En nuestra primera parte sobre este tema vimos cuatro aspectos importantísimos y necesarios para enfrentar nuestra realidad, por difícil que esta sea.
La mano de Dios (Ezequiel 37:1).
Cuando la mano de Dios desciende sobre nosotros, no siempre traerá una bendición inmediata. Es muy probable que la presencia y unción de Dios lleguen a nuestras vidas para llevarnos a un "valle de huesos secos", es decir, a enfrentarnos con nuestros problemas. Es en este valle de huesos secos, que estaremos en crisis y necesidad.
Pero, ¿por qué Dios hace esto?
Es en estos momentos de crisis y necesidad, donde se producirá en nosotros, por medio de la mano de Dios, una vida victoriosa. La mano de Dios es poderosa y capaz de hacer que lo sobrenatural se haga natural.
Nuestra circunstancia (Ezequiel 37:2).
Es muy posible que, nuestra actual circunstancia no sea nada buena; que como Ezequiel veamos en nuestro "valle de huesos", huesos secos y desparramados, pero aún así no debemos quedarnos con lo que nuestros ojos naturales ven. Dios ve más allá de lo que nosotros podemos ver, por esto lo más importante en nuestra circunstancia es entender lo que Dios tiene para nosotros en esta situación.
Nuestra respuesta ante la circunstancia (Ezequiel 37:3).
Dios siempre nos preguntará sobre nuestra circunstancia, no para saber de ella, si no para ver nuestra actitud sobre ella. Una buena actitud ante nuestra circunstancia con relación a Dios, hará que la acción de Dios se desate sobre ella, manifestando a nuestro favor. Dios necesita de hombres y mujeres que proclamen su palabra y le den su lugar a Dios, como lo hizo Ezequiel, así manifestará todo su Poder.
Profetizar (Ezequiel 37:4).
Debemos profetizar, hablar con autoridad delante de nuestras circunstancias. Seamos profetas de nuestra propia vida, marcándonos un destino y hablando por él. Nosotros somos lo que somos, por esto debemos hablarlo porque nadie nos regalará nada. Hablemos lo que Dios dice que tenemos que hablar…
Ahora, ¿qué debemos hacer con nuestra realidad?
Vamos a declarar la verdad sobre nuestra situación y nuestras vidas, sabedores de que esta verdad nos hará libres y nos traerá sabiduría, para que actuemos como verdaderos guerreros de Dios, logrando vencer. Recordemos que la sabiduría es "utilizar lo que sabemos de Dios para tomar buenas decisiones".
La verdad nos hará libres
"Así ha dicho Jehová el Señor a estos huesos: He aquí, yo hago entrar espíritu en vosotros, y viviréis. Y pondré tendones sobre vosotros, y haré subir sobre vosotros carne, y os cubriré de piel, y pondré en vosotros espíritu, y viviréis; y sabréis que yo soy Jehová."
Ezequiel 37:5-6
Una vez nosotros empezamos a profetizar, comenzará a cambiar nuestra circunstancia. Ezequiel empezó a hablar lo que Dios le dijo que dijera, detallando lo que debía venir, es así como debemos profetizar ante nuestras necesidades y crisis. Debemos ser claros en nuestro profetizar, sea cual sea nuestra situación. Si no hablamos lo que Dios nos dice, nada sucederá. Por más que nos esforcemos nosotros no podremos, por nuestros propios medios unir estos "huesos".
Muchas personas pasan toda la vida armando esqueletos y cuando parece que están terminando, se derrumban y deben comenzar de nuevo. Mirando para abajo y acomodando cadáveres, jamás vamos a lograrlo. Detengámonos y escuchemos a Dios, porque el único que puede transformar el valle de los huesos secos, es Él.
Dios no nos manda a unir huesos, si no a escucharle a Él y a actuar conforme Él nos dice. Si comenzamos a hablar lo que Dios nos dice sobre nuestra circunstancia, los "huesos" comenzarán a unirse y luego, entrará espíritu en ellos y vivirán.
Donde hay espíritu de Dios, sí hay vida, y como consecuencia hay conocimiento, sabiduría y la verdad de Dios; aquí está la diferencia.
Leamos Mateo 4:1-11: "Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo. Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre. Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. Él respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, y, en sus manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra. Jesús le dijo: Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios. Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares. Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás. El diablo entonces le dejó; y he aquí vinieron ángeles y le servían."
Jesús fue al desierto y cuando el diablo le tentó, habló solamente lo que estaba escrito, porque frente a la verdad, el diablo no puede hacer absolutamente nada. Si Hablamos la realidad el diablo nos la va a discutir a muerte, nos la va a torcer tanto como pueda, nos la va a dar vuelta y dirá: "en mi campo es que estamos peleando". Hablemos la verdad y el diablo no sabrá qué hacer y se irá, nos dejará en paz.
Ahora, como nosotros lo que mayormente proclamamos es la realidad, no podemos salir de nuestra situación, porque el diablo nos discute, y nos vuelve a discutir, y nos vuelve a pelear, y nos vuelve a retorcer, y nos vuelve a deformar y nos vuelve a decir un montón de mentiras. Eso es la realidad, y la realidad es terreno del diablo, y en su terreno el diablo nos podrá vencer.
Hemos proclamado demasiado lo que dicen los demás, hemos hablado mucho lo que dice el vecino, el amigo, la circunstancia y el problema. Pero Dios nos dice que hablemos la verdad, porque esta verdad nos trae libertad. Jesús dijo: "y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres." (Juan 8:32). Si proclamamos la verdad, se acabó el tema, porque lo que decimos, es lo que está diciendo Dios y ahí es cuando el diablo se guarda y se somete ante nosotros.
Por esto, hoy hablamos la verdad ante nuestras puertas cerradas, hablamos la verdad frente a nuestros problemas de familia, hablamos la verdad ante nuestro desempleo, hablamos la verdad frente a nuestro ministerio, frente a nuestra falta de casa propia, frente a la infidelidad de nuestra esposa o la agresión de nuestro esposo, hablamos la verdad frente al alcoholismo y la drogadicción. ¡Basta! ¡Hablamos la verdad!
"Jehová es mi pastor y nada me faltará." Esa es mi verdad…
¿Dios ha dicho que esos huesos vivirán? ¡Pues entonces nosotros decimos que esos huesos vivirán! Dios los va a hacer vivir, ¿cómo?, no lo sabemos, pero tampoco debe preocuparnos. Lo que sí debemos saber, es que mientras proclamemos la palabra que Él dice, Él va a mover lo que tenga que mover para que esta palabra se cumpla, para que no vuelva vacía, para que rinda fruto al ciento por uno y para que sea factor clave para darle toda la gloria, toda la honra y toda la alabanza a Él.
Dios actúa y trae sabiduría
"Profeticé, pues, como me fue mandado; y hubo un ruido mientras yo profetizaba, y he aquí un temblor; y los huesos se juntaron cada hueso con su hueso. Y miré, y he aquí tendones sobre ellos, y la carne subió, y la piel cubrió por encima de ellos; pero no había en ellos espíritu. Y me dijo: Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre, y di al espíritu: Así ha dicho Jehová el Señor: Espíritu, ven de los cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos, y vivirán."
Ezequiel 37:7-9
Muchas veces cometemos el error de naturalizar a Dios, pero Dios es sobrenatural y lo que para nosotros es impactante por lo sobrenatural, para Él es lo más natural. El principio aquí, es básico: cuando nosotros declaramos la palabra con fe y con autoridad, Él se mueve: "Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho." (Juan 15:7). Y cuando Él se mueve, no hay hombre que pueda preguntarle qué hará, y mucho menos impedir lo que hará: "Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces?" (Daniel 4:35).
Guerreros de Dios y vencedores
"Y profeticé como me había mandado, y entró espíritu en ellos, y vivieron, y estuvieron sobre sus pies; un ejército grande en extremo."
Ezequiel 37:10
Dios quiere hacer de nosotros, gente guerrera. Dios siempre tiene estrategias de cómo pelear, de cómo ganar la batalla, de cómo conquistar nuestro terreno. Dios es un Dios guerrero. De tal manera que se hace llamar: "Jehová de los ejércitos" (Salmos 84-8,12), o "Varón de guerra" (Éxodo 15:3).
Dios siempre le habla a gente que desea pelear, que desea ir al frente de batalla y tomar lo que les pertenece, a aquellos que se esfuerzan y son valientes. "Esfuérzate y sé valiente; porque tú repartirás a este pueblo por heredad la tierra de la cual juré a sus padres que la daría a ellos. Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas." (Josué: 1:6,9). A Él le agrada nuestra pelea, porque es la única manera de poder conquistar nuestro territorio, y no sólo esto sino que Él estará con nosotros siempre, para que logremos nuestro objetivo.
Él hará un ejército con los huesos secos. No se trata solamente si estos huesos vivirán, Él va a hacer un ejército con ellos. Ezequiel pensó que simplemente iban a vivir, pero cuando se pusieron de pie, eran un ejército. Dios nos transformará en un general, porque a partir de hoy comenzaremos a pelear y a recuperar todo lo que nos pertenece.
Joel 1:4 nos dice que el diablo nos ha estado quitando de lo nuestro: "Lo que quedó de la oruga comió el saltón, y lo que quedó del saltón comió el revoltón; y la langosta comió lo que del revoltón había quedado." Pero ya es hora de que empecemos a recuperar lo que hemos perdido y con nuestra batalla, Dios se encargará de devolvernos lo que nos ha sido quitado: "Y os restituiré los años que comió la oruga, el saltón, el revoltón y la langosta, mi gran ejército que envié contra vosotros. Comeréis hasta saciaros, y alabaréis el nombre de Jehová vuestro Dios, el cual hizo maravillas con vosotros; y nunca jamás será mi pueblo avergonzado." (Joel 2:25-27).
ORACION:
Señor Dios, Padre Todopoderoso, hoy he decidido no tratar de armar huesos en mi vida. Hoy he decidido escucharte a ti y hablar conforme a lo que tú me dices que hable, por cuanto sé que tú Palabra es Verdad, que tú eres Verdad, y que esa Verdad trae libertad y sabiduría a mi vida. Es por esta razón que a partir de hoy decido no mirar más hacia abajo, donde están los huesos secos que me entristecen y debilitan, decido no enfocarme en la realidad, si no en creer en tu Verdad. Sé que el enemigo ha querido que yo me enfoque en la realidad de mis situaciones para sacarme de tu Verdad, así se ha estado alimentando de mí, de mi familia, de mi casa, de mi trabajo, de mi matrimonio, de mis finanzas y de mi salud; pero a partir de hoy, empiezo a luchar nuestra batalla en tu nombre, con el fin de conquistar esa "tierra prometida" que tienes para mí, recuperando todo aquello que el enemigo me ha quitado. Ayúdame Señor a escucharte y depositar mi fe y confianza en ti, en el nombre de Cristo Jesús, AMÉN.
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