"Y no contristéis al Espíritu Santo de
Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención."
Efesios 4:30 - RV60
Anteriormente nos enfocamos en la rebeldía
como la primer causa que contrista el Espíritu Santo.
Ahora hablaremos de la falta de comunión con
el Espíritu, como segunda causa de este entristecimiento y dolor. Hay tiempos en los que el Espíritu Santo
desea tener comunión con nosotros, pero lo ignoramos, y eso lo contrista.
• LA FALTA DE COMUNIÓN CON EL ESPÍRITU SANTO
Para lograr esta comunión, tiene que existir
compromiso, perseverancia y disciplina. Veamos...
• Compromiso: Nuestro compromiso es nuestra decisión, una decisión de
calidad por un largo tiempo, con todo el corazón y sin volver atrás. Nos comprometemos a ser padres y, durante
nuestra vida, sin importar las cosas que nos rodean y los esfuerzos que
tengamos que hacer, seguimos siendo padres, pendientes de nuestros hijos y sus
necesidades con el fin de estar con ellos.
Pues de igual manera debe existir un
compromiso para tener una comunión con el Espíritu Santo, sin importar el
cansancio, o la cantidad de trabajo, o las diferentes situaciones en el hogar,
matrimonio y otras. Este es el primer
paso para poder tener comunión íntima con el Espíritu Santo.
Nosotros mismos tenemos que
tomar la decisión de tener comunión con Él todos los días, sabiendo que si no
lo hacemos, su obra en nosotros estará obstaculizada.
• Perseverancia: La perseverancia es insistir, permanecer, quedarse en un
lugar en vez de abandonarlo; ser constante con una persona o tarea.
En el caso de la comunión con el Espíritu
Santo, debemos permanecer con nuestra comunión sin abandonarla y perseverar en
él. La vida cristiana no tiene por meta
que nos quedemos quietos, sino que es más bien una carrera, un movimiento
perpetuo. El apóstol Pablo se esfuerza y
motiva a los discípulos para que sigan adelante, y los hace correr con
diligencia la carrera celestial, mirando a Jesús. Él les dice que no es suficiente haber
experimentado un cierto día, un cambio glorioso; haber gozado de una
maravillosa operación del Espíritu en un momento dado. Más bien, él les enseña que es absolutamente
necesario que ellos tengan el Espíritu durante toda la vida, que deben
progresar de continuo, mientras vivan, en la verdad de Dios.
Para hacerlos perseverar, en lo posible, les
muestra que si no lo hacen así, perecerán con toda certeza, pues no hay otra
salvación fuera de la que Dios les ha dado ya, y si esa salvación no los
guarda, y no los lleva hacia delante, y los presenta sin mancha ante Dios, no
puede haber otra salvación. Pues es
imposible, dice, que si una vez fueron iluminados y luego recayeron, sean otra
vez renovados para arrepentimiento: "Porque a los que
una vez recibieron la luz, y saborearon el don de Dios, y tuvieron parte en el
Espíritu Santo, y saborearon el buen mensaje de Dios y el poder del mundo
venidero, si caen de nuevo, ya no se les puede hacer volver a Dios, porque
ellos mismos están crucificando otra vez al Hijo de Dios y exponiéndolo a la
burla de todos." (Hebreos 6:4-6 - DHH)
• Disciplina: La disciplina es someter nuestra carne a servidumbre para
lograr una meta. La disciplina no es la
meta, sino el medio para llegar a ella. Tener
comunión con el Espíritu Santo debe ser nuestra meta.
Si queremos ver resultados en nuestras
vidas, por más que nos esforcemos, si olvidamos mantener una relación íntima
con Dios, no veremos esos resultados, y en caso de verlos es claro que no
tienen una providencia divina.
Nuestra oración diaria y la
lectura de la Palabra de Dios, nos mantienen comunicados con Él, y permite que
por medio de su Espíritu Santo nos hable y renueve nuestras fuerzas día con
día.
La comunión con el Espíritu
Santo, es vital para quienes queremos alcanzar los anhelos de nuestro corazón,
viéndolos cumplidos.
"La gracia del Señor Jesucristo, el
amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén."
2 Corintios 13:14 - RV60
ORACIÓN
Gracias Señor, por tus misericordias nuevas cada mañana, por tus
enseñanzas y por el amor en que nos instruyes.
Padre Santo, hoy decido en mi corazón tener una comunión contigo diaria,
postrarme a tus pies y reconocer que no hay otro como tú. Te pido Señor, me ayudes a tener compromiso,
perseverancia y disciplina para buscar de tu presencia.
Yo dispongo mi corazón, mi alma, mi espíritu y mi cuerpo para que así
sea, y sé que requiero de tu ayuda, para que el enemigo no se interponga entre
nosotros y pueda tener una vida de oración y lectura de Tu Palabra.
Ayúdame en mi esfuerzo Señor, en el nombre de Jesús, Amén.