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jueves, 30 de diciembre de 2010

Tres sugerencias para comenzar el año

Estamos a unas cuantas horas de entrar en un nuevo año, y estaba pensando en cuántas costumbres tenemos en nuestra sociedad asociadas a un inicio de año.  Me refiero a costumbres que tienen la intención de poder controlar nuestra propia vida, sin tener que depender de Dios.  Algunas de estas costumbres realmente son supersticiones, que encuentran siempre, que de forma misteriosa se presenten eventos desconectados que parezcan influir sobre nuestro propio destino.

Con relación a un año nuevo existen muchas supersticiones, yo recuerdo cuando era niño, cuánta gente, por ejemplo, tiraba a la calle cosas usadas porque querían recibir todo nuevo, recuerdo también gente que para asegurarse un viaje en el futuro en un nuevo año, salían con una maleta a dar vuelta a la manzana o alrededor de su casa, también hay personas que van de compras para tener la alacena llena y así asegurarse de que no le va a faltar nada durante todo el nuevo año, otros hacen mucho ruido la noche de fin del año para ahuyentar a todos los malos espíritus; así continúan muchas prácticas que no tienen nada que ver con la fe en Dios y con la dependencia de Él.

Nos hemos olvidado que la venida de Jesús fue la oportunidad que tuvo el mundo de comenzar de nuevo.

Este nuevo año venidero es precisamente eso, la oportunidad de empezar de nuevo, aunque la verdadera dificultad que tenemos muchos de nosotros no es la de comenzar de nuevo, sino la de mantenernos en lo que hemos comenzado.  ¿Por qué digo esto?  Cuántos de nosotros nos proponemos algo y luego de unos días ya fallamos, y todo lo que nos habíamos propuesto se desvaneció.  Veamos algunas promesas de fin de año: "en este año llegaré temprano al trabajo todos los días", "este año sí que estudiaré", "bajaré unos cuantos kilos que tengo de más", "no tomaré más licor", "no fumaré más", "no violentaré más a mis hijos y esposa", "no seré infiel nunca más…"  Es posible que nos hayamos rendido a todo esto totalmente, tal como Dios lo quiere, pero nos costará continuar adelante con nuestro nuevo comienzo en forma victoriosa si no entendemos que tenemos que poner nuestras promesas en las manos de Dios, y claro esforzarnos y enfocarnos realmente en nuestro cambio.

Cumpliendo nuestros propósitos para este nuevo año

Nuestros propósitos siempre serán en el sentido de dejar de ser lo que somos o hacer lo que hacemos, para comenzar a ser diferentes o hacer las cosas de una forma distinta, es por esto que para todos los propósitos de nuestras vidas debemos entender que Dios quiere, y lo hará, borrar y limpiar nuestro pasado, nuestra mente y corazón: "De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas." (2 Corintios 5:17)

Pero, Dios no limpia nuestro futuro, este depende de nosotros y de la conducta que sigamos desde el momento de nuestra rendición a Él.  El apóstol Pablo nos dice al respecto: "Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él." (Colosenses 2:6)

Nuestro futuro es fundamentalmente nuestra obligación y nuestro éxito depende de nuestra obediencia. Veamos dos ejemplos de la Biblia, de muchos que se pueden mencionar:

1. Juan 2:5b

"Haced todo lo que os dijere."

El primer milagro de Jesús fue en las Bodas de Caná, ahí convirtió 6 tinajas de agua en vino, pero para que este milagro se diera hubo obediencia.  La madre de Jesús le pidió a quienes servían que hiciesen lo que su Hijo solicitara, así fue como el mejor vino de aquella boda apareció.

Dios quiere darnos su mejor vino y no en poca cantidad, quiere dárnoslo de forma abundante, si estamos dispuestos a obedecerle.

2. Lucas 5:4-6

"Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar.  Respondiendo Simón, le dijo: Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado; mas en tu palabra echaré la red. Y habiéndolo hecho, encerraron gran cantidad de peces, y su red se rompía."

Muchas veces pensamos que tenemos tal conocimiento y experiencia en una determinada situación, que nosotros, por nosotros mismos, podemos enfrentar lo que tenemos por delante.  Los discípulos de Jesús eran pescadores de muchos años y conocían bien el mar, sabían perfectamente donde podían encontrar cardúmenes de peces que estuviesen bien poblados, sin embargo no habían pescado nada en esa noche, sino hasta que fueron obedientes a la Palabra de Dios.

Nuestro éxito depende principalmente de nuestra obediencia continua.

Como vemos en estos dos ejemplos anteriores si somos obedientes, Dios se complacerá en ayudarnos y cuando nos da su ayuda, no es solamente para suplir nuestra necesidad inmediata.  Dios nos da mucho más allá de los que necesitamos, tanto así como 768 litros de buen vino, o una cantidad de peces tal, que tengamos que arrastrar nuestras redes.  Su palabra dice en Filipenses 4:19: "Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús."

Tres sugerencias para comenzar el año

1. Despojarnos de nuestra vieja forma de ser, no disfrazarla

"En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad."
Efesios 4:22-24

El apóstol nos exhorta a despojarnos de nuestra vieja vida, de nuestra vieja forma de ser.  Todo lo que aprendimos siendo niños o jóvenes, los malos ejemplos con el licor de nuestro padre y su adulterio, los malos ejemplos por el débil carácter de nuestra madre, las malas costumbres adquiridas de malas amistades…, todo esto debemos dejarlo atrás.

No es limitarnos a ponernos algo nuevo encima de lo viejo, ni añadir algo nuevo a lo viejo.  En lugar de ello, para continuar adelante en una nueva vida de entrega, es imperativo, que echemos a un lado todas las cosas, todas las características, todas las costumbres y todas las prácticas de antes de conocer a Jesucristo.

El apóstol Pablo en Gálatas 5:16-21 nos dice: "Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis.  Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley.  Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios."

Cuando Dios nos revele algo deshonroso, debemos sacarlo inmediatamente de nuestras vidas, librarnos, despojarnos de ello; no tratemos de disfrazarlo poniéndole algo nuevo encima.

2. Renovar nuestra mente

En segundo lugar, aparte de despojarnos de nuestra vieja forma de vivir, debemos renovar nuestra mente.  Recordemos a los hijos de Israel, después de que cruzaron el río, y entraron en Canaán, todavía no habían terminado su obligación.  Había enemigos en la nueva tierra prometida y ellos tendrían que tratarlos adecuadamente, y para esto no debían pensar más que eran como langostas (Números 13:31-33).

Igualmente nosotros tenemos aún enemigos que están relacionados con nuestra mente.  Muchos de nosotros, aún después de muchísimo tiempo, vivimos trayendo a nuestro presente nuestro pasado.  Yo no sé que de tu pasado está aún en tu presente, no sé qué recuerdos vienen a tu mente que no te dejan dormir en paz o tener felicidad, o pensar en un futuro mejor, pero sí sé que Dios hace todas las cosas nuevas en nosotros.

Es posible que hayamos sido de esas personas que meditan mucho en el pasado, o que se preocupan por el futuro, o piensan negativamente en el presente, todos estos son patrones de pensamiento con los cuales debemos luchar.  Debemos renovar nuestra mente con base en el rechazo de todos esos hábitos mentales y comenzar a practicar el pensamiento positivo de la fe en Cristo Jesús.

Si Dios no nos recuerda nuestro pasado (Él ya nos perdonó), porque entonces recordarlo nosotros.

3. Revestirnos de una vida nueva por medio de la obediencia

"Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.  Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu.  No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros."
Efesios 4:22-24

Ahora entonces, tenemos que revestirnos de la nueva vida, obedeciendo cuanto mandato Dios ponga delante de nosotros, sí cuanto mandato sea.  No basta solamente decir bueno, yo me quito estos pecados de mi vida, estoy renovando mis pensamientos, no.  Debemos de revestirnos de nuestra vida nueva, obedeciendo cuanto mandato y cuanta orden Dios pida de nosotros, ¡estableciendo una nueva forma de vida!  Cuando hagamos esto, nos estaremos poniendo, pieza por pieza, la ropa limpia y fresca de la vida nueva en Cristo Jesús.

Recordemos que al revestirnos de Jesucristo por medio del Espíritu Santo, Dios nos beneficiará.  (2 Samuel 6:11-12a)

Por último, debemos tomar en cuenta que es inútil intentar este tercer paso, sin primero haber pasado por los dos pasos previos: despojarnos de nuestra vieja forma de ser y renovar nuestra mente.  Si permitimos que siga habiendo algunos vestigios de nuestra manera antigua de vivir, será imposible establecer una nueva manera de vivir.  Muchas personas fracasan y se dan de cabeza contra el suelo, porque sencillamente tratan de cubrir su vieja vida, con algún aspecto, con alguna pantalla, incluso de religiosidad.

Si queremos ser exitosos en este nuevo año, y perseverar en nuestros nuevos propósitos, debemos mantenernos fieles, despojarnos, renovarnos y revestirnos de la nueva vida en Jesucristo.  Así podremos llegar al 31 de diciembre del próximo año, victoriosos y dando Gloria a Nuestro Dios.

Que Dios les Bendiga en Cristo con su Espíritu.  Si Cristo nos llena, ¿qué mas necesitamos?


ORACION
Dios Todo Poderoso, tú no tienes principio ni fin, pero eres el principio y el fin de toda tu creación. Gracias te doy por tu fidelidad y tu palabra que hoy ha llegado a mí y me ha refrescado, trayendo luz y esperanza a mi vida.

Gracias Padre, porque este nuevo año es una nueva oportunidad que tú me das para buscarte, conocerte y hacerte parte de mi vida.  Gracias, porque entiendo que este nuevo año puede ser todo lo maravilloso que yo quiera, que es un regalo tuyo con el objetivo, no de destruir mi pasado, sino de construir mi futuro.

Hoy decido esforzarme por ser más humilde ante ti cada día, por medio de la obediencia, despojándome de mi vieja naturaleza, de mi vieja forma de vivir y comprendiendo el verdadero gozo de mi vida: Hacerte la parte principal de ella.

Te pido Señor que nos bendigas este nuevo año, que este nuevo año transcurra en paz para que con tu gracia y nuestro esfuerzo, sea un año de salvación para todos.  Pero sobre todo Señor, te pido que este año lo iniciemos en tu presencia, lo transcurramos en tu presencia y lo terminemos en tu presencia, en el nombre de Tu Hijo Amado, AMÉN.

viernes, 24 de diciembre de 2010

Humillándonos delante de Dios

Cuántos de nosotros, con el tiempo, nos hemos alejado de nuestra relación con Dios y hemos olvidado cómo Dios nos ha tratado y cómo Él ha mostrado sus maravillas en nuestras vidas.  Nos hemos alejado de Dios y hemos olvidado las grandes cosas que Él ha hecho en nosotros.
Leamos Apocalipsis 2:4-5

"Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor.  Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido."

El Señor nos exhorta a que nosotros recordemos lo que Él ha hecho en nuestras vidas, eso es lo que Él nos dice en este texto, recuerda de dónde has caído, recuerda dónde yo te puse.  No te olvides de cómo te liberté y rescaté de aquel alcoholismo, de las drogas, de la pornografía.  Te aparté de compañías que no eran adecuadas para ti, de cómo te ayudé y te rescaté de aquel problema matrimonial, cómo rescaté a tu familia, de dónde saqué a tus hijos.  Te has olvidado cómo te devolví el oído, cómo te sané de aquella enfermedad. Te has olvidado cómo te di trabajo cuando estabas desempleado, de dónde te rescaté financieramente…

Es bueno que recordemos lo que Dios ha hecho en nuestras vidas, así volvemos a volcar nuestro corazón a sus pies, en estos momentos difíciles en que hemos estado, cuando Él metió sus manos en el fango para rescatarnos, encontramos la fortaleza, para hoy salir adelante, sabiendo que Dios siempre ha estado con nosotros: "Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas." (Josué 1:9).

Dios nos llama no solamente a recordar lo que ha hecho por nosotros, si no que nos llama a humillarnos delante de Él, solo así recibiremos sus bendiciones: "Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra." (2 Crónicas 7:14).

Dios nos dice que si nos humillamos y buscamos su rostro, Él perdonará nuestros pecados y sanará nuestra tierra.

Pero, ¿a qué se refiere Dios con sanar nuestra tierra?

Lógicamente El Señor se refiere a sanar nuestra alma, pero no solamente Él va a tratar con nuestra alma, Él va a sanar el lugar dónde trabajamos, el lugar dónde vivimos, el lugar dónde tenemos nuestra familia, el lugar dónde estudian nuestros hijos, esa es nuestra tierra…

Entonces, debemos humillarnos delante de Dios, para reconocer su voz y someternos a ella, es así como podremos resistir al diablo. Santiago 4:7 nos dice: "Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros."

La Palabra de Dios nos dice que busquemos su rostro y así nos convertiremos de nuestros malos caminos, esto es lo que el profeta Jeremías nos dice: "Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces." (Jeremías 33:3).

Dios nos mostrará cosas que no conocemos, o imaginamos, Dios nos revelará a su pueblo, a quienes hemos creído en Cristo, todo misterio y lo hará, por medio de su Santo Espíritu.

Muchas veces queremos cosas grandes, muchas veces queremos que Dios nos resuelva el problema, que Dios nos muestre el camino.  Qué difícil es caminar en medio de las tinieblas, cuando la duda está encima de nosotros, con nuestro corazón cargado.  Le decimos a Dios qué hago Señor, para dónde quieres que camine, qué dirección debo seguir, qué debo responder, compró o vendo, lo hago o no lo hago.  Es por esto que Dios nos dice "clama a mí", porque nosotros no tenemos la respuesta a estas preguntas, pero nuestro Señor lo sabe todo, Él sí tiene respuesta a todas nuestras inquietudes.

¿Qué es clamar?

Cuando queríamos conquistar a nuestra esposa, por ejemplo, éramos insistentes.  Podía ser que ella nos ignorara, pero insistíamos, le llevábamos flores, éramos atentos, muchos hasta fuimos poetas y cantantes. Clamábamos por el amor de ella.  A esto se refiere nuestro Dios cuando nos llama a clamar a Él.  Si lo podemos hacer en este mundo con las personas, ¿por qué no hacerlo con nuestro Señor Jesucristo?

El Señor sabe que nosotros muchas veces no entendemos lo que nos está sucediendo, por esto nos dice que le clamemos.  No sabemos cómo hará Dios para resolver nuestro problema o sacarnos de la situación en que nos encontramos, pero si clamamos a Él, nos dará la solución. Habacuc 2:3 dice: "Aunque la visión tardará aún por un tiempo, mas se apresura hacia el fin, y no mentirá; aunque tardare, espéralo, porque sin duda vendrá, no tardará."

Dios nos responderá si clamamos.  Sin embargo, cuántas veces hemos estado muy ocupados para Dios, para ir a la iglesia, para orar, para leer Su Palabra, para clamar…

Cuando clamamos, no importa si somos jóvenes o viejos, porque el brazo del Señor sigue siendo fuerte.

¿Cómo vivimos nuestra vida cristiana?

Nuestra vida de cristiano tiene que tener la medida correcta, Efesios 4:13 nos dice: "Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo."

Esta medida de la plenitud con Cristo, yo la divido en cuatro partes, por lo que entiendo que la vida de un cristiano perfecto, está conformada por estos cuatro cuartos.

1. Nuestra vida de oración.
2. La lectura de la Palabra de Dios.
3. Nuestra costumbre de congregarnos.
4. Nuestra entrega de los diezmos.

Hagamos un análisis de nuestra vida cristiana y determinemos ¿qué nos impide llegar a la medida?  Nos hemos preguntado, ¿por qué estoy teniendo problemas actualmente?  ¿Será que no estamos bien en alguno(s) de estos cuartos?

Veamos por ejemplo, que nosotros nos interesamos por el bienestar de nuestros hijos, es por esto que les inculcamos buenos principios, sin embargo, aún cuando queremos que ellos nos obedezcan, sabiendo que es lo mejor para ellos, nosotros no aplicamos estos principios en nuestra vida cristiana, y no obedecemos a Dios en lo que nos dice que hagamos, sabiendo que es lo mejor para nosotros.

Es posible que hoy hayamos sido arrogantes con nuestros hijos, nuestra esposa, nuestros vecinos. Dejemos esa arrogancia de lado y pidamos perdón.  De igual forma, pidamos ahora perdón a Dios, humillémonos delante de Él.

Logramos más cuando nos humillamos y pedimos perdón, que cuando somos arrogantes.

Meditemos un poco en la siguiente historia de 2 Reyes 5:1-15, que nos ayudará a entender hasta dónde nos ayuda recordar y cuánto nos ayuda la humildad.

"Naamán, general del ejército del rey de Siria, era varón grande delante de su señor, y lo tenía en alta estima, porque por medio de él había dado Jehová salvación a Siria.  Era este hombre valeroso en extremo, pero leproso.  Y de Siria habían salido bandas armadas, y habían llevado cautiva de la tierra de Israel a una muchacha, la cual servía a la mujer de Naamán.  Esta dijo a su señora: Si rogase mi señor al profeta que está en Samaria, él lo sanaría de su lepra.  Entrando Naamán a su señor, le relató diciendo: Así y así ha dicho una muchacha que es de la tierra de Israel.  Y le dijo el rey de Siria: Anda, ve, y yo enviaré cartas al rey de Israel.  Salió, pues, él, llevando consigo diez talentos de plata, y seis mil piezas de oro, y diez mudas de vestidos.  Tomó también cartas para el rey de Israel, que decían así: Cuando lleguen a ti estas cartas, sabe por ellas que yo envío a ti mi siervo Naamán, para que lo sanes de su lepra. Luego que el rey de Israel leyó las cartas, rasgó sus vestidos, y dijo: ¿Soy yo Dios, que mate y dé vida, para que éste envíe a mí a que sane un hombre de su lepra?  Considerad ahora, y ved cómo busca ocasión contra mí.  Cuando Eliseo el varón de Dios oyó que el rey de Israel había rasgado sus vestidos, envió a decir al rey: ¿Por qué has rasgado tus vestidos?  Venga ahora a mí, y sabrá que hay profeta en Israel.  Y vino Naamán con sus caballos y con su carro, y se paró a las puertas de la casa de Eliseo.  Entonces Eliseo le envió un mensajero, diciendo: Ve y lávate siete veces en el Jordán, y tu carne se te restaurará, y serás limpio.  Y Naamán se fue enojado, diciendo: He aquí yo decía para mí: Saldrá él luego, y estando en pie invocará el nombre de Jehová su Dios, y alzará su mano y tocará el lugar, y sanará la lepra.  Abana y Farfar, ríos de Damasco, ¿no son mejores que todas las aguas de Israel?  Si me lavare en ellos, ¿no seré también limpio?  Y se volvió, y se fue enojado.  Mas sus criados se le acercaron y le hablaron diciendo: Padre mío, si el profeta te mandara alguna gran cosa, ¿no la harías?  ¿Cuánto más, diciéndote: Lávate, y serás limpio?  El entonces descendió, y se zambulló siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del varón de Dios; y su carne se volvió como la carne de un niño, y quedó limpio."

Muchas veces no recordamos lo que Dios ha hecho por nosotros por nuestro mismo orgullo.  Así muchos matrimonios, muchas familias, muchos hogares, muchos hijos y buenos trabajos perdemos por la lepra del orgullo. Dios quiere nuestra humildad.

Veamos, ¿quién era Naamán?

a. Su nombre viene del griego "naem", que significa precioso, placentero, bien formado.
b. Su posición: General del ejército del rey de Siria.  Había medallas en su pecho.
c. Tenía popularidad y prestigio: "era varón grande delante de su señor, y lo tenía en alta estima".
d. La Biblia reconoce que era Dios quien le daba las victorias, lo que quiere decir, que el hecho de que Dios use a alguien no indica que sea salvo.
e. Era leproso. Muchos hoy estamos viviendo en el estado de Naamán, leprosos a causa del pecado.

Nuestra humillación delante de Dios

Tenemos que aceptar delante de Dios, que hemos cometido errores, si no lo hacemos seremos como Naamán.  Puede ser que seamos muy importantes en el mundo, pero unos leprosos que si no llegamos a los pies de Cristo no seremos sanados. (2 Reyes 5:1)

Cuando nos humillamos delante de Dios, entendemos que él actuará sobre nuestras vidas, trabajando a su manera y con los recursos que menos esperamos.

Una mujer sencilla le enseñaba a Naamán lo que debía hacer, y estoy seguro que esto se daba porque esta mujer en algún momento había sido curada de su lepra y conocía el poder de Dios (2 Reyes 5:2-4).  Esta mujer le dijo a Naamán, ve al profeta de Dios y Naamán decidió creer más en el rey de Siria y presentarse ante el rey de Israel.  Muchos oímos más al mundo que a Dios.  Dios nos está diciendo lo que debemos hacer, nos presenta el camino de la solución, presentarnos delante de Él, pero hemos decidido resistirnos, buscamos al banco, buscamos las drogas, buscamos el alcoholismo, medicamentos, el dinero…

Para que Naamán fuera limpio de su lepra, debía presentarse con la persona correcta, en el lugar correcto: el profeta de Dios, no el rey de Israel (2 Reyes 5:5-7).  Muchas veces, nuestra intención es buena, queremos ayudarle a Dios, pero esto complica las cosas, hace el hoyo más grande, nos hundimos más.

Dios nos llama a que nos presentemos delante de Él, donde está su bendición y prosperidad, por esto debemos ser obedientes.  Dios ha diseñado un plan perfecto para cada uno de nosotros, por esto debemos ser obedientes a Él y esforzarnos por descubrir este plan en nuestras vidas.  Así como Eliseo descubrió el problema de Naamán, y le indicó lo que debía de hacer para la solución a su lepra, así Dios sabe nuestro problema y nos dice lo que debemos de hacer para ser libres de nuestra situación. (2 Reyes 5:8-10)

Sin embargo, muchos de nosotros en muchas ocasiones nos molestamos con Dios, porque la respuesta y solución que Él nos da no nos agrada, entonces nos enojamos, nos molestamos, nuestro orgullo no nos deja ver con claridad, pensamos que somos tan importantes que Dios saldrá corriendo para hacer nuestra voluntad. (2 Reyes 5:11-12)

Dios trabajará en nosotros, si nos ve humildes delante de Él y trabajando para Él.

Muchas veces hemos pensado que nuestra solución es mejor que la de Dios (2 Reyes 5:13), aún así Dios nos insiste en su solución, porque quiere lo mejor para nosotros, y lo seguirá haciendo hasta que seamos sumisos y obedientes.  Cuando aceptemos la voluntad de Dios y recordemos de dónde Dios nos ha sacado, nuestra lepra será limpia.

No importa cuál sea nuestro problema o qué dificultad tengamos hoy, pero si obedecemos a Dios con humildad y recordamos las Bendiciones que Él ha hecho en nuestras vidas, Dios nos responderá y resolverá nuestros problemas.

ORACION:
Señor Dios, a ti la Gloria, la Honra y el Honor...

Vengo delante de ti, con un corazón contrito y humillado, invocando tu nombre, que es sobre todo nombre, y buscando tu presencia; pidiéndote Señor que te apiades de mí, y que por tu misericordia toques mi vida, para que yo logre dejar de lado mi orgullo y entender que solamente a tus pies hay libertad, sanidad y salvación.

Señor, te pido perdón, porque muchas veces no he escuchado tu voz, o no me ha parecido tu respuesta y he querido buscar mi propia solución, sin medir las malas consecuencias por mis actos.  Hoy decido Señor Jesús, subordinar mi voluntad a la tuya, obedeciéndote con humildad, y recordando siempre que tu mano poderosa ha estado conmigo en todo momento, resolviendo mi vida.  En el nombre de Cristo Jesús, AMÉN.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

El Rey te mandó a llamar

Muchos de nosotros, no disfrutamos las bendiciones ni vivimos las promesas que Dios nos tiene, por el simple hecho de estar estancados, amargados y heridos, en lo que podríamos decir, "viviendo una vida de parálisis espiritual que les impide caminar con Dios."

Dios quiere derramar Su bondad en nosotros, y en Su Palabra hay un relato que nos muestra como la bondad de Dios puede ser aplicada a nuestra vida.  La Biblia nos dice que el corazón de David era conforme al corazón de Dios.  Este hombre extraordinario fue modelo en su vida, en la gracia y en la misericordia que conocía, porque la había recibido primeramente de Dios.  Los pecados de David fueron verdaderamente grandes, pero en todos ellos la Gracia de Dios obró en su vida debido a su arrepentimiento.  Con esto David dejó que la Gracia de Dios lo cubriera y como conocía esa gracia, aprendió a aplicarla sobre los demás.

Leamos 2 Samuel 9:1-13

"Dijo David: ¿Ha quedado alguno de la casa de Saúl, a quien haga yo misericordia por amor de Jonatán?  Y había un siervo de la casa de Saúl, que se llamaba Siba, al cual llamaron para que viniese a David.  Y el rey le dijo: ¿Eres tú Siba?  Y él respondió: Tu siervo.  El rey le dijo: ¿No ha quedado nadie de la casa de Saúl, a quien haga yo misericordia de Dios?  Y Siba respondió al rey: Aún ha quedado un hijo de Jonatán, lisiado de los pies.  Entonces el rey le preguntó: ¿Dónde está? Y Siba respondió al rey: He aquí, está en casa de Maquir hijo de Amiel, en Lodebar.  Entonces envió el rey David, y le trajo de la casa de Maquir hijo de Amiel, de Lodebar.  Y vino Mefi-boset, hijo de Jonatán hijo de Saúl, a David, y se postró sobre su rostro e hizo reverencia. Y dijo David: Mefi-boset.  Y él respondió: He aquí tu siervo. Y le dijo David: No tengas temor, porque yo a la verdad haré contigo misericordia por amor de Jonatán tu padre, y te devolveré todas las tierras de Saúl tu padre; y tú comerás siempre a mi mesa.  Y él inclinándose, dijo: ¿Quién es tu siervo, para que mires a un perro muerto como yo?  Entonces el rey llamó a Siba siervo de Saúl, y le dijo: Todo lo que fue de Saúl y de toda su casa, yo lo he dado al hijo de tu señor.  Tú, pues, le labrarás las tierras, tú con tus hijos y tus siervos, y almacenarás los frutos, para que el hijo de tu señor tenga pan para comer; pero Mefi-boset el hijo de tu señor comerá siempre a mi mesa.  Y tenía Siba quince hijos y veinte siervos.  Y respondió Siba al rey: Conforme a todo lo que ha mandado mi señor el rey a su siervo, así lo hará tu siervo.  Mefi-boset, dijo el rey, comerá a mi mesa, como uno de los hijos del rey.  Y tenía Mefi-boset un hijo pequeño, que se llamaba Micaía.  Y toda la familia de la casa de Siba eran siervos de Mefi-boset.  Y moraba Mefi-boset en Jerusalén, porque comía siempre a la mesa del rey; y estaba lisiado de ambos pies."

Cómo se asemeja Mefi-boset a nuestra propia naturaleza humana.  Nacidos príncipes, pues somos hijos del Rey de Reyes, hemos quedado lisiados a consecuencia de una caída; y hoy estamos viviendo en la oscuridad, aislados de los privilegios propios de nuestra condición de hijos del Rey de Reyes. Muchos de nosotros vivimos como pordioseros espirituales.

Analicemos, a continuación, las circunstancias que se muestran en este relato.

La caída

"Y Jonatán hijo de Saúl tenía un hijo lisiado de los pies.  Tenía cinco años de edad cuando llegó de Jezreel la noticia de la muerte de Saúl y de Jonatán, y su nodriza le tomó y huyó; y mientras iba huyendo apresuradamente, se le cayó el niño y quedó cojo. Su nombre era Mefi-boset."
2 Samuel 4:4

Saúl fue Rey de Israel y Mefi-boset su nieto.  Cuando Saúl fue asesinado, en medio de la huída de la nodriza, su nieto se cayó y quedó cojo.  De igual manera nosotros somos hijos del Rey de Reyes, pero por nuestros pecados y desobediencia hemos caído del lugar que, como herederos del reino de Dios, nos corresponde.

La palabra Mefi-boset, significa "hijo de vergüenza", y es así, como muchos de nosotros nos sentimos por nuestra caída.  No importa hace cuánto tiempo caímos, aún hoy está caída nos tiene lisiados, no podemos caminar normalmente ni acercarnos a los caminos de Dios, por estar lisiados.

Nuestra situación actual

"Entonces el rey le preguntó: ¿Dónde está?  Y Siba respondió al rey: He aquí, está en casa de Maquir hijo de Amiel, en Lodebar."
2 Samuel 4:4

Mefi-boset se encontraba en Lodebar, cuyo significado es "sin pasto", "sin pasturaje". Lodebar es una tierra árida, seca y desértica.

Cuando estamos lisiados espiritualmente y no caminamos bien, llegamos a vivir en un lugar que no da frutos.  En Lodebar habitamos todos los Mefi-boset de este mundo.  Esto es lo que pasa en la actualidad con nuestra "parálisis espiritual" que no has hecho ser desobedientes.  Nuestra desobediencia nos aparta de Dios haciéndonos caer espiritual y físicamente.  Al igual que Mefi-boset hemos perdido nuestra imagen real y la imagen de Dios en nosotros; recordemos que Dios nos hizo a su imagen y semejanza. (Génesis 1:27)

Es muy probable, que muchos de nosotros hoy, estemos en lo más profundo, aún adoloridos por nuestra caída, y desde ahí en el suelo, nos sentimos humillados e indignos de nuestro linaje.  Lo que ha pasado a través de estos años e incluso últimamente, nos ha marcado y dejado como si no mereciéramos la Gracia y la Misericordia de Dios

El pacto

"Y Jonatán dijo a David: Vete en paz, porque ambos hemos jurado por el nombre de Jehová, diciendo: Jehová esté entre tú y yo, entre tu descendencia y mi descendencia, para siempre.  Y él se levantó y se fue; y Jonatán entró en la ciudad."
1 Samuel 20:42

Después de las persecuciones de Saúl y de muchos años de luchas contra sus enemigos, David se encuentra ahora en condiciones de cumplir la promesa hecha a su amigo Jonatán.  Es por esto, que invita a Mefi-boset a quedarse en el palacio y a sentarse a su mesa a comer el resto de sus días (2 Samuel 9:7).

Aunque nosotros hemos caído como Mefi-boset, y no somos dignos de otra cosa más que el infierno, Dios ha buscado medios por los cuales reconciliarnos con Él.  Dios ha entrado en pacto con su Hijo Jesús para redimir nuestros pecados.  Nuestro Señor Jesús tomó cuerpo humano, vivió y murió bajo el peso de nuestros pecados y realizó a cabalidad su obra salvadora. "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna." (Juan 3:16)

Por amor a su hijo, somos adoptados en la familia de Dios e invitados a compartir su mesa, así lo dice Efesios 2:6b: "y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús."

El Rey te mandó a llamar

"Entonces envió el rey David, y le trajo de la casa de Maquir hijo de Amiel, de Lodebar."
1 Samuel 20:42

David extendió la mano a alguien en la misericordia y le trajo ante su presencia.  Igualmente nuestro Padre extiende su mano hacia nosotros, quienes hemos caído una y otra vez, y lo hace incondicionalmente.  Todo lo que tenemos que hacer es aceptar y recibir este llamado.  No tenemos que limpiar nuestra vida para poder conseguir las ropas del Rey, ni para sentarnos a Su mesa o vivir en el palacio del Rey.  Dios se encargará de lavarnos, vestirnos y hacernos presentables delante de él, una vez que hemos aceptado su invitación.

Dios va a mandar a buscarnos de Lodebar y nos va a traer a Su Reino, y aún más, no solo nos traerá a Su Reino, sino que nos adopta como uno de sus hijos.  Él nos invita todos los días a su mesa.

"He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo."
Apocalipsis 3:20

No tenemos que esperar a que la cojera se nos quite, al Rey de Reyes, no le importa nuestra condición de lisiado o cojo.  A Él le importamos más nosotros. Él no ve a Mefi-boset en nosotros, Él ve a un Merbi-Baal (nombre original de Mefi-boset, que significa "enemigo de Baal").  El nos ama, tal y como somos, y por tanto honra el pacto que tiene con nosotros.

Dios nos pone a la mesa banquetes espirituales y nos conformamos con comer comida chatarra, es hora de acercarnos a la mesa del Rey y disfrutar de todas las promesas y bendiciones que Dios tiene para cada uno de nosotros.

ORACION:
Señor Dios, Padre Todopoderoso, gracias te doy Señor por este mensaje de tu palabra.  Hoy, Padre Santo, me he dado cuenta de que me has estado llamando para que me presente en tu reino y que mi condición de "lisiado espiritual", que me ha mantenido alejado de ti, no ha permitido que me acerque a tu reino.  Pero Señor, decido a partir de este momento no hacerte esperar más, sino abrir la puerta a la que tu llamas, para que cenemos juntos en tu mesa, para que me vistas con las ropas del Rey, y me hagas vivir en tu reino eternamente, en el nombre de Cristo Jesús, AMÉN.



El Rey te Mandó a Llamar

viernes, 10 de diciembre de 2010

¿Por qué no me oyes? – Parte 2

En la primera parte de este estudio hemos visto a la luz de la Palabra de Dios, seis causas del por qué nuestras oraciones no son oídas.  Repasemos.

1. Falta de comunión.

Dios quiere que tengamos un trato cercano, donde exista una relación y comunicación íntimas con Él.  Si nuestra respuesta a esta invitación consiste en buscarle cuando lo necesitamos solamente, entonces no habrá comunión con Él.

2. No pedir en el nombre de Jesús.

El Señor Jesús, nos dice en Juan 15:16, que todo lo que pidamos al Padre en su nombre, Dios nos lo dará.  Si no pedimos en el nombre de Jesús, en el mundo espiritual las cosas no funcionarán.

3. No pedir concretamente o pedir mal.

Cuando hacemos peticiones para nuestro deleite, o bien, pedimos según nuestra prioridad estamos pidiendo mal.  No podemos pedir por un sentir que se origina en nuestra carnalidad.

4. Pedir algo en contra de la voluntad de Dios.

La voluntad de Dios es que nosotros pidamos claro, bien y correcto, pero sobretodo subordinando nuestra voluntad a la voluntad de Él, solamente así abrimos las puertas para recibir la plenitud de sus bendiciones en nuestras vidas.

5. Orar sin conocimiento de la Palabra de Dios.

El Señor Jesús nos manda a escudriñar las Escrituras, porque en ellas tendremos vida eterna y testimonio de Él mismo (Juan 5:39).  Nuestra oración entonces, debe ser "soportada" bajo la Palabra de Dios, por lo que si no leemos Su Palabra, nuestra oración no tiene base que la soporte.

6. Orar sin fe.

Nuestra incredulidad, nuestra falta de fe, nos hace inconstantes en nuestra vida cristiana y en todos nuestros caminos.  La falta de consistencia en el ejercicio de nuestra fe, pone al descubierto nuestra verdadera manera de ser. Dios no nos escuchará mientras sigamos siendo hombres y mujeres de doble ánimo.

Hoy terminaremos con este tema, determinando las últimas seis causas, más profundas aún que las anteriores, que impiden la respuesta de Dios a nuestras oraciones.  Comenzamos.

7. Abandono de la oración.

"También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar."
Lucas 18:1

Muchas oraciones no son respondidas porque quien las hace, de pronto se desanima o simplemente abandona la pelea.  Debemos saber que orar es una batalla en el ámbito espiritual.  KOPOS es la palabra que se utiliza en este texto y tiene una connotación de "arduo trabajo", "perseverancia", "no desmayar".

Ese "no desmayar" quiere decir, no desanimarse, no abandonar.  Si seguimos leyendo este capítulo 18 de Lucas, vamos a ver que al final la viuda recibe lo que esperaba, simplemente por causa de su perseverancia e insistencia ante un juez injusto.  Con mucha más razón nosotros recibiremos respuesta de un Juez Justo.

Aquí, entonces, la conclusión es sencilla. La séptima causa de la no respuesta a una oración es: Abandonar la oración sólo por desánimo o desaliento.

8. No estar de acuerdo en los motivos de la oración.

"Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos."
Mateo 18:19

La promesa que hace Jesús puede aplicarse a la oración en general, pero tiene que ver más específicamente con la guía divina que debe buscarse y recibirse en cuestiones de disciplina.

¿Qué significa "ponerse de acuerdo"?

La palabra utilizada en este verso es SUMPHONEO (SUM, que quiere decir JUNTO, y PHONEO, que se traduce como SONAR).  Sumphoneo entonces es, "sonar juntos", o "sonar simultáneamente"; es decir, estar en armonía.

Ponerse de acuerdo es la fuerza más poderosa que hay.  Pelea y contienda es lo contrario a estar de acuerdo y esto frena cualquier oración.

Si yo, creyente, hijo de Dios, estoy orando por sanidad de un hermano en la fe; y usted, creyente e hijo de Dios también, está orando para que esa persona descanse, Dios va a escuchar ambas oraciones, pero como no estamos de acuerdo, y ambos somos sus hijos, lo más lógico de su parte será "no hacer nada".

La octava causa de oraciones no contestadas es entonces: No ponernos de acuerdo, no estar unánimes en los motivos de oración.

9. Falta de perdón.

"Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas."
Mateo 6:14

Es tremendo, pero esta es una gran causa de falta de respuesta a la oración. Generalmente perdonamos de la boca para afuera, pero ¿nuestro corazón realmente perdonó?

Debemos entender que Dios no se va a dejar llevar por nuestro discurso.  Él ve con total claridad nuestro corazón.  Eso es precisamente, lo que una gran cantidad de creyentes no ha podido entender todavía.

Cuando vivimos en una constante actitud de perdón, nos es fácil perdonar en cualquier situación.  Entonces, cuando hayamos pedido perdón o perdonado todas las veces que sean necesarias, esto es lo que significa "setenta veces siete", Dios dejará de recordar nuestros propios pecados y la paz del perdón inundará nuestro corazón.

Novena causa de oraciones no respondidas: Falta de perdón, de pedir ser perdonados y de perdonar a otros.

10. Estar en desobediencia.

"Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová?  Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros.  Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación.  Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey."
1 Samuel 15:22-23

Nuestro pasaje nos hace reflexionar de lo que ocurre en la iglesia de hoy en día, donde muchas personas creen que con participar en algunos ritos, que con dar los diezmos y ofrendas, que con asistir a reuniones religiosas con alguna regularidad y otros por el estilo, van agradar a Dios.  ¡Esto es un error!  La Biblia nos enseña que Dios espera primero la obediencia, después que vengan los ritos, los diezmos, las alabanzas; pero primero…  ¡La Obediencia!

"Si quisiereis y oyereis, comeréis el bien de la tierra; si no quisiereis y fuereis rebeldes, seréis consumidos a espada; porque la boca de Jehová lo ha dicho."
Isaías 1:19-20

"Por lo tanto, puesto que falta que algunos entren en él, y aquellos a quienes primero se les anunció la buena nueva no entraron por causa de desobediencia."
Hebreos 4:6

Yo soy padre de tres hijos y cuando alguno de ellos desobedece mis órdenes, me siento herido; mi corazón se angustia al pensar que si me desobedecen en cosas pequeñas, de esa manera están mostrando su capacidad para desobedecer en cosas grandes.  El Señor Jesucristo enseña que si somos infieles en las cosas pequeñas, también lo seremos en las cosas grandes.

La lección que salta a la vista de estos pasajes se fundamenta en que otra de las causas por las cuales nuestra oración puede no tener respuesta, es precisamente caminar en alguna desobediencia.  Así la décima causa de no recibir respuesta a la oración es: Estar en alguna clase de desobediencia a Dios.

11. Tener pecados sin confesar.

"¿Quién podrá entender sus propios errores?  Líbrame de los que me son ocultos.  Preserva también a tu siervo de las soberbias; Que no se enseñoreen de mí; entonces seré íntegro, y estaré limpio de gran rebelión."

Salmos 19:12-13

Es notorio, dice aquí, que el acercarnos a la Palabra de Dios, es una forma adecuada de enfrentarse con el pecado, y es inteligente que cada uno de nosotros busque nuestro modo ideal de mantenernos alejado del pecado.

"Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, el Señor no me habría escuchado."
Salmos 66:18

Este verso también habla del pecado y lo que dice es que, para enfrentarse con él, lo primero que debe ocurrir es nuestro reconocimiento de que ese pecado tiene origen en nuestro propio corazón.  Evitemos pues, que nuestras oraciones se anulen al permitir que el pecado o las debilidades se alojen en nuestro corazón.

"He aquí que no se ha acortado la mano de Jehová para salvar, ni se ha agravado su oído para oír; pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír."
Isaías 59:1-2

Creo que no se necesita agregar mucho más a la Palabra para que se entienda que otra de las causas de oraciones no respondidas es: Tener en nuestro corazón, pecados sin confesar.

12. La idolatría.

"Las esculturas de sus dioses quemarás en el fuego; no codiciarás plata ni oro de ellas para tomarlo para ti, para que no tropieces en ello, pues es abominación a Jehová tú Dios; y no traerás cosa abominable a tu casa, para que no seas anatema; del todo la aborrecerás y la abominarás, porque es anatema."

Deuteronomio 7:25-26

"Hijo de hombre, estos hombres han puesto sus ídolos en su corazón, y han establecido el tropiezo de su maldad delante de su rostro.  ¿Acaso he de ser yo en modo alguno consultado por ellos?"

Ezequiel 14:3

Indudablemente estos versos aluden de un modo directo, a una de las trabas principales para que una oración sea escuchada y fundamentalmente respondida: "la idolatría".  No es necesario aquí tampoco agregar mucho a esto, solamente diré que idolatría es el acto de colocar cualquier cosa por delante de Dios en nuestras vidas, y que esa cualquier cosa, masivamente pueden ser imágenes, figuras emblemáticas, dinero, sexo; pero también, la idolatría está representada por el trabajo, la propia familia, la iglesia como organización, una doctrina denominacional y hasta un ministerio.

Duodécima y última causa de oraciones no respondidas: Incursionar en algún tipo de idolatrías, aunque parezcan "santas".

ORACION:
Señor Dios, gracias al mostrarme por medio de tu Palabra, los cambios que debo realizar en mi vida, para que mis oraciones sean respondidas por ti.  Hoy entiendo Señor que existen situaciones en mi vida que no permiten que mis oraciones tengan respuesta, y que debo empezar a cambiar y transformar todas ellas para que tú me respondas.

Hoy presento delante de ti, mi falta de perdón, mi desobediencia, la idolatría y mis pecados sin confesar y decido Señor, orar con fe y no abandonar mi oración aunque la respuesta tardare, porque si soy obediente a ti, tú responderás, como lo dice Habacuc 2:3.  Te lo pido en el nombre de Cristo Jesús, AMÉN.