No sabemos sus nombres, ni tampoco sabemos nada de sus aspectos, lo que
sí sabemos es que dieron un burro para que Jesús lo utilizara para entrar a
Jerusalén.
Una parte interesante de la historia
se encuentra en Marcos 11:2-7 - RV60: "y
les dijo: Id a la aldea que está enfrente de vosotros, y
luego que entréis en ella, hallaréis un pollino atado, en el cual ningún hombre
ha montado; desatadlo y traedlo. Y si alguien os dijere: ¿Por qué hacéis eso? decid que el Señor lo necesita, y que luego
lo devolverá.
Fueron, y hallaron el pollino atado afuera a la puerta, en el
recodo del camino, y lo desataron. Y
unos de los que estaban allí les dijeron:
¿Qué hacéis desatando el pollino? Ellos entonces les dijeron como Jesús
había mandado; y los dejaron. Y trajeron el
pollino a Jesús, y echaron sobre él sus mantos, y se sentó sobre él."
El dueño de estos burros posiblemente no tuvo nunca ni idea de su generosidad
ni el propósito tan noble que encerraba su gesto, no creo que se le haya
ocurrido que Dios iba a montar ese burro.
¿Sabes? Todos nosotros tenemos un
burro. Algo que, si se le da a Dios,
podría mover a Jesús y para que cambie nuestra historia. Tal vez sea nuestra voz, para predicar o
cantar, tal vez nuestro don al utilizar la computadora, tal vez conocer el lenguaje
lesco o una lengua extranjera, tal vez diezmar u ofrendar. Sea lo que sea nuestro burro, ¿se lo damos a
Dios...?
Quienes le dieron el burro a Jesús son sólo unos, de una larga lista de
personas que han dado cosas pequeñas a un gran Dios, teniendo una gran
recompensa: "Y su señor le dijo:
Bien, buen siervo y fiel; sobre
poco has sido fiel, sobre mucho te pondré;
entra en el gozo de tu señor." (Mateo 25:21 - RV60)
No hay comentarios:
Publicar un comentario