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miércoles, 27 de julio de 2011

Hombres de Dios - Parte 2

En el mensaje anterior nos enfocamos en aquellas cosas que un "varón de Dios" no debe hacer, para no apartarse de los caminos del Señor y no caer en la perdición.

En resumen, un hombre de Dios:
a. Huye de las falsas enseñanzas y de sus enseñadores.
b. No coloca el dinero en el lugar de Dios.

Haciendo esto, un hombre de Dios evita:
¨       La tentación.
¨       El lazo (atadura del diablo).
¨       La codicia necia.
¨       La codicia dañosa.
¨       La destrucción.
¨       La perdición.

Ya sabiendo lo que no debemos hacer, nos enfocaremos en las cosas que sí debemos hacer como hombres de Dios.  1ª de Timoteo 6:11b nos dice: "y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre."

Para ser verdaderos hombres de Dios, debemos seguir lo que nos indica el apóstol Pablo en este versículo.  Recordemos que todo lo que nosotros sigamos como personas, es lo que nos identifica.

Nuestra meta es alcanzar aquello que está dentro de nuestro corazón, y luchar por ello.  Hoy detallaremos los primeros 3 puntos mencionados por Pablo: la justicia, la piedad y la fe.

1. Todo hombre de Dios sigue la justicia.

Del griego Dikaiosune, la justicia se define como "dar a Dios y a los hombres lo que les corresponde".  Pablo le reitera a Timoteo en su segunda carta esta recomendación: "Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia." (2ª Timoteo 2:22a)

Dios nos llama a ser justos, como Él es justo, y si en nosotros no hay justicia, si actuamos contrario a la verdad y a la rectitud, no podemos esperar recibir sus bendiciones, ni habitar bajo su protección: "No habitará dentro de mi casa el que hace fraude." (Salmo 101:7a).  Dios no permite que nada impío e impuro habite en Él.

El que hace justicia es justo y es seguidor de Cristo, demuestra interés por fe en Su obediencia y sufrimientos.  No podemos actuar como "el diablo" y ser, al mismo tiempo, un discípulo de Cristo Jesús.  No sirvamos ni consintamos en aquello que el Hijo de Dios vino a destruir.

Debemos ser seguidores de Dios como sus hijos amados, mostrando nuestro sentido de misericordia y expresando nuestra mentalidad humilde, agradecida y obediente que nos corresponde.

¿Qué debemos hacer para ser justos?

Cuando nacemos de Dios, somos internamente renovados por el poder del Espíritu de Dios.  Al ser regenerados no podemos pecar como pecábamos antes de nacer de Dios, ni como pecan aquellos que no son nacidos de nuevo; existe esa luz en nuestra mente que nos muestra el mal y la malignidad del pecado; existe esa inclinación en nuestro corazón que nos dispone a aborrecer y odiar el pecado; existe el principio espiritual que se opone a los actos pecaminosos, y existe el arrepentimiento cuando cometemos el pecado.  Pecar intencionalmente es ahora, algo contrario a nosotros.

Este es el secreto para ser justos: alejarnos del pecado.  Es así como entonces podremos:
  • Revestirnos de la justicia.  Salmo 132:9
  • Armarnos con la justicia.  2ª Corintios 6:7
  • Predicar la justicia.  Hechos 24:25, 2ª Pedro 2:5
  • Orar, para que la justicia sea un fruto en nuestra congregación.  2ª Corintios 9:10

¿Cuáles son los beneficios de practicar la justicia?

La justicia es una característica de una persona verdaderamente nacida de nuevo, y al practicarla somos colocados por Dios en una posición privilegiada.

a. Somos declarados justos.  1ª Juan 3:7
"Hijitos, nadie os engañe; el que hace justicia es justo, como él es justo."

b. Agradamos a Dios.  Hechos 10:35
"Sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia."

c. Somos amados por Dios.  Salmo 146:8
"Jehová abre los ojos a los ciegos; Jehová levanta a los caídos; Jehová ama a los justos."

d. Dios nos bendice.  Salmo 5:12
"Porque tú, oh Jehová, bendecirás al justo; como con un escudo lo rodearás de tu favor."

e. Dios oye nuestras oraciones.  Salmo 34:17
"Claman los justos, y Jehová oye, y los libra de todas sus angustias."

Nuestra justicia, como cristianos, debe ser mayor que la de los religiosos, y debe ser visible como el fruto de la transformación en Cristo: "Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos." (Mateo 5:20)

2. Todo hombre de Dios sigue la piedad.

Del griego Eusebeia, la piedad es la devoción a Dios.  Es decir, es nuestra actitud correcta hacia Dios, misma que implica: el temor de Dios, el amor a Dios y el deseo de Dios.

Todo "hombre de Dios" debe vivir una vida piadosa.  La piedad no es algo ocasional, por el contrario, debemos permanecer en ella constantemente, hasta el fin de nuestra carrera: "enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo." (Tito 2:12-13)

La piedad es una práctica que nos relaciona con Dios, logrando que ya no vivamos según nuestra propia voluntad, sino según la voluntad de Dios, considerándolo a Él en todo y sirviéndolo en todo.

a. La piedad nos une a Dios.  2ª Pedro 1:3
"Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia."

b. La piedad debe ser vivida en el hogar.  1ª Timoteo 5:4b
"Aprendan éstos primero a ser piadosos para con su propia familia, y a recompensar a sus padres; porque esto es lo bueno y agradable delante de Dios."

c. La piedad nos trae gran ganancia.  1ª Timoteo 6:6
"Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento."

d. La piedad debe ser ejercitada.  1ª Timoteo 4:7
"Desecha las fábulas profanas y de viejas.  Ejercítate para la piedad."

3. Todo hombre de Dios sigue la fe.

La fe siempre ha sido la marca de los hombres de Dios, desde el comienzo del mundo.  Las mismas cosas que son el objeto de nuestra esperanza son el objeto de nuestra fe.

La fe es la firme persuasión y expectativa de que Dios cumplirá todo lo que nos ha prometido en Cristo; este convencimiento da al alma el goce de esas cosas ahora.  La fe demuestra a la mente la realidad de las cosas que no se pueden ver con los ojos del cuerpo, es la plena demostración de todo lo revelado por Dios como santo, justo y bueno: "Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve."
(Hebreos 11:1)

No podemos ir a Dios a menos que creamos que Él es, lo que Él mismo ha revelado ser en Su Palabra.  Los que desean hallar y agradar a Dios, deben buscarlo con todo su corazón, con fe: "Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan." (Hebreos 11:6)

¿Cuáles son los beneficios de la fe?

a. Por la fe, vencemos al mundo.  1ª Juan 5:4-5
"Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe.  ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?"

b. Por la fe, se resiste al diablo.  1ª Pedro 5:8-9
"Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo."

c. Por la fe, se vence al diablo.  Efesios 6:16
"Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno."

d. Por la fe, el cristiano es sostenido.  1ª Timoteo 4:10
"Que por esto mismo trabajamos y sufrimos oprobios, porque esperamos en el Dios viviente, que es el Salvador de todos los hombres, mayormente de los que creen."

e. Por la fe, se alcanza buen testimonio.  Hebreos 11:2
"Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos."

La fe, este don de Dios, debe ser el firme fundamento de nuestra vida espiritual, que sustente nuestra vida cristiana en cada batalla y sea la guía del triunfo en todas ellas.

ORACION
Padre celestial, en el nombre de Jesús te doy gracias, por el amor que has tenido para con nosotros, dando a tu hijo único, para que aquellos que en Él creamos, no muramos, sino que tengamos vida eterna.

Padre, sé que hasta el día de hoy, no he practicado la justicia y la piedad de la forma que tú esperas que lo haga, también sé que mi fe, no es lo suficientemente real, que a veces es una fe fingida, con alternativas planificadas en caso que las cosas no se den como tú lo has prometido.  Por esto, vengo hoy delante de ti, clamando porque por medio de tu gracia y la presencia de tu Santo Espíritu, me guíes por la senda de la justicia, siendo justo como tú me lo demandas.

Hoy he decidido ser piadoso, viviendo según tu voluntad y no según la mía, considerándote y sirviéndote en todo.  También decido valorar el don de la fe, manteniéndome firme en ella, creyendo tus promesas y tu palabra, siendo realmente un seguidor tuyo, mostrando misericordia, humildad, obediencia y agradecimiento, tal y como tú me lo mandas.

Señor Todopoderoso, a ti la gloria, la honra, toda alabanza y adoración, AMÉN.



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