"Y no contristéis al Espíritu Santo de
Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención."
Efesios 4:30 - RV60
En esta serie sobre las tres principales razones
que entristecen, causan dolor y afligen, hemos visto como nuestra rebeldía expresada
con nuestros pensamientos, palabras y razonamientos propios nos separan de Dios
y por ende contristan Su Santo Espíritu.
En la segunda entrega, nos enfocamos en la
falta de comunión con el Espíritu Santo, reflejada en nuestra ausencia de
compromiso, disciplina y perseverancia, lo que evita que alcancemos los anhelos
de nuestro corazón y los veamos cumplidos.
Hoy terminaremos esta serie.
• LA FALTA DE PERDÓN
La falta de perdón, es guardar rencor en
nuestro corazón hacia una persona que nos hizo un mal o que traicionó nuestra
confianza. Tenemos razones para estar
heridos; pero, eso no nos da derecho a guardar falta de perdón en nuestro
interior, pues eso nos va destruyendo y enfermando poco a poco; a la vez que
mantenemos atada a la persona que nos hirió.
Debemos tener claro que cada vez que nos
sentimos ofendidos el enemigo nos está tendiendo una trampa, una carnada para
que nos amarguemos y perdamos nuestra bendición.
Perdonar es una decisión que hay que tomar
para soltar o dejar libre a nuestro ofensor. No olvidemos que perdonar no se trata tan solo
de olvidar lo sucedido, hacer de cuenta que no pasó o negarse a recordarlo. El perdón es una decisión y una conducta que
debemos tomar como un estilo de vida, si no practicamos el perdón como estilo
de vida, vamos a contristar al Espíritu Santo continuamente y tendremos grandes
consecuencias en contra de nosotros.
La falta de perdón le abre la
puerta al enemigo para traernos enfermedades y destruir nuestras finanzas y
nuestro hogar.
La falta de perdón se caracteriza por:
• Desobediencia a Dios: Dios nos manda a perdonar; si no perdonamos no seremos
perdonados: "Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os
perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los
hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas." (Mateo 6:14-15 - RV60)
"Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor,
¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete?
Jesús le dijo: No te digo hasta
siete, sino aun hasta setenta veces siete." (Mateo
18:21-22 - RV60)
• El enemigo toma ventaja en nuestra
vida: Muchos de nosotros no sabemos
perdonar, porque hemos sido incapaces de perdonar nuestro propio pasado. Si nos hemos arrepentido de
nuestros pecados y hemos hecho de Jesucristo el Señor y Salvador de nuestras
vidas, Dios nos ha perdonado.
• Nuestras oraciones son estorbadas: La falta de perdón corta la comunión con Dios y Su
presencia no fluye en nosotros: "Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis
algo contra alguno para que también vuestro Padre que está en los cielos os
perdone a vosotros vuestras ofensas."
(Marcos 11:25 - RV60)
Jesús nos exhorta a dejar lo que
hacemos, para arreglar primero nuestras cuentas pendientes con la persona que
nos ofendió.
• Dios no recibe nuestras ofrendas. Toda ofrenda a Dios es un sacrificio vivo, y Dios no
puede recibir un sacrificio que viene de un corazón con falta de perdón. Esto viene a ser abominable delante de sus
ojos. "Por tanto, si traes tu ofrenda al
altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu
ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y
entonces ven y presenta tu ofrenda."
Algunos creyentes se preguntan por qué no
prosperan si siempre diezman y ofrendan. Analiza tu vida y verifica si
hay falta de perdón en contra de alguien.
El perdón no se basa en
sentimientos, sino en un compromiso de obedecer a Dios y a Su Palabra.
ORACIÓN
Dios del cielo y la Tierra, alabo y Glorifico Tu Nombre. Te doy gracias por Tus nuevas misericordias
cada mañana.
Te pido Señor que crees en mí, un corazón limpio que perdone, que renueves
un espíritu recto dentro de mí, un espíritu perdonador, que no sea de estorbo a
mis oraciones, un espíritu como el tuyo para que recibas mis ofrendas.
Por favor papá, no me eches de delante de ti y no quites de mí Tu Santo Espíritu. Quiero ser obediente a Ti y Tu Palabra, te lo pido en el nombre de Tu Amado Hijo Jesús, Amén.