(Según el libro de Daniel)
Hoy comenzamos un nuevo tema que nos enseñará acerca de la verdadera adoración. La Palabra de Dios nos dice en Juan 4:23 "Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren."
Dios busca de nosotros la adoración y esto lo sabía bien Daniel. A Daniel lo conocemos por sus historias: El sueño del rey Nabucodonosor, los tres amigos de Daniel en el horno de fuego, Daniel en el foso de los leones y por la profecía sobre el imperio babilónico a través del "mene-mene-ketel-uparsin" (contado, contado, pesado y dividido) escrito en la pared en el último banquete del rey Belsasar.
Sin embargo, lo más notable en la vida de Daniel fue su oración. Daniel tenía una vida de oración fresca y permanente, por medio de la cual adoraba a Dios. Fue la oración la que impulsó a Daniel a lo largo de sus años, por lo que se aferró más y más a ella, cultivándola cada día con más fuerza.
Vale la pena en este momento que analicemos ¿cómo es nuestra vida de oración?
¿Hemos hecho de la oración un estilo de vida como Daniel?, o por el contrario, ¿cada día nos es más difícil buscar a Dios en oración?
¿Qué nos enseña Daniel de la oración?
En el segundo año del gobierno de Nabucodonosor, el rey soñó con una gran estatua, como lo describe Daniel 2:31-35: "Tú, oh rey, veías, y he aquí una gran imagen. Esta imagen, que era muy grande, y cuya gloria era muy sublime, estaba en pie delante de ti, y su aspecto era terrible. La cabeza de esta imagen era de oro fino; su pecho y sus brazos, de plata; su vientre y sus muslos, de bronce; sus piernas, de hierro; sus pies, en parte de hierro y en parte de barro cocido. Estabas mirando, hasta que una piedra fue cortada, no con mano, e hirió a la imagen en sus pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó. Entonces fueron desmenuzados también el hierro, el barro cocido, el bronce, la plata y el oro, y fueron como tamo de las eras del verano, y se los llevó el viento sin que de ellos quedara rastro alguno. Mas la piedra que hirió a la imagen fue hecha un gran monte que llenó toda la tierra."
Nadie podía interpretar este sueño, por lo que el rey quiso hacer matar a todos los magos y astrólogos: "Los caldeos respondieron delante del rey, y dijeron: No hay hombre sobre la tierra que pueda declarar el asunto del rey; además de esto, ningún rey, príncipe ni señor preguntó cosa semejante a ningún mago ni astrólogo ni caldeo. Porque el asunto que el rey demanda es difícil, y no hay quien lo pueda declarar al rey, salvo los dioses cuya morada no es con la carne. Por esto el rey con ira y con gran enojo mandó que matasen a todos los sabios de Babilonia." (Daniel 2:10-12)
Todos los magos y astrólogos estaban atemorizados por la amenaza del rey, pero Daniel se retiró a su casa tranquila y confiadamente: "Y Daniel entró y pidió al rey que le diese tiempo, y que él mostraría la interpretación al rey. Luego se fue Daniel a su casa e hizo saber lo que había a Ananías, Misael y Azarías, sus compañeros, para que pidiesen misericordias del Dios del cielo sobre este misterio, a fin de que Daniel y sus compañeros no pereciesen con los otros sabios de Babilonia. Entonces el secreto fue revelado a Daniel en visión de noche, por lo cual bendijo Daniel al Dios del cielo." (Daniel 2:16-19)
Daniel comunicó el asunto a sus fieles y confiables amigos, porque conocía el poder de la oración en conjunto. También nosotros deberíamos atrevernos mucho más a compartir nuestros asuntos de oración con hermanos en el Señor. Por lo general nos avergonzamos de nuestras dificultades, tribulaciones y problemas, no queremos que sepan que estamos pasando por una mala situación financiera, o que estamos atravesando una crisis familiar, o bien que tenemos problemas con algún vicio que nos está dominando, por esto muchos preferimos orar solos, a comunicar nuestra carga a personas de confianza. Pero la Biblia nos enseña en este pasaje sobre el poder de la oración en común y de la poderosa respuesta de Dios, por ser obedientes a Él.
Daniel y sus tres amigos oraron juntos pidiendo revelación y protección. La oración unida es una fuerza incomparable que no puede ser detenida por nadie, así nos lo hace Nuestro Señor Jesús en Mateo 18:19-20: "Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos."
Precisamente ese poder incomparable fue lo que experimentaron Daniel y sus amigos al final de su oración. Dios le reveló a Daniel el secreto del sueño del rey por la noche.
Llevar una vida de oración significa tener comunión con Dios, lo que nos da seguridad en medio de la inseguridad.
La verdadera adoración es orar con agradecimiento.
"Entonces el secreto fue revelado a Daniel en visión de noche, por lo cual bendijo Daniel al Dios del cielo. Y Daniel habló y dijo: Sea bendito el nombre de Dios de siglos en siglos, porque suyos son el poder y la sabiduría. El muda los tiempos y las edades; quita reyes, y pone reyes; da la sabiduría a los sabios, y la ciencia a los entendidos. El revela lo profundo y lo escondido; conoce lo que está en tinieblas, y con él mora la luz. A ti, oh Dios de mis padres, te doy gracias y te alabo, porque me has dado sabiduría y fuerza, y ahora me has revelado lo que te pedimos; pues nos has dado a conocer el asunto del rey. Después de esto fue Daniel a Arioc, al cual el rey había puesto para matar a los sabios de Babilonia, y le dijo así: No mates a los sabios de Babilonia; llévame a la presencia del rey, y yo le mostraré la interpretación."
Daniel 2:19-24
Muchas veces oramos y clamamos larga e intensamente por un asunto que nos está agobiando y nos urge sea resuelto, pero en el momento de la respuesta de Dios a nuestro favor, apenas nos tomamos tiempo para agradecerle, peor aún, la mayoría de las veces ni siquiera agradecemos.
Esto era muy diferente en la vida de Daniel. Antes de correr al palacio del rey para comunicarle la revelación de su sueño, agradeció al Señor, no dejó la alabanza para más tarde.
Dios siempre estaba en primer lugar en la vida de Daniel, y en segundo lugar estaba todo lo demás, incluso el rey de Babilonia.
La verdadera adoración es orar con regularidad.
En Daniel 6:7, nos dice la Palabra de Dios que unos gobernadores antisemitas intentaron tender una trampa a Daniel y hacerlo desistir de su vida de oración: "Todos los gobernadores del reino, magistrados, sátrapas, príncipes y capitanes han acordado por consejo que promulgues un edicto real y lo confirmes, que cualquiera que en el espacio de treinta días demande petición de cualquier dios u hombre fuera de ti, oh rey, sea echado en el foso de los leones.", pero esto no detuvo a Daniel de orar. Él no permitió que nada ni nadie le sacara de su vida de oración: "Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa, y abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes." (Daniel 6:10)
Así como Daniel se enfrentó a enemigos que querían que desistiera de su vida de oración, también nosotros debemos tener en cuenta que el enemigo de Dios hará todo para impedir que oremos regularmente.
Para vencer la falta de oración debemos seguir los pasos de Daniel y ser más persistentes en nuestro orar.
¿Qué hemos aprendido acerca de la oración?
En primer lugar: No desistir de la oración, por el contrario, al igual que Daniel debemos tener constancia.
En segundo lugar: Debemos aprender a orar, orando tanto en comunión con otros, como solos.
En tercer lugar: Tener un lugar fijo de oración. En el caso de Daniel era su cámara, su casa. Un lugar fijo de oración es un altar que se levanta para nuestra comunión con Dios.
En cuarto lugar: Tener la ventana abierta, lo cual es un símbolo de un corazón siempre abierto a Dios y de una comunión inalterable con Él.
En quinto lugar: Orar en cierta dirección. Daniel oraba hacia Jerusalén, donde estaba el altar. Esto representa a Jesús.
En sexto lugar: Orar regularmente. Daniel oraba tres veces por día, como siempre lo había hecho antes.
Y, en sétimo lugar: No descuidar el agradecimiento.
El ejemplo de Daniel de la verdadera adoración a través de la oración, es posible en nuestras vidas desde la niñez, o desde la adolescencia como lo vemos en Daniel; también en la juventud y en la edad adulta. Es una decisión que debemos tomar, sometiendo nuestra carne, alma y espíritu, a la voluntad del Espíritu de Dios. El orar no es una opción en nosotros, es una necesidad en nuestras vidas para crecer espiritualmente y ser herederos de las promesas de Dios: "Pero también digo: Entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo." (Gálatas 4:1)
Debemos tomar la decisión de tener una comunión con Dios a través de la oración y la adoración, siendo constantes, y fieles, permaneciendo en la fe, pero por sobre esto, siendo agradecidos en todo, porque ésa es la Voluntad de Dios para con nosotros: "Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús." (1 Tesalonicenses 5:18)
Cuando adoramos a Dios, por medio de nuestra oración, siendo constantes, unidos en oración, teniendo un lugar fijo, abriendo nuestro corazón, orando en el nombre de Cristo Jesús y siendo agradecidos, Dios se deleitará y actuará grandemente en nosotros: "Nunca más te llamarán Desamparada, ni tu tierra se dirá más Desolada; sino que serás llamada Hefzi-bá (mi deleite), y tu tierra, Beula (mi esposa); porque el amor de Jehová estará en ti, y tu tierra será desposada." (Isaías 62:4)
"Y me alegraré con ellos haciéndoles bien, y los plantaré en esta tierra en verdad, de todo mi corazón y de toda mi alma."
Jeremías 32:41
Esta promesa está vigente para todos aquellos que estamos Cristo. ¡Y es realmente maravilloso que el Señor se deleite haciendo el bien a Su pueblo y a cada uno de nosotros!
Nunca debemos olvidar que la adoración es un estilo de vida, una actitud de nuestro corazón; es reconocer la misericordia y la gracia de Dios para nosotros, es reconocer lo que Dios es y lo que ha hecho por nosotros. Es entender que sin él estaríamos perdidos.
El mejor adorador será siempre aquel que reconoce de donde lo sacó el Señor y que sin él está perdido, aquel que recuerda su pasado y sabe que sentarse a la mesa del Señor es un privilegio inmerecido. La mejor adoración siempre brotará de un corazón agradecido.
ORACION:
Señor Dios, vengo ante ti para darte gracias, Padre Celestial, por todo lo que de ti recibo, por lo que has hecho en mí y en quienes forman mi familia. Gracias porque has sido un Dios misericordioso y fiel, que aun conociendo mi debilidad en la oración y la adoración, tienes compasión por mí y sigues derramando todo Tu amor en mi vida.
Hoy Señor, quiero pedirte que actúes en mi, poniendo un corazón de adorador, de tal forma que reconozca que TODO te lo debo a ti, que sin ti estoy perdido. Que tú me has traído a la luz sacándome de la oscuridad, que tú actúas en mi vida como Señor y Salvador, que tú derramaste tu sangre por mí, para darme la libertad y el perdón de mis pecados. Te lo pedimos en el nombre que es sobre todo nombre, el de Tu Hijo Jesús, AMÉN.
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