Cuando los sentimientos de mi
hijo están siendo perjudicados, yo le hago ver que tan especial es él para
mí.
- Si él está herido, yo hago lo
que sea necesario para hacerlo sentir mejor.
- Si mi hijo tiene miedo, yo no
me voy a dormir hasta que se sienta seguro y confiado.
Esto no quiere decir que yo sea
un héroe, o que sea algo sobrenatural o extraño, solamente soy un padre.
¿Sabes?, cuando
un niño se lastima, un padre hace lo que es natural: le ayuda. Estos son los momentos más productivos y más
dulces del día, y vienen de forma natural, no debo forzarlos; los hago de buena
gana, con muchísima alegría. Entonces...
¿por qué si esto
es así, estoy tan reacio a dejar que mi Padre celestial me ayude y me consuele?
Recuerdo que cuando estaba en
la escuela, a muy corta edad, un alumno mayor que yo me atemorizaba y me
quitaba los 25 céntimos que daban diariamente.
Un día, me quitó el dinero como de costumbre y me amenazó, diciéndome
que a partir del día siguiente debía llevar 2 colones todos los días, es decir
8 veces más de lo que llevaba. Yo no
podía llevar esa cantidad de dinero, ¿de dónde la iba a sacar? Ese día pasé atemorizado todo el día y en la
noche, ya tarde, no podía dormir. Tal
era mi cara de preocupación, que mi padre se dio cuenta que algo me sucedía y
me insistió para que le contara. Una vez
le conté, me dijo: No te preocupes, acuéstate, descansa y duerme, mañana será
otro día...
Al día siguiente llegué a la
escuela con gran temor y quien abusaba de mí, se acercó y me pidió perdón. Nunca más volvió a molestarme.
Mientras yo estaba dormido, la
noche anterior, mi padre había ido a la casa de mi compañero y le había contado
todo a sus padres quienes reprendieron a su hijo. Él había resuelto mi problema...
Ser padre me ha enseñado, que
cuando me critican, o me han herido, o me siento impotente, o tengo miedo; hay
un Padre que está listo para ayudarme y consolarme. Un Padre que me esperará hasta que esté mejor,
quién no va nunca a dormirse cuando temo. Y eso es suficiente...
Sal 121:1 Alzaré mis ojos a los montes;
¿De dónde vendrá mi socorro?
Sal 121:1 Mi socorro viene de Jehová,
Que hizo los cielos y la tierra.
Sal 121:3 No dará tu pie al resbaladero,
Ni se dormirá el que te guarda.
Sal 121:4 He aquí, no se adormecerá ni dormirá
El que guarda a Israel.
Sal 121:5 Jehová es tu guardador;
Jehová es tu sombra a tu mano derecha.
Sal 121:6 El sol no te fatigará de día,
Ni la luna de noche.
Sal 121:7 Jehová te guardará de todo mal;
El guardará tu alma.
Sal 121:8 Jehová guardará tu salida y tu entrada
Desde ahora y para siempre.