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lunes, 24 de enero de 2011

Nacidos para vencer – Parte 2

En la primera parte de este tema vimos que el sistema de este mundo es dirigido por el diablo con la ayuda del hombre desobediente, con el propósito de atrapar nuestra alma, estrangular nuestro espíritu y nuestra comunión con Dios, y destruir nuestro cuerpo.

Para esto, el diablo nos tiende lazos y trampas a nuestras almas, aprovechando nuestra oscuridad y engañándonos: "En los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios." (2 Corintios 4:4)

A partir de ahora identificaremos estos lazos y trampas, con el propósito firme de poder vencer ante ellas y ser llevados a la luz por medio de Nuestro Señor Jesucristo.

En esta parte trataremos específicamente sobre cómo vencer la indiferencia y la pasividad.

¿Cómo vencer la indiferencia?

¿Qué es la indiferencia?

La indiferencia es un estado de ánimo no determinado.  Es una actitud vacilante, sin determinación, que nos lleva a no combatir y a no decidir entre una cosa u otra. Es una falta de compromiso y responsabilidad que abarca a todas las esferas de nuestra vida en sociedad: nuestra familia, nuestro trabajo, nuestros estudios, en lo moral y eclesial.  La insumisión es un ejemplo claro de una sociedad indiferente a los intereses globales de una nación.  Es la "cultura del pasotismo y la rebeldía silenciosa".  Este virus de la indiferencia ha invadido nuestra sociedad actual de una forma alarmante.

Hoy día somos influidos estrepitosamente por este sistema abominable, que nos lleva a hacer concesiones con el mundo y su sistema de valores; nos roba las convicciones firmes de la palabra de Dios y nos conduce a una flojera y debilidad del alma y del espíritu que desembocan en un cristianismo tibio, incoloro, fluctuante y falto de poder y autoridad.

Los sistemas del mundo de hoy contienen una gran dosis de indiferencia y apatía, que debemos combatir y aborrecer para poder derrotarlo.

Derrotando la Indiferencia

La Biblia dice que hemos escapado de las contaminaciones de este mundo por el conocimiento del Señor; por tanto, no nos debemos enredar otra vez en ellas. "Ciertamente, si habiéndose ellos escapado de las contaminaciones del mundo, por el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo, enredándose otra vez en ellas son vencidos, su postrer estado viene a ser peor que el primero." (2 Pedro 2:20)

Para vencer la indiferencia entonces, vamos a comprender lo que ella es, mediante seis conceptos a la luz de la Biblia; con ellos, veremos también seis pasos para lograr vencer.

1. La indiferencia es rebeldía silenciosa.

"Pero ¿qué os parece?  Un hombre tenía dos hijos, y acercándose al primero, le dijo: Hijo, ve hoy a trabajar en mi viña. Respondiendo él, dijo: No quiero; pero después, arrepentido, fue.  Y acercándose al otro, le dijo de la misma manera; y respondiendo él, dijo: Sí, señor, voy.  Y no fue.  ¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre?  Dijeron ellos: El primero."
Mateo 21:28-32

Combatámosla con obediencia visible

"Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro."
1 Pedro 1:22

2. La indiferencia es una actitud vacilante y sin determinación.

"Para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error."
Efesios 4:14

Hagámosle frente con determinación y firmeza

"Cuando se cumplió el tiempo en que él había de ser recibido arriba, afirmó su rostro para ir a Jerusalén."
Lucas 9:51

3. La indiferencia es no tener preferencias por una cosa u otra.

Luz o tinieblas, verdad o mentira, limpio o inmundo, todo es igual.

"¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!"
Isaías 5:20

Decidamos separar lo vil de lo precioso y afirmarnos en ello

"Por tanto, así dijo Jehová: Si te convirtieres, yo te restauraré, y delante de mí estarás; y si entresacares lo precioso de lo vil, serás como mi boca.  Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos.  Y te pondré en este pueblo por muro fortificado de bronce, y pelearán contra ti, pero no te vencerán; porque yo estoy contigo para guardarte y para defenderte, dice Jehová.  Y te libraré de la mano de los malos, y te redimiré de la mano de los fuertes."
Jeremías 15:19-21

4. La indiferencia es falta de compromiso y responsabilidad.

Mantengámonos fieles al Pacto de sangre, a través de Jesús, y actuemos en consecuencia

"El que viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere irremisiblemente.  ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia?"
Hebreos 10:27-29

5. La indiferencia nos lleva a hacer concesiones con el mundo y a ceder ante sus influencias.

"¡Oh almas adúlteras!  ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios?  Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios.  ¿O pensáis que la Escritura dice en vano: El Espíritu que él ha hecho morar en nosotros nos anhela celosamente? Pero él da mayor gracia."
Santiago, 4:4-5

No nos conformemos a este siglo

"No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta."
Romanos 12:2

6. La indiferencia nos roba las convicciones firmes de la Palabra de Dios.

No debemos conformarnos, por el contrario debemos afirmar nuestros valores sin movernos de la Palabra de Verdad

"Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente...  ¿Tienes tú fe?  Tenla para contigo delante de Dios.  Bienaventurado el que no se condena a sí mismo en lo que aprueba.  Pero el que duda sobre lo que come, es condenado, porque no lo hace con fe; y todo lo que no proviene de fe, es pecado."
Romanos 14:5,22-23

"que no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar."
2 Tesalonicenses 2:2

Recordemos que como Hijos de Dios, pertenecemos a otro Reino donde operan otras leyes y principios.  Hemos sido trasladados del sistema de este mundo, al Reino de Su Hijo Amado, así lo dice Colosenses 1:13: "el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo."  Por tanto, la actitud normal del hombre nacido de nuevo es contraria a la indiferencia. No podemos ser indiferentes ante la disolución de los principios del Reino en nuestra generación; y si hemos sido atrapados en esto, debemos que actuar con sinceridad y valor: Localizando (reconociendo); aborreciendo (arrepintiéndonos) y combatiendo con firmeza la indiferencia.

El apóstol Judas nos insta a "que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos." (Judas 3b).

La indiferencia conduce a la pasividad, pero la vida de fe es acción en el camino de la verdad.

¿Cómo vencer la pasividad?

Para vencer la pasividad, debemos entender primero qué es, luego qué la produce y por último cómo actúa y cuáles son sus armas.

¿Qué es la pasividad?

La pasividad es un estado de ánimo sin acción, una paralización del esfuerzo y el interés. Es no cooperar.

La pasividad permite que actuemos sin hacer nada, es un espíritu de somnolencia que adormece nuestra alma y nos roba toda nuestra energía.

¿Por qué se produce la pasividad?

La pasividad es producida por una falta de sentido y propósito en la vida, por no conocer el plan de Dios y Su voluntad para con nosotros, por ignorar el valor de la vida y por un ambiente cargado de religiosidad dominado por el espíritu de muerte.

¿Cómo actúa la pasividad?

La pasividad deja de hacer lo importante y trascendente, para centrarse en lo superficial, lo ajeno e innecesario.  Un ejemplo de esto sería el hablar y hablar de los problemas de otras personas sin haber solucionado los nuestros debidamente.

¿Qué armas tiene la pasividad?

Son varias las armas de la pasividad y entre ellas podemos citar: la indiferencia, la debilidad de ánimo y sobre todo la televisión.

Pasar mucho tiempo delante del televisor produce una pasividad mental, creativa y de iniciativas, produce un "atolondramiento", es decir procedemos sin reflexionar, que nos conduce a la pereza profunda.  El perezoso desea todo lo que ve en el televisor, pero nada alcanza, se alimenta de ilusiones e irrealidades que nunca consigue.  "El alma del perezoso desea, y nada alcanza; mas el alma de los diligentes será prosperada." (Proverbios 13:4).

Buena prueba de esto son los programas-concurso con sus ofertas de ganar dinero fácil, que están llenos de desilusiones y frustraciones, así como de un culto a la diosa Fortuna y al dios Destino, tal y como lo menciona el profeta Isaías en 65:11-12: "Pero vosotros los que dejáis a Jehová, que olvidáis mi santo monte, que ponéis mesa para la fortuna, y suministráis libaciones para el destino; yo también os destinaré a la espada, y todos vosotros os arrodillaréis al degolladero, por cuanto llamé, y no respondisteis; hablé, y no oísteis, sino que hicisteis lo malo delante de mis ojos, y escogisteis lo que me desagrada."

"El deseo del perezoso le mata, porque sus manos no quieren trabajar."
Proverbios 21:25

Derrotando la pasividad

Para derrotar la pasividad debemos realizar tres pasos:

1. Debemos localizar la pasividad.

Tenemos que encontrar aquellas áreas de nuestra vida donde se ha infiltrado este virus.  Para ello necesitamos sinceridad y valentía para enfrentarnos a nosotros mismos.  Luego necesitamos acercarnos a la luz que alumbra todas las cámaras de nuestro ser, es decir acercarnos a Dios y Su palabra.

"En tu luz veremos la luz."
Salmos 36:9

"Lámpara es a mis pies tu palabra y lumbrera a mi camino."
Salmos 119:115

"Lámpara de Jehová es el espíritu del hombre, la cual escudriña lo más profundo del corazón."
Proverbios 20:27

"Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.  Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta."
Hebreos 4:12-13

2. Debemos aborrecer la pasividad.

Aborrecer la pasividad significa arrepentimiento y volvernos al plan de Dios que habíamos abandonado.  Es llegar al pleno convencimiento de que la pasividad es mala, un enemigo destructivo que hay que resistir: "Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.  Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros." (Santiago 4:7-8a).

3. Debemos combatir la pasividad.

Dios nos ha dado un don precioso para derrotar a este enemigo, el don del Espíritu Santo, así nos lo dice Hechos 10:45: "Y los fieles de la circuncisión que habían venido con Pedro se quedaron atónitos de que también sobre los gentiles se derramase el don del Espíritu Santo."  

Liberar la acción del Espíritu Santo en nosotros es la clave para vencer.

¿Cómo liberamos la acción del Espíritu Santo en nosotros?

"Hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo."
Efesios 5:19-20

Esto producirá en nosotros lo contrario exactamente a la vida pasiva:

Un despertamiento espiritual, como vemos en Efesios 5:14-17: "Por lo cual dice: Despiértate, tú que duermes, y levántate de los muertos, y te alumbrará Cristo.  Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos.  Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor."

Un avivamiento interior: "Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos." (2 Timoteo 1:6).

Un espíritu ferviente: "En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor." (Romanos 12:11)

Una capacidad de esfuerzo y trabajo: "Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas." (Josué 1:9)

Un espíritu de sacrificio que aplastará a este enemigo: "Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional." (Romanos 12:1)

Es en la vida espiritual, la vida normal de un cristiano, donde se produce un aniquilamiento de la pasividad y somos elevados a una dimensión de vida superior, que es la clase de vida que Dios nos ha dado juntamente con Cristo.

ORACIÓN:
Señor Dios, te doy gracias Padre Celestial, por tus favores, bondades y misericordia.

Hoy vengo delante de ti, pidiendo perdón por mi indiferencia y pasividad, poniendo mi vida en tus manos para que tu Señor, te manifiestes en mi, de tal forma que pueda yo mantener mi determinación y firmeza de enfrentarme a ellas y vencerlas.

Ayúdame a separar lo vil de lo precioso y a mantenerme fiel a tu Pacto de sangre y a afirmar mis valores en tu Palabra de Verdad.  Libera la acción de tu Santo Espíritu en mi vida, dame la capacidad de esforzarme y trabajar sin desmayar.  Trae un avivamiento interior de todo mi ser, dame un espíritu ferviente y de sacrificio que me haga vivir la verdadera vida espiritual de un cristiano, en el nombre de tu Hijo Amado Jesús, AMÉN.

sábado, 15 de enero de 2011

Nacidos para vencer – Parte 1

En este nuevo tema trataré de dar respuestas a las carencias, debilidades y aflicciones del alma; donde tenemos la voluntad, la mente y las emociones o sentimientos, ya que estas son las áreas de nuestro ser más atacadas por el diablo, a través del sistema de este mundo y las debilidades de la carne.

Es importante comprender ¿qué es el sistema del mundo, quién lo dirige y cómo actúa sobre el ser humano?

El Sistema del Mundo

El diablo es el príncipe de este mundo "No hablaré ya mucho con vosotros; porque viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí."  (Juan 14:30), y ha diseñado un sistema perverso, en colaboración con el hombre desobediente "en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia." (Efesios 2:2).

El propósito del diablo es atrapar nuestra alma, estrangular nuestro espíritu y nuestra comunión con Dios, y destruir nuestro cuerpo.  ¿Cómo lo hace?  Tendiendo lazos y trampas al alma del hombre, aprovechando la oscuridad de los pueblos -por la idolatría- y engañando: "En los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios." (2 Corintios 4:4).

El diablo pues, tiene tendidas trampas a través de los esquemas mundanos, para atrapar el alma del hombre.  Es en nuestra alma donde se producen las batallas de las pasiones y deseos, aprovechadas por el diablo para dar expresión a todo tipo de guerras.  Veamos lo que nos dice la Palabra de Dios:

"¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros?  ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros?"
Santiago 4:1

"Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma."
1 Pedro 2:11

Por lo tanto, nuestro campo de batalla está en el área del alma.

¿Cómo venceremos?

Veamos a la luz de la Palabra, cuatro armas para vencer en este campo de batalla.

1. Por el inconformismo hacia el mundo.

"No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta."
Romanos 12:2

Debemos transformar y renovar nuestro entendimiento, permitiendo que la voluntad de Dios, agradable y perfecta, se haga en nosotros, es así como lograremos vencer.

2. Por el inconformismo hacia los deseos carnales.

"Como hijos obedientes no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia."
1 Pedro 1:14

"Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma.
1 Pedro 2:11

Debemos enfrentar, evitar y superar constantemente los peligros que el mundo ofrece, alcanzando una verdadera madurez espiritual.

3. Escapando y huyendo.

"Habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencias."
2 Pedro 1:4b

"Ciertamente, si habiéndose ellos escapado de las contaminaciones del mundo, por el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo."
2 Pedro 2:20a

"Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor."
2 Timoteo 2:22

La mejor forma de resistir una tentación es huyendo de ella, de esta forma estaremos seguros de vencer.

4. Aferrándonos al Nombre de Jesús.

"¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?"
1 Juan 5:5

"El cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo."
Colosenses 1:13

La Palabra de Dios nos enseña que por el amor de Jesús somos más que vencedores. (Romanos 8:37)

¿Cómo fundamentar una vida victoriosa?

Nosotros hemos nacido de nuevo por la simiente de un vencedor, como resultado del triunfo legal y actual de Jesús.  Esta es una verdad permanente y absoluta.

Sin embargo, vivimos en un mundo cambiante y relativo.  Son estos cambios los que tienden a afectarnos, movernos y desplazarnos de la solidez de nuestro fundamento: Jesucristo.  Por esta razón se hace necesario que afirmemos los fundamentos de la vida victoriosa a la que Dios nos ha llamado.  Todo buen fundamento debe estar basado en la verdad.

Veamos, entonces, tres verdades que garantizan una vida victoriosa.

1. La verdad de la Regeneración

"Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo." Tito 3:4-5

La regeneración es "dar nuevo ser a una cosa que se degeneró".  Es volver al género original.  Es regresar al plan inicial de Dios después de haber estado viviendo alejados de Él, degenerados por el pecado y la desobediencia.  Es nacer de nuevo.

La regeneración es la base fundamental para establecer una vida de éxito y victoria. (Jeremías 18:1-10)

2. La verdad de la Renovación

"No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta."
Romanos 12:2

"Y renovaos en el espíritu de vuestra mente."
Efesios 4:23

Con lo anterior queda claro que nuestra renovación es un proceso gradual hacia la transformación y actúa en la mente y en el espíritu.

Es clave que tomemos parte activa en este proceso, llenando nuestra mente con la palabra de Dios.  Si vamos a vivir en victoria sobre el sistema de este mundo será por conocer la voluntad de Dios y obedecerla.

Veamos.
"¡Oh, cuánto amo yo tu ley!  Todo el día es ella mi meditación.  Me has hecho más sabio que mis enemigos con tus mandamientos, porque siempre están conmigo.  Más que todos mis enseñadores he entendido, porque tus testimonios son mi meditación.  Más que los viejos he entendido, porque he guardado tus mandamientos; de todo mal camino contuve mis pies, para guardar tu palabra.  No me aparté de tus juicios, porque tú me enseñaste.  ¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras!  Más que la miel a mi boca.  De tus mandamientos he adquirido inteligencia; por tanto, he aborrecido todo camino de mentira."
Salmo 119:97-104

"Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien."
Josué 1:8

"Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado; si no que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche.  Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará."
Salmo 1:1-3

De esta forma pensamos como piensa Dios; hablamos como Dios habla y vivimos de acuerdo con la santidad de Dios.

"Como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; si no, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.  Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación."
1Pedro 1:14-17

La Palabra de Dios debe afincarse, habitar y establecerse en nosotros.

3. La verdad de la Transformación

"Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor."
2 Corintios 3:18

Cuando hemos digerido su palabra, ésta se diluye en nuestro organismo y produce la transformación de nuestra vida.  La palabra (el Verbo) actúa en nosotros y reproduce la imagen de Jesús: "Por lo cual también nosotros sin cesar damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes." (1Tesalonicenses 2:13)

Jesús es el Pan de vida que al comerlo produce en nosotros la transformación de nuestro ser: espíritu, alma y cuerpo.

Leamos Juan 6:48-58

"Yo soy el pan de vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y murieron.  Este es el pan que desciende del cielo, para que el que de él come, no muera.  Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo.  Entonces los judíos contendían entre sí, diciendo: ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?  Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros.  El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.  Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.  El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él.  Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí.  Este es el pan que descendió del cielo; no como vuestros padres comieron el maná, y murieron; el que come de este pan, vivirá eternamente."
Juan 6:48-58

Así se establece la comunión entre Cristo y nosotros.

La verdad de la regeneración, la renovación y la transformación ponen en nosotros las bases para una vida práctica de victoria.


ORACIÓN:
Señor Dios, te doy gracias Padre Celestial, por Tu Amor y Tu Misericordia. Gracias Señor por traer luz a mi vida por medio de Tu Palabra viva y eficaz.

Señor, hoy deseo poner en tus manos todo mi ser, y en especial mi alma, donde lucho mis batallas, confiando Señor que tú lucharás y vencerás por mí.  Ayúdame Dios a transformar y renovar mi entendimiento y haz tu perfecta y agradable voluntad en mi vida.

Señor regenérame, renuévame y transfórmame.  Afinca Tu Palabra en mi vida; Habita y Establécete en mí para que pueda tener una vida de éxito y victoria, te lo pido en el nombre de tu Hijo Amado Jesucristo, AMÉN.