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martes, 30 de marzo de 2010

La Adversidad - Parte 2

En la primera parte de este estudio mencionábamos que todos nosotros nos hemos visto expuestos frente a situaciones adversas, e incluso tan difíciles que hemos llegado a pensar que no lograremos superarlas, y aún superándolas nos resulta difícil recuperarnos de ellas.  Hasta es posible que aún hoy después de mucho tiempo, las secuelas de estas situaciones estén conmocionando nuestra vida.

Las tribulaciones que experimentamos y nos afectan en muchos casos son muy similares a las de nuestros vecinos, parientes y demás, pero es la actitud que tomemos ante ellas la que marcará la diferencia ante la adversidad.

Indicábamos anteriormente que Santiago nos explica cuatro (4) aspectos para sacar el mayor provecho ante la adversidad, de los cuales analizamos los dos primeros.

1. Comprender el propósito de Dios frente a las pruebas.

2. Pedir a Dios sabiduría cuando estamos en la prueba.

Entendiendo estos dos puntos, trataremos comprender los dos siguientes.

3. No confundir "confortabilidad temporal" con "bonanza espiritual".

"El hermano que es de humilde condición, gloríese en su exaltación; pero el que es rico, en su humillación, porque él pasará como la flor de la hierba.  Cuando sale el sol con calor abrasador, la hierba se seca, su flor se cae y perece su hermosa apariencia.  Así también se marchitará el rico en todas sus empresas.  Bienaventurado el hombre que soporta la tentación, porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida que Dios ha prometido a los que lo aman".
Santiago 1:9-12

Una de las pruebas que estos cristianos estaban sufriendo era la pobreza financiera y la privación.  El capítulo 5 de esta misma carta, indica que los ricos no cristianos no estaban solamente no ayudando a los cristianos, sino que estaban explotándolos: "El jornal de los obreros que han cosechado vuestras tierras, el cual por engaño no les ha sido pagado por vosotros, clama, y los clamores de los que habían segado han llegado a los oídos del Señor de los ejércitos. Habéis vivido en deleites sobre la tierra y sido libertinos.  Habéis engordado vuestros corazones como en día de matanza. Habéis condenado y dado muerte al justo, sin que él os haga resistencia." (Santiago 5:4-6).  Debido a esto, la audiencia de Santiago estaba mirando a sus vecinos ricos como aquellos que realmente "les iba mejor"Santiago ve esto como una actitud peligrosa y la corrige.

La Biblia no justifica la acumulación de riquezas sin compasión, por el contrario, rechaza la explotación de las demás personas para poder enriquecerse, incluyendo a nosotros los cristianos.  Tampoco la Biblia glorifica la incomodidad temporal, no dice que debiéramos buscarla, como lo hacen, por ejemplo, los monjes ascetas.

El punto de Santiago aquí tiene que ver con la perspectiva que debemos tomar con respecto a la comodidad temporal cuando nos falta.

No debemos confundir la comodidad temporal con nuestro propio bienestar espiritual; no son la misma cosa.

Dado que la madurez espiritual es más importante que la comodidad temporal, debiéramos valorarla lo suficiente como para dar la bienvenida a la incomodidad temporal, si Dios lo permite en nuestras vidas y sabiendo que es prueba de que somos amados por Él y que redundará en nuestro crecimiento espiritual.

Existen dos aplicaciones obvias a esta verdad.

a. No envidiar a aquellos que tienen mucha comodidad temporal.
Quienes tienen mucha comodidad temporal, en el mejor de los casos, tienen la solemne responsabilidad de administrar lo que poseen apropiadamente, y en el peor de los casos, están en peligro de perder sus vidas al ser adictos a esta comodidad y permitir que los seduzca e impida conocer a Dios, perdiendo así sus vidas: "Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?" (Marcos 8:36).

Es importante entender también que envidiar a quienes tienen mucha comodidad temporal, es decirle sutilmente a Dios: "Tú los amas más a ellos que a mí, por eso los tratas mejor que a mí".

b. Darse cuenta que nuestra incomodidad temporal puede ser una bendición disfrazada.
C. S. Lewis, apologeta cristiano, escritor creador de las "Crónicas de Narnia", nombró el sufrimiento el "megáfono de Dios", indicando que es la forma efectiva utilizada por Dios para hacer un "llamado a despertarnos".

Veamos lo que algunos de los síntomas de la adversidad hacen en nuestras vidas.

 El dolor físico y la debilidad provocan que sintamos nuestra propia fragilidad.

 El desconcierto revela nuestra falta de sabiduría.

 Los reveces financieros señalan cuan limitada es nuestra seguridad hecha por nosotros mismos.

 Los errores y los fracasos humillan nuestro orgullo.

Si nos damos cuenta de lo anterior y dejamos entonces que nuestra adversidad nos conduzca a Dios, para que Él transforme nuestro carácter, miraremos el pasado y entenderemos que fuimos privilegiados por ser tratados por Dios de esta manera.

Muchas veces las respuestas de Dios a nuestras oraciones podrían ser algo así como esto:

 Pedimos fuerzas para poder lograrlo, somos hechos débiles para que aprendamos a obedecer.

 Pedimos salud para que podamos hacer grandes cosas, se nos da enfermedad para que hagamos mejor las cosas.

 Pedimos poder para que podamos ganar el reconocimiento del hombre y se nos da debilidad para que podamos sentir nuestra necesidad de Dios.

 Pedimos por todas las cosas para que podamos disfrutar la vida y se nos da la vida (a menudo a través del sufrimiento) para que podamos disfrutar todas las cosas.

4. Cuidado con echarle la culpa a los demás.

"Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido.  Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte.  Amados hermanos míos, no erréis.  Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.  El, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas".
Santiago 1:13-18

¿Qué sucedería si llegáramos a nuestra casa y encontráramos a uno de nuestros hijos pegándole a su hermano y cuándo lo cuestionemos nos responda: "Es su culpa porque se estaba burlando de mí"?

Lo más probable es que todos nosotros le indiquemos que lo que su hermano hizo estuvo mal, pero que esto no es excusa para que le pegue a su hermano, nada es excusa para una errada conducta.  Si nuestro hijo no comprende esto y asume su propia responsabilidad por sus respuestas ante la adversidad, su vida se verá afectada.

Sin embargo, esto que vemos claramente en nuestros hijos, muy pocas veces logramos verlo en nosotros mismos.  Cuando estamos experimentando una adversidad divinamente permitida muy a menudo nos rehusamos tomar la responsabilidad de nuestra respuesta ante ella.

 "Estoy tan solo que tuve que buscar una compañía a través de la inmoralidad sexual."

 "Fui tan maltratada que tengo razón para estar amargada."

 "Me dolió tanto el fracaso tratando de servir a Dios que nunca más lo intentaré de nuevo."

Si no somos responsables de nuestra respuesta ante la adversidad, entonces ¿quién lo es?  Lo que realmente estamos haciendo es culpar a Dios por nuestros pecados: "Él dejó que las cosas se pusieran tan mal que no tuvimos otra elección, sino hacer lo que hicimos".

Esta actitud para nosotros es muy cómoda, ya que por medio de ella llegamos a experimentar un alivio a corto plazo: "de verdad no fue mi culpa", pero lo que realmente sucede es que estamos pavimentando el camino para la miseria a largo plazo, porque llegaremos a convencernos más y más que somos víctimas de las circunstancias y de cómo otros nos tratan, prácticamente lo que Stephen Covey en su libro "Los siete hábitos de las personas altamente efectivas" llama "una persona reactiva".

Santiago tiene una mejor solución.

a. Recordar la soberanía amorosa de Dios.
Dios nunca influye sobre nadie, ni activa ni pasivamente, para que viole su voluntad (Santiago 1:13), por el contrario 1 Corintios 10:13 dice: "No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar".

b. Recordar que solo las buenas cosas y nuestra actitud para hacer buenas cosas provienen de Dios.
Dios trabaja sobre nosotros para que hagamos su voluntad (Santiago 1:17).

c. Entender que Dios nos hizo sus hijos.
El más grande regalo que Dios nos dio, fue hacernos hijos suyos cuando venimos a Cristo (Santiago 1:18).

Todos nosotros tendremos aflicciones, no lo podemos evitar; sin embargo la pregunta es si queremos tomar este sufrimiento para que traiga salvación a nuestras vidas o no.

Aunque sea doloroso a corto plazo, debemos tomar la responsabilidad por nuestra respuesta a la adversidad, así se nos abrirá la experiencia del perdón de Dios y obtendremos a largo plazo nuestra libertad y salvación.


ORACION
Señor Jesús, reconozco mi Gran Señor, mi propia tendencia a querer comodidad más que madurez y como resultado me he olvidado de ti.
Por favor Señor, haz lo que sea necesario para llamar mi atención, aún exponerme al fuego, para como el orfebre con la plata, así me formes.  Llama mi atención de tal forma que permanezca siempre en mi camino contigo, entendiendo que en cualquier adversidad mi dolor es tu dolor, que tu mano poderosa me sostiene y que tú permites mis adversidades para hacerme crecer en tu amor.

Ayúdame a reconocer tu amorosa soberanía sobre todas las cosas, a entender que todas las cosas buenas y solo ellas vienen de ti; pero sobre todo debo entender que por tu amor, misericordia y gracia, tú me has hecho tu hijo y que mi Padre Celestial, cuida de mí en todo momento, AMÉN.

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