo de 18 metros de largo por 9 metros de ancho, el cual marcaba la separación del Lugar Santísimo. El evangelio de Mateo nos dice que el día que Jesús murió ese velo se rompió de arriba abajo (Mateo 27:51). Esto significa que la barrera del pecado que separaba a los hombres de Dios finalmente se había destruido y que ahora nosotros podemos llegar hasta el Lugar Santísimo en el momento que así lo queramos, por medio del Espíritu Santo de Dios que vive en nosotros.
Así es como Pedro describe lo que Jesús ha hecho por nosotros. El murió por nuestros pecados para presentarnos, o llevarnos a la presencia de Dios. Por esto Jesús mismo se describe en Juan 14:6 de esta manera: "Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie viene al Padre si no es por mí."
Este es el plan de Dios. No tiene otro. No lo necesita. Él nos dio a su Hijo como paga por nuestros pecados, para que pudiésemos tener una relación personal con Él.
Dios nos ha dado un maravilloso regalo: su misericordia. Nos ha dado un regalo que no merecemos, un regalo que no podemos pagarle, sólo aceptarlo. El regalo para nosotros en esta Navidad es Jesús. Compartamos este regalo en estos días, diciendo a todo aquel que conozcamos que en esta Navidad Dios nos ofrece el mejor regalo, su hijo Jesús.
ORACION
Dios Grande y Maravilloso, Todo Poderoso Señor. Ha de haber sido muy doloroso para ti, entregar a tu único hijo como sacrificio por nuestros pecados, sabiendo que en ninguno de nosotros hay justicia. Pero realmente Señor, entiendo por este gesto de amor, que tu Misericordia, Amor y Fidelidad, son únicas. Quién soy yo Señor para que tú tengas Misericordia de mí…
Padre santísimo, hoy te doy gracias, por que por medio del sacrificio de tu Hijo Jesús nos has traído a salvación delante de tu presencia. Gracias Dios, por el regalo de la salvación, el propósito del nacimiento de tu Hijo. Señor, hoy sé, que tengo un propósito en mi vida, y este es llevar la Nueva de Salvación, a todos aquellos que no te conocen. Hoy decido Señor, vivir mi propósito y entregar mi vida completa a tu servicio, como tú me has pedido, haciendo de cada día de mi vida una Feliz Navidad, AMÉN.
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