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miércoles, 23 de noviembre de 2011

El propósito de nuestras vidas – Parte 2

En el mensaje anterior de esta serie, mencionamos 3 puntos importantes para conocer nuestro propósito de vivir:

Todo comienza con Dios
Aquí mencionamos 3 aspectos importantes:

v  Solamente en Dios descubrimos nuestro origen, significado, propósito, importancia y destino.
v  Dios no solo le ha dado comienzo a nuestra vida, Él es la fuente de nuestra vida.
v  La vida es en realidad acerca de vivir para Dios y no para nosotros mismos.

No somos un accidente
Igual que en el punto anterior existen 3 aspectos que debemos entender claramente:

v  Dios no se sorprendió con nuestro nacimiento, Dios nos esperaba.
v  El propósito de Dios en nuestra creación tomó en cuenta el error humano e inclusive el pecado.
v  Fuimos creados como objeto especial del amor de Dios y para ser amados por Él. 

¿Qué conduce nuestra vida?
Mencionamos que en este mundo somos conducidos por muchas cosas y destacamos 5 puntos, los más comunes, que conducen nuestra vida de una forma errónea:

v  Muchas personas son conducidas por la culpa
v  Muchas personas son conducidas por el resentimiento y el enojo
v  Muchas personas son conducidas por el temor
v  Muchas personas son conducidas por el materialismo
v  Muchas personas son conducidas por la necesidad de ser aprobadas

La verdadera seguridad solamente se puede encontrar en aquello que nunca se nos puede quitar, nuestra relación con Dios.

Por último, dejamos claro que vivir sin propósito es trivial, insignificante y vacío, por lo que no hay nada más importante que conocer los propósitos de Dios y cómo ellos nos ayudarán para nuestra vida.

v  Conocer nuestro propósito da significado a nuestra vida
v  Conocer nuestro propósito simplifica nuestra vida
v  Conocer nuestro propósito enfoca nuestra vida
v  Conocer nuestro propósito le da motivación a nuestra vida
v  Conocer nuestro propósito nos prepara para la eternidad

Hoy continuaremos con la segunda parte de este tema que nos ayudará a entender el propósito de nuestras vidas.

1.   Fuimos hechos para existir para siempre
"Puso además en la mente humana la idea de lo infinito." 
Eclesiastés 3:11b – DHH

Al igual que nuestros nueve meses en el útero de nuestra madre fueron una preparación para esta vida, nuestra vida actual no es más que una preparación para la próxima.  Cuando mucho viviremos unos 100 años en la tierra, pero estaremos por siempre en la eternidad: "Pues en este mundo no tenemos una ciudad que permanezca para siempre, sino que vamos en busca de la ciudad futura."  (Hebreos 13:14 – DHH)

Nuestro cuerpo terrenal es solamente una residencia temporal para nuestro espíritu.  La Biblia nos dice que nuestro cuerpo es una "tienda de campaña", pero que nuestro futuro cuerpo, en la eternidad, es una "casa": "De hecho, sabemos que si esta tienda de campaña en que vivimos se deshace, tenemos de Dios un edificio, una casa eterna en el cielo, no construida por manos humanas."  (2ª Corintios 5:1 – NVI).

Dios nos diseñó para vivir por la eternidad, pero tanto tenemos al mundo en nuestro corazón, tan presos estamos con pensamientos y preocupaciones de cosas mundanas, que no tenemos tiempo ni espíritu para ver la mano de Dios en ellas.  El mundo no sólo ha logrado la posesión de nuestro corazón, sino que ha formado pensamientos contra la belleza de las obras de Dios: "aunque sabemos que mientras vivamos en este cuerpo estaremos alejados del Señor."  (2ª Corintios 5:6b – NVI)

Escogiendo nuestra eternidad

Es verdad que en esta vida tenemos oportunidad de realizar muchas escogencias, sin embargo la eternidad sólo nos ofrece dos posibles selecciones: el cielo o el infierno.  Nuestra relación con Dios en la tierra va a determinar nuestra relación con Él en la eternidad.  Si aprendemos a amar y confiar en Jesús, el Hijo de Dios, seremos invitados a pasar la eternidad con Él, pero si rechazamos el amor, perdón y salvación de Jesús, pasaremos separados de Dios para siempre.

Desgraciadamente muchos tendrán que soportar una eternidad sin Dios, porque han escogido vivir sin Él aquí en la Tierra.

La muerte no es nuestra terminación, sino que es una transición a la eternidad y por lo tanto existen consecuencias eternas en todo lo que hacemos aquí en la tierra, cada acto de nuestra vida toca una cuerda que vibrará en la eternidad, es decir, nuestras acciones de esta vida son el destino de la próxima. 

Cuando comprendemos plenamente que la vida es más que sólo el aquí y ahora, y nos demos cuenta que esta vida es solamente una preparación para la eternidad, entonces empezaremos a vivir de una manera diferente; de pronto muchas actividades, metas y problemas que parecían ser tan importantes se volverán más triviales, insignificantes y hasta indignos de nuestra atención.  Nuestros valores cambiarán, usaremos nuestro tiempo y nuestro dinero con más sabiduría, le daremos mayor prioridad a nuestras relaciones y a nuestro carácter que a la fama o las riquezas, que a los logros o la diversión.

Cuanto más cerca vivamos de Dios, más pequeño nos parecerá todo.

¿Cómo será estar en la eternidad con Dios?

Nuestra capacidad mental e intelectual no es capaz de asimilar la maravilla y la grandeza del cielo: "Ningún ojo ha visto, ningún oído ha escuchado, ninguna mente humana ha concebido lo que Dios ha preparado para quienes lo aman."  (1ª Corintios 2:9 – NVI).  Sin embargo, sabemos que Dios ha preparado un lugar eterno para nosotros donde estaremos libres de todo dolor y sufrimiento, y donde seremos recompensados por nuestra fidelidad a Dios: "Entonces dirá el Rey a los que estén a su derecha: Vengan ustedes, a quienes mi Padre ha bendecido; reciban su herencia, el reino preparado para ustedes desde la creación del mundo."  (Mateo 25:34 – NVI)

Cada día es un día importante y cada segundo es una oportunidad de crecimiento para demostrar nuestro amor y dependencia de Dios.

2.   Viendo la vida desde la perspectiva de Dios
"El que es fiel en lo muy poco, es fiel también en lo mucho." 
Lucas 16:10a – LBLA

La forma en que vemos la vida, nos moldea, influyendo en cómo invertimos nuestro tiempo, gastamos nuestro dinero, usamos nuestros talentos y valoramos nuestras relaciones.

Qué imagen vendría a nuestras mentes si nos preguntarán ¿cómo nos imaginamos la vida?  Pues bien esa imagen es la perspectiva de nuestra vida.  Sin embargo, ¿nos hemos puesto a pensar que podríamos tener la perspectiva errada de la vida?

Dios quiere que llevemos a cabo los propósitos para los cuáles Él nos hizo, y para eso debemos retar nuestra sabiduría humana, común y corriente, y remplazarla con la perspectiva bíblica de la vida: "No vivan ya según los criterios del tiempo presente; al contrario, cambien su manera de pensar para que así cambie su manera de vivir y lleguen a conocer la voluntad de Dios, es decir, lo que es bueno, lo que le es grato, lo que es perfecto." (Romanos 12:2 – DHH)

¿Qué nos dice la Biblia sobre la perspectiva de Dios de nuestra vida?

a.    La vida en la tierra es una prueba
Dios continuamente prueba nuestro carácter, fe, obediencia, amor, integridad y lealtad.  Palabras como tribulaciones,  tentaciones, y pruebas aparecen más de 200 veces en la Biblia.  Por ejemplo: Dios probó a Abraham cuando le pidió que ofreciera en sacrificio a su hijo Isaac, y probó a Jacob cuando tuvo que trabajar años extra para ganarse a Raquel como su esposa.

Es mediante las pruebas que nuestro carácter se desarrolla y revela, es por eso que seremos probados por cambios drásticos en nuestra vida, por promesas incumplidas, por oraciones no contestadas como queríamos, por críticas inmerecidas, por problemas imposibles e incluso por tragedias sin sentido.  Algunas veces Dios se aleja intencionalmente de nosotros para probar cómo actuamos cuando no podemos sentir Su presencia en nuestras vidas.  La Biblia nos dice que un rey llamado Ezequías experimentó esta prueba: "Dios dejó solo a Ezequías, para probarlo y conocer a fondo su manera de pensar."  (2ª Crónicas 32:31b – DHH)

Cuando entendemos que nuestra vida es una prueba, entonces nos damos cuenta que nada es insignificante en nuestra vida y que hasta el menor incidente tiene importancia para el desarrollo de nuestro carácter.  Pero lo mejor de todo es que Dios quiere que superemos las pruebas de la vida y es por esto que Él nunca permite que las pruebas que enfrentamos sean mayores que la gracia que Él nos da para manejarlas: "Ustedes no han pasado por ninguna prueba que no sea humanamente soportable.  Y pueden ustedes confiar en Dios, que no los dejará sufrir pruebas más duras de lo que pueden soportar.  Por el contrario, cuando llegue la prueba, Dios les dará también la manera de salir de ella, para que puedan soportarla."  (1ª Corintios 10:13 – DHH)

Cada vez que superamos una prueba, Dios lo nota y hace planes para recompensarnos en la eternidad: "Bienaventurado el hombre que persevera bajo la prueba, porque una vez que ha sido aprobado, recibirá la corona de la vida que el Señor ha prometido a los que le aman."  (Santiago 1:12 – LBLA)

b.    La vida en la tierra es un encargo
Nuestro tiempo en la tierra, nuestra energía, nuestra inteligencia, nuestras oportunidades, relaciones y recursos, son todos dones de Dios que nos ha confiado para que cuidemos y administremos.  En realidad no somos dueños de nada: "De Jehová es la tierra y su plenitud; El mundo, y los que en él habitan."  (Salmo 24:1 – RVA), todo lo que tenemos le pertenece a Dios: "¿Y qué tienes que Dios no te haya dado?"  (1 Corintios 4:7b – DHH)

Vamos a tomar como ejemplo el dinero.  La Biblia dice que hay una relación directa entre cómo usamos el dinero y la calidad de nuestra vida espiritual: "Por eso, si ustedes no han sido honrados en el uso de las riquezas mundanas, ¿quién les confiará las verdaderas?"  (Lucas 16:11 – NVI).  Como manejamos nuestro dinero entonces, determina cuánto Dios puede confiarnos las bendiciones espirituales.

En Mateo 25:14-29, la parábola de "los talentos", Dios nos dice que al final de nuestra vida en la tierra seremos evaluados y recompensados de acuerdo a qué tan bien hemos manejado lo que Él nos encargó, por lo que si cumplimos bien con nuestros encargos Dios nos promete tres recompensas:

Ø  Nos dará su afirmación: Dios dirá ¡Hiciste bien, siervo bueno y fiel!
Ø  Seremos promovidos y nos dará Dios mayor responsabilidad en la eternidad: Él dirá ¡Te pondré a cargo de mucho más!
Ø  Seremos honrados con una celebración: Dios dirá ¡Ven a compartir la felicidad de tu señor!

"Su señor le respondió: '¡Hiciste bien, siervo bueno y fiel!   En lo poco has sido fiel; te pondré a cargo de mucho más.  ¡Ven a compartir la felicidad de tu señor!'"
Mateo 25:21 – NVI

Todas nuestras acciones, aún las más simples, tienen repercusiones eternas.

c.    La vida en la tierra es temporal
Para hacer mejor uso de nuestra vida, debemos entender que esta vida es breve y temporal, por lo que no debemos apegarnos mucho a ella: "Porque nosotros somos de ayer y nada sabemos, pues nuestros días sobre la tierra son como una sombra.(Job 8:9 – LBLA). 

Muchos no entienden este concepto y han concluido erróneamente que porque viven en la Tierra, esta es su hogar, pero no lo es.  La Biblia claramente dice: "Queridos hermanos, les ruego, como a extranjeros de paso por este mundo, que no den lugar a los deseos humanos que luchan contra el alma."  (1ª Pedro 2:11 – DHH).  Adicionalmente Dios nos advierte que no nos apeguemos demasiado a lo que está a nuestro alrededor porque todo eso es temporal: "y los que están usando de este mundo deben vivir como si no estuvieran sacando provecho de él, porque este mundo que vemos ha de terminar."  (1ª Corintios 7:31 – DHH)

Una vez hayamos entendido que estamos de paso por esta tierra dejaremos de preocuparnos por "tenerlo todo" y de adoptar los valores, las prioridades y los estilos de vida del mundo a nuestro alrededor, viviendo en un adulterio espiritual: "¡Oh almas adúlteras!  ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios?  Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios."  (Santiago 4:4 – RVA)

Si no logramos comprender esta brevedad y temporalidad, debemos pedirle a Dios que nos ayude a ver nuestra vida como Él la ve.  David oró: "Señor, hazme saber qué fin tendré y cuánto tiempo voy a vivir, para que comprenda cuán breve es mi vida."  (Salmo 39:4 – DHH). 

Con la disponibilidad actual de atracciones fascinantes y experiencias agradables, es fácil olvidarse que la vida no es acerca de la búsqueda de la felicidad.  Nunca nos sentiremos totalmente satisfechos porque hemos sido creados para algo más; aquí tendremos momentos felices, es cierto, pero nada comparado con lo que Dios tiene planeado para nosotros en la eternidad. 

Si recordamos que la vida es una prueba, un encargo y una función temporal, la atracción por las cosas de este mundo pierde su poder en nuestras vidas y nos enfocaremos más en las cosas espirituales: "no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas."  (2ª Corintios 4:18 – RVA)

Los valores eternos, no los temporales, deben ser los factores determinantes de nuestras decisiones.

Con lo anterior hemos quedado claros que la meta de Dios para nuestra vida no es la prosperidad material o el éxito popular, de acuerdo a como el mundo lo define.  La Biblia nos dice lo siguiente acerca de los que están en "el salón de la fama de Dios": "Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra.  Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria; pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver.  Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad."  (Hebreos 11:13-16 – RVA)

Cuando la vida se nos ponga difícil, cuando seamos abrumados por la duda o cuando nos preguntemos si vivir para Cristo amerita el esfuerzo, debemos recordar que todavía no hemos llegado a nuestra casa, tenemos que esperar a llegar al cielo para completar el resto de los capítulos de nuestra historia.

ORACIÓN

Padre, ante tu presencia vengo, agradecido porque he entendido que me has creado por y para tus propósitos, y que tienes para mí una vida eterna.  Señor es mi anhelo y deseo vivir mi vida contigo aquí en la Tierra, siguiendo tu precioso plan en mí; por lo que hoy decido aceptar el regalo de la salvación que tú me das.

Señor Jesús, te necesito y por esto te abro las puertas de mi ser y te recibo como mi Señor, único y suficiente Salvador de mi vida.  Me arrepiento de todos mis pecados, sé que te he ofendido de pensamiento, palabra y obra; lávame y límpiame con tu preciosa sangre, haciendo de mí la persona que Tú quieres que sea.  Escribe Señor, mi nombre en el Libro de la Vida y séllame con tu Espíritu Santo, Amén.



miércoles, 9 de noviembre de 2011

El propósito de nuestras vidas – Parte 1

He leído un libro estupendo llamado "Una Vida con Propósito" de Rick Warren, y he decidido realizar una serie de mensajes sobre este tema, ya que estoy seguro que esto marcará sus vidas como ha marcado la mía.
En este proceso paulatino iremos desarrollando pequeños temas que nos clarificarán nuestro verdadero propósito de vivir, dejando que las Escrituras hablen por sí solas.
1.  Todo comienza con Dios
"Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra,  visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él."  
Colosenses 1:16 – RVA
¿Qué quiero ser?, ¿qué debo hacer con mi vida?, ¿cuáles son mis metas y ambiciones?, son preguntas a las que buscamos respuesta enfocados en nosotros mismos, donde nunca podremos encontrarlas.  La Biblia dice en Job 12:10 (NVI): "En sus manos está la vida de todo ser vivo, y el hálito que anima a todo ser humano."  Si queremos saber por qué hemos sido puestos en este planeta, tenemos que empezar con Dios, debido a que el propósito en nuestra vida es mayor que toda realización personal, familiar o profesional. 
El significado de nuestra vida entonces, no lo encontraremos dentro de nosotros mismos, ya que nosotros no nos creamos.  Al no crearnos nosotros no hay manera de poder decirnos para qué fuimos creados, ¿Quién puede decirnos para qué sirve un invento, si no es su inventor?
Solamente en Dios descubrimos nuestro origen, significado, propósito, importancia y destino.
Nacimos debido al propósito de Dios y para el propósito de Dios.
Fuimos hechos por Dios y para Dios, y hasta que entendamos esto, nuestra vida no tendrá sentido.  Nuestra vida es acerca de permitir que Dios nos use para Sus propósitos y no que nosotros lo usemos a Él para nuestros propósitos: "Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz."  (Romanos 8:6 – RVA)
Éxito y Propósito
Ser exitoso y cumplir el propósito en nuestras vidas no es lo mismo.  Podemos lograr todas nuestras metas personales teniendo un éxito rotundo de acuerdo a los criterios del mundo, y, aún así, no encontrar los propósitos para los cuales Dios nos creó y perdernos irremediablemente: "Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará."  (Mateo 16:25 – RVA)
¿Cómo descubrir entonces, el propósito para el que fuimos creados?
Solamente tenemos dos opciones:
  1. Especulación: Esta es la opción que la mayoría de las personas escogen, haciendo sus propias suposiciones y teorías.
  2. Revelación: Podemos descubrir lo que Dios ha revelado acerca de la vida en Su Palabra.
Dios no solo le ha dado comienzo a nuestra vida, Él es la fuente de nuestra vida.
Para descubrir el propósito de Dios en nuestra vida, debemos preguntarle a Él.  Él no quiere que tengamos dudas e incertidumbres, por eso ha revelado en Su palabra sus propósitos para nosotros.  La Biblia es nuestro "manual de instrucciones", nos explica para qué estamos vivos, cómo funciona la vida, qué evitar y qué esperar del futuro y muchas otras cosas más.  En 1ª Corintios 2:7 (NVI) la Biblia nos dice: "Más bien, exponemos el misterio de la sabiduría de Dios, una sabiduría que ha estado escondida y que Dios había destinado para nuestra gloria desde la eternidad."
Tres verdades acerca del propósito de nuestra vida
"En Cristo, Dios nos había escogido de antemano para que tuviéramos parte en su herencia, de acuerdo con el propósito de Dios mismo, que todo lo hace según la determinación de su voluntad." 
Efesios 1:11 – DHH
a. Descubrimos nuestra identidad y propósito, a través de nuestra relación con Jesucristo.
b. Dios estaba pensando en nosotros, muchísimo antes de que nosotros pensáramos en Él.  El propósito de Dios para nosotros entonces, precede nuestra concepción.  ¡Él planeó nuestro propósito antes de que existiéramos!
c. El propósito en nuestra vida cabe en un espectro más amplio de lo que pensamos, que Dios ha diseñado para el resto de la eternidad.
La vida es en realidad acerca de vivir para Dios y no para nosotros mismos.
2.  No somos un accidente
"Yo soy el Señor, tu creador, que te formó desde antes de nacer y que te ayuda."  
Isaías 44:2a – DHH
Nuestro nacimiento no es un error o un accidente, nuestra vida no es una casualidad de la naturaleza.  Es posible que nuestros padres no nos hayan planeado, pero Dios sí nos planeó. 
Dios no se sorprendió con nuestro nacimiento, Dios nos esperaba.
Dios fue el primero que pensó en nosotros.  Estamos vivos porque Dios quiso crearnos y prescribió cada uno de los detalles de nuestro cuerpo, así como cada uno de los talentos naturales que poseemos, y nuestra personalidad única; haciéndonos exactamente de la manera que Él quería: "Mis huesos no te fueron desconocidos cuando en lo más recóndito era yo formado, cuando en lo más profundo de la tierra era yo entretejido."  (Salmo 139:15 – NVI)
Dios decidió cuando naceríamos y cuánto tiempo viviríamos.  Él nos planificó, escogiendo el tiempo exacto de nuestro nacimiento y nuestra muerte: "Tus ojos vieron mi cuerpo en gestación: todo estaba ya escrito en tu libro; todos mis días se estaban diseñando, aunque no existía uno solo de ellos."  (Salmo 139:16 – NVI)
Dios también planeó dónde naceríamos y dónde viviríamos: "De un solo hombre hizo él todas las naciones, para que vivan en toda la tierra; y les ha señalado el tiempo y el lugar en que deben vivir."  (Hechos 17:26 – DHH)
Pero lo más impresionante de todo, es que Dios decidió cómo naceríamos, sin importar las circunstancias de nuestro nacimiento o quienes fueron nuestros padres; Dios sabía que ellos poseían exactamente la combinación genética correcta para crear el nosotros especial que Él tenía en mente.  Dios nos creó de una forma única, por lo que debemos aceptarnos como somos.
Dios nunca hace nada accidentalmente y nunca comete errores, Él tiene una razón para todo lo que ha creado.
El propósito de Dios en nuestra creación tomó en cuenta el error humano e inclusive el pecado.
El motivo de Dios para crearnos fue su amor: "En amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad."  (Efesios 1:5 – RVA)
Dios pensó en nosotros antes de crear el mundo, de hecho, lo creó por nosotros.  Somos el enfoque de Su amor y lo más valioso de toda su creación: "Por su propia voluntad nos hizo nacer mediante la palabra de verdad, para que fuéramos como los primeros y mejores frutos de su creación."  (Santiago 1:18 – NVI).  La Biblia en Isaías 45:18 (RVA) nos dice: "Porque así dijo Jehová, que creó los cielos; él es Dios, el que formó la tierra, el que la hizo y la compuso; no la creó en vano, para que fuese habitada la creó: Yo soy Jehová, y no hay otro."
Dios nos hizo para expresar su amor: "Yo he cargado con ustedes desde antes que nacieran; yo los he llevado en brazos, y seguiré siendo el mismo cuando sean viejos; cuando tengan canas, todavía los sostendré.  Yo los hice, y seguiré cargando con ustedes; yo los sostendré y los salvaré."  (Isaías 46:3b-4 – DHH)
Fuimos creados como objeto especial del amor de Dios y para ser amados por Él. 
3.  ¿Qué conduce nuestra vida?
"Vi también que el mucho trabajar y el éxito en una empresa provocan la envidia de unos contra otros." 
Eclesiastés 4:4a – DHH
Es posible que nuestra vida en estos momentos esté conducida por un problema, una presión, un recuerdo doloroso o un gran temor.  Existen cientos de circunstancias, valores y emociones que pueden conducir nuestra vida y entre ellas podemos destacar:
a.  Muchas personas son conducidas por la culpa
Estas personas se pasan toda la vida huyendo de sus remordimientos y escondiendo su vergüenza.  Son manipuladas por sus recuerdos y permiten que su pasado controle su futuro, castigándose a sí mismas por sabotear su propio éxito.  Debemos recordar que somos producto de nuestro pasado pero no sus prisioneros.  Es decir, el propósito de Dios no se limita por nuestro pasado, así fue como Dios transformó un asesino llamado Moisés en un líder y a un cobarde llamado Gedeón en un valiente héroe. 
Dios puede hacer cosas maravillosas en nuestras vidas, Él se especializa en darle a las personas un nuevo comienzo: "Feliz el hombre a quien sus culpas y pecados le han sido perdonados por completo."  (Salmo 32:1 – DHH).
b.  Muchas personas son conducidas por el resentimiento y el enojo
Estas personas se aferran a sus heridas y nunca logran superarlas.  En lugar de librarse del dolor que sienten por medio del perdón, lo repiten una y otra vez en sus imaginaciones.  El resentimiento siempre nos daña más que a la persona que nos ofendió.  Mientras quien nos ofendió probablemente olvidó la ofensa y siguió con su vida, nosotros continuamos ardiendo en nuestro dolor, perpetuando el pasado.
Quienes nos han herido en el pasado no pueden continuar haciéndolo en el presente a menos que nos aferremos al dolor a través del resentimiento: "El resentimiento mata a los necios;  la envidia mata a los insensatos."  (Job 5:2 – NVI).
c.  Muchas personas son conducidas por el temor
Las personas que son conducidas por el temor a menudo se pierden de grandes oportunidades porque sienten miedo de arriesgarse.  El temor es una prisión en la que nosotros nos metemos y que nos impide llegar a ser lo que Dios quiere que seamos.
Para movernos en contra del temor debemos utilizar las armas de la fe y el amor: “En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo.  De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor.”  (1 Juan 4:18 – RVA).
d.  Muchas personas son conducidas por el materialismo
El deseo de adquirir se convierte en la única meta de las vidas de estas personas, que piensan que tener más les hará más felices, más importantes y más seguros; sin embargo, estas tres ideas son falsas.  Las posesiones solamente proveen una felicidad temporal.
Nuestro valor como personas y el valor de nuestras posesiones no son lo mismo.  Nuestro valor no está determinado por lo valioso de nuestras posesiones.  La Biblia nos dice: "No amontonen riquezas aquí en la tierra, donde la polilla destruye y las cosas se echan a perder, y donde los ladrones entran a robar."  (Mateo 6:19 – DHH).
La verdadera seguridad solamente se puede encontrar en aquello que nunca se nos puede quitar, nuestra relación con Dios.
e.  Muchas personas son conducidas por la necesidad de ser aprobadas
Rick Warren dijo: "No conozco todas las claves del éxito, pero una clave del fracaso es tratar de complacer a todo el mundo".  Existen muchas fuerzas negativas que pueden conducir nuestras vidas y todas ellas llevan a un callejón sin salida, a un potencial desperdiciado, a un estrés innecesario y a una vida insatisfecha. 
Ser controlado por las opiniones de otros nos garantiza que no encontraremos los propósitos de Dios para nuestras vidas.  Jesús dijo, "Ninguno puede servir a dos señores."  (Mateo 6:24a – NVI).
Los beneficios de vivir una vida con propósito
Sin propósito nuestra vida es trivial, insignificante y vacía, por esto no hay nada más importante que conocer los propósitos de Dios para nuestra vida.
a.  Conocer nuestro propósito da significado a nuestra vida
Fuimos creados para tener significado.  Cuando nuestra vida tiene significado, podemos soportar casi cualquier cosa, pero cuando no lo tiene, todo es insoportable, nada es importante y no hay esperanza.  Si hoy siente que no tiene esperanza, ¡confíe en Dios y espere!, cambios maravillosos ocurrirán en su vida cuando comience a vivirla con propósito: "Yo sé los planes que tengo para ustedes, planes para su bienestar y no para su mal, a fin de darles un futuro lleno de esperanza.  Yo, el Señor, lo afirmo."  (Jeremías 29:11 – DHH)
Es el propósito el que nos da esperanza (tan esencial como el agua y el oxígeno) y nos permite que ante una situación que nos parece imposible de enfrentar podamos salir adelante, confiando en Dios: "Y ahora, gloria sea a Dios, que puede hacer muchísimo más de lo que nosotros pedimos o pensamos, gracias a su poder que actúa en nosotros."  (Efesios 3:20 – DHH)
b.  Conocer nuestro propósito simplifica nuestra vida
Sin un propósito claro no tendremos fundamento sobre el cual basar nuestras decisiones, dividir nuestro tiempo y utilizar nuestros recursos.
El propósito en nuestra vida nos ayuda a vivir de una forma más simple y más sana, también produce paz en nosotros: "Al de firme propósito guardarás en perfecta paz, porque en ti confía."  (Isaías 26:3 – LBLA)
c.  Conocer nuestro propósito enfoca nuestra vida
Sin un propósito claro, seguiremos cambiando de dirección, de trabajo, de relaciones, de iglesia y mucho más, esperando que cada cambio resuelva nuestra confusión o que llene el vacío de nuestro corazón. 
La Biblia nos dice en Efesios 5:17 (NVI): "Por tanto, no sean insensatos, sino entiendan cuál es la voluntad del Señor."  No hay nada tan potente como una vida enfocada y vivida con propósito.  Por ejemplo, el apóstol Pablo, casi por su cuenta propagó el cristianismo en todo el imperio romano, su secreto era vivir una vida enfocada: "Más bien, una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante, sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús."  (Filipenses 3:13b-14 – NVI)
d.  Conocer nuestro propósito le da motivación a nuestra vida
Generalmente es el trabajo sin sentido, no su exceso, lo que nos cansa, nos consume nuestras fuerzas y nos roba nuestro gozo.  Nada da más energía como tener un propósito claro.
e.  Conocer nuestro propósito nos prepara para la eternidad
Hay quienes pasan sus vidas tratando de crear un legado duradero aquí en la tierra, queriendo ser recordados cuando ya no estén aquí, sin embargo, lo más importante al final, no será lo que otros digan de nuestra vida, sino lo que Dios dice de ella: "Todos tendremos que presentarnos delante de Dios, para que él nos juzgue Así pues, cada uno de nosotros tendrá que dar cuenta de sí mismo a Dios."  (Romanos 14:10b, 12 – DHH).
Cuando estemos ante Dios, Él nos preguntará: ¿Aceptamos a Su Hijo Jesucristo y aprendimos a amarlo y confiar en él?, ¿qué hicimos en nuestra vida con todos los dones, talentos, oportunidades, energía, relaciones y recursos que nos dio, los gastamos en nosotros mismos, los desperdiciamos, o los usamos para los propósitos de Dios?  La primera pregunta determinará dónde pasaremos la eternidad, la segunda determinará qué haremos en la eternidad.

ORACIÓN
Padre Celestial, vengo delante de ti, agradecido por Tu Palabra y por todo aquello que has hecho en mi vida, porque hoy entiendo que con tus manos me creaste debido a Tu propósito y para Tu propósito.  Eres Tú quien le ha dado comienzo a mi vida, eres Tú la fuente de mi vida, por lo que te pido me ayudes a vivir mi vida para ti y no para mí mismo.
Ayúdame a aceptarme como soy, entendiendo que fui creado como objeto especial de Tu amor, y para ser amado por ti.  Hoy decido fortalecer mi relación contigo, Amén.