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martes, 26 de abril de 2011

Criando hijos que aman a Dios

Nuestros hijos van a la escuela y colegio a recibir una educación que les prepara para enfrentar los retos profesionales e intelectuales que tendrán en este mundo.  Las profesoras, profesores y demás personal en la escuela se esfuerzan porque ellos además, sean formados bajo el perfil de hombre como ser social, agente de cambio y centro de la creación, que merece desarrollar lo mejor de sí mismo para alcanzar la plenitud de sus capacidades innatas, atendiendo a las diferencias individuales y en pos del bien común.

Ahora, nuestro papel como padres hoy más que nunca es importantísimo en todo este proceso, ya que la actualidad de hoy exige que los docentes consensúen con los padres y alumnos.  El alumno de hoy ya no es el mismo, tiene otras inquietudes, otras formas de aprender y acceder a la información.  La influencia de las nuevas tecnologías de la información, han dado origen a un nuevo tipo de lector, de alumno y ser humano en general.  Esto muchas veces nos trae problemas con nuestros hijos, mismos que podemos enfrentar por medio de la Palabra de Dios, que nos da buenos consejos sobre la crianza de nuestros niños, preparándolos para que amen a Dios.  Este es nuestro gran reto como padres…

Veamos qué podemos hacer para criar hijos que amen a Dios.

1. Orar

"Orad sin cesar."
1 Tesalonicenses 5:17

Todos sabemos que debemos orar por nuestros hijos, sin embargo muchas veces esa misma boca que ora por nuestros hijos, ante un momento determinado, puede ser utilizada para ofenderlos, lastimarlos, insultarlos e irrespetarlos.  Veamos un ejemplo: El niño derrama la leche sobre unos documentos importantes del trabajo de su padre, y este lo reprende, le dice tonto, sabes cuánto me cuesta trabajar tan duro como trabajo, sabes cuánto cuesta la leche.  Es posible que hasta le pegue para enseñarle a tener más cuidado.

¿Cuál creen ustedes que sea la reacción del niño?  "Soy un inútil, papá no me quiere, estoy enojado porque papá no entiende que fue un accidente, papá me castiga injustamente."

Si esto pasó a la hora del desayuno antes de ir a la escuela, ¿Cómo se portará el niño en la escuela? "Es posible que se porte mal, que no se esfuerce en los estudios porque se siente mal o por miedo a cometer un error y ser castigado."

La oración es muy importante, y la oración que más nos ayudará con nuestros hijos sería algo así como esta: "Señor, cámbiame, haz de mi el padre (la madre), que quieres que sea. Dame paciencia, amor y sabiduría para criar a mis hijos en la manera que tú quieras."
 
2. Predicar con el ejemplo

"Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas.  Grábate en la mente todas las cosas que hoy te he dicho, y enséñaselas continuamente a tus hijos."
Deuteronomio 6:5-7a

En el ejemplo anterior, vemos un padre que no sabe dar un buen ejemplo a su hijo.  No muestra mucha paciencia y no puede controlar su enojo.

Si en este ejemplo que mencionamos, después de que el niño derrama la leche, el padre se levanta con calma y actúa diferente, le exhorta a prestar más atención y a colocar el vaso en un lugar más seguro, y ambos limpian juntos el derrame.

¿Cómo será la reacción del niño?  "Sentirá que puede enfrentar problemas con la ayuda de su papá, que él lo respeta y entiende, aprende a tener más cuidado y toma responsabilidad por sus acciones."

¿Con qué actitud irá a la escuela?  "Se va tranquilo, se esfuerza en los estudios porque se siente capaz de hacer las cosas bien."

Los niños obtienen sus ideas de Dios por el ejemplo de sus padres, así el niño en esta situación verá que Dios le ama, que es compasivo y justo.

3. Enseñar a nuestros hijos a amar a Dios

"El que me ama, hace caso de mi palabra; y mi Padre lo amará, y mi Padre y yo vendremos a vivir con él."
Juan 14:23

Una madre puede mandar a su hijo ir a la floristería y comprarle una flor.  El niño bien disciplinado lo hace por obediencia.  Pero, ¡qué lindo es cuando el niño lo hace por su propia voluntad, por amor!

La solución al problema de los hijos rebeldes es enseñarlos a amar a Dios.  Si podemos enseñar a nuestros hijos a amar a Dios con todo su ser, entonces querrán obedecerlo y agradarlo en todo.

¿Cómo criar a nuestros hijos para que amen a Dios de corazón?

"… y enséñaselas continuamente a tus hijos; háblales de ellas, tanto en tu casa como en el camino, y cuando te acuestes y cuando te levantes."
Deuteronomio 6:7

a. Aprovechar las actividades diarias.

Es un gran privilegio como mamá o papá poder ayudar a nuestros hijos a amar a Dios, y esto es muy importante, porque solamente si Dios cambia sus corazones, pueden realmente desear obedecer a Dios por amor y no solamente por obligación.

Debemos aprovechar todo momento para enseñar al niño a amar a Dios e incluir a Dios en todo: agradecer por todo, decirle nuestras preocupaciones, pedirle por nuestras necesidades grandes o pequeñas, buscar consejo en la Biblia y pedir sabiduría a Dios en nuestras decisiones.

Cuando crecen nuestros hijos, hay que ayudarles a pensar bíblicamente y tomar buenas decisiones – no solamente darles órdenes.

b. Tiempo devocional familiar.

Reunirse toda la familia para un tiempo con Dios, todos los días.  Disfrutando de un tiempo no muy largo, pero de un tiempo tranquilo, cuando no estemos apurados.  Este tiempo debe ser apropiado para la edad de nuestros hijos y en él vamos a orar, memorizar versículos y leer la Biblia, aprovechando incluir una lección sobre lo leído en situaciones prácticas en la escuela, con los amigos o con los vecinos, preparándolos para tomar buenas decisiones.

La meta del devocional familiar es que nuestros hijos tengan su propia relación con Dios y se sientan responsables a Él y no solamente a nosotros.

c. Las cosas en el hogar.

"Escríbelos también en los postes y en las puertas de tu casa."
Deuteronomio 6:7

¿Las cosas en nuestros hogares, ayudan o estorban a nuestros hijos a amar a Dios?

Dentro de nuestros libros debemos tener libros cristianos.

La programación de televisión en nuestra casa debe incluir programas que nos enseñen verdaderos valores.

La música que oímos, debe ser música que exalte y glorifique a Dios.  Para nuestros hijos, si están pequeños, CD con versículos e historias bíblicas cantadas.

Dentro de nuestros adornos y cuadros, ¿tenemos alguno que muestre nuestra fe en Dios?

d. No hacer enojar a nuestros hijos.

"Y ustedes, padres, no hagan enojar a sus hijos, sino más bien críenlos con disciplina e instrúyanlos en el amor al Señor."
Efesios 6:4

Dios nos pide no hacer enojar a nuestros hijos para que no se desvíen: "Padres, no hagan enojar a sus hijos, para que no se desanimen."  (Colosenses 3:21)

Estos son algunos ejemplos de situaciones en las que hacemos enojar a nuestros hijos:

1. Gritos, insultos y mentiras: Hay palabras que hieren y quitan el ánimo.  Cuando estemos tentados a herir con insultos debemos recordar, lo que Dios nos dice en Efesios 4:29: "No digan malas palabras, sino sólo palabras buenas y oportunas que ayuden a crecer y traigan bendición a quienes las escuchen."

2. No cumplir con una promesa, no escuchar, no pasar tiempo con ellos: La Biblia dice que debemos tratar a otros de la manera que queremos ser tratados: "Así pues, hagan ustedes con los demás como quieran que los demás hagan con ustedes..."  (Mateo 7:12)

3. No pedir perdón: Todos cometemos errores, a veces por nuestra naturaleza humana, a veces sin querer y tal vez hasta por olvidar.  Pero podemos minimizar el daño de estos errores si pedimos perdón: "Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y no hay verdad en nosotros."  (1 Juan 1:8)

4. Castigar injustamente o con enojo: Debemos criar a nuestros hijos con disciplina amorosa.

a. Premiamos la obediencia: No solamente debemos corregir y criticar, también debemos felicitar la buena conducta.  Dios lo hace así con nosotros: "Ahora me espera la corona merecida que el Señor el Juez justo, me dará en aquel día."  (2 Timoteo 4:8a)

b. Establecemos las reglas y las consecuencias: Si haces algo bueno tendrás consecuencias positivas, si haces algo malo tendrás consecuencias negativas (Deuteronomio 28).  Las consecuencias deben ser reales, de lo contrario no podremos cumplirlas, y no cumplir lo que decimos, aparte de mostrar una mala imagen de nosotros, creará en nuestros hijos inseguridad.

c. Que el castigo sea justo, sin enojo: Si estamos enojados hay que esperar a estar en calma, así no seremos injustos ni llegaremos al abuso: "La respuesta amable calma el enojo; la respuesta violenta lo excita más."  (Proverbios 15:1)

5. No practicar lo que enseñamos: Nuestra vida habla tan fuerte que nuestros hijos no pueden escuchar nuestras palabras (no debes pelear y peleo constantemente con mi esposo (a), no mientas y miento, no ofendas y ofendo).  El no practicar lo que enseñamos, crea no solo enojo, sino también rebelión en el corazón de nuestros hijos, y muchas veces es la causa por la cual él deja de seguir la fe de sus padres.

Si hacemos esto, vamos a crear unas buenas bases en nuestros hijos, y su educación en la escuela y colegio será más fácil y mejor, para los docentes y para ellos.  Actuando de acuerdo a lo que Dios nos pide, Él se encargará entonces de la educación de nuestros hijos: "Y todos tus hijos serán enseñados por Jehová; y se multiplicará la paz de tus hijos."  (Isaías 54:13)

ORACION
Señor Dios te doy gracias porque Tú eres fiel y misericordioso, gracias por tu Amor y tus Bendiciones.

Padre celestial, delante de ti vengo Señor, para pedirte sabiduría, amor, paciencia y tu paz, que sobrepasa todo entendimiento, para poder hacer frente a todas las situaciones que pueda pasar con mis hijos.  Te pido Señor, que me enseñes a amarlos y respetarlos, cambiando primeramente todo lo que hay dentro de mí, que no permite que yo sea el padre o la madre, que tú quieres que sea.  Ayúdame a predicarles con el ejemplo y así enseñarles a amarte, viendo en mí alguien que te ama y respeta, alguien que quiere agradarte y obedecerte, te lo pido en el nombre de Cristo Jesús, AMÉN.

 

domingo, 17 de abril de 2011

La verdadera adoración – Parte 2

(Según el libro de Daniel)

Hoy continuaremos con nuestro estudio sobre la verdadera adoración, el cual hemos basado en libro de Daniel.  Para esto quisiera hacer antes un breve resumen de los puntos principales tratados en la primer parte.

Hablamos anteriormente que lo más notable en la vida de Daniel, fue su oración.  Daniel tenía una vida de oración fresca y permanente, que mantuvo a lo largo de sus años y que nunca dejó de cultivar.

Era por medio de esta oración que Daniel adoraba a Dios.  Es así como Daniel es un ejemplo para nosotros de cómo nuestra vida de adoración debe darse por medio de la oración.  Hasta ahora de Daniel hemos aprendido:

1. A compartir nuestros asuntos de oración con hermanos en el Señor (Daniel 2:17), es decir, el poder de la comunión en la oración.  (Mateo 18:19-20)

2. Una vida de oración significa tener comunión con Dios, esto nos da seguridad en medio de la inseguridad.  (Daniel 2:12,16)

3. La verdadera adoración es orar con agradecimiento.  (Daniel 2:19-23)

4. Dios siempre debe estar en el primer lugar en nuestras vidas, después todo lo demás.  (Daniel 2:24)

5. La verdadera adoración es orar con regularidad.  (Daniel 6:10)

También hemos aprendido algunas características valiosas de la oración según muestra Daniel 6:10

1. La comunión en la oración tiene poder, pero debemos aprender a orar solos también.

2. Debemos tener constancia en la oración, no desistir.

3. Debemos levantar un altar para nuestra comunión con Dios, por lo que debemos tener un lugar fijo de oración.

4. La comunión inalterable con Dios, por medio de la oración, se logra cuando abrimos nuestro corazón a Dios, cuando le adoramos.

5. Siempre debemos orar en el nombre de Jesús, siendo Él nuestra dirección.

Ahora aprenderemos el tercer punto que nos enseña Daniel sobre la verdadera adoración.

La verdadera adoración tiene su fundamento en la Palabra.

"En el año primero de Darío hijo de Asuero, de la nación de los medos, que vino a ser rey sobre el reino de los caldeos, en el año primero de su reinado, yo Daniel miré atentamente en los libros el número de los años de que habló Jehová al profeta Jeremías, que habían de cumplirse las desolaciones de Jerusalén en setenta años.  Y volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza.  Y oré a Jehová mi Dios e hice confesión diciendo: Ahora, Señor, Dios grande, digno de ser temido, que guardas el pacto y la misericordia con los que te aman y guardan tus mandamientos."
Daniel 9:2-4

Cuando el profeta comprende que el cautiverio tenía un plazo de 70 años, conforme a lo escrito por Jeremías, enseguida comenzó a orar.  Esta actitud hacía que Daniel se transformara cada vez más profundamente.

Por medio de la oración nosotros somos transformados, sometiendo nuestra voluntad a la voluntad de Dios, entendiendo que es en la voluntad de Dios donde obtenemos la victoria en nuestras vidas.

¿Qué hace Daniel cuando comprende la Palabra de Dios?

En primer lugar: Reaccionó inmediatamente, es decir, sin demora.

En segundo lugar: No buscó al hombre (al rey Darío), sino a su Dios Todopoderoso.

En tercer lugar: Buscó a Dios en oración y ruego – aquí vemos otra vez su seriedad y constancia.

En cuarto lugar: Ayunó en cilicio y ceniza, lo que quiere decir que demostró arrepentimiento. Daniel no se consideraba superior como para no tener que arrepentirse.

En quinto lugar: Oró a su Dios personal.  Tenía una relación personal con Él.

En sexto lugar: Oró con gran reverencia.

En sétimo lugar: Oró con confianza en la fe, poniendo su esperanza en la gracia y bondad del Señor.

Debemos orar para comprender la Palabra de Dios, y estudiar la Palabra de Dios para orar.

La verdadera adoración es hecha con autoridad espiritual.

"En el año tercero de Ciro rey de Persia fue revelada palabra a Daniel, llamado Beltsasar; y la palabra era verdadera, y el conflicto grande; pero él comprendió la palabra, y tuvo inteligencia en la visión.  En aquellos días yo Daniel estuve afligido por espacio de tres semanas.  No comí manjar delicado, ni entró en mi boca carne ni vino, ni me ungí con ungüento, hasta que se cumplieron las tres semanas."
Daniel 10:1-3

Nuevamente Daniel nos muestra que al escuchar y entender la Palabra que Dios tiene para nosotros, debemos buscarle en oración. 

En muchas ocasiones incluso, y sobre todo cuando nuestros problemas, adversidades y conflictos son grandes, nuestra oración debe estar acompañada con el ayuno, esto hará que estemos más limpios, fortalecidos y lúcidos para comprender la respuesta de Dios y saber entonces cómo actuar por medio de la autoridad espiritual que Dios nos ha dado.

Un tiempo de oración y ayuno, nos dejará ver la respuesta de Dios en nuestra vida, una respuesta espiritual y sobrenatural que Dios hará de forma natural: "Y he aquí una mano me tocó, e hizo que me pusiese sobre mis rodillas y sobre las palmas de mis manos. Y me dijo: Daniel, varón muy amado, está atento a las palabras que te hablaré, y ponte en pie; porque a ti he sido enviado ahora. Mientras hablaba esto conmigo, me puse en pie temblando.  Entonces me dijo: Daniel, no temas; porque desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras; y a causa de tus palabras yo he venido."  (Daniel 10:10-12)

La Palabra de Dios nos dice que Dios nos escucha desde el primer día que nosotros nos disponemos en adoración.

Desde el primer día en que empecemos a mirar a Dios en el camino de nuestro deber, Él estará preparado para encontrarnos en el camino de la misericordia.

Pero Dios no solamente nos escucha, sino que también nos responde enviando, muchísimas veces, ángeles que actúen a nuestro favor: “¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación?”  (Hebreos 1:14).  Ahora Dios nos mostrará cuáles son sus propósitos y así alcanzaremos nuestra victoria y lograremos nuestra paz.

¿Cuál es el resultado de la adoración?

 Seremos muy amados por Dios, como lo era Daniel.  (Daniel 9:23, 10:11,19)

 Dios nos promete que desde el primer día que le adoramos hemos sido escuchados, aunque la respuesta llegue tiempo después.  (Daniel 10:13)

 Dios envía ángeles a nuestro favor para cumplir especialmente nuestras peticiones en oración.  (Daniel 10:12)

 El cielo se conmueve cuando alguien impulsado por Dios ora.  ¡Cuántas cosas pueden acontecer si somos verdaderos adoradores!

Debemos orar por aquello que entendemos, pero también por aquello que no entendemos.

La verdadera adoración dura toda la vida.

"En el año tercero de Ciro rey de Persia fue revelada palabra a Daniel, llamado Beltsasar; y la palabra era verdadera, y el conflicto grande; pero él comprendió la palabra, y tuvo inteligencia en la visión."
Daniel 10:1

En el tercer año del rey Ciro, hacía ya 70 años que Daniel vivía en Babilonia. Probablemente su vida de oración se inició cuando todavía era adolescente, y a la edad de más de 80 años, todavía no había disminuido.  Ahora como antes, Daniel era un hombre de intensa adoración.

Daniel nos enseña que la adoración es un estilo de vida.  La adoración es una actitud de nuestro corazón; es reconocer la misericordia y la gracia de Dios para nosotros, es reconocer lo que Dios es y lo que ha hecho por nosotros.  Es entender que sin él estaríamos perdidos, es agradecer por todo, porque es su voluntad divina.

 
ORACION:
Señor te doy gracias por traer luz a mi vida por medio de tu Palabra, por hacerme entender que en ti siempre habrá una respuesta para mí y que aún hoy cuando las cosas no están tan claras como quisiera, tú estás enviando a mi favor ángeles, en quienes seguro y confiado estoy.

Señor danos la fortaleza y la voluntad de ser hombres y mujeres de oración y adoración hoy, de permanecer siendo hombres y mujeres de oración y adoración mañana, y de ser todavía hombres y mujeres de oración y adoración en la ancianidad; y esto, tanto más, porque vivimos en una época en la cual comienzan a cumplirse las profecías de Daniel del tiempo final.  Sé nuestra justicia ahora, y nuestra confianza esté depositada en ti eternamente, en la vida, en la muerte, en el día del juicio y por siempre jamás, en el nombre de nuestro Señor Jesús, AMÉN.

viernes, 8 de abril de 2011

La verdadera adoración – Parte 1

(Según el libro de Daniel)

Hoy comenzamos un nuevo tema que nos enseñará acerca de la verdadera adoración.  La Palabra de Dios nos dice en Juan 4:23 "Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren."

Dios busca de nosotros la adoración y esto lo sabía bien Daniel.  A Daniel lo conocemos por sus historias: El sueño del rey Nabucodonosor, los tres amigos de Daniel en el horno de fuego, Daniel en el foso de los leones y por la profecía sobre el imperio babilónico a través del "mene-mene-ketel-uparsin" (contado, contado, pesado y dividido) escrito en la pared en el último banquete del rey Belsasar.

Sin embargo, lo más notable en la vida de Daniel fue su oración.  Daniel tenía una vida de oración fresca y permanente, por medio de la cual adoraba a Dios. Fue la oración la que impulsó a Daniel a lo largo de sus años, por lo que se aferró más y más a ella, cultivándola cada día con más fuerza.

Vale la pena en este momento que analicemos ¿cómo es nuestra vida de oración?

¿Hemos hecho de la oración un estilo de vida como Daniel?, o por el contrario, ¿cada día nos es más difícil buscar a Dios en oración?

¿Qué nos enseña Daniel de la oración?

En el segundo año del gobierno de Nabucodonosor, el rey soñó con una gran estatua, como lo describe Daniel 2:31-35: "Tú, oh rey, veías, y he aquí una gran imagen.  Esta imagen, que era muy grande, y cuya gloria era muy sublime, estaba en pie delante de ti, y su aspecto era terrible.  La cabeza de esta imagen era de oro fino; su pecho y sus brazos, de plata; su vientre y sus muslos, de bronce; sus piernas, de hierro; sus pies, en parte de hierro y en parte de barro cocido.  Estabas mirando, hasta que una piedra fue cortada, no con mano, e hirió a la imagen en sus pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó.  Entonces fueron desmenuzados también el hierro, el barro cocido, el bronce, la plata y el oro, y fueron como tamo de las eras del verano, y se los llevó el viento sin que de ellos quedara rastro alguno.  Mas la piedra que hirió a la imagen fue hecha un gran monte que llenó toda la tierra."

Nadie podía interpretar este sueño, por lo que el rey quiso hacer matar a todos los magos y astrólogos: "Los caldeos respondieron delante del rey, y dijeron: No hay hombre sobre la tierra que pueda declarar el asunto del rey; además de esto, ningún rey, príncipe ni señor preguntó cosa semejante a ningún mago ni astrólogo ni caldeo.  Porque el asunto que el rey demanda es difícil, y no hay quien lo pueda declarar al rey, salvo los dioses cuya morada no es con la carne.  Por esto el rey con ira y con gran enojo mandó que matasen a todos los sabios de Babilonia."  (Daniel 2:10-12)

Todos los magos y astrólogos estaban atemorizados por la amenaza del rey, pero Daniel se retiró a su casa tranquila y confiadamente: "Y Daniel entró y pidió al rey que le diese tiempo, y que él mostraría la interpretación al rey.  Luego se fue Daniel a su casa e hizo saber lo que había a Ananías, Misael y Azarías, sus compañeros, para que pidiesen misericordias del Dios del cielo sobre este misterio, a fin de que Daniel y sus compañeros no pereciesen con los otros sabios de Babilonia.  Entonces el secreto fue revelado a Daniel en visión de noche, por lo cual bendijo Daniel al Dios del cielo."  (Daniel 2:16-19)

Daniel comunicó el asunto a sus fieles y confiables amigos, porque conocía el poder de la oración en conjunto.  También nosotros deberíamos atrevernos mucho más a compartir nuestros asuntos de oración con hermanos en el Señor.  Por lo general nos avergonzamos de nuestras dificultades, tribulaciones y problemas, no queremos que sepan que estamos pasando por una mala situación financiera, o que estamos atravesando una crisis familiar, o bien que tenemos problemas con algún vicio que nos está dominando, por esto muchos preferimos orar solos, a comunicar nuestra carga a personas de confianza.  Pero la Biblia nos enseña en este pasaje sobre el poder de la oración en común y de la poderosa respuesta de Dios, por ser obedientes a Él.

Daniel y sus tres amigos oraron juntos pidiendo revelación y protección.  La oración unida es una fuerza incomparable que no puede ser detenida por nadie, así nos lo hace Nuestro Señor Jesús en Mateo 18:19-20: "Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos.  Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos."

Precisamente ese poder incomparable fue lo que experimentaron Daniel y sus amigos al final de su oración.  Dios le reveló a Daniel el secreto del sueño del rey por la noche.

Llevar una vida de oración significa tener comunión con Dios, lo que nos da seguridad en medio de la inseguridad.

La verdadera adoración es orar con agradecimiento.

"Entonces el secreto fue revelado a Daniel en visión de noche, por lo cual bendijo Daniel al Dios del cielo.  Y Daniel habló y dijo: Sea bendito el nombre de Dios de siglos en siglos, porque suyos son el poder y la sabiduría.  El muda los tiempos y las edades; quita reyes, y pone reyes; da la sabiduría a los sabios, y la ciencia a los entendidos.  El revela lo profundo y lo escondido; conoce lo que está en tinieblas, y con él mora la luz.  A ti, oh Dios de mis padres, te doy gracias y te alabo, porque me has dado sabiduría y fuerza, y ahora me has revelado lo que te pedimos; pues nos has dado a conocer el asunto del rey.  Después de esto fue Daniel a Arioc, al cual el rey había puesto para matar a los sabios de Babilonia, y le dijo así: No mates a los sabios de Babilonia; llévame a la presencia del rey, y yo le mostraré la interpretación."
Daniel 2:19-24

Muchas veces oramos y clamamos larga e intensamente por un asunto que nos está agobiando y nos urge sea resuelto, pero en el momento de la respuesta de Dios a nuestro favor, apenas nos tomamos tiempo para agradecerle, peor aún, la mayoría de las veces ni siquiera agradecemos.

Esto era muy diferente en la vida de Daniel.  Antes de correr al palacio del rey para comunicarle la revelación de su sueño, agradeció al Señor, no dejó la alabanza para más tarde.

Dios siempre estaba en primer lugar en la vida de Daniel, y en segundo lugar estaba todo lo demás, incluso el rey de Babilonia.

La verdadera adoración es orar con regularidad.

En Daniel 6:7, nos dice la Palabra de Dios que unos gobernadores antisemitas intentaron tender una trampa a Daniel y hacerlo desistir de su vida de oración: "Todos los gobernadores del reino, magistrados, sátrapas, príncipes y capitanes han acordado por consejo que promulgues un edicto real y lo confirmes, que cualquiera que en el espacio de treinta días demande petición de cualquier dios u hombre fuera de ti, oh rey, sea echado en el foso de los leones.", pero esto no detuvo a Daniel de orar.  Él no permitió que nada ni nadie le sacara de su vida de oración: "Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa, y abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes."  (Daniel 6:10)

Así como Daniel se enfrentó a enemigos que querían que desistiera de su vida de oración, también nosotros debemos tener en cuenta que el enemigo de Dios hará todo para impedir que oremos regularmente.

Para vencer la falta de oración debemos seguir los pasos de Daniel y ser más persistentes en nuestro orar.

¿Qué hemos aprendido acerca de la oración?

En primer lugar: No desistir de la oración, por el contrario, al igual que Daniel debemos tener constancia.

En segundo lugar: Debemos aprender a orar, orando tanto en comunión con otros, como solos.

En tercer lugar: Tener un lugar fijo de oración.  En el caso de Daniel era su cámara, su casa.  Un lugar fijo de oración es un altar que se levanta para nuestra comunión con Dios.

En cuarto lugar: Tener la ventana abierta, lo cual es un símbolo de un corazón siempre abierto a Dios y de una comunión inalterable con Él.

En quinto lugar: Orar en cierta dirección.  Daniel oraba hacia Jerusalén, donde estaba el altar.  Esto representa a Jesús.

En sexto lugar: Orar regularmente.  Daniel oraba tres veces por día, como siempre lo había hecho antes.

Y, en sétimo lugar: No descuidar el agradecimiento.

El ejemplo de Daniel de la verdadera adoración a través de la oración, es posible en nuestras vidas desde la niñez, o desde la adolescencia como lo vemos en Daniel; también en la juventud y en la edad adulta.  Es una decisión que debemos tomar, sometiendo nuestra carne, alma y espíritu, a la voluntad del Espíritu de Dios.  El orar no es una opción en nosotros, es una necesidad en nuestras vidas para crecer espiritualmente y ser herederos de las promesas de Dios: "Pero también digo: Entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo."  (Gálatas 4:1)

Debemos tomar la decisión de tener una comunión con Dios a través de la oración y la adoración, siendo constantes, y fieles, permaneciendo en la fe, pero por sobre esto, siendo agradecidos en todo, porque ésa es la Voluntad de Dios para con nosotros: "Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús."  (1 Tesalonicenses 5:18)

Cuando adoramos a Dios, por medio de nuestra oración, siendo constantes, unidos en oración, teniendo un lugar fijo, abriendo nuestro corazón, orando en el nombre de Cristo Jesús y siendo agradecidos, Dios se deleitará y actuará grandemente en nosotros: "Nunca más te llamarán Desamparada, ni tu tierra se dirá más Desolada; sino que serás llamada Hefzi-bá (mi deleite), y tu tierra, Beula (mi esposa); porque el amor de Jehová estará en ti, y tu tierra será desposada."  (Isaías 62:4)

"Y me alegraré con ellos haciéndoles bien, y los plantaré en esta tierra en verdad, de todo mi corazón y de toda mi alma."
Jeremías 32:41

Esta promesa está vigente para todos aquellos que estamos Cristo.  ¡Y es realmente maravilloso que el Señor se deleite haciendo el bien a Su pueblo y a cada uno de nosotros!

Nunca debemos olvidar que la adoración es un estilo de vida, una actitud de nuestro corazón; es reconocer la misericordia y la gracia de Dios para nosotros, es reconocer lo que Dios es y lo que ha hecho por nosotros.  Es entender que sin él estaríamos perdidos.

El mejor adorador será siempre aquel que reconoce de donde lo sacó el Señor y que sin él está perdido, aquel que recuerda su pasado y sabe que sentarse a la mesa del Señor es un privilegio inmerecido.  La mejor adoración siempre brotará de un corazón agradecido.

ORACION:
Señor Dios, vengo ante ti para darte gracias, Padre Celestial, por todo lo que de ti recibo, por lo que has hecho en mí y en quienes forman mi familia.  Gracias porque has sido un Dios misericordioso y fiel, que aun conociendo mi debilidad en la oración y la adoración, tienes compasión por mí y sigues derramando todo Tu amor en mi vida.

Hoy Señor, quiero pedirte que actúes en mi, poniendo un corazón de adorador, de tal forma que reconozca que TODO te lo debo a ti, que sin ti estoy perdido.  Que tú me has traído a la luz sacándome de la oscuridad, que tú actúas en mi vida como Señor y Salvador, que tú derramaste tu sangre por mí, para darme la libertad y el perdón de mis pecados.  Te lo pedimos en el nombre que es sobre todo nombre, el de Tu Hijo Jesús, AMÉN.