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viernes, 30 de septiembre de 2011

Conociendo la voluntad de Dios


La mayoría de nosotros no escucha a Dios y por consiguiente no podemos entender lo que nos dice.  Muchos creemos que Dios comunica su voluntad por medios sobrenaturales o extraordinarios como una voz de los cielos, una visión especial o un suceso como la separación de las aguas del Mar Rojo.
Aunque Dios algunas veces se vale de algún modo especial o espectacular para manifestarse, ésta no es su manera acostumbrada.  Jesús aclaró este punto cuando hablaba a los escribas y fariseos que pedían una señal especial: "El respondió y les dijo: La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás."   (Mateo 12:39)
Elías también se enteró de que Dios no necesitaba de medios sobrenaturales para comunicar su voluntad.  En 1ª de Reyes 19: 11-12 leemos: "Él le dijo: Sal fuera, y ponte en el monte delante de Jehová. Y he aquí Jehová que pasaba, y un grande y poderoso viento que rompía los montes, y quebraba las peñas delante de Jehová; pero Jehová no estaba en el viento. Y tras el viento un terremoto; pero Jehová no estaba en el terremoto.  Y tras el terremoto un fuego; pero Jehová no estaba en el fuego. Y tras el fuego un silbo apacible y delicado."
Dios nos habla por medio de un susurro suave y no necesariamente por medios espectaculares.  
¿Cómo conocer la voluntad de Dios?
Veamos tres (3) pasos para conocer la voluntad de Dios.
1.       Compromiso
Dios nos comunica Su voluntad cuando realmente estemos interesados en ponerla en práctica.  Por esto, para conocer la voluntad debemos primero comprometernos en hacerla.
Romanos 12:1-2 nos dice: Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.  No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.
En este pasaje Pablo nos enseña que solamente encontramos la voluntad de Dios cuando nos hemos entregado a Él, también nos dice que Su voluntad para nosotros es buena, agradable y perfecta en todo.  A Pablo le fue dado tomar la decisión correcta y llevar a cabo grandes cosas porque cumplía con el requisito previo de conocer "la buena, agradable y perfecta" voluntad de Dios, y estaba totalmente entregado a hacerla.  
2.       Reconocimiento
Reconozcamos que Dios tiene un plan para nosotros.  Este es el segundo paso en el proceso de conocer la voluntad de Dios.  
Por toda la Biblia, Dios enseña que Él posee un plan determinado para su pueblo.  Veamos dos ejemplos:
v  Jeremías 29:11 "Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis."
v  Salmo 32:8 "Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos."
3.       Entrega y Deseo
Si nos hemos entregado a Dios, Él nos comunicará su voluntad dándonos el deseo de hacer lo que Él quiere que se haga.
¿Cómo nos dice lo que desea de nosotros? 
Dios está en nosotros ayudándonos a desear obedecerlo y a poner en práctica esos deseos de hacer su voluntad.  
v  Filipenses 2:13 "porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad."
¿De qué manera pone Dios su voluntad en nosotros?  
Dios manifestará Su voluntad en nosotros bajo la forma de un deseo.  Por lo tanto, si verdaderamente estamos dispuestos a hacer la voluntad de Dios, debemos empezar examinando los deseos de nuestro corazón.
v  Salmo 37:4 "Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón."
Si estamos dispuestos a hacer su voluntad, Él nos dará lo que nuestro corazón desee.  
Si nos entregamos completamente a Dios, los deseos de nuestro corazón serán conforme a Su voluntad y tendremos paz, recursos y poder para llevarlos a cabo y conseguirlos. 
Esta será una manera para asegurarnos de si efectivamente ese deseo procede de Dios o no.  Si tenemos el deseo, pero jamás obtenemos los medios o los recursos que necesitamos para realizarlo, podemos llegar a la conclusión de que no era de Dios, después de todo.
No obstante, es posible tener tanto el deseo como disponer de los recursos y que no sea la voluntad de Dios.  Esto es lo que nos enseña Isaías 26:3: "Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado."  Dios nos promete paz mientras cumplamos su voluntad.
Por lo tanto si tenemos un deseo y los medios para llevarlo a cabo, pero estamos intranquilos acerca de la decisión, podríamos llegar a la conclusión de que no conviene llevarlo a cabo.
Cualquier deseo que esté de acuerdo con la voluntad de Dios va acompañado de los recursos para conseguirlo y de la tranquilidad para seguir adelante.
Hay cuatro preguntas que son de suma importancia para determinar la voluntad de Dios en una situación en la cual es preciso tomar unas decisiones.
Ø  ¿Estoy yo dispuesto a hacer la voluntad de Dios en esta situación?  (Romanos 12:1-2)
Ø  ¿Coincide con los deseos de mi corazón seguir este curso de acción?  (Salmos 37:4)
Ø  ¿Provee Dios el poder y los recursos necesarios para realizar tu deseo?  (Filipenses 2:13)
Ø  ¿Me da Dios paz para continuar trabajando en el proyecto y para tomar las decisiones necesarias para conseguirlo?  (Isaías 26:3)
Si las respuestas a cualquiera de estas preguntas son negativas, podemos llegar a la conclusión de que no debemos de seguir por ese camino en esos momentos.  Sin embargo, si la respuesta es positiva a todas las preguntas, podremos concluir que se está de acuerdo con la voluntad de Dios y podremos tomar nuestras decisiones conforme a ella.

ORACIÓN
Padre celestial, te doy gracias por tu amor, tus maravillas y misericordias nuevas cada día.  Por la vida que hoy disfruto, gracias…
En el nombre de tu Hijo Jesús, vengo Señor delante de tu presencia porque quiero que me guíes con Tu Santo Espíritu y con Tu Palabra, para hacer tu verdadera voluntad, buena, agradable y perfecta.
Realmente Señor quiero hacer tu Santa voluntad, porque sé que tus pensamientos para mí, son pensamientos de bien y no de mal, pero necesito Señor conocer y entender el propósito que tienes para mi vida.
Me entrego a tus pies, como lo hizo Rut a los pies de Booz, sabiendo Señor que si esto hago, nunca más recogeré las espigas del suelo, sino que tendré muchísimas medidas de cebada y no tendré mis manos vacías, AMÉN.